jueves, 24 de septiembre de 2009

Me gusta

Me gusta despertarme por la mañana, ver que hace sol, y oír piar a los pájaros. Me gusta abrir un ojo temprano, mirar el reloj, y ver que aún puedo seguir durmiendo un par de horas más. Me gusta beberme la espuma de la Coca Cola antes de que se deshaga. Me gustan las cosquillas suaves en el brazo, en la espalda y en el cuello. Me gusta besar al hombre al que amo. Me gusta cómo huele mi hermanita. Me gusta tirarme en la cama y leer un buen libro mientras como chocolate. Me gusta ver llover mientras estoy en casa calentita. Me gusta la nieve. Me gusta aspirar un trozo de sábana o una prenda de ropa y saber de quién es por el olor. Me gusta encender la tele y que esté empezando una película que me gusta. Me gusta escuchar música cuando voy por la calle. Me gustan los helados de pistacho y chocolate. Me gusta cocinar. Me gustan las flores, especialmente las rosas rojas. Me gusta estar en medio de un bosque y sentir que nadie ha pisado ese paraje antes. Me gusta respirar aire limpio. Me gusta el arco iris. Me gusta pasarme horas mirando el mar. Me gusta remar en medio de un lago. Me gusta entrar en una librería por casualidad y ver que tienen un libro que hacía tiempo que esperaba que saliera. Me gusta entrar en una iglesia, asistir a misa y salir sintiendo una gran paz interior que no tenía cuando entré. Me gusta la sensación que tengo cuando me siento en el cine a ver una película que me hace ilusión ver. Me gusta jugar a rol e inventarme los trasfondos de mis personajes. Me gusta dormir. Me gusta reírme. Me gusta recibir e-mails inesperados de un amigo. Me gusta leer en otros blogs frikadas sobre mis sagas favoritas. Me gusta mirarme en el espejo y sentirme guapa. Me gusta descubrir que he adelgazado sin hacer dieta. Me gusta estrenar ropa friki y gótica. Me gusta ir a una mereth o a una Estelcon y encontrarme con amigos que hace meses que no veo. Me gusta que me acaricien el pelo. Me gusta visitar ciudades en las que he estado antes imaginatiamente durante una partida de rol. Me gusta que los demás se sientan felices por algo que yo he hecho. Me gusta que me den la razón. Me gusta imaginarme que estoy en mi mundo de fantasía. Me gusta hablar. Me gusta que me hablen de forma cariñosa. Me gusta sentirme importante para los demás. Me gusta el ruído que hace la fruta al partirla. Me gustan los colores azul, rojo, blanco, negro y plateado. Me gustan las Fallas. Me gusta ver buenas noticias en el telediario. Me gusta cantar a viva voz cuando estoy contenta. Me gusta soñar aventuras completas que luego puedo escribir. Me gusta escribir.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Ahora recuerdo por qué nunca leo novelas rosas

Ayer me dirigí al quiosco para compararme la Cosmopolitan, como todos los meses. Generalmente me la compro en formato mini porque es mucho más barata y los regalos que da suelen ser una auténtica ridiculez (además que, no sé por qué demonios los llaman "regalos", si resulta que la revista sale más cara porque los incluye. "Esta revista es más cara porque incluye un regalo" ¿Alguien lo entiende? Yo tampoco).
El caso es que, este mes, descubrí con sorpresa que el regalo que incluía era un libro: Amante de ensueño, de Kerrilyn Kenyon, un best-seller en EEUU. Tenía pinta de novela romántica, y a mí nunca me ha fascinado demasiado la novela romántica. Pero me picó la curiosidad, y además sólo aumentaba en un par de euros el valor de la revista pequeñita, de modo que me dije: "Bueno, no está mal, dos euros por un libro. Vamos a comprarlo". En fin, lo empecé anoche, y qué puedo decir. No es que esté mal del todo, pero me ha hecho recordar por qué NO me gustan las novelas románticas.
La historia va de una mujer que invoca en plan de broma a un soldado griego que por una maldición ancestral está atrapado entre las páginas de un libro y ha de servir como esclavo sexual a toda mujer que le invoque. Además de dedicar páginas y más páginas a pensamientos de la protagonista al ver al sujeto en plan "¡Jesús, María y José! Era el cuerpo desnudo más esculturalmente perfecto que había visto jamás" (francamente, hubo un momento en que me dieron ganas de gritarle al libro: "¡Que sí! ¡Que ya sé que el tío está muy bueno, leches! ¿Podrías ahora llevar la acción a un momento en el que pase ALGO?"), hay ciertos errores que me hacen suponer que la tal Sherrilyn será muy buena escritora de novela rosa, pero tal vez sus neuronas estaban demasiado ocupadas imaginándose a esclavos sexuales griegos desnudos como para documentarse bien sobre lo que escribía.
Y es que el protagonista se llama Julián de Macedonia.
Julián, que como todo el mundo sabe (al menos todo el mundo con estudios y un coeficiente intelectual mayor que 0'5), es un nombre romano, procedente del latín, que significa "perteneciente a la familia de los Julios". Bien por la inteligencia suprema de la escritora, a la que no se le ocurrió otra cosa que darle un nombre romano, en latín, a un griego macedonio.
Y lo peor es que, aunque sólo sean dos euros, he PAGADO por ese libro. Debí sospechar si lo estaban regalando. Y aún debí sospechar más de lo de "Best-seller en USA" (la película Dos colgaos muy fumaos también tenía el cartelito de "Número 1 en USA").
La verdad, a veces peco de ingenua.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Escritores mercenarios

Me exaspera bastante un fenómeno literario que de un tiempo a esta parte se ha hecho constante. El último ejemplo de este fenómeno lo he visto hoy mismo, mientras me daba una vuelta por El Corte Inglés. Con el estreno de Ágora de Alejandro Amenábar cada evz más cercano, me he encontrado la estantería de novedades con no menos de cinco libros distintos sobre el mismo tema: Hipatia. Que si El sueño de Hipatia, que si El jardín de Hipatia, que si La historia de Hipatia... Vamos, una figura histórica no demasiado conocida fuera de los círculos de aficionados a la Historia que hasta hace dos días no le importaba ni al gato, ahora se encuentra como protagonista de varios libros, que (¡oh, casualidad!), han salido todos a la vez justo antes del estreno de la película. Y lo mismo ha pasado cada vez que han estrenado una película relacionada con hechos históricos: que si Alejandro Magno, que si Troya...
La verdad, si algo me revienta son los escritores mercenarios. Los típicos que, justo antes de que salga una película de este tipo, reciben una llamada de la editorial de turno para que hagan un libro por encargo (es decir, un libro que no sienten y no está hecho con amor, sino fabricado en serie como los donuts) que tenga que ver con el tema de la película, para así poderlo vender aprovechando el tirón y forrarse con el tema. Es algo muy similar a lo que pasó tras el boom de El código DaVinci: automáticamente comenzaron a proliferar como churros cientos de libros con temáticas muy similares, que acabaron convirtiéndose en un subgénero de la intriga histórica al que yo llamo "Jesucristo era masón". Y es que todos eran (y son) iguales: bella e inteligente arqueóloga y atractivo policía (o viceversa) que se enfrentan juntos a un misterio histórico chungo en el cual alguien muere y empiezan a aparecer señales de un algo histórico perdido durante siglos que hay que encontrar (o impedir que otros lo encuentren). Ese algo histórico ya varía según lo que esté de moda en ese momento, y puede estar relacionado con una persona (Jesucristo, magdalena, Beethoven, Vivaldi, Cleopatra...) o con un objeto mítico o legendario (un manuscrito en arameo, el Santo Grial, las joyas de la corona inglesas...), aunque la mitad de las veces tendrá que ver con la Iglesia (por supuesto, para ponerla de vuelta y media). Suelen tener nombres como "La conspiración Vivaldi", "El enimga Botticelli", "La traición bizantina", "La hermandad de la cruz negra" o "El secreto del Grial".
No tendría nada en contra de este tipo de libros, de no ser porque además de ser clónicos todos ellos suelen ser bastante malos: los personajes son planos, sin profundidad piscológica, estereotipados y poco o nada creíbles, y obviamente sólo están ahí para hacer que la historia avance (vamos, que si en lugar de la doctora Sophia Roswell y el agente Kevin Webster, por ejemplo, pusieras a la doctora Marion Lindsey y al agente Chris Martin, la historia no variaría en absoluto... por cierto, ¿verdad que me han salido unos nombres cojonudos? Igual alguna editorial me ficha después de esto :-P ).
Algo muy similar suele suceder con todos los libros que salen a la estela de películas históricas, y me juego lo que sea a que las Hipatias en serie que adornan los escaparates de las librerías son exactamente iguales. Otra cosa es la película en sí, que no sé si me va a convencer, porque yo sí que conozco la historia de Hipatia (siempre me ha gustado bastante este personaje histórico por haber sido una mujer inteligente e ilustrada a la que los hombres pedían consejo en un mundo tan falocéntrico como la antiguedad, de modo que leí sobre ella), y lo que sé hasta ahora de la película me huele a manipulación histórica de las chungas, ya que Hipatia fue asesinada por motivos políticos y no religiosos (había estado dando clases de filosofía durante toda su vida sin que la molestaran, y fue asesinada a los 60 años o así), y en la película parecen ponerla como la pobrecita víctima de los malvados fanáticos cristianos, pero en ese asunto no me voy a meter hasta haber visto la película y comprobar exactamente cómo tratan el tema, que ya sé cómo las productoras suelen manipular los trailers y los carteles de vez en cuando.
Sea como sea, este asunto me fastidia especialmente porque desde que leí El último Catón de Matilde Asensi, me convertí en una gran admiradora de la intriga histórica, y ahora ya no me atrevo a comprarme libros de este estilo porque hay tantos y tan malos que no puedo distinguir la paja del grano. Y mira que me revienta pensar en las joyas que estaré dejando pasar entre tanta basura, pero lo que no puedo hacer es comprarme libros alegremente con la pasta que valen (y con el poco espacio que tengo en casa, que voy a tener que comprarme un par de estanterías nuevas para alojarlos a todos).
Somos muchos los que llevamos toda la vida escribiendo, con el sueño de publicar y conseguir cierto renombre (el suficiente para poder vivir de nuestra vocación). Somos muchos los que no publicamos, o publicamos tan modestamente que nuestras obras no nos dan casi nada. Y, en nombre de todos, ellos, quiero decir: ¡Basta ya de escritores mercenarios! ¡Basta ya de historias planas y sin vida diseñadas para vender aprovechando el tirón de películas o libros de éxito! Si las editoriales, en lugar de invertir tanto dinero en sacar a la venta clones de historias exitosas, se mojaran con los escritores noveles y les dieran una oportunidad, el panorama literario sería más fresco, de mejor calidad, y muchos de nosotros podríamos ver por fin cumplido nuestro sueño.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Crónicas de Praga (II): Diario de viaje

Sí, ya lo sé, he tardado mucho en actualizar. Pero es que, para ser sincera, me daba tanta pereza hacerlo con el síndrome post vacacional de por medio, que lo he demorado un poco. Pero, en fin, aquí estoy de nuevo, con la crónica prometida. Espero que os guste.

DÍA 1 (Miércoles 19 de Agosto)

Nos levantamos a las cinco de la mañana para coger el avión. El vuelo era Valencia-Madrid, Madrid-Praga. El vuelo a Madrid fue bien, pero con el de Praga hubo problemas. Cuando el avión ya rodaba por la pista para despegar, hubo que volver al hangar porque "había problemas técnicos". Y a mí, que me da bastante mal rollo volar, casi me da un ataque de pánico. Vale, borrad el "casi". Me puse a llorar y un auxiliar de vuelo tuvo que venir a tranquilizarme y a darme un vaso de agua. Claro, reíros ahora, que estáis cómodamente sentados frente a la pantalla de ordenador, pero si tuvierais miedo a volar y un año después del accidente de Spanair en Barajas os pasara eso cuando ya estáis dentro del avión, veríamos.

Por fortuna, llegamos a Praga sin novedad. Nos alojamos en un hotel del Vinohrady llamado "Hotel Victoria", un tres estrellas bastante cómodo y confortable (bien es cierto que esa era la principal característica que buscábamos en el hotel, porque sólo íbamos a parar allí a dormir). Además, debajo del hotel teníamos una parada de tranvía para ir al centro, y un restaurante llamado Pod Viktorkou, que recomiendo porque daba comida muy buena a un precio excelente. Justamente allí fue donde comimos nada más llegar, y repetimos varias veces a lo largo de nuestra estancia. Dormimos un rato en el hotel porque estábamos algo cansados del viaje, y por la noche aprovechamos para dar un paseo nocturno por Praga. Para verla como la ven los vampiros, ya sabéis ^^U

Cenamos en un centro comercial enorme que hay en la Republiky Namesti (Plaza de la República), llamado Palladium.

El Palladium tiene montones de tiendas y varios restaurantes de distintas cocinas internacionales, y nosotros fuimos a un japonés a comer un sushi que estaba riquísimo (también había ramen, ¡yuju! En Valencia aún no he podido encontrar un maldito local de comida asiática donde sirvan ramen). Nos dimos una vuelta y aprovechamos para cruzar el Puente de Carlos e ir a la isla de Kampa, ya que allí es donde mi vampirita de Praga (una Nosferatu) y su sire tienen el dominio. ¡Fue muy divertido hacernos fotos por la islita poniendo cara de Nosfe! XD


DÍA 2 (Jueves 20 de Agosto)

Este día lo dedicamos entre al Barrio Judío de Praga, llamado Josefov. No tiene nada que ver con el medieval porque en el siglo XIX lo echaron abajo por completo. Esto fue porque la condiciones de vida en el barrio eran totalmente insalubres debido a que la gente vivía allí hacinada, entre callejuelas, callejones ciegos y patios donde jamás llegaba la luz del sol. Por lo que tengo entendido, los propios judíos se mostraron encantadísimos de que reformaran la barriada, porque era un lugar bastante deprimente. Con todo, visitamos los lugares emblemáticos que aún quedan en pie: El tanatorio, el cementerio judío, y las sinagogas Vieja-Nueva, Española, Klaus, Pinkas y Maisel. Los lugares que más me llamaron la atención fueron:

-El viejo cementerio judío: Impresionante, todo lleno de lápidas amontonadas y apelotonadas, porque los judíos tenían un espacio bastante reducido para enterrar a sus muertos y hubo un momento en que tuvieron que ir elevando el terreno para poder sepultar a unos muertos encima de otros. Para que os hagáis una idea, visibles hay 12.000 lápidas (todas de piedra, porque de madera no se conserva casi ninguna), ¡pero en ese cementerio hay enterrados más de 100.000 muertos!


El cementerio judío


Entre las tumbas, la más emblemática y famosa es la del rabino Low, un sabio cabalista del renacimiento que según cuenta de leyenda creó un Golem famosísimo en Praga) para proteger a los judíos de las agresiones de los cristianos, a los que les molaba bastante hacer Progroms contra ellos.


Yo junto a la tumba de rabino Löw


-La sinagoga Vieja-Nueva: Es la sinagoga más antigua de as que se conservan en Praga, y una de las más antiguas de Europa. Para entrar, Tindomion (como todos los hombres) tuvo que ponerse una kipá (esos sombreritos redondos que llevan los judíos) en señal de respeto, ya que allí se sigue practicando el culto hebraico todos los sabbath. Según dice la leyenda, en el altillo de esta sinagoga está escondido el Golem. Preciosa y espectacular, sobre todo cuando te ponías a pensar en todo el tiempo que ese edificio lleva levantado y la cantidad de fieles que han rezado allí. Estaba tan emocionada haciendo preguntas a la encargada que al final me tomó por judía. Yo y mi ecumenismo XDDD


Este es el altillo de la sinagoga Vieja-Nueva. Según la leyenda, aquí se esconde el Golem


-La sinagoga Pinkas: La más impactante y terrible, por una razón: Sus muros están inscritos del suelo al techo por los nombres de los 77.297 judíos checos asesinados por los nazis, la mayoría de ellos en el campo de concentración de Terezin. Impacta muchísimos leer todos esos nombres y saber que cada uno de ellos fue muerto en ese campo. También hay una exposición de dibujos que los niños judíos prisioneros en el campo de Terezin hicieron durante su cautiverio. Todos eran estremecedores, pero se me llenaron los ojos de lágrimas al contemplar uno en particular: Un par de soldados nazis golpeando con látigo a un grupo de judíos semidesnudos con expresión lastimera. Ver esa terrible escena dibujada por la mano de un niño que no llegaría a los ocho años (y que murió en ese campo) es algo dantesco. Me dejó con un nudo en la garganta durante horas. Es encomiable que hayan dedicado esa sinagoga para honrar la memoria de los hermanos de fe que murieron durante el Holocausto. Nadie debería olvidarlos jamás.


Por cierto, durante todo el trayecto nos encontramos a un grupito de judíos ortodoxos provenientes de Israel que incluso se detuvieron a recitar kaddish (oraciones fúnebres) frente a la tumba del rabino Low. Los chicos llevaban el corte de pelo tradicional, con los dos tirabuzones a los lados, y la kipá. Las mujeres llevaban largas trenzas y faldas hasta los tobillos.

Cenamos cerca del convento de Santa Inés, en un restaurante francés que nuestra guía turística señalaba como muy bueno y barato, pero al final fue un chasco: la comida era escasa y bastante regular, y nos cobraron más de 1000 coronas, trastocándonos por completo el presupuesto del viaje. Se llamaba Chez Marcel y NO lo recomiendo en absoluto: si queréis gastaros los cuartos en Praga, por lo menos id a un restaurante donde os den de comer mucho y bien, no a ese fiasco.


DÍA 3 (Viernes 21 de Agosto)

Este día fuimos a ver el Castillo Real de Praga. Como para llegar hasta allí hay que atravesar la zona central de Malá Strana, aprovechamos para verla también. Comimos cerca de la Malenstranske Namesti (la Plaza del Malá Strana), en un restaurante llamado Los tres violines que recomiendo porque además de comerse bastante bien (sopa de cebolla y gulash con tarta de manzana de postre, muy centroeuropeo) por un precio más que razonable para estar en el centro histórico, es un lugar bastante emblemático dentro de la ciudad, ya que es famoso por haber sido la sede de una famosa fábrica de violines que le hacía la competencia a la Stradivarius, hasta que las fábricas de instrumentos musicales destronaron a la industria artesanal y se vieron obligado a cerrar. ¡Lástima! :-(

Después de comer, subimos al Castillo, desde donde pueden disfrutarse las mejores vistas panorámicas de Praga: es lo bueno que tiene la ciudad, que como hay tantas colinas es factible disfrutar de unas panorámicas maravillosas sin tener que subir a un mirador o al terrado de un edificio.


Praga vista desde el Castillo Real


El Castillo, precioso. En realidad no está él solo, sino un enorme complejo de edificios, casi como una pequeña ciudad dentro de la ciudad, que incluye la Catedral de San Vito, la callejuela del Oro, la calle de los Alquimistas (que no es la misma, aunque muchos pensaran lo contrario), y la mayoría de los palacios residenciales de los nobles importantes de la ciudad, que de ese modo estaban cerca de rey, protegidos por las murallas en caso de que hubiera problemas.

La Catedral de San Vito es gigantesca, y hermosísima por dentro. Fue en lo que más nos entretuvimos, porque había mucho que ver (y eso que una de las capillas principales estaba en restauración y no pudimos entrar). Lo más espectacular, sin duda, era la tumba de San Juan Nepomuceno. Junto con el rabino Low y el Golem, San Juan Nepomuceno es una de las grandes leyendas de Praga. Se supone que era el confesor de la reina y fue asesinado por el rey Václav IV por no querer revelarle los secretos de confesión de esta: sus esbirros le dieron una paliza y luego lo arrojaron al río, done se ahogó. Es el santo más conocido y emblemático de la ciudad, y hay docenas de estatuas de él en las iglesias y las calles, así como en el Puente de Carlos. Como podéis ver en las fotos, su tumba es realmente impresionante.


La tumba de san Juan Nepomuceno, en la catedral de San Vito


El castillo en sí mismo estaba bien, pero no pudimos verlo todo, porque la mayor parte de las salas están cerradas al público. Lo que más llama la atención es la enorme sala que hay nada más entrar, que usualmente era para hacer grandes banquetes, por su tamaño es tal que también servía para celebrar justas y torneos. En el primer piso, también se puede visitar la sala donde tuvo lugar la célebre una de las célebres defenestraciones de Praga. Aunque no pudimos apreciarlo porque, como ya dije, no se podía visitar el castillo entero, al parecer su estructura es totalmente caótica: las escaleras no llevan directamente a los pisos, las habitaciones privadas de los monarcas están en los lugares más insospechados, y hay que dar mil y una vueltas para llegar a cualquier sitio, no hay casi accesos directos a ninguna parte. Esto es completamente intencionado y se debía a una estrategia defensiva: desconcertar a posibles invasores que tomaran el castillo para que diera tiempo a contraatacarles.


Una dama gótica en el Castillo de Praga ;-)


Del castillo, pasamos a la callejuela del Oro, donde vivían los orfebres que creaban las joyas y el tesoro del rey. Debido a la importancia de su trabajo, y de que todo el oro que compraba el rey lo trabajaban ellos, vivían dentro del recinto del Castillo (no tanto para protegerles a ellos como para proteger el oro, me temo). Se cree que esta calle es donde vivían los alquimistas, pero no es cierto: los alquimistas y magos, muy bien considerados y apreciados en la corte praguense (no hay que olvidar que esta ciudad es una de las cunas del esoterismo europeo) vivían en una zona bastante más discreta, cerca de la catedral. La callejuela del Oro conserva todo su encanto, las casitas pueden visitarse por dentro, y actualmente albergan tiendas de souvenirs, además de un hermoso museo de armaduras y vestimenta medieval en la zona superior. En las casas de recuerdos, me compré una estupenda daga, con la que preveo hacer mucho el friki ^^


Así son las casitas de la callejuela del Oro


Aunque para entrar en el castillo y en la callejuela de Oro hay que pagar, penetrar en el recinto del Castillo es gratis y se puede acceder hasta medianoche. En muchos de los que fueron palacios nobiliares hay ahora museos y se realizan conciertos de música clásica. ¡Lástima que no nos diera tiempo a quedarnos a ver alguno! :-(

También estuvimos viendo la torre que servía de cárcel, con las celdas que aún conservan unos instrumentos de tortura bastante desagradables, sobre todo si piensas cuántos desgraciados fueron atormentados por ellos. Tindomion, con su guasa de costumbre, los calificó como "instrumentos de reinserción social del siglo XV" XD

Cuando dejas el castillo, nos fuimos a ver el Hradcany, literalmente "el barrio del castillo", porque "hrad" significa "castillo" en checo. Es una zona encantadora, muy diferente del resto de la ciudad, porque está llena de casitas pequeñas, más propias de un pueblo medieval de montaña que de la ciudad donde estábamos. Me gustó tanto que se convirtió en mi zona favorita de la ciudad después del Stare Mesto (la Ciudad Vieja).


Yo en el Hradcany ^^



DÍA 4 (Sábado 22 de Agosto)

Día de visitar los resto del castillo de Vysehrad y el Nove Mesto (Ciudad Nueva). Amaneció lloviendo, de modo que fue una suerte habernos llevado paraguas. Vysehrad fue el primer castillo de Praga, que acogió a la familia Premysl hasta que estos decidieron trasladar la corte al nuevo Castillo Real, el del Hradcany. Vysehrad sirvió de residencia para una de las ramas laterales de los Premysl, hasta que cayó en desuso, se usó como fortaleza militar y acabó siendo destruido por los suecos cuando invadieron Bohemia. Por ello, actualmente, de la fortaleza original, que era enorme, queda más bien poco: algunas murallas, la planta de algunos edificios, un par de pozos y la base de la Torre de Libussa, que en tiempos se alzaba orgullosa sobre el río Voltaba. El recinto de Vysehrad se ha convertido en un bellísimo parque desde donde se disfrutan también unas hermosas vistas de Praga, ya que la fortaleza estaba asentada en la cima de una colina.


Restos de la muralla de Vysehrad. Eso que hay al pie de la muralla son los restos del torreón de Libussa


Al poco de llegar paró de llover y pudimos pasear tranquilamente por el parque. Visitamos también la Iglesia de San Pedro y San Pablo, que está dentro del recinto, y también el cementerio de Vysehrad. El cementerio alberga a todas las grandes personalidades de la República Checa en general y de Praga en particular: músicos, artistas, nobles y políticos. Hay un panteón dedicado íntegramente a los presidentes de la República. También está enterrado allí el famoso compositor Antonin Dvorak, al que muchos recordarán por su Sinfonía del Nuevo Mundo. Las estatuas y mosaicos de algunas tumbas son espectaculares, muy góticos. Una estatua llama la atención por su mal gusto, y es que no representa otra cosa que un fantasma siniestro emergiendo de la tierra: ¡para encontrarte eso cuando te metas de noche en el cementerio! La cosa es aún más chunga si tenemos en cuenta que Vysehrad está lleno de historias de fantasmas, una de las cuales cuenta de leyenda de las Damas Blancas, una veintena de fantasmas plañideros que por la noche lloran a los muertos, paseándose vestidas de blanco entre las tumbas y dejando caer rosas blancas sobre las lápidas. Si alguien ve una de esas rosas y las coge, morirá en el plazo de una semana.

Este es el fantasma que emerge de una de las tumbas. ¿A que da mal rollo?


Estuvimos toda la mañana en el parque, y a mediodía nos sentamos en un banco a la salida para ver cómo se bajaba a la Ciudad Nueva. Y en ese momento, algo apareció delante de nosotros... ¿Una dama blanca? No, pero casi: era una mujer desnuda. No, no estoy bromeando, de verdad. Una chica oriental, muy bella, ¡totalmente en cueros! Se trataba de una modelo porno al que un sujeto estaba haciendo fotos. Lógicamente, nos quedamos flipados, sobre todo cuando la tipa se acercó a Tindomion y le preguntó la hora en inglés con una sonrisita lasciva. La cosa fue más o menos así:

Modelo porno (sonriendo y poniéndose a diez centímetros de mi novio): Hello, Could you tell me what time is it, please?

YO: ¬¬

Tindomion: O_o (le enseña la esfera del reloj de pulsera sin decir ni pío).

Modelo porno: Ok, Thank you *se aleja meneando las nalgas*

Yo: ¬¬UUU *sintiendo tentaciones de hacer la cuarta defenestración de Praga, porque el borde de la muralla estaba al lado nuestro*

Tindomion: O_o

Obviamente la hora le importaba un cuerno, estoy segura de que lo hacía por provocar. En fin...

La modelo y el fotógrafo se fueron alejando, pero cada poco ella hacía poses provocativas para que él la fotografiara. La verdad es que, pasada la sorpresa, la chica me dio un poco de pena. En primer lugar porque ya he dicho que ese día llovía tenía que estar pelándose de frío. En segundo lugar, me pregunto qué es lo que la llevó a tener que trabajar de eso. ¿Tan poco se respeta a sí misma? ¿O es que por falta de oportunidades o de intelecto no ha podido ganarse la vida con otra cosa?

Tras dejar el la colina de Vysehrad, fuimos a ver el Nove Mesto. No es tan bonito como el resto de la ciudad, pero hay muchas zonas interesantes, como la plaza del Ayuntamiento de la Ciudad Nueva, la casa de Fausto (una mansión tradicionalmente ocupada por magos y hechiceros que se supone que inspiró Fausto), y varias iglesias interesantes, entre ellas una del rito husita. Bajando hasta el río, está en Teatro Nacional de Ópera, un edificio precioso, barroco (¡qué raro!), rodeado de casitas igualmente bellas, la mayoría de ellas de estilo neoclásico y Art Nouveau.


DÍA 5 (Domingo 23 de Agosto)

Este día nos levantamos bastante temprano, porque tocaba pateada de las gordas: visita del Malá Strana empezando por la colina de Petryn.

La colina de Petryn es actualmente un enorme parque boscoso que alberga un mirador diseñado a imitación de la torre Eiffel de París, y un monasterio premonstratense, el monaterio de Strahov, en la ladera de la colina de que hacia el Hradcany. Nosotros subimos por la parte opuesta para poder contemplar el parque con tranquilidad, ya que es muy bonito: hay muchos árboles, estanques, una gran rosaleda, y hasta una iglesia de madera traía directamente de Ucrania, pieza a pieza.

Iglesia ortodoxa ucraniana de madera en la colina de Petryn


La subida fue bastante fatigosa, ya que la colina es empinadísima. Su cima está bordeada por una muralla, conocida como la Muralla del Hambre. Se llama así porque durante una hambruna el emperador Carlos IV decidió construirla (a pesar de que era bastante inútil desde el punto de vista defensivo) para así poder dar empleo a sus súbditos y que estos tuviesen qué comer.Una vez coronada la cima, bajamos hasta el monasterio de Strahov. Allí se puede visitar tanto la iglesia de Nuestra Señora (donde pudimos asistir a una bonita misa cantada en checo, aprovechando que era domingo) como la s dos bibliotecas, emblemáticas ya en la edad Media: la Biblioteca Filosófica (desafortunadamente en restauración cuando fuimos) y la Biblioteca Teológica. También había una especie de exposición con animales marinos disecados, que en aquella época debía ser lo más parecido a un museo de Historia Natural. Y, una vez acabamos de visitar el lugar y descansábamos sentados en un banco, ¡sorpresa! Nos encontramos con Elbereth, encuentro que ya relaté en la primera parte de la crónica. Como la pobre estaba un poco desesperada porque la gente con la que había venido prefería irse de fiesta a visitar la ciudad, se vino con nosotros hacia el Malá Strana y visitamos juntos la iglesia de San Nicolás, una mole barroca maravillosa la cual, además, se podía visitar por la parte superior, hasta el órgano, y ver la iglesia desde arriba.

Después de eso, nos despedimos de ella y fuimos a visitar los jardines del Castillo Real. Ahí empezó a torcerse el día, porque no eran gran cosa, y encima además de en vez de irnos a ver los jardines de Wallenstein como había hecho Elbereth, Tindomion tuvo la brillante idea de que nos fuésemos hasta el Holesovice (bastante a tomar por el culo) para ver un palacio barroco hermosísimo: el palacio de Troja. La cosa no hubiera estado mal, de no ser porque la guía turística de Tindomion no advertía que, desde la parada de tranvía más próxima al palacio, hasta el palacio en sí, había una caminata de tres kilómetros por camino de tierra, junto al Voltaba, por en medio de ninguna parte. Después de patearnos todo el día Petryn y el Malá Strana, estábamos agotados, y aquella caminata me agotó tanto y me puso de tan mal humor que no tuve ganas para ver el palacio, que sería muy bonito, pero al cual acabé tomándole bastante manía. Luego, por supuesto, tuvimos que recorrer otros tres kilómetros para volver a coger el tranvía, que por cierto tuvimos suerte de poder tomar a tiempo, porque por allí sólo pasaba cada 40 minutos. Lástima de idea, que nos hizo desperdiciar la tarde para ir a ver un palacio que, si bien era bastante lindo, no merecía el esfuerzo de ir a verlo.


DÍA 6 (Lunes 24 de Agosto)

Tras la panzada de caminar del día anterior, por fortuna hoy tocaba algo más relajante: el Stare Mesto, es decir, la Ciudad Vieja. Una zona preciosa, que, por cierto, se convirtió en mi parte favorita de Praga. No hay una callejuela del Stare Mesto que no merezca la pena ser visitada y admirada, ya que todas son bellísimas, pero ningún sitio es tan bonito como la Plaza de Ayuntamiento. No sólo hay maravillas como la iglesia de Nuestra Señora de Tyn, sino que allí se alza uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad: el Ayuntamiento, con su Torre del Reloj.

El reloj astronómico de Praga es uno de los mayores atractivos turísticos de la ciudad, y una de las mejores obras de ingeniería medievales. Se trata de un reloj que, conforme a los conocimientos de la época, no sólo señala la hora en horario medieval y moderno, sino también si es de día o de noche, al estación de año, la posición de los astros en el cielo y el signo zodiacal. De nueve de la mañana a nueve de la noche, a cada hora en punto, se pone en marcha un ingenioso mecanismo (admirable si tenemos en cuenta que lo fabricó un ingeniero medieval y que ha seguido funcionando desde entonces a la actualidad), que hace que los doce apóstoles salgan a salud por unas ventanitas, mientras una serie de figuras alrededor del reloj se mueven: un gallo de oro que canta dando la hora, la Muerte que toca una campanita para anunciar que la hora postrera se acerca cada vez más (¡típico de los medievales!), un Turco, que representa el miedo y niega con la cabeza, y la Avaricia y la Soberbia, representadas respectivamente por un judío que agita una bolsa de dinero y un sujeto que asiente con la cabeza satisfecho mientras se mira en un espejo. Cuando el espectáculo terminaba, muchos turistas rompían a aplaudir espontáneamente, y es que no era para menos: cuando te pones a pensar en cómo debieron fabricar eso, con los limitados medios y conocimientos que tenían en aquel entonces... la verdad es que impresiona.

El reloj astronómico de Praga


Visitamos la antigua Universidad, recorrimos las calles hasta llegar de nuevo al Teatro Nacional, y encontramos un mercadillo precioso, donde se vendían tanto souvenirs como frutas, verduras y golosinas. Allí aprovechamos para comprar recuerdos... y yo me quedé con las ganas de comprar una cestita de frutas silvestres (frambuesas, grosellas, moras y arándanos) que al parecer abundan muchísimo por allí.

Por la tarde, visitamos el palacio de Wallenstein en el Malá Strana, que por culpa de la expedición al Holesovice se había quedado sin visitar el día anterior. La verdad es que son espectaculares: Wallenstein era un nombre que construyó su palacio y sus jardines para eclipsar la belleza del Castillo de Praga (y de hecho al final fue mandado asesinar por el emperador porque su ambición llegó demasiado lejos y conspiró para usurpar el trono). Los jardines son laberínticos, al estilo versallesco, llenos de setos, estatuas y fuentes.

Los jardines del palacio Wallenstein


Al final, hay una pared llena de estalactitas artificiales y un cenador maravilloso, que señalaba con crudo realismo el carácter egocéntrico de su dueño: el conde Wallenstein aparecía representado en múltiples pinturas dando rostro a los más emblemáticos héroes de la mitología: Hércules, Aquiles, Eneas... vamos, un hombre modesto donde los haya :-P


DÍA 7 (Martes 25 de Agosto)

Como el avión de vuelta a España no salía hasta mediodía, nos levantamos muy temprano y fuimos a ver lo que quedaba: la Vaclave Nemesti (Plaza de San Wenceslao). Una de las arterias comerciales de la ciudad, atestada y rodeada de McDonald's, KFC, y tiendas de moda tipo Mango, Benneton, etc. En realidad, lo digno de ver allí no eran esas tiendas, sino el Muzeum (que sólo pudimos contemplar por fuera) y la enorme estatua ecuestre del rey San Wenceslao.

Tindomion con el Muzeum y la estatua del rey San Wenceslao al fondo


Nos hicimos las fotos pertinentes, y de allí nos fuimos al hotel para recoger las maletas e ir al aeropuerto. Una vez allí, sorpresita: el avión que tenía que venir de Madrid a Praga para luego regresar con nosotros había tenido que dar la vuelta en pleno vuelo por problemas técnicos (menos mal que eso pasó a la ida, llega a pasar a la vuelta conmigo dentro y me da un infarto de miocardio), con lo cual, entre que regresaba a Barajas y los pasajeros cambiaban de avión, y el nuevo salía hacia Praga, tuvimos un retraso de dos horas y media. En el aeropuerto nos dieron unos bonos para que pudiésemos comer (160 coronas, ¿eh? Una miseria) y por fin, tras una larga espera, tomamos el vuelo de regreso a España.

Llegamos a las nueve de la noche y las maletas no llegaron hasta el día siguiente: igual que la vez que volvíamos de Venecia, se quedaron en Madrid (me gustaría saber cuándo diantres podremos regresar el extranjero sin que el primer avión tenga un retraso y perdamos el enlace maletero con el segundo).


Y esta, pues, es la crónica del viaje. Ya sé que me ha salido bastante larga, pero es que había muchas cosas de contar... y eso que me he dejado muchas chorraditas en el tintero. Ahora, si habéis leído hasta le final, no me queda más que felicitaros por el heroísmo y pediros un comentario ;-D