Estelwen (con voz solemne): Escuchad mis palabras, sed testigos de mi Juramento. La noche se avecina, ahora empieza mi Guardia. No terminará hasta el día de mi muerte. No tomaré esposo, no engendraré hijos, no llevaré corona, no alcanzaré la gloria. Viviré y moriré en mi puesto. Soy la espada en la oscuridad. Soy el vigilante del Muro. ¡Soy el fuego que arde contra el frío, la luz que trae el amanecer, el cuerno que despierta a los durmientes, el escudo que defiende los reinos de los hombres! Entrego mi vida y mi honor a la Guardia de la Noche, durante esta noche y todas las que están por venir.
(Silencio...)
Decano del Colegio de Procuradores de Valencia: Muy bonito. ¿Ahora podría ceñirse al juramento oficial del cargo de Procurador en lugar de soltar diatribas raras?
Estelwen: Eh... ah... sí ^^U A ver, "juro acatamiento a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico".
Decano del Colegio de Procuradores de Valencia: Pues eso ¬¬
Bueno, bromas aparte, ¡que ayer juré oficialmente el cargo de Procurador! ^^
Aunque ya era miembro del Colegio de Procuradores desde Octubre y llevo ejerciendo desde entonces, ayer me convertí formalmente, por así decirlo, en miembro de peno derecho.
Estuvo bastante bien. Mi madre (como también es Procurador) fue mi madrina, y aparte estuvieron presentes mis abuelos, mi padre, mi amiga Rosa (Amparo no puedo venir porque no la dejaban librar tan pronto en el despacho), y, por supuesto, Tindomion ^^
Juramos unos doce compañeros, y luego hubo cena y fiesta en el Alameda Palace. La cena, para lo que costaba, fue flojilla (73 euros, aunque sólo para Tindomion, porque mi madre y yo íbamos invitadas): unos canapés raquíticos al principio, y luego bacalao gratinado, confit de pato a la naranja y un helado de leche merengada. Fin. Cierto que después había barra libre y música, pero como tuvimos que llevar a mi madre y a una amiga suya a casa, tampoco nos quedamos demasiado rato. Lástima, porque el ambientillo estaba muy bien (aparte de lo gracioso que es ver al Decano del Colegio de Abogados de Valencia, a los Decanos de los Colegios de Procuradores de Valencia y Madrid, al Decano del Consejo General de Procuradores de España, a la Junta de Gobierno del Tribunal Superior de Justicia de Valencia, al Presidente de la Audiencia Provincial y al Presidente del Consejo General de Poder Judicial, bailando alegremente el Mambo nº 5 con copas de whisky en la mano XD
Y, por si alguien se lo estaba preguntando, no, no juré con la fórmula de la Guardia de la Noche de Canción de Hielo y Fuego (aunque hubiera estado bien, habría pasado a los anales como la Procurador más friki de la historia XD).
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sábado, 30 de mayo de 2009
lunes, 25 de mayo de 2009
Día del orgullo friki
.
Tanto si eres tolkiendili...
Como si eres otaku...
Tanto si eres rolero...
Como si eres warhammero...
Tanto si te van los wargames de ordenador...
Como de mesa...
Tanto si te mola Star Wars...
Como si eres Trekkie...
Tanto si te flipas con la informática...
Como con los comics...
Y, para que la cosa no se quede sólo en desear un día feliz, aquí os dejo un regalito que me he encontrado buceando por la red. ¡A reírse un rato, frikis!
Tanto si eres tolkiendili...
Como si eres otaku...
Tanto si eres rolero...
Como si eres warhammero...
Tanto si te van los wargames de ordenador...
Como de mesa...
Tanto si te mola Star Wars...
Como si eres Trekkie...
Tanto si te flipas con la informática...
Como con los comics...
HOY ES TU DÍA
Y, para que la cosa no se quede sólo en desear un día feliz, aquí os dejo un regalito que me he encontrado buceando por la red. ¡A reírse un rato, frikis!
sábado, 23 de mayo de 2009
Estoy triste
Estoy triste. Muy triste, porque me he enterado de que se acaba de morir la que probablemente era la blogera más vieja de por estos lares, María Amelia López. En su blog, A mis 95 años, que muchos sin duda conoceréis, ha aparecido el último post: su esquela, escrita por su nieto.
No me avergüenza reconocer que aunque no conozco a esta señora personalmente se me han escapado un par de lágrimas al leer la noticia. María Amelia López era un perfecto ejemplo de cómo una persona, por muy anciana que sea, puede aprovechar las nuevas tecnologías para mejorar su calidad de vida y hacer oír su voz. Me encantaba leer sus particulares opiniones sobre el mundo, con ese estilo tan característico suyo, y me enternecían y admiraban sus esfuerzos por defender la dignidad personal y la calidad de vida de los ancianos. En cierto modo, me recordaba a la Cándida de Fresser. Y, aunque la buena señora tenía 97 años, que ya es edad, me entristece muchísimo que haya muerto. Ya nunca podré volver a sonreír al leer sus post. Ya nunca volveré a comentarle las entradas como sus casi mil seguidores solían hacer regularmente.
Descansa en paz, María Amelia. Los jóvenes que deseamos seguir tu ejemplo cuando tengamos tu edad no te olvidaremos :-(
martes, 19 de mayo de 2009
Volveras a ser un niño al recordar las largas tardes de sol...
Si hoy eres adulto pero recuerdas con añoranza tus años infantiles...
Si echas de menos aquellas tardes con el bocata de Nocilla en la mano y viendo dibujos animados, o aquellas mañanas de verano en la que veías los dibujos en la tele mientras tus padres roncaban...
Si tu también te traumatizaste con el final de David el Gnomo, odiaste a la señorita Rottenmeier, te impacientaste con los goles eternos de Oliver y Benji y te entraron ganas de jugar a rol depués de ver Dragones y Mazmorras...
Si crees que Bob Esponja, Pocoyó, Las super nenas y Little Einsteins son las mayores gilipolleces de la historia y si volvieran a emitir Barrio Sésamo o Érase una vez el Hombre la juventud no andaría como anda...
¡Tus oraciones han sido escuchadas!
No sé cuántos conoceréis ya SeriesYonkis, pero el otro día entré para ver si ya había nuevos capítulo de True Blood, y me puse a levitar al ver la cantidad de series infantiles de cuando yo era pequeña que hay colgadas. De momento no están todas las que son (faltan algunas muy entrañables para mí como Barrio Sésamo, El juez Klaus, Exploradores del espacio, Ruy el pequeño Cid o La flor de los siete colores), pero sí que hay muchísimas que me han hecho esbozar una gran sonrisa y apresurarme a verlas para poder volver a contemplar esos magníficos dibujos animados que marcaron mi infancia.
Se puede ver on-line o descargarlos, al gusto del consumidor. Os aconsejo que entréis en la web porque hay decenas y decenas de series de dibujos y anime, pero aquí os dejo los enlaces directos a algunas de mis favoritas ^^
Soy un gnomo, y aquí en el bosque soy feliz, bajo un árbol vivo yo, junto a su raíz...
Son, ochenta días son, ochenta nada más, para dar la vuelta al mundo...
Eran uno, dos y tres, los famosos mosqueperros, el pequeñor D'artacán, siempre va con ellos...
La vida es así, es la alegría y es el dolor, una flor que se abre, en el centro de tu corazón...
Banner y Flappy, van a buscar, nueces maduras, para cenar...
Dragones y mazmorras, un mundo infernal, se oculta entre las sombras, la fuerza del mal...
Vamos a jugar, tus problemas déjalos, para disfrutar, ver a Fraggle Rock...
Y hay muchísimas más: Chicho Terremoto, Conan: el niño del futuro, Érase una vez el espacio, Sailor Moon, Caballeros del Zodiaco, Mazinger Z, La abeja Maya, Candy Candy, Heidi, Oliver y Benji... ¡a volver a la infancia, gente! :-D
Si echas de menos aquellas tardes con el bocata de Nocilla en la mano y viendo dibujos animados, o aquellas mañanas de verano en la que veías los dibujos en la tele mientras tus padres roncaban...
Si tu también te traumatizaste con el final de David el Gnomo, odiaste a la señorita Rottenmeier, te impacientaste con los goles eternos de Oliver y Benji y te entraron ganas de jugar a rol depués de ver Dragones y Mazmorras...
Si crees que Bob Esponja, Pocoyó, Las super nenas y Little Einsteins son las mayores gilipolleces de la historia y si volvieran a emitir Barrio Sésamo o Érase una vez el Hombre la juventud no andaría como anda...
¡Tus oraciones han sido escuchadas!
No sé cuántos conoceréis ya SeriesYonkis, pero el otro día entré para ver si ya había nuevos capítulo de True Blood, y me puse a levitar al ver la cantidad de series infantiles de cuando yo era pequeña que hay colgadas. De momento no están todas las que son (faltan algunas muy entrañables para mí como Barrio Sésamo, El juez Klaus, Exploradores del espacio, Ruy el pequeño Cid o La flor de los siete colores), pero sí que hay muchísimas que me han hecho esbozar una gran sonrisa y apresurarme a verlas para poder volver a contemplar esos magníficos dibujos animados que marcaron mi infancia.
Se puede ver on-line o descargarlos, al gusto del consumidor. Os aconsejo que entréis en la web porque hay decenas y decenas de series de dibujos y anime, pero aquí os dejo los enlaces directos a algunas de mis favoritas ^^
Soy un gnomo, y aquí en el bosque soy feliz, bajo un árbol vivo yo, junto a su raíz...
Son, ochenta días son, ochenta nada más, para dar la vuelta al mundo...
Eran uno, dos y tres, los famosos mosqueperros, el pequeñor D'artacán, siempre va con ellos...
La vida es así, es la alegría y es el dolor, una flor que se abre, en el centro de tu corazón...
Banner y Flappy, van a buscar, nueces maduras, para cenar...
Dragones y mazmorras, un mundo infernal, se oculta entre las sombras, la fuerza del mal...
Vamos a jugar, tus problemas déjalos, para disfrutar, ver a Fraggle Rock...
Y hay muchísimas más: Chicho Terremoto, Conan: el niño del futuro, Érase una vez el espacio, Sailor Moon, Caballeros del Zodiaco, Mazinger Z, La abeja Maya, Candy Candy, Heidi, Oliver y Benji... ¡a volver a la infancia, gente! :-D
sábado, 16 de mayo de 2009
En el fútbol también hay frikis
El miércoles salía yo del trabajo, cerca de la una y media de la tarde, cuando me pasó algo bastante curioso. Me dirigía hacia la parada del autobús, dispuesta a cogerlo para irme a casa y preparar la comida, cuando oí un extraño sonido a mis espaldas, y me quedé asombrada al ver al tipo que venía tras de mí, siguiendo la misma dirección que yo.
Sin duda, se trataba de un loco. Iba vestido, de pies a cabeza, a rayas rojas y blancas. A rayas rojiblancas eran también sus zapatos y un enorme gorro a los Sombrerero Loco que llevaba en la cabeza, y en sus mejillas llevaba pintadas también rayas de esos dos mismos colores. Pero lo más aterrador no era su extraño atuendo, sino lo que portaba en las manos, el artilugio responsable de aquel ruido infernal. Una carraca. Pero no una carraca normal, de las de Nochevieja, no. Aquella era una carraca gigante, del tamaño de su brazo, pintada (¿a que no lo adivináis?) de rayas rojas y blancas, y la hacía sonar una y otra vez, con entusiasmo.
Iba detrás de mí, y yo empecé a inquietarme; ¿de dónde habría escapado tan extravagante individuo, que vagaba solo por las proximidades de la Ciudad de la Justicia de Valencia donde los colores más vistos son los negros y los grises de los trajes de chaqueta? ¿Realmente me estaría siguiendo? ¿Iría a por mí? Entonces, cuando estaba a punto de alcanzarme, distinguí el dibujo que había en el extremo superior izquierdo de su camiseta, y lo entendí todo: era el escudo de Atleti.
Resulta que (ahora me enteraba yo de eso, las cosas que tiene no ver la tele) había un inminente partido entre el Barcelona y el Athletic de Bilbao en el Mestalla, la final de la Copa del Rey, y los hinchas ya campaban a sus anchas por la ciudad vestidos con sus mejores y más extravagantes atavíos, como el individuo que caminaba a mi lado. Y, cuando me di cuenta de ello, cuando me di cuenta de quién era ese sujeto y por qué vestía así, las primeras palabras que me vinieron a la mente fueron: "¡Y a mí me llaman friki por jugar a rol!".
Si es que parece que los únicos frikis que existen en el universo son los roleros, los wargammeros, los flipados de la informática, los que leen libros de fantasía y ciencia-ficción y a los que les gusta vestirse de Darth Vader o de Arwen Undómiel. Y resulta que no, señores. Que los futboleros son capaces de frikadas aún mayores que comerse un maratón contínuo de las tres películas de El Señor de los Anillos en versión extendida, jugar doce horas seguidas una sesión de rol de Vampiro o gastar toneladas de tiempo y/o dinero en hacerse un traje inspirado en el universo de Tolkien (pongo de ejemplo estas tres porque son de las que he perpetrado yo :-P). Y las frikadas de los hinchas futbolísticos son aún más frikis que las mías, porque yo al menos frikeo en privado, en mi casa o en una mereth, con mi grupito de gente en nuestro lugar acotado, mientras que los futboleros lo hacen en plena calle, a la vista de todo el mundo y a lo grande. Sin complejos, oiga. Aunque, claro, ellos no son unos frikis porque "es que el fútbol es así".
Me pregunto cuántos del Atleti y del Barça acabarían a ostias esos días por culpa de la dichosa final. Algo tan normal que, a no ser que monten una gorda o alguien acabe gravemente herido o muerto, ni sale en las noticias. Si esas ostias se las llegan a meter por culpa de una partida de rol en vivo jugada de Valencia (harto improbable, porque ni se hacen ReV en Valencia ni es normal que haya incidentes en ellos), ya veo los titulares en Las Provincias anunciando que "un extraño juego de rol toma nuestras calles y deja un saldo de ocho heridos leves". Ah, claro, pero con el fútbol no pasa nada, porque el fútbol es el deporte rey, el deporte nacional, y tiene esas cosillas.
A todo eso, al final el Atleti perdió. Humillantemente. Les metieron 4 goles a 1, pobrecicos míos. La verdad es que me supo mal; hubiese preferido que ganaran ellos. Nunca me ha gustado el Barça, y además de tanto ver rojiblancos por Valencia al final les acababas tomando cariño, de modo que me dio bastante pena que perdieran. Cuando supe el resultado del partido, no podía dejar de imaginarme al pobre tipo con el que me crucé por la Ciudad de la Justicia, que con el viaje se debe de haber fundido varios días de vacaciones y una pasta en transporte y alojamiento, al que de seguro el resultado de encuentro le habrá quitado las ganas de hacer sonar la carraca durante una buena temporada.
Sin duda, se trataba de un loco. Iba vestido, de pies a cabeza, a rayas rojas y blancas. A rayas rojiblancas eran también sus zapatos y un enorme gorro a los Sombrerero Loco que llevaba en la cabeza, y en sus mejillas llevaba pintadas también rayas de esos dos mismos colores. Pero lo más aterrador no era su extraño atuendo, sino lo que portaba en las manos, el artilugio responsable de aquel ruido infernal. Una carraca. Pero no una carraca normal, de las de Nochevieja, no. Aquella era una carraca gigante, del tamaño de su brazo, pintada (¿a que no lo adivináis?) de rayas rojas y blancas, y la hacía sonar una y otra vez, con entusiasmo.
Iba detrás de mí, y yo empecé a inquietarme; ¿de dónde habría escapado tan extravagante individuo, que vagaba solo por las proximidades de la Ciudad de la Justicia de Valencia donde los colores más vistos son los negros y los grises de los trajes de chaqueta? ¿Realmente me estaría siguiendo? ¿Iría a por mí? Entonces, cuando estaba a punto de alcanzarme, distinguí el dibujo que había en el extremo superior izquierdo de su camiseta, y lo entendí todo: era el escudo de Atleti.
Resulta que (ahora me enteraba yo de eso, las cosas que tiene no ver la tele) había un inminente partido entre el Barcelona y el Athletic de Bilbao en el Mestalla, la final de la Copa del Rey, y los hinchas ya campaban a sus anchas por la ciudad vestidos con sus mejores y más extravagantes atavíos, como el individuo que caminaba a mi lado. Y, cuando me di cuenta de ello, cuando me di cuenta de quién era ese sujeto y por qué vestía así, las primeras palabras que me vinieron a la mente fueron: "¡Y a mí me llaman friki por jugar a rol!".
Si es que parece que los únicos frikis que existen en el universo son los roleros, los wargammeros, los flipados de la informática, los que leen libros de fantasía y ciencia-ficción y a los que les gusta vestirse de Darth Vader o de Arwen Undómiel. Y resulta que no, señores. Que los futboleros son capaces de frikadas aún mayores que comerse un maratón contínuo de las tres películas de El Señor de los Anillos en versión extendida, jugar doce horas seguidas una sesión de rol de Vampiro o gastar toneladas de tiempo y/o dinero en hacerse un traje inspirado en el universo de Tolkien (pongo de ejemplo estas tres porque son de las que he perpetrado yo :-P). Y las frikadas de los hinchas futbolísticos son aún más frikis que las mías, porque yo al menos frikeo en privado, en mi casa o en una mereth, con mi grupito de gente en nuestro lugar acotado, mientras que los futboleros lo hacen en plena calle, a la vista de todo el mundo y a lo grande. Sin complejos, oiga. Aunque, claro, ellos no son unos frikis porque "es que el fútbol es así".
Me pregunto cuántos del Atleti y del Barça acabarían a ostias esos días por culpa de la dichosa final. Algo tan normal que, a no ser que monten una gorda o alguien acabe gravemente herido o muerto, ni sale en las noticias. Si esas ostias se las llegan a meter por culpa de una partida de rol en vivo jugada de Valencia (harto improbable, porque ni se hacen ReV en Valencia ni es normal que haya incidentes en ellos), ya veo los titulares en Las Provincias anunciando que "un extraño juego de rol toma nuestras calles y deja un saldo de ocho heridos leves". Ah, claro, pero con el fútbol no pasa nada, porque el fútbol es el deporte rey, el deporte nacional, y tiene esas cosillas.
A todo eso, al final el Atleti perdió. Humillantemente. Les metieron 4 goles a 1, pobrecicos míos. La verdad es que me supo mal; hubiese preferido que ganaran ellos. Nunca me ha gustado el Barça, y además de tanto ver rojiblancos por Valencia al final les acababas tomando cariño, de modo que me dio bastante pena que perdieran. Cuando supe el resultado del partido, no podía dejar de imaginarme al pobre tipo con el que me crucé por la Ciudad de la Justicia, que con el viaje se debe de haber fundido varios días de vacaciones y una pasta en transporte y alojamiento, al que de seguro el resultado de encuentro le habrá quitado las ganas de hacer sonar la carraca durante una buena temporada.
martes, 12 de mayo de 2009
¿Qué es un milagro?
Una de las películas de terror de temática "satánica" que más me gusta es La bendición (a decir verdad, la única que realmente me gusta, porque las de tipo Damien o El exorcista nunca las he podido ver enteras, me dan demasiado mal rollo ^^UUU).
La película (de la que voy a soltar spoilers, ya aviso) dista mucho de ser perfecta. Hay algunos agujeros e incoherencias en la trama (los más gordos de ellos, que si el personaje de Kim Bassinger da tanto por el saco a los malos estos no se la quiten de en medio con un tiro en la cabeza, y que el malo y la madre de la niña intenten ganarse su custodia de buen rollo al principio de la película llamando así la atención sobre sí mismos, cuando si se hubiesen limitado a secuestrarla sin más la protagonista y el policía nunca hubieran sabido de qué hilo empezar a tirar ni quién podría ser el responsable), y partes del argumento son mejorables. Los efectos especiales y las interpretaciones son bastante aceptables, pero no llegan a ser sobresalientes. Aunque, eso sí, la película en sí es bastante entretenida y emocionante. Una más de intriga y terror sobrenatural, vamos, con sus cosas buenas y sus cosas malas. ¿Por qué, entonces, me gusta tanto y me parece tan especial?
En primer lugar, porque tiene algo bastante original dentro de su trama: en lugar de ser la vieja historia de siempre de "niño que encarna el mal con poderes paranormales que debe ser destruido por los buenos", la historia es justo lo opuesto, es decir "niña que encarna el bien con poderes benéficos a la que los malos intentan matar y que los buenos deben salvar". Es decir, le da la vuelta completamente a los tópicos del género. La segunda cosa que me gusta de esta película, que es lo que me llega al corazón, es la forma que tiene de tratar los milagros y las intervenciones del bien. Mientras que las actitudes de los malos satánicos y sus patrones demoníacos son bastante típicas, las de los buenos son tratadas y mostradas al espectador de una forma muy hermosa, y muy auténtica, que me encantó. El guionista de esa película podrá ser mejor o peor, pero entiende perfectamente lo que es un milagro.
Me explicaré. En la película salen dos tipos de milagros: los que hace la niña y los de "ayuda divina". Los de la niña, obviamente, son espectaculares, porque es una especie de Elegida del Bien y por lo tanto tiene poderes que recuerdan a los de Cristo (sanar heridas, curar la locura, incluso resucita a un pajarillo). Pero realmente la niña, que es muy pequeña y con un leve nivel de autismo, no es la que salva el día, sino la que debe ser salvada. Los buenos (la tía de la niña, el agente del FBI ex seminarista y el teólogo jesuita y sus ayudantes) tienen que enfrentarse contra los malvados sectarios satánicos que desean convertir al mal o destruir a la pobre niña, y dado que se enfrentan a fuerzas oscuras, obviamente las fuerzas del bien también mueven sus cartas y les ayudan, pero los milagros del Cielo para ayudarles no son como los de la niña, sino mucho más sutiles. Tenemos los siguientes ejemplos:
-El psiquiatra que aconseja a la tía de la niña al principio de la película le dice que la lleve a un colegio católico especial para niños con problemas leves de autismo. En ese colegio trabaja la monja amiga del teólogo jesuita que pondrá en contacto con él a la tía de la niña para que este la ayude.
-Cuando la tía de la niña huye con la pequeña de los malos, llega al metro justo cuando se están cerrando las puertas. Está a punto de perderlo (lo cual haría que los sectarios las atraparan) pero una amable mujer mantiene las puertas abiertas al verlas corriendo para que puedan subir en el último momento.
-Cuando la tía de la niña tiene un grave accidente de coche provocado por los malos, un transeúnte desconocido arriesga su vida para ayudarla a salir del coche antes de que este se precipite al vacío por un puente.
Como se puede ver, las intervenciones del Cielo son decisivas, pero sutiles. Realmente, un escéptico podría decir que eso no ha sido intervención alguna, que han sido casualidades, gente de bien y honrados ciudadanos que se mostraron solícitos, amables y corteses en el lugar adecuado y en el momento adecuado. Pero los que estamos viendo la película, a estas alturas, sabemos que hay algo más.
En el juego de rol Mago: La Ascensión, los magos tienen un problema: si realizan sus hechizos delante de gente que no cree en la magia, se genera una fuerza llamada Paradoja que se acumula dentro de ellos y que, si fallan un hechizo, estalla causando graves daños al mago. Para evitar la Paradoja, el manual del juego aconseja a los jugadores que hagan lo que se llama "magia coincidente": hacer que lo que los hechizos provocan parezca fruto de la casualidad, no algo abiertamente sobrenatural (por ejemplo, magia abierta es hacer que a un tipo le reviente la cabeza en plena calle, y magia coincidente sería hacer que resbalara y de un mal golpe en la cabeza se mate. Con las dos variantes del hechizo has acabado con él, pero la primera generará Paradoja y la segunda no).
Los milagros que aparecen en esta película son igual que la magia recomendada por este manual de rol: coincidentes. Decisivos pero sutiles. Inlcluso los ángeles aparecen sólo dos veces a lo largo de la película, y en ninguno de esos dos momentos le solucionan la papeleta a nadie, aunque su intervención también sea decisiva:
-Cuando el dectective del FBI se siente perdido, suplica ayuda. No recibe ayuda efectiva (no aparece un ángel con una espada dispuesto a hacerle una revelación o luchar por él), pero en ese momento el señor de la limpieza, un hombre negro de aspecto humilde, le dice que "ningún hombre bueno está solo". El policía ve en ese momento que las azucenas marchitas que hay junto a la ventana han florecido súbitamente, y cuando se gira para mirar al negro de la limpieza este ha desaparecido. El negro de la limpieza es un ángel, se entiende, pero no ha ido a resolver el caso por él, sino a darle fe, esperanza y ánimos, con lo cual consigue que el policía recupere la confianza en sí mismo y las energías para seguir adelante con el caso y resolverlo (por cierto, aunque es sólo una teoría mía, creo que el negro de la limpieza es en realidad Gabriel, ya que las azucenas blancas que reverdecen son un símbolo tradicional de este arcángel en la iconografía cristiana).
-Al final, cuando los malos están a punto de matar a la niña y a su tía, aparecen tres ángeles en el lugar del ritual. No son seres corpóreos, únicamente bolas luminosas con dos ramificaciones de luz que recuerdan vagamente a alas, y no combaten ni salvan a nadie: únicamente aterrorizan a los malos con su presencia para que estos vacilen y deslumbran al que lleva la pistola para que no pueda apuntar y disparar a la niña.
Incluso las ayudas notoriamente sobrenaturales no son un deux ex machina, sino simplemente ayudas.
Esta película, creo yo, nos trae una valiosísima enseñanza: nos muestra qué es realmente un milagro de hoy en día. Dios y sus ángeles no vienen en plan McGyver para salvar el día y hacer las cosas por nosotros, no. Dios sabe que tenemos libre albedrío y la capacidad para hacer las cosas, y quiere que seamos nosotros quienes demos el paso, quienes elijamos hacer las cosas bien. Quiere que el mérito sea todo nuestro, que seamos completamente libres e independientes. No es un Dios paternalista que va a sacarnos mágicamente de nuestros apuros como si fuera Superman. Los milagros son hechos aparentemente normales y casuales pero que, cuando los miras bien, te das cuenta de que te ha inspirado, te han salvado de un problema, te han dado fuerzas y esperanzas cuando no0 las tenías o han servido para impedir que alguien te hiciera daño.
Yo recuerdo perfectamente algunas intervenciones que mi Ángel de la Guarda ha hecho para ayudarme. La mas llamativa sucedió cuando tenía 15 años. Me bañaba en la playas de Puerto de Sagunto, y cometí la imprudencia de meterme en el agua con bandera roja (sí, era gilipollas, qué se le va a hacer). Sólo pretendía quedarme en la orilla, pero la fuerte resaca me llevó adentro sin darme cuenta: una ola más grande y fuerte de lo que pensaba me atrapó, me arrastró hacia adentro, y cuando quise darme cuenta ya no pude salir. La corriente me llevó cada vez más adentro, si nadaba no avanzaba ni un metro, y si me tumbaba para se llevada por las olas, estas eran tan grandes y violentas que en lugar de empujarme hacia la orilla me hundían en el agua. Hubiese terminado ahogada con toda seguridad si no llega a ser porque, en ese momento, un chico que hacía surf por esa zona me vio, me preguntó si podía salir, y cuando le conteste que no me dijo que me agarrara de su tabla y, con esfuerzo, nadó hasta la orilla y me sacó.
Ese chico me salvó la vida ese día. Podéis pensar que sólo fue una casualidad, pero yo digo que las casualidades no existen. Ese chico, entre todos los lugares, días y horas que podía elegir para hacer surf, eligió justo el lugar, el día y la hora en el que yo necesitaba ayuda para no ahogarme. Y creo que fue mi Ángel de la Guarda quien le inspiró y quien le trajo en mi ayuda.
Otro milagro que recuerdo fue una ocasión en la que me iba de viaje con Tindomion. En cierto momento, mientras caminábamos hacia el Metro, se detuvo y me dijo, sin razón aparente: "Mira a ver si llevas los billetes de tren". Yo estaba segura de que los había metido en el bolso, pero a pesar de todo miré. No estaban allí. Al mirar atrás, vi que unos diez pasos antes se me había caido sin darme cuenta. ¿Corazonada? ¿Casualidad? Tal vez. Pero si me preguntáis quién creo que inspiró a mi novio para que me preguntara de repente por los billetes en el momento apropiado, ya sabéis cuál va a ser mi respuesta.
Y, como esos ejemplos, se pueden dar otros mil. Mi Ángel de la Guarda no apareció revoloteando junto al mar para sacarme ni recogió los billetes del suelo para devolvérmelos, pero yo creo que fue por su intercesión por lo que tanto el chico surfista como mi novio actuaron en el lugar y momento adecuados. Y todo eso, sin pensar en la cantidad de veces que mi Ángel me habrá salvado de una buena o dado inspiración sin que yo haya sido consciente de ello, porque me ha apartado el camino que me iba a conducir al problema, no del problema en sí mismo.
Por eso, la próxima vez que estés en problemas y alguien aparezca para ayudarte en el momento justo, la próxima vez que caigas en la desesperación o la duda y un amigo inesperado aparezca dándote el ánimo y los consejos que necesitas, cada vez que casi te suceda algo malo pero por casualidad te libres de ello en el último momento... recuerda que, aunque no creas en él, hay un ser inspirado por Dios que siempre está a nuestro lado y que es el que ha dado ese empujoncito, tan sutil como efectivo, para que tu vida sea mejor y más feliz. Y recuerda también ayudar a los demás y echar una mano siempre que lo necesites, porque cada vez que superamos nuestro egoísmo y nuestro miedo y actuamos para ayudar a los demás, por pequeño que parezca el favor, es probable que estemos siendo el instrumento de Dios y de sus ángeles para hacer de este pequeño mundo un lugar mucho mejor.
La película (de la que voy a soltar spoilers, ya aviso) dista mucho de ser perfecta. Hay algunos agujeros e incoherencias en la trama (los más gordos de ellos, que si el personaje de Kim Bassinger da tanto por el saco a los malos estos no se la quiten de en medio con un tiro en la cabeza, y que el malo y la madre de la niña intenten ganarse su custodia de buen rollo al principio de la película llamando así la atención sobre sí mismos, cuando si se hubiesen limitado a secuestrarla sin más la protagonista y el policía nunca hubieran sabido de qué hilo empezar a tirar ni quién podría ser el responsable), y partes del argumento son mejorables. Los efectos especiales y las interpretaciones son bastante aceptables, pero no llegan a ser sobresalientes. Aunque, eso sí, la película en sí es bastante entretenida y emocionante. Una más de intriga y terror sobrenatural, vamos, con sus cosas buenas y sus cosas malas. ¿Por qué, entonces, me gusta tanto y me parece tan especial?
En primer lugar, porque tiene algo bastante original dentro de su trama: en lugar de ser la vieja historia de siempre de "niño que encarna el mal con poderes paranormales que debe ser destruido por los buenos", la historia es justo lo opuesto, es decir "niña que encarna el bien con poderes benéficos a la que los malos intentan matar y que los buenos deben salvar". Es decir, le da la vuelta completamente a los tópicos del género. La segunda cosa que me gusta de esta película, que es lo que me llega al corazón, es la forma que tiene de tratar los milagros y las intervenciones del bien. Mientras que las actitudes de los malos satánicos y sus patrones demoníacos son bastante típicas, las de los buenos son tratadas y mostradas al espectador de una forma muy hermosa, y muy auténtica, que me encantó. El guionista de esa película podrá ser mejor o peor, pero entiende perfectamente lo que es un milagro.
Me explicaré. En la película salen dos tipos de milagros: los que hace la niña y los de "ayuda divina". Los de la niña, obviamente, son espectaculares, porque es una especie de Elegida del Bien y por lo tanto tiene poderes que recuerdan a los de Cristo (sanar heridas, curar la locura, incluso resucita a un pajarillo). Pero realmente la niña, que es muy pequeña y con un leve nivel de autismo, no es la que salva el día, sino la que debe ser salvada. Los buenos (la tía de la niña, el agente del FBI ex seminarista y el teólogo jesuita y sus ayudantes) tienen que enfrentarse contra los malvados sectarios satánicos que desean convertir al mal o destruir a la pobre niña, y dado que se enfrentan a fuerzas oscuras, obviamente las fuerzas del bien también mueven sus cartas y les ayudan, pero los milagros del Cielo para ayudarles no son como los de la niña, sino mucho más sutiles. Tenemos los siguientes ejemplos:
-El psiquiatra que aconseja a la tía de la niña al principio de la película le dice que la lleve a un colegio católico especial para niños con problemas leves de autismo. En ese colegio trabaja la monja amiga del teólogo jesuita que pondrá en contacto con él a la tía de la niña para que este la ayude.
-Cuando la tía de la niña huye con la pequeña de los malos, llega al metro justo cuando se están cerrando las puertas. Está a punto de perderlo (lo cual haría que los sectarios las atraparan) pero una amable mujer mantiene las puertas abiertas al verlas corriendo para que puedan subir en el último momento.
-Cuando la tía de la niña tiene un grave accidente de coche provocado por los malos, un transeúnte desconocido arriesga su vida para ayudarla a salir del coche antes de que este se precipite al vacío por un puente.
Como se puede ver, las intervenciones del Cielo son decisivas, pero sutiles. Realmente, un escéptico podría decir que eso no ha sido intervención alguna, que han sido casualidades, gente de bien y honrados ciudadanos que se mostraron solícitos, amables y corteses en el lugar adecuado y en el momento adecuado. Pero los que estamos viendo la película, a estas alturas, sabemos que hay algo más.
En el juego de rol Mago: La Ascensión, los magos tienen un problema: si realizan sus hechizos delante de gente que no cree en la magia, se genera una fuerza llamada Paradoja que se acumula dentro de ellos y que, si fallan un hechizo, estalla causando graves daños al mago. Para evitar la Paradoja, el manual del juego aconseja a los jugadores que hagan lo que se llama "magia coincidente": hacer que lo que los hechizos provocan parezca fruto de la casualidad, no algo abiertamente sobrenatural (por ejemplo, magia abierta es hacer que a un tipo le reviente la cabeza en plena calle, y magia coincidente sería hacer que resbalara y de un mal golpe en la cabeza se mate. Con las dos variantes del hechizo has acabado con él, pero la primera generará Paradoja y la segunda no).
Los milagros que aparecen en esta película son igual que la magia recomendada por este manual de rol: coincidentes. Decisivos pero sutiles. Inlcluso los ángeles aparecen sólo dos veces a lo largo de la película, y en ninguno de esos dos momentos le solucionan la papeleta a nadie, aunque su intervención también sea decisiva:
-Cuando el dectective del FBI se siente perdido, suplica ayuda. No recibe ayuda efectiva (no aparece un ángel con una espada dispuesto a hacerle una revelación o luchar por él), pero en ese momento el señor de la limpieza, un hombre negro de aspecto humilde, le dice que "ningún hombre bueno está solo". El policía ve en ese momento que las azucenas marchitas que hay junto a la ventana han florecido súbitamente, y cuando se gira para mirar al negro de la limpieza este ha desaparecido. El negro de la limpieza es un ángel, se entiende, pero no ha ido a resolver el caso por él, sino a darle fe, esperanza y ánimos, con lo cual consigue que el policía recupere la confianza en sí mismo y las energías para seguir adelante con el caso y resolverlo (por cierto, aunque es sólo una teoría mía, creo que el negro de la limpieza es en realidad Gabriel, ya que las azucenas blancas que reverdecen son un símbolo tradicional de este arcángel en la iconografía cristiana).
-Al final, cuando los malos están a punto de matar a la niña y a su tía, aparecen tres ángeles en el lugar del ritual. No son seres corpóreos, únicamente bolas luminosas con dos ramificaciones de luz que recuerdan vagamente a alas, y no combaten ni salvan a nadie: únicamente aterrorizan a los malos con su presencia para que estos vacilen y deslumbran al que lleva la pistola para que no pueda apuntar y disparar a la niña.
Incluso las ayudas notoriamente sobrenaturales no son un deux ex machina, sino simplemente ayudas.
Esta película, creo yo, nos trae una valiosísima enseñanza: nos muestra qué es realmente un milagro de hoy en día. Dios y sus ángeles no vienen en plan McGyver para salvar el día y hacer las cosas por nosotros, no. Dios sabe que tenemos libre albedrío y la capacidad para hacer las cosas, y quiere que seamos nosotros quienes demos el paso, quienes elijamos hacer las cosas bien. Quiere que el mérito sea todo nuestro, que seamos completamente libres e independientes. No es un Dios paternalista que va a sacarnos mágicamente de nuestros apuros como si fuera Superman. Los milagros son hechos aparentemente normales y casuales pero que, cuando los miras bien, te das cuenta de que te ha inspirado, te han salvado de un problema, te han dado fuerzas y esperanzas cuando no0 las tenías o han servido para impedir que alguien te hiciera daño.
Yo recuerdo perfectamente algunas intervenciones que mi Ángel de la Guarda ha hecho para ayudarme. La mas llamativa sucedió cuando tenía 15 años. Me bañaba en la playas de Puerto de Sagunto, y cometí la imprudencia de meterme en el agua con bandera roja (sí, era gilipollas, qué se le va a hacer). Sólo pretendía quedarme en la orilla, pero la fuerte resaca me llevó adentro sin darme cuenta: una ola más grande y fuerte de lo que pensaba me atrapó, me arrastró hacia adentro, y cuando quise darme cuenta ya no pude salir. La corriente me llevó cada vez más adentro, si nadaba no avanzaba ni un metro, y si me tumbaba para se llevada por las olas, estas eran tan grandes y violentas que en lugar de empujarme hacia la orilla me hundían en el agua. Hubiese terminado ahogada con toda seguridad si no llega a ser porque, en ese momento, un chico que hacía surf por esa zona me vio, me preguntó si podía salir, y cuando le conteste que no me dijo que me agarrara de su tabla y, con esfuerzo, nadó hasta la orilla y me sacó.
Ese chico me salvó la vida ese día. Podéis pensar que sólo fue una casualidad, pero yo digo que las casualidades no existen. Ese chico, entre todos los lugares, días y horas que podía elegir para hacer surf, eligió justo el lugar, el día y la hora en el que yo necesitaba ayuda para no ahogarme. Y creo que fue mi Ángel de la Guarda quien le inspiró y quien le trajo en mi ayuda.
Otro milagro que recuerdo fue una ocasión en la que me iba de viaje con Tindomion. En cierto momento, mientras caminábamos hacia el Metro, se detuvo y me dijo, sin razón aparente: "Mira a ver si llevas los billetes de tren". Yo estaba segura de que los había metido en el bolso, pero a pesar de todo miré. No estaban allí. Al mirar atrás, vi que unos diez pasos antes se me había caido sin darme cuenta. ¿Corazonada? ¿Casualidad? Tal vez. Pero si me preguntáis quién creo que inspiró a mi novio para que me preguntara de repente por los billetes en el momento apropiado, ya sabéis cuál va a ser mi respuesta.
Y, como esos ejemplos, se pueden dar otros mil. Mi Ángel de la Guarda no apareció revoloteando junto al mar para sacarme ni recogió los billetes del suelo para devolvérmelos, pero yo creo que fue por su intercesión por lo que tanto el chico surfista como mi novio actuaron en el lugar y momento adecuados. Y todo eso, sin pensar en la cantidad de veces que mi Ángel me habrá salvado de una buena o dado inspiración sin que yo haya sido consciente de ello, porque me ha apartado el camino que me iba a conducir al problema, no del problema en sí mismo.
Por eso, la próxima vez que estés en problemas y alguien aparezca para ayudarte en el momento justo, la próxima vez que caigas en la desesperación o la duda y un amigo inesperado aparezca dándote el ánimo y los consejos que necesitas, cada vez que casi te suceda algo malo pero por casualidad te libres de ello en el último momento... recuerda que, aunque no creas en él, hay un ser inspirado por Dios que siempre está a nuestro lado y que es el que ha dado ese empujoncito, tan sutil como efectivo, para que tu vida sea mejor y más feliz. Y recuerda también ayudar a los demás y echar una mano siempre que lo necesites, porque cada vez que superamos nuestro egoísmo y nuestro miedo y actuamos para ayudar a los demás, por pequeño que parezca el favor, es probable que estemos siendo el instrumento de Dios y de sus ángeles para hacer de este pequeño mundo un lugar mucho mejor.
domingo, 10 de mayo de 2009
Mis progresos literarios y la crítica de "El juego del ángel"
Ando bastante ocupadilla escribiendo la novela. Estoy bastante satisfecha porque la tenemos bastante adelantada (ya ocupa más de 250 páginas en formato Word y me figuro que, teniendo en cuenta que lo que está escrito es el 65% del libro, podría llegar a las 350-400). Me gustaría poderla terminar a lo largo de este verano, a ver si puedo emplear el otoño y le invierno en empezar a realizar las primeras gestiones para publicarla (si es posible, claro).
Le tengo muchísimo cariño a mi querida La senda oscura. Llevamos dos años trabajando en esta historia, Tindomion y yo, con periodos de sequía argumental y períodos de inspiración y trabajo intenso, pero con mucho cariño. Ojalá pueda verla publicada pronto :-)
Y, además de escribir, leo. Estoy devorando A tres metros sobre el cielo y hace poco terminé de leer El juego del ángel, de Carlos Ruiz Zafón.
He de decir que, siendo una precuela de La sombra del viento, me entristece que El juego del ángel sea tan inferior a su predecesora (en orden de publicación, claro, porque en la línea argumental es su antecesora). Es un libro muy oscuro y siniestro, el más lúgubre hasta la fecha escrito por Zafón, creo yo (y eso que el buen señor no suele ser la alegría de la huerta en ninguna de sus obras). Creo que una de las cosas que más contribuye a esa atmósfera oscura es el protagonista, que, lejos de ser el típico chico inocente, curioso y de buen corazón de todas las novelas anteriores, es un tipo amargado y con un punto de mala ostia, resentimiento y odio que se aleja mucho de los anteriores prototipos.
La novela empieza genial, dando un mal rollo y un suspense increíble, y continúa así durante buena parte del libro... hasta que pasas de la página 600 y te encuentras con el final más apresurado, incoherente y confuso de toda la estirpe literaria del señor Ruiz Zafón. Da la sensación de que
a) se cansó de escribir, se quedó sin ideas, el libro ya se estaba haciendo largo y decidió acabarlo en 60 paginitas mediante el procedimiento de matar hasta al apuntador (¡joder, si es que en las ciento cincuenta últimas páginas va a muerte por capítulo!), o
b) el pobre se hizo un lío entre todas las tramas y subtramas que había creado y se vio incapaz de clarificar el pastiche que había montado.
Y es que, no hay nada que yo lamente más que ver un buen libro, con potencial para ser una gran historia, que se deshincha como un globo pinchado en las últimas cien páginas porque el autor no tiene ni idea de cómo acabar lo que ha empezado. Después de leer este libro (que, como ya he dicho, hasta la página 600 es espectacular) me han quedado tantas incógnitas que no sé por dónde empezar para ennumerarlas. Las dejo aquí, en spoiler, por si alguien que haya leído el libro (muy probable, ha sido un best-seller) y lo haya entendido (esto ya es menos probable) puede aclararme las dudas:
-Primera y principal: ¿lo que sucede en el libro es real, o el tumor cerebral volvió loco a David y en realidad toda la historia es fruto de una mente enferma y esquizoide? Porque con lo que dice Grandes al final, y con lo surrealista que es todo, me he planteado la posibilidad.
-¿Es Andreas Corelli el diablo?
-¿Para qué le pide a David que escriba el libro de la nueva religión con tanta persuasión y amenazas, y al final de la novela se olvida completamente del encargo?
-¿Y por qué Diego Marlasca quiere robarle el libro a David y dárselo a Corelli como si fuera suyo, cuando Corelli ha ido leyéndolo todo el tiempo y sabe que lo ha escrito David?
-Ah, y si Marlasca está vivo, ¿cómo es que Alicia, la viuda, no lo sabe?
-Si Corelli protege a David, ¿por qué no le dice que Marlasca quiere matarle? ¿Es que está compinchado con Marlasca? De ser así, ¿por qué no se lo carga él mismo? ¿Porque necesita que escriba el libro de la nueva religión? (¡pero si al final de la novela se olvida de él!).
-Hablando de libros, ¿qué hacen tropecientas mil "Luxes Aeternas" en el Cementerio de los Libros Olvidados cuando David va allí al final?
-¿Por qué Ruiz Zafón ha hecho la peor historia de amor de toda su carrera, poniendo a David obsesionado con Cristina, un personaje plano y sin interés que se pasa sin aparecer tres cuartas partes del libro, y no le lía con Isabella, con la que tiene cien mil veces más química que con Cristina y que obviamente está enamorada de él?
-¿Por qué convierte a Isabella en la madre de Daniel Sempere, destrozando la historia de amor de los padres de Daniel, ya que Isabella ya no se revela como la enamorada esposa de Sempere hijo (el padre de Daniel) sino como la pobre mujer resignada que se queda con él de segundo plato porque no puede tener a David?
-¿Cómo coño es posible que el padre de Cristina tenga una fotografía de su hija que no representa un suceso futuro (del año 45, la mini Cristina del final en el muelle) que encima nunca se fotografió?
-¿Qué significan todos esos autómatas en la casa de Corelli? ¿Es el autómata de Corelli el cuerpo que el demonio usaba para actuar por el mundo, y por eso no parpadeaba? ¿Y qué pinta un muñeco a medio hacer de David Martín? ¿Qué puto trauma tiene Carlos Ruiz Zafón con los autómatas?
-¿Cómo es posible que Irene Sabino sepa en todo momento dónde va a estar David (le pesca en el cementerio, se suicida justo cuando él va a verla...)? ¿Aprendió la clarividencia de Diego Marlasca, que tiene la habilidad de matar a todos los personajes poco antes de que David Martín vaya a visitarlos?
-Y, a todo esto, ¿para qué los mata justo ahora? Si no quería que se supiera la verdad, ¿no habría sido mejor matarlos mucho antes, cuando se hizo pasar por muerto?
-Ya que hablamos de hacerse pasar por muerto: si Diego Marlasca está vivo, ¿quién puñetas es el que murió quemado y ahogado, y quién le mató?
-Al final, ¿para quién trabaja Grandes? ¿Lo que le cuenta a David Martín acerca de sus investigaciones es verdad o mentira?
-¿Por qué Pedro Vidal comete la canallada de pedirle matrimonio a Cristina si sabe que David está enamorado de ella?
-¿Quién demonios es el niño que aparece así como de la nada en casa de Corelli, en la tienda de lápidas cuando lleva a Martín hasta la casa de la bruja...?
-¿Cómo llega Marlasca a la habitación tapiada de la casa de la Torre cuando David tira la pared abajo? ¿Es que ha estado ahí todo el tiempo sin que ni él ni Isabella se dieran cuenta de nada? ¿Cómo entraba y salía, entonces?
-¿Qué pinta la muerte de Ismael, el hijo de Marlasca, en todo este asunto, si al final parece que la única motivación de Marlasca es robarle el libro de las religiones a David y matar a todo el mundo que sepa la verdad?
-¿Por qué Cristina sonríe cuando muere?
-Después de dar por saco todo el libro con el dichoso Jaco, ¿dónde está? Si no se fugó con el dinero, ¿qué coño pinta en la trama?
-¿Qué pinta el malvadísimo Corelli al final del libro apareciendo de repente en plan buen rollo y dándole a David la juventud eterna (que al parecer ya tenía, no sabemos cómo) y regalándole una mini Cristina... ¿Clonada? ¿Reencarnada? ¿Desde cuándo un mago malvado o un demonio (como Corelli parece ser) tiene el don de resucitar a los muertos? ¿Por qué no resucitó entonces al pequeño Ismael?
-Y, por último, ¿por qué demonios el editor de Carlos Ruiz Zafón no le mandó a casita con el manuscrito ordenándole que resolviera las cinco mil subtramas que se deja en el aire antes de publicárselo? ¿O es que si una novela es de Ruiz Zafón los editores ya la publican sin molestarse en leerla? Si este escritor se levantara chistoso un día y escribiera diez páginas del principio y diez del final, y en el centro rellenara 500 páginas escribiendo una y otra vez "Sin tele y sin cerveza Carlos pierde la cabeza", ¿también se lo publicarían? (digo, como al parecer no se molestan en leer sus manuscritos...)
Le tengo muchísimo cariño a mi querida La senda oscura. Llevamos dos años trabajando en esta historia, Tindomion y yo, con periodos de sequía argumental y períodos de inspiración y trabajo intenso, pero con mucho cariño. Ojalá pueda verla publicada pronto :-)
Y, además de escribir, leo. Estoy devorando A tres metros sobre el cielo y hace poco terminé de leer El juego del ángel, de Carlos Ruiz Zafón.
He de decir que, siendo una precuela de La sombra del viento, me entristece que El juego del ángel sea tan inferior a su predecesora (en orden de publicación, claro, porque en la línea argumental es su antecesora). Es un libro muy oscuro y siniestro, el más lúgubre hasta la fecha escrito por Zafón, creo yo (y eso que el buen señor no suele ser la alegría de la huerta en ninguna de sus obras). Creo que una de las cosas que más contribuye a esa atmósfera oscura es el protagonista, que, lejos de ser el típico chico inocente, curioso y de buen corazón de todas las novelas anteriores, es un tipo amargado y con un punto de mala ostia, resentimiento y odio que se aleja mucho de los anteriores prototipos.
La novela empieza genial, dando un mal rollo y un suspense increíble, y continúa así durante buena parte del libro... hasta que pasas de la página 600 y te encuentras con el final más apresurado, incoherente y confuso de toda la estirpe literaria del señor Ruiz Zafón. Da la sensación de que
a) se cansó de escribir, se quedó sin ideas, el libro ya se estaba haciendo largo y decidió acabarlo en 60 paginitas mediante el procedimiento de matar hasta al apuntador (¡joder, si es que en las ciento cincuenta últimas páginas va a muerte por capítulo!), o
b) el pobre se hizo un lío entre todas las tramas y subtramas que había creado y se vio incapaz de clarificar el pastiche que había montado.
Y es que, no hay nada que yo lamente más que ver un buen libro, con potencial para ser una gran historia, que se deshincha como un globo pinchado en las últimas cien páginas porque el autor no tiene ni idea de cómo acabar lo que ha empezado. Después de leer este libro (que, como ya he dicho, hasta la página 600 es espectacular) me han quedado tantas incógnitas que no sé por dónde empezar para ennumerarlas. Las dejo aquí, en spoiler, por si alguien que haya leído el libro (muy probable, ha sido un best-seller) y lo haya entendido (esto ya es menos probable) puede aclararme las dudas:
-Primera y principal: ¿lo que sucede en el libro es real, o el tumor cerebral volvió loco a David y en realidad toda la historia es fruto de una mente enferma y esquizoide? Porque con lo que dice Grandes al final, y con lo surrealista que es todo, me he planteado la posibilidad.
-¿Es Andreas Corelli el diablo?
-¿Para qué le pide a David que escriba el libro de la nueva religión con tanta persuasión y amenazas, y al final de la novela se olvida completamente del encargo?
-¿Y por qué Diego Marlasca quiere robarle el libro a David y dárselo a Corelli como si fuera suyo, cuando Corelli ha ido leyéndolo todo el tiempo y sabe que lo ha escrito David?
-Ah, y si Marlasca está vivo, ¿cómo es que Alicia, la viuda, no lo sabe?
-Si Corelli protege a David, ¿por qué no le dice que Marlasca quiere matarle? ¿Es que está compinchado con Marlasca? De ser así, ¿por qué no se lo carga él mismo? ¿Porque necesita que escriba el libro de la nueva religión? (¡pero si al final de la novela se olvida de él!).
-Hablando de libros, ¿qué hacen tropecientas mil "Luxes Aeternas" en el Cementerio de los Libros Olvidados cuando David va allí al final?
-¿Por qué Ruiz Zafón ha hecho la peor historia de amor de toda su carrera, poniendo a David obsesionado con Cristina, un personaje plano y sin interés que se pasa sin aparecer tres cuartas partes del libro, y no le lía con Isabella, con la que tiene cien mil veces más química que con Cristina y que obviamente está enamorada de él?
-¿Por qué convierte a Isabella en la madre de Daniel Sempere, destrozando la historia de amor de los padres de Daniel, ya que Isabella ya no se revela como la enamorada esposa de Sempere hijo (el padre de Daniel) sino como la pobre mujer resignada que se queda con él de segundo plato porque no puede tener a David?
-¿Cómo coño es posible que el padre de Cristina tenga una fotografía de su hija que no representa un suceso futuro (del año 45, la mini Cristina del final en el muelle) que encima nunca se fotografió?
-¿Qué significan todos esos autómatas en la casa de Corelli? ¿Es el autómata de Corelli el cuerpo que el demonio usaba para actuar por el mundo, y por eso no parpadeaba? ¿Y qué pinta un muñeco a medio hacer de David Martín? ¿Qué puto trauma tiene Carlos Ruiz Zafón con los autómatas?
-¿Cómo es posible que Irene Sabino sepa en todo momento dónde va a estar David (le pesca en el cementerio, se suicida justo cuando él va a verla...)? ¿Aprendió la clarividencia de Diego Marlasca, que tiene la habilidad de matar a todos los personajes poco antes de que David Martín vaya a visitarlos?
-Y, a todo esto, ¿para qué los mata justo ahora? Si no quería que se supiera la verdad, ¿no habría sido mejor matarlos mucho antes, cuando se hizo pasar por muerto?
-Ya que hablamos de hacerse pasar por muerto: si Diego Marlasca está vivo, ¿quién puñetas es el que murió quemado y ahogado, y quién le mató?
-Al final, ¿para quién trabaja Grandes? ¿Lo que le cuenta a David Martín acerca de sus investigaciones es verdad o mentira?
-¿Por qué Pedro Vidal comete la canallada de pedirle matrimonio a Cristina si sabe que David está enamorado de ella?
-¿Quién demonios es el niño que aparece así como de la nada en casa de Corelli, en la tienda de lápidas cuando lleva a Martín hasta la casa de la bruja...?
-¿Cómo llega Marlasca a la habitación tapiada de la casa de la Torre cuando David tira la pared abajo? ¿Es que ha estado ahí todo el tiempo sin que ni él ni Isabella se dieran cuenta de nada? ¿Cómo entraba y salía, entonces?
-¿Qué pinta la muerte de Ismael, el hijo de Marlasca, en todo este asunto, si al final parece que la única motivación de Marlasca es robarle el libro de las religiones a David y matar a todo el mundo que sepa la verdad?
-¿Por qué Cristina sonríe cuando muere?
-Después de dar por saco todo el libro con el dichoso Jaco, ¿dónde está? Si no se fugó con el dinero, ¿qué coño pinta en la trama?
-¿Qué pinta el malvadísimo Corelli al final del libro apareciendo de repente en plan buen rollo y dándole a David la juventud eterna (que al parecer ya tenía, no sabemos cómo) y regalándole una mini Cristina... ¿Clonada? ¿Reencarnada? ¿Desde cuándo un mago malvado o un demonio (como Corelli parece ser) tiene el don de resucitar a los muertos? ¿Por qué no resucitó entonces al pequeño Ismael?
-Y, por último, ¿por qué demonios el editor de Carlos Ruiz Zafón no le mandó a casita con el manuscrito ordenándole que resolviera las cinco mil subtramas que se deja en el aire antes de publicárselo? ¿O es que si una novela es de Ruiz Zafón los editores ya la publican sin molestarse en leerla? Si este escritor se levantara chistoso un día y escribiera diez páginas del principio y diez del final, y en el centro rellenara 500 páginas escribiendo una y otra vez "Sin tele y sin cerveza Carlos pierde la cabeza", ¿también se lo publicarían? (digo, como al parecer no se molestan en leer sus manuscritos...)
miércoles, 6 de mayo de 2009
"Déjame entrar": fría como la nieve, dulce como la sangre
Acabo de volver del cine de ver una de las mejores películas que he visto en mucho, mucho tiempo. Tal vez en años. Se trata de Déjame entrar, una película de vampiros muy peculiar de la que sin duda habréis oído hablar. Por cierto, si sólo habéis oído hablar de ella, pero no la habéis visto aún, tenéis que ir a verla. Ya.
No había visto una película de vampiros tan buena y tan fiel a la esencia del vampirismo desde Entrevista con el vampiro. Aquí no tenemos ni a los vampiros-zombies-monstruosos tipo John Carpenter o a los "depravados porque sí, porque molamos y somos malos malosos" a lo Blade. Tampoco tenemos a vampiros-piruleta que pueden ir alegremente a la luz del sol y no beben sangre humana tipo Crepúsculo. Aqui tenemos lo mismo que teníamos en Entrevista con el vampiro, aunque presentado de un modo menos espectacular y más intimista: seres atormentados, extraños y enigmáticos, que se ven forzados a matar a seres humanos para sobrevivir pero sin perder por ello los sentimientos, el alma, la compasión o la capacidad de amar profundamente.
Lo que he visto esta noche no es una película, es poesía. Es la palabra que mejor puede definir esta película. Poesía. No es terror, porque no hay sustos ni tampoco demasiada sangre (aunque hay algunas escenas que ponen los pelos de punta). No es de acción, porque su ritmo es pausado y suave (de hecho, a Tindomion le ha parecido lenta, pero a mí me ha encantado). No es de intriga ni de misterio, porque sabes quién es el asesino al minuto de comenzar la película, como quien dice. No es romántica, porque la frialdad del paisaje nevado no es más que un reflejo de la frialdad interior de los personajes. Desde luego, no es una comedia; está en las antípodas de l que se supone que tiene que hacer gracia. Y tampoco es un drama, porque no provoca (ni busca provocar) lágrimas. Es simplemente poesía, pura y auténtica. Un poema cinematográfico que hace sonreír, emocionarse, estremecerse, enardecerse y enamorarse al espectador desde el primer al último fotograma.
El guión es excelente, la fotografía es excelente, la banda sonora es excelente y los actores son excelentes. Es una obra de arte. Es la cadencia melancólica y pausada de las gotas de cálida sangre roja cayendo sobre la blanca nieve helada. Es un amor frío y una amargura cálida. Vedla. Palabra de honor que no os vais a arrepentir. Es la primera vez en mucho tiempo que siento que he amortizado por completo los 5'50 euros que vale la entrada, e incluso que habría pagado más si me lo hubieran pedido.
Ah, y, por si todo esto fuese poco, en una de las escenas de la película la maestra de la clase de Oskar le lee a los niños El hobbit. El hobbit, gente. Qué envidia me da el sistema educativo de Suecia, Dios. Si a los niños españoles les leyeran más El hobbit y les diesen menos chorradas tipo Educación para la ciudadanía, los colegios empezarían a producir hombres y mujeres de verdad en lugar de producir amebas.
A PARTIR DE AQUÍ, SPOILERS: A pesar de que, como he dicho, no me parece una película de terror ni de gore, hay algunas escenas particularmente desagradables (sobre todo la de la cara deformada por el ácido del pobre ghoul y la escena en la que la neonata cincuentona se inmola a la luz del sol). Dos personajes curiosos estos, por cierto. Muy interesantes. Me gusta que se ahonde en la personalidad del ghoul, porque son esos típicos personajes que parece que están ahí de pegote, pero pocos (en las partidas de rol y en el cine) se paran a pensar qué es de la vida y de los sentimientos de los "ayudantes humanos" del vampiro; cómo se sienten y cómo viven eso de tener que ayudar, esconder y alimentar a un vampiro. El pobrecito ghoul de esta película proovca una mezcla de compasión y exasperación: es evidente que como ghoul es un desastre, le pillan casi siempre cuando caza víctimas para alimentar a Eli y comete errores imperdonables a la hora de reaccionar en situaciones inesperadas (por ejemplo, cuando oye llegar a las chicas que pasean al perro y huye dejando abandonado el bidón de sangre). Y, aún así, se nota lo mucho que quiere y se preocupa por su pequeña ama. El sacrificio final de este personaje, cuando deforme, fracasado y agotado se da cuenta de que es demasiado torpe para serle útil a Eli y decide morir haciéndole un último servicio, donándole su sangre, es realmente emotivo y enternecedor, sin que deje de ser por ello escalofriante. Esto es lo que realmente asombra de esta película: que es capaz de convertir lo escalofriante en enternecedor con una facilidad pasmosa.
La vampira que no quiere ser vampira y que decide morir antes que hacer daño a los demás también me dio mucha pena :-(
Una mención aparte, por supuesto, merecen los tres protagonistas. Sí, digo tres. El primero de ellos es Eli, la vampiresa. Jamás se retrató de forma tan fidedigna la dulzura de un monstruo atormentado y con sentimientos tan puros, ni siquiera en Entrevista con el vampiro. En la película protagonizada por Louis, Lestat y compañía no existe tanta profundidad, porque todos los personajes están en un extremo o en otro: o se la suda matar (como a Lestat y a Claudia) o están atormentadísimos y sólo beben de animales (como Louis, al menos hasta que se le pasa la depre y decide que cargarse a humanos tampoco es tan malo). El acto de la alimentación vampírica queda aún más desdramatizado por el hecho de que los vampiros de Anne Rice, a diferencia de los vampiros como Eli, sí que pueden beber de sus víctimas sin matarlas, con lo cual el acto de matar se convierte en una elección y no en una necesidad. Eli, en cambio, no puede hace otra cosa que matar; si deja a un humano con vida tras morderlo se convertirá también en vampiro (de hecho, la película trata el vampirismo más como una enfermedad que como una maldición divina o mágica, lo cual es un enfoque muy novedoso del asunto). Sin embargo, Eli no es malvada. No le gusta hacerle daño a la gente, no lo hace gratuitamente (a destacar que en la masacre de la piscina cubierta perdone la vida del rubio gordito aunque desmembre a todos los demás porque se da cuenta de que el pobre chaval era inocente). Se puede notar el horrible sufrimiento que siente Eli cuando tiene hambre, y el horrible sufrimiento que le produce tener que saciarla. Olé por esa vampira atormentada con profundidad piscológica. Ya iba siendo hora.
Oskar no me cae tan bien como Eli. Creo que, en cierto modo, a pesar de ser un chico maltratado por sus compañeros, es más cruel y frío que ella. A Eli le apena matar por supervivencia, pero Oskar sí que está dispuesto a hacerlo por venganza. Creo que precisamente por eso Eli se acaba enamorando de él: porque ve en Oskar lo mismo que ella es: un monstruo capaz de matar que a la vez tiene sentimientos puros, sinceros y hasta bondadosos en su interior. Son tal para cual.
De los niños malotes del colegio ni siquiera voy a hablar, porque son lo más flojo de la película: niñatos abofeteables que están ahí para que el espectador desee su muerte (que se acaba produciendo al final, menos mal). El tercer protagonista del que quería hablar es la nieve. Porque, ¿alguien duda que la nieve sea un personaje más en esta historia, igual que pueden serlo Eli y Oskar? La nieve parece ser algo más que un mero elemento decorativo para adquirir entidad propia, no sólo está ahí para hacer bonito: de algún modo ella es la narradora, la que nos coge de la mano y nos lleva al mundo en el que habitan los protagonistas. Nos enseña la melancolía, la frialdad y la tierna gelidez que impregna la vida de los personajes de esta historia. La nieve los acompaña, los guía, los esconde y los delata. Déjame entrar perdería mucho si la historia sucediera en Agosto en lugar de suceder en invierno, estoy segura de ello.
Por último, mención especial al final de la historia: el tono agridulce, casi amargo, de la trama, hacía pensar en un final melancólico (en una separación o incluso en la muerte). Sin embargo, todo acaba con una luz de esperanza: Eli y Oskar huyen juntos en busca de una nueva vida y una nueva esperanza para ellos. Saben que no será fácil, pero al menos estarán juntos. La escena final, en la que Oskar y Eli se comunican por medio del morse a base de toquecitos en la caja de la que Eli no puede salir para no ser abrasada por el sol, es de las que te dibuja una sonrisa de dulzura en la cara que no se te va en un buen rato. Broche de oro, vamos: historia excelente y final feliz que además es absolutamente natural y coherente.
Por cierto, un último apunte: a Hollywood se le debería caer la cara de vergüenza. Déjame entrar es una obra de arte cinematográfica que merece una ovación en pie y está hecha con un presupuesto de poco menos de tres millones y medio de dólares. En cambio, con 100 millones de presupuesto (lo que viene a ser unas treinta veces más) la industria hollywoodiense ha convertido el despropósito llamado Dragon Ball: Evolution en la mayor cagada (de taquilla, de crítica y de público) de la historia. A ver si estos americanos aprenden de una vez que el buen cien no lo hacen los efectos especiales, las patadas giratorias, las tías buenas con poca ropa y las explosiones, sino un buen guión, unos buenos actores, unos buenos profesionales detrás de la cámara, y un productor serio y coherente al que le preocupe más financiar buen cine que financiar mierdas supuestamente palomiteras.
No había visto una película de vampiros tan buena y tan fiel a la esencia del vampirismo desde Entrevista con el vampiro. Aquí no tenemos ni a los vampiros-zombies-monstruosos tipo John Carpenter o a los "depravados porque sí, porque molamos y somos malos malosos" a lo Blade. Tampoco tenemos a vampiros-piruleta que pueden ir alegremente a la luz del sol y no beben sangre humana tipo Crepúsculo. Aqui tenemos lo mismo que teníamos en Entrevista con el vampiro, aunque presentado de un modo menos espectacular y más intimista: seres atormentados, extraños y enigmáticos, que se ven forzados a matar a seres humanos para sobrevivir pero sin perder por ello los sentimientos, el alma, la compasión o la capacidad de amar profundamente.
Lo que he visto esta noche no es una película, es poesía. Es la palabra que mejor puede definir esta película. Poesía. No es terror, porque no hay sustos ni tampoco demasiada sangre (aunque hay algunas escenas que ponen los pelos de punta). No es de acción, porque su ritmo es pausado y suave (de hecho, a Tindomion le ha parecido lenta, pero a mí me ha encantado). No es de intriga ni de misterio, porque sabes quién es el asesino al minuto de comenzar la película, como quien dice. No es romántica, porque la frialdad del paisaje nevado no es más que un reflejo de la frialdad interior de los personajes. Desde luego, no es una comedia; está en las antípodas de l que se supone que tiene que hacer gracia. Y tampoco es un drama, porque no provoca (ni busca provocar) lágrimas. Es simplemente poesía, pura y auténtica. Un poema cinematográfico que hace sonreír, emocionarse, estremecerse, enardecerse y enamorarse al espectador desde el primer al último fotograma.
El guión es excelente, la fotografía es excelente, la banda sonora es excelente y los actores son excelentes. Es una obra de arte. Es la cadencia melancólica y pausada de las gotas de cálida sangre roja cayendo sobre la blanca nieve helada. Es un amor frío y una amargura cálida. Vedla. Palabra de honor que no os vais a arrepentir. Es la primera vez en mucho tiempo que siento que he amortizado por completo los 5'50 euros que vale la entrada, e incluso que habría pagado más si me lo hubieran pedido.
Ah, y, por si todo esto fuese poco, en una de las escenas de la película la maestra de la clase de Oskar le lee a los niños El hobbit. El hobbit, gente. Qué envidia me da el sistema educativo de Suecia, Dios. Si a los niños españoles les leyeran más El hobbit y les diesen menos chorradas tipo Educación para la ciudadanía, los colegios empezarían a producir hombres y mujeres de verdad en lugar de producir amebas.
A PARTIR DE AQUÍ, SPOILERS: A pesar de que, como he dicho, no me parece una película de terror ni de gore, hay algunas escenas particularmente desagradables (sobre todo la de la cara deformada por el ácido del pobre ghoul y la escena en la que la neonata cincuentona se inmola a la luz del sol). Dos personajes curiosos estos, por cierto. Muy interesantes. Me gusta que se ahonde en la personalidad del ghoul, porque son esos típicos personajes que parece que están ahí de pegote, pero pocos (en las partidas de rol y en el cine) se paran a pensar qué es de la vida y de los sentimientos de los "ayudantes humanos" del vampiro; cómo se sienten y cómo viven eso de tener que ayudar, esconder y alimentar a un vampiro. El pobrecito ghoul de esta película proovca una mezcla de compasión y exasperación: es evidente que como ghoul es un desastre, le pillan casi siempre cuando caza víctimas para alimentar a Eli y comete errores imperdonables a la hora de reaccionar en situaciones inesperadas (por ejemplo, cuando oye llegar a las chicas que pasean al perro y huye dejando abandonado el bidón de sangre). Y, aún así, se nota lo mucho que quiere y se preocupa por su pequeña ama. El sacrificio final de este personaje, cuando deforme, fracasado y agotado se da cuenta de que es demasiado torpe para serle útil a Eli y decide morir haciéndole un último servicio, donándole su sangre, es realmente emotivo y enternecedor, sin que deje de ser por ello escalofriante. Esto es lo que realmente asombra de esta película: que es capaz de convertir lo escalofriante en enternecedor con una facilidad pasmosa.
La vampira que no quiere ser vampira y que decide morir antes que hacer daño a los demás también me dio mucha pena :-(
Una mención aparte, por supuesto, merecen los tres protagonistas. Sí, digo tres. El primero de ellos es Eli, la vampiresa. Jamás se retrató de forma tan fidedigna la dulzura de un monstruo atormentado y con sentimientos tan puros, ni siquiera en Entrevista con el vampiro. En la película protagonizada por Louis, Lestat y compañía no existe tanta profundidad, porque todos los personajes están en un extremo o en otro: o se la suda matar (como a Lestat y a Claudia) o están atormentadísimos y sólo beben de animales (como Louis, al menos hasta que se le pasa la depre y decide que cargarse a humanos tampoco es tan malo). El acto de la alimentación vampírica queda aún más desdramatizado por el hecho de que los vampiros de Anne Rice, a diferencia de los vampiros como Eli, sí que pueden beber de sus víctimas sin matarlas, con lo cual el acto de matar se convierte en una elección y no en una necesidad. Eli, en cambio, no puede hace otra cosa que matar; si deja a un humano con vida tras morderlo se convertirá también en vampiro (de hecho, la película trata el vampirismo más como una enfermedad que como una maldición divina o mágica, lo cual es un enfoque muy novedoso del asunto). Sin embargo, Eli no es malvada. No le gusta hacerle daño a la gente, no lo hace gratuitamente (a destacar que en la masacre de la piscina cubierta perdone la vida del rubio gordito aunque desmembre a todos los demás porque se da cuenta de que el pobre chaval era inocente). Se puede notar el horrible sufrimiento que siente Eli cuando tiene hambre, y el horrible sufrimiento que le produce tener que saciarla. Olé por esa vampira atormentada con profundidad piscológica. Ya iba siendo hora.
Oskar no me cae tan bien como Eli. Creo que, en cierto modo, a pesar de ser un chico maltratado por sus compañeros, es más cruel y frío que ella. A Eli le apena matar por supervivencia, pero Oskar sí que está dispuesto a hacerlo por venganza. Creo que precisamente por eso Eli se acaba enamorando de él: porque ve en Oskar lo mismo que ella es: un monstruo capaz de matar que a la vez tiene sentimientos puros, sinceros y hasta bondadosos en su interior. Son tal para cual.
De los niños malotes del colegio ni siquiera voy a hablar, porque son lo más flojo de la película: niñatos abofeteables que están ahí para que el espectador desee su muerte (que se acaba produciendo al final, menos mal). El tercer protagonista del que quería hablar es la nieve. Porque, ¿alguien duda que la nieve sea un personaje más en esta historia, igual que pueden serlo Eli y Oskar? La nieve parece ser algo más que un mero elemento decorativo para adquirir entidad propia, no sólo está ahí para hacer bonito: de algún modo ella es la narradora, la que nos coge de la mano y nos lleva al mundo en el que habitan los protagonistas. Nos enseña la melancolía, la frialdad y la tierna gelidez que impregna la vida de los personajes de esta historia. La nieve los acompaña, los guía, los esconde y los delata. Déjame entrar perdería mucho si la historia sucediera en Agosto en lugar de suceder en invierno, estoy segura de ello.
Por último, mención especial al final de la historia: el tono agridulce, casi amargo, de la trama, hacía pensar en un final melancólico (en una separación o incluso en la muerte). Sin embargo, todo acaba con una luz de esperanza: Eli y Oskar huyen juntos en busca de una nueva vida y una nueva esperanza para ellos. Saben que no será fácil, pero al menos estarán juntos. La escena final, en la que Oskar y Eli se comunican por medio del morse a base de toquecitos en la caja de la que Eli no puede salir para no ser abrasada por el sol, es de las que te dibuja una sonrisa de dulzura en la cara que no se te va en un buen rato. Broche de oro, vamos: historia excelente y final feliz que además es absolutamente natural y coherente.
Por cierto, un último apunte: a Hollywood se le debería caer la cara de vergüenza. Déjame entrar es una obra de arte cinematográfica que merece una ovación en pie y está hecha con un presupuesto de poco menos de tres millones y medio de dólares. En cambio, con 100 millones de presupuesto (lo que viene a ser unas treinta veces más) la industria hollywoodiense ha convertido el despropósito llamado Dragon Ball: Evolution en la mayor cagada (de taquilla, de crítica y de público) de la historia. A ver si estos americanos aprenden de una vez que el buen cien no lo hacen los efectos especiales, las patadas giratorias, las tías buenas con poca ropa y las explosiones, sino un buen guión, unos buenos actores, unos buenos profesionales detrás de la cámara, y un productor serio y coherente al que le preocupe más financiar buen cine que financiar mierdas supuestamente palomiteras.
lunes, 4 de mayo de 2009
El deporte universal de los mediocres
Me llama mucho la atención una cosa que tenemos en común, si no todos, la mayoría de la gente a la que he conocido en la Sociedad Tolkien Española: que no teníamos amigos en el colegio (o teníamos muy pocos) porque los demás niños nos tachaban de frikis/raros/chiflados porque nos gustaba leer, imaginar, jugar a rol... porque nos gustaba la fantasía y la literatura, sencillamente.
Ignoro cuáles fueron las experiencias de los demás, pero yo puedo decir que pasé por cosas muy duras. Peor que en la actualidad, debo añadir, porque al menos ahora el bullying y el mobbing (¿por qué coño no les pondrán nombres en castellano?) aparecen en el telediario y la gente los toma en serio, pero en mi época no eran más que "cosas de niños". Asistí al mismo colegio desde segundo de Preescolar hasta COU, y no recuerdo un sólo año en el que que no me mortificaran. Yo era una niña bastante habladora, fantasiosa, gran lectora y dibujante y estaba todo el día en las nubes; en los recreos, me encantaba jugar a que era cualquier otra persona y corría aventuras, imaginar nuevos mundos... y siempre solía llevar un libro encima. Además, debido a mi afición a la palabra escrita, tenía un vocabulario mucho más amplio y complejo del que tenían los chiquillos de mi edad. Por estos delitos fui condenada a ser escarnecida, burlada, ignorada e incluso cruelmente maltratada, tanto física como psíquicamente.
Mis compañeros de clase se dividían en dos grupos: los que me odiaban y hostigaban, y los que me tenían pena e ignoraban. Para mí era una tortura levantarme cada día sabiendo que tendría que enfrentarme con ellos. A todos los niños les encanta el recreo, pero yo lo odiaba, porque suponía media hora en medio del patio, desprotegida y sin adultos a la vista que pudieran protegerme de los abusos más bestias. Entre las lindezas que me hicieron ( y que, con catorce años escolares, se pueden contar por centenares) puedo relatar la ocasión en la que los tres gamberros de la clase (un años mayores que yo) me tiraron al suelo y comenzaron a darme patadas, las diversas ocasiones en que mis compañeros me escondían, robaban o estropeaban el material escolar, cuando les dio por ponerme chichetas en el asiento, o aquella vez en la que me mandaron una carta de amor falsa haciéndome creer que tenía un admirador inexistente (por suerte, en esta última no piqué; tenía la autoestima demasiado baja como para creerme que alguien pudiera estar interesado en mí). Las secuelas psicológicas de todo aquello aún las arrastro, y probablemente las arrastraré toda la vida.
Por fortuna, este infierno se acabó al entrar en la universidad; la gente que allí conocí, a pesar de ser diferente a mí, valoraba mis cualidades y me apreciaba por las cosas buenas que yo tenía, igual que yo a ellos. De hecho, a mi mejor amiga la conocí allí, y a pesar de que no es friki y tenemos aficiones diferentes, nos respetamos y nos queremos muchísimo, sin que fruslerías como esas condicionen nuestra amistad.
Con todo, me siento especialmente feliz en la STE, porque aquí por fin he podido encontrar a gente que ve el mundo como yo y tiene las mismas aficiones que yo. Gente con la que puedo hablar de rol, de literatura fantástica y de elfos, magos y vampiros sin que me miren con cara de "esta tía está zumbada".
Aún hoy, sin embargo, en diversos ámbitos de mi vida, me he encontrado con gente (en su mayoría adolescentes o jóvenes que no superan los 20 años) a la que le parece sumamente gracioso o entretenido fustigar, molestar, fastidiar y zaherir con burlas y comentarios irónicos a los demás, incluso aunque estos no se metan con ellos, sólo porque el objeto de sus chanzas es diferente a ellos o piensa y vive de forma distinta. Igual que mis antiguos compañeros de colegio. Y es descorazonador comporbar que este miserable comportamiento se repite en todos los países y en todas las culturas, como si dar por culo al personal fuese el deporte universal de los mediocres.
No dejo de preguntarme cuál puede ser el motivo de este comportamiento. Yo puedo tener mis defectos, como cualquier otra persona, pero nunca me ha producido placer ni diversión burlarme o ridiculizar a otras personas. Me parece repugnante que haya gente que no tenga nada mejor que hacer con su tiempo y con su vida que meterse con los demás, buscando la forma de meterles puyas que les duelan. Y lo peor es que son insistentes como moscas carroñeras; persisten una y otra vez, incluso aunque les ignores y no hagas caso alguno de sus comentarios. A mí me pasó en el colegio que muchas veces me acababa enfadando con mis acosadores no porque me doliera lo que decían o porque me lo tomara en serio, sino por pesados. Por volver a la carga una y otra vez por mucho que pasase de ellos y demostrara que no me importaba lo que dijeran de mí. Los profesores (especialistas en lavarse las manos como Pilatos y mirar silbando hacia otro lado en casos como estos) lo solucionaban todo con un "no les hagas caso, y te dejarán en paz". Es mentira. Eso no funciona. Si pasaba de ellos y les ignoraba, recrudecían la intensidad de sus burlas y bromas pesadas para hacerme reaccionar. Nunca se conmovieron con mi ira o mis lágrimas, y nunca, en catorce años, dejaron de molestarme.
Por mucho que le de vueltas, no lo entiendo. No entiendo qué puede mover a una persona a burlarse de otra y a meterse con ella una y otra vez. Hay quien dice que los que son maltratadores es porque antes, de una forma u otra, han sido maltratados. Pero yo no lo creo. Hay mucha gente que no ha tenido problemas en su vida y que a pesar de todo ocupa su tiempo en meterse con los demás. Y también hay otra (como yo) que ha sido maltratada y no por ello ha desarrollado gusto por maltratar; todo lo contrario. Así pues, la pregunta sigue en pie. ¿Cómo es posible que exista tamaña cantidad de hijos de puta por metro cuadrado? Yo no soy capaz de comprenderlo. ¿Lo encuentran divertido, acaso? ¿Son malvados entonces, sádicos en potencia que disfrutan cuando hacen padecer a los demás? ¿Les gusta ver a los demás fastidiados por su causa? ¿Se creen graciosos? ¿Se aburren? ¿O es que en el fondo se dan asco a sí mismos y se dedican a joder a los demás ridiculizando lo que ellos consideran defectos para no tener que mirarse al espejo y ver los suyos?
Ignoro cuáles fueron las experiencias de los demás, pero yo puedo decir que pasé por cosas muy duras. Peor que en la actualidad, debo añadir, porque al menos ahora el bullying y el mobbing (¿por qué coño no les pondrán nombres en castellano?) aparecen en el telediario y la gente los toma en serio, pero en mi época no eran más que "cosas de niños". Asistí al mismo colegio desde segundo de Preescolar hasta COU, y no recuerdo un sólo año en el que que no me mortificaran. Yo era una niña bastante habladora, fantasiosa, gran lectora y dibujante y estaba todo el día en las nubes; en los recreos, me encantaba jugar a que era cualquier otra persona y corría aventuras, imaginar nuevos mundos... y siempre solía llevar un libro encima. Además, debido a mi afición a la palabra escrita, tenía un vocabulario mucho más amplio y complejo del que tenían los chiquillos de mi edad. Por estos delitos fui condenada a ser escarnecida, burlada, ignorada e incluso cruelmente maltratada, tanto física como psíquicamente.
Mis compañeros de clase se dividían en dos grupos: los que me odiaban y hostigaban, y los que me tenían pena e ignoraban. Para mí era una tortura levantarme cada día sabiendo que tendría que enfrentarme con ellos. A todos los niños les encanta el recreo, pero yo lo odiaba, porque suponía media hora en medio del patio, desprotegida y sin adultos a la vista que pudieran protegerme de los abusos más bestias. Entre las lindezas que me hicieron ( y que, con catorce años escolares, se pueden contar por centenares) puedo relatar la ocasión en la que los tres gamberros de la clase (un años mayores que yo) me tiraron al suelo y comenzaron a darme patadas, las diversas ocasiones en que mis compañeros me escondían, robaban o estropeaban el material escolar, cuando les dio por ponerme chichetas en el asiento, o aquella vez en la que me mandaron una carta de amor falsa haciéndome creer que tenía un admirador inexistente (por suerte, en esta última no piqué; tenía la autoestima demasiado baja como para creerme que alguien pudiera estar interesado en mí). Las secuelas psicológicas de todo aquello aún las arrastro, y probablemente las arrastraré toda la vida.
Por fortuna, este infierno se acabó al entrar en la universidad; la gente que allí conocí, a pesar de ser diferente a mí, valoraba mis cualidades y me apreciaba por las cosas buenas que yo tenía, igual que yo a ellos. De hecho, a mi mejor amiga la conocí allí, y a pesar de que no es friki y tenemos aficiones diferentes, nos respetamos y nos queremos muchísimo, sin que fruslerías como esas condicionen nuestra amistad.
Con todo, me siento especialmente feliz en la STE, porque aquí por fin he podido encontrar a gente que ve el mundo como yo y tiene las mismas aficiones que yo. Gente con la que puedo hablar de rol, de literatura fantástica y de elfos, magos y vampiros sin que me miren con cara de "esta tía está zumbada".
Aún hoy, sin embargo, en diversos ámbitos de mi vida, me he encontrado con gente (en su mayoría adolescentes o jóvenes que no superan los 20 años) a la que le parece sumamente gracioso o entretenido fustigar, molestar, fastidiar y zaherir con burlas y comentarios irónicos a los demás, incluso aunque estos no se metan con ellos, sólo porque el objeto de sus chanzas es diferente a ellos o piensa y vive de forma distinta. Igual que mis antiguos compañeros de colegio. Y es descorazonador comporbar que este miserable comportamiento se repite en todos los países y en todas las culturas, como si dar por culo al personal fuese el deporte universal de los mediocres.
No dejo de preguntarme cuál puede ser el motivo de este comportamiento. Yo puedo tener mis defectos, como cualquier otra persona, pero nunca me ha producido placer ni diversión burlarme o ridiculizar a otras personas. Me parece repugnante que haya gente que no tenga nada mejor que hacer con su tiempo y con su vida que meterse con los demás, buscando la forma de meterles puyas que les duelan. Y lo peor es que son insistentes como moscas carroñeras; persisten una y otra vez, incluso aunque les ignores y no hagas caso alguno de sus comentarios. A mí me pasó en el colegio que muchas veces me acababa enfadando con mis acosadores no porque me doliera lo que decían o porque me lo tomara en serio, sino por pesados. Por volver a la carga una y otra vez por mucho que pasase de ellos y demostrara que no me importaba lo que dijeran de mí. Los profesores (especialistas en lavarse las manos como Pilatos y mirar silbando hacia otro lado en casos como estos) lo solucionaban todo con un "no les hagas caso, y te dejarán en paz". Es mentira. Eso no funciona. Si pasaba de ellos y les ignoraba, recrudecían la intensidad de sus burlas y bromas pesadas para hacerme reaccionar. Nunca se conmovieron con mi ira o mis lágrimas, y nunca, en catorce años, dejaron de molestarme.
Por mucho que le de vueltas, no lo entiendo. No entiendo qué puede mover a una persona a burlarse de otra y a meterse con ella una y otra vez. Hay quien dice que los que son maltratadores es porque antes, de una forma u otra, han sido maltratados. Pero yo no lo creo. Hay mucha gente que no ha tenido problemas en su vida y que a pesar de todo ocupa su tiempo en meterse con los demás. Y también hay otra (como yo) que ha sido maltratada y no por ello ha desarrollado gusto por maltratar; todo lo contrario. Así pues, la pregunta sigue en pie. ¿Cómo es posible que exista tamaña cantidad de hijos de puta por metro cuadrado? Yo no soy capaz de comprenderlo. ¿Lo encuentran divertido, acaso? ¿Son malvados entonces, sádicos en potencia que disfrutan cuando hacen padecer a los demás? ¿Les gusta ver a los demás fastidiados por su causa? ¿Se creen graciosos? ¿Se aburren? ¿O es que en el fondo se dan asco a sí mismos y se dedican a joder a los demás ridiculizando lo que ellos consideran defectos para no tener que mirarse al espejo y ver los suyos?