Pero vota bien. Yo me lo he pensado mucho. Desde que el PPSOE ha tomado el control bipartidista de este país mediante una leye electoral injusta, está claro que hay que echarles del poder, hay que encontrar una alternativa viable, sin políticos cantamañanas, ni vendidos a los bancos, al nacionalismo o a la demagogia fácil.
¿Y quién, entonces, puede ser digno de llevarse mi voto?
A mí me ha costado, porque en principio ninguna de las posibilidades me resultan satisfactorias, ni coinciden plenamente con mis ideas políticas y sociales. Pero al final he decidido quién se llevará mi voto el 20N.
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viernes, 28 de octubre de 2011
viernes, 21 de octubre de 2011
Firmar sin leer
Hace un tiempo, cuando en la Cosmopolitan se publicaba una sección de "casos reales", leí uno que me dejó bastante pillada por las implicaciones que tenía. Se titulaba algo así como "un error médico arruinó mi vida". No me voy a poner a teorizar ahora sobre la fiabilidad y la veracidad de esos casos reales de las revistas, lo importante es lo que decía la historia en sí, que era lo siguiente: una señorita había ido al ginecólogo por unas molestias, y según los síntomas el médico le diagnosticó un herpes genital. La señorita, al poco tiempo, conoció a un chico de buen ver, soltero y sin compromiso, con el que acabó pillando cacho. El problema es que se acostaron juntos, y claro, la pava pensó "si le digo que tengo un herpes genital, igual va y no se quiere acostar conmigo; mejor no le digo nada y a disfrutar que son dos días"- Y la chica y el chico se hicieron novios, con montooones de romanticismo y sexo apasionado, en ciertas ocasiones sin usar condón. Y, claro, sucedió que un día el chico averiguó el pastel, no recuerdo si por accidente o por propia confesión de la novia, y se enfadó tanto con ella por haberle ocultado su enfermedad, que la dejó. Resulta que algún tiempo después, la protagonista de la historia tuvo que hacerse una revisión médica y se descubrió que la habían diagnosticado mal, que nunca había tenido herpes genital. Sin embargo, a pesar de la buena noticia, el ex novio se negó a volver con ella.
El artículo acababa con las amargas lamentaciones de la chica quejándose de que un error médico la había hecho perder al amor de su vida, y claro, yo estaba flipada. Porque lo que provocó que el chico la dejara plantada no fue que tuviera un herpes genital, sino que se lo hubiera ocultado. No te dejó por enferma, pensé, sino por mentirosa. Una persona que miente en algo tan importante como es una cuestión de salud, es capaz de mentir en casi cualquier circunstancia, y es lógico que el chico no quisiera estar con alguien así. Pero no es que el diagnóstico fuese el motivo capital, es que la chica era así. Habría acabado dejándola por mentirosa en cualquier otra ocasión que se hubiese terciado. Aunque sea cierto que el médico la cagó y debería haber diagnosticado mejor, lo cierto es que su vida no la arruinó el error de diagnóstico, sino sus propias mentiras.
Esto viene a cuento de que me hace mucha gracia la forma en que las personas intentan por todos los medios descargar la responsabilidad de sus errores en los demás. Siempre fueron los otros, o las circunstancias, nunca fui yo. Eso sí, sólo en los errores; los aciertos son todos nuestros y si los compartimos con los demás es muy de vez en cuando, y sólo por no dar imagen de inmodestia. Lo estoy viendo muy a menudo ahora mismo, desde el 15-M, que está muy de moda criticar a los Bancos y responsabilizarles de todos los males del mundo. Ojo, los Bancos se han comportando y se siguen comportando como cabrones, y el Gobierno se ha equivocado de medio a medio al no controlarlos, pero de ese tema no voy a hacer yo ahora una entrada, que seguro que ya habéis leído muchas y estáis ya bien empapados del tema. Yo quiero hacer esta entrada para hablar de todas las personas que por ignorancia, inconsciencia y falta de sentido común se encenegaron hasta las cejas en un pantano en el que ellos mismos se metieron y ahora se quejan amargamente como si las desgracias les hubieran caído del cielo, en vez de habérselas buscado ellos mismos.
Leí hace poco, en el ADN del jueves pasado, un artículo que, además de estar mal documentado (ya que escriben en la sección de Economía, los periodistas podrían molestarse en aprender la diferencia entre un desahucio y un embargo), publica testimonios supuestamente "trágicos" de la "agonía" de unos pobres ciudadanos cuyas declaraciones, además de ser sonrojantes, dan vergüenza ajena.
Tenemos, por un lado, a un camionero que tuvo la brillante idea de pedir una hipoteca para comprarse un chalé, y luego, sin haber terminado de pagarla, pidió una ampliación de la hipoteca para comprarse un camión. Al cabo de poco tiempo se queda en paro, deja de pagar la hipoteca, y ahora le embargan. ¿A este señor no se le ocurrió pensar que era un riesgo absurdo pedir una ampliación de hipoteca y que hubiese sido mucho más lógico pedir un préstamo independiente, para no añadir el crédito de su camión a la hipoteca con la que tenía gravada su casa? Pues no. A este señor sólo se le ocurre decir que piensa denunciar "a la CAM, al Banco de España (!), a los jueces (!!) y a quien se le ponga por delante". Dí que sí, macho, con dos cojones. Y denuncia ya de paso al quiosquero de la esquina, que ayer te devolvió cinco céntimos menos de cambio y encima te miró mal.
Por otro lado, tenemos a una chica que se queja amargamente de haber pedido con toda tranquilidad un préstamo de 110.500 euros a una financiera (ni siquiera a un Banco, ¿eh? A una financiera, de esas en plan "tú pide que te damos sí o sí y nos importa una mierda tu solvencia, aunque eso sí, nos vas a poner de aval hasta tu alma"), perdió el trabajo, la financiera le subió los plazos del préstamo cada tres meses, y acabó metida en un lío muy gordo, porque resulta que puso de aval la casa de su madre. Con dos ovarios, nena, eso es; pon de aval la casa de tu madre y firma un contrato sin tener ni puta idea de las condiciones, y luego descárgate de toda responsabilidad y hazte la víctima cuando te suban las cuotas de devolución a 1700 euros al mes, porque, claro, "es que eso lo decía en una letra pequeñísima".
Yo no sé si estas personas vivían en los mundos de Yupi, se creían que vivíamos en Jauja, o pensaron que en lugar de tratar con cajas de ahorros, bancos y financieras estaban tratado con las Hermanitas Descalzas de la Caridad y Todos Los Santos. Lo que sí sé es que alguien debió incapacitarlos judicialmente, porque es obvio que no tenían ni idea de lo que supone firmar un contrato. Los contratos se firman libremente, después de leerlos cuidadosamente, y consultar con un asesor fiscal todos los puntos del contrato que no se entiendan o no resulten claros. Sólo así, únicamente así, debería una persona adulta e inteligente firmar un contrato. Si esa persona supuestamente adulta se lía la manta a la cabeza y firma un contrato sin saber lo que está firmando, y sin consultar a un abogado especializado en contratos o en derecho fiscal (porque, total, los abogados son todos unos ladrones y así me ahorro el dinero que cuesta la consulta), que luego no vaya llorando por las esquinas si le vienen mal dadas. O ya me dirán ustedes a quién coño, con dos dedos de frente, se le ocurre firmar un contrato de préstamo sin leer las condiciones de revisión de dicho préstamo y encima poner de aval la casa de su madre.
Los Bancos, y las financieras, no son hermanitas de la caridad, sino empresas. Cuyo fin, como el de toda empresa, es lucrarse lo máximo posible. Y un contrato es un contrato, y tu firma la estampas libremente, sin que nadie te ponga una pistola en la sien. Los "es que me metieron prisa", "es que el notario no me explicó mis derechos", "es que la letra era muy pequeña", no me valen. Si te meten prisa pides calma y tiempo, si no conoces tus derechos te buscas a un abogado que te los explique, y si la letra es muy pequeña te pones gafas para leerla. Y que nadie me venga con eso de que "los abogados sólo quieren sacarte dinero". Lo que te pueda cobrar un abogado por una consulta es infinitamente inferior a lo que te puede sacar el Banco si el contrato es abusivo o tiene cláusulas confusas que tú firmas a pesar de todo y luego no te esperas.
En definitiva, que sí, que los Bancos serán muy malos, pero lo cierto es que no habrían provocado tantas desgracias si las personas que firmaron contratos a ciegas con ellos no hubieran sido tan inconscientes. Los que son mayores para casarse, tener un curro, votar, conducir y beber alcohol, también deberían ser lo bastante responsables como para entender lo que significa firmar un contrato, y las implicaciones que tiene incumplirlo. Y si no lo entienden, que no lo firmen. Lo que no se puede hacer es meterte a dormir en la cueva del león y luego quejarte de lo injusto que es haber recibido un mordisco mientras dormías.
El artículo acababa con las amargas lamentaciones de la chica quejándose de que un error médico la había hecho perder al amor de su vida, y claro, yo estaba flipada. Porque lo que provocó que el chico la dejara plantada no fue que tuviera un herpes genital, sino que se lo hubiera ocultado. No te dejó por enferma, pensé, sino por mentirosa. Una persona que miente en algo tan importante como es una cuestión de salud, es capaz de mentir en casi cualquier circunstancia, y es lógico que el chico no quisiera estar con alguien así. Pero no es que el diagnóstico fuese el motivo capital, es que la chica era así. Habría acabado dejándola por mentirosa en cualquier otra ocasión que se hubiese terciado. Aunque sea cierto que el médico la cagó y debería haber diagnosticado mejor, lo cierto es que su vida no la arruinó el error de diagnóstico, sino sus propias mentiras.
Esto viene a cuento de que me hace mucha gracia la forma en que las personas intentan por todos los medios descargar la responsabilidad de sus errores en los demás. Siempre fueron los otros, o las circunstancias, nunca fui yo. Eso sí, sólo en los errores; los aciertos son todos nuestros y si los compartimos con los demás es muy de vez en cuando, y sólo por no dar imagen de inmodestia. Lo estoy viendo muy a menudo ahora mismo, desde el 15-M, que está muy de moda criticar a los Bancos y responsabilizarles de todos los males del mundo. Ojo, los Bancos se han comportando y se siguen comportando como cabrones, y el Gobierno se ha equivocado de medio a medio al no controlarlos, pero de ese tema no voy a hacer yo ahora una entrada, que seguro que ya habéis leído muchas y estáis ya bien empapados del tema. Yo quiero hacer esta entrada para hablar de todas las personas que por ignorancia, inconsciencia y falta de sentido común se encenegaron hasta las cejas en un pantano en el que ellos mismos se metieron y ahora se quejan amargamente como si las desgracias les hubieran caído del cielo, en vez de habérselas buscado ellos mismos.
Leí hace poco, en el ADN del jueves pasado, un artículo que, además de estar mal documentado (ya que escriben en la sección de Economía, los periodistas podrían molestarse en aprender la diferencia entre un desahucio y un embargo), publica testimonios supuestamente "trágicos" de la "agonía" de unos pobres ciudadanos cuyas declaraciones, además de ser sonrojantes, dan vergüenza ajena.
Tenemos, por un lado, a un camionero que tuvo la brillante idea de pedir una hipoteca para comprarse un chalé, y luego, sin haber terminado de pagarla, pidió una ampliación de la hipoteca para comprarse un camión. Al cabo de poco tiempo se queda en paro, deja de pagar la hipoteca, y ahora le embargan. ¿A este señor no se le ocurrió pensar que era un riesgo absurdo pedir una ampliación de hipoteca y que hubiese sido mucho más lógico pedir un préstamo independiente, para no añadir el crédito de su camión a la hipoteca con la que tenía gravada su casa? Pues no. A este señor sólo se le ocurre decir que piensa denunciar "a la CAM, al Banco de España (!), a los jueces (!!) y a quien se le ponga por delante". Dí que sí, macho, con dos cojones. Y denuncia ya de paso al quiosquero de la esquina, que ayer te devolvió cinco céntimos menos de cambio y encima te miró mal.
Por otro lado, tenemos a una chica que se queja amargamente de haber pedido con toda tranquilidad un préstamo de 110.500 euros a una financiera (ni siquiera a un Banco, ¿eh? A una financiera, de esas en plan "tú pide que te damos sí o sí y nos importa una mierda tu solvencia, aunque eso sí, nos vas a poner de aval hasta tu alma"), perdió el trabajo, la financiera le subió los plazos del préstamo cada tres meses, y acabó metida en un lío muy gordo, porque resulta que puso de aval la casa de su madre. Con dos ovarios, nena, eso es; pon de aval la casa de tu madre y firma un contrato sin tener ni puta idea de las condiciones, y luego descárgate de toda responsabilidad y hazte la víctima cuando te suban las cuotas de devolución a 1700 euros al mes, porque, claro, "es que eso lo decía en una letra pequeñísima".
Yo no sé si estas personas vivían en los mundos de Yupi, se creían que vivíamos en Jauja, o pensaron que en lugar de tratar con cajas de ahorros, bancos y financieras estaban tratado con las Hermanitas Descalzas de la Caridad y Todos Los Santos. Lo que sí sé es que alguien debió incapacitarlos judicialmente, porque es obvio que no tenían ni idea de lo que supone firmar un contrato. Los contratos se firman libremente, después de leerlos cuidadosamente, y consultar con un asesor fiscal todos los puntos del contrato que no se entiendan o no resulten claros. Sólo así, únicamente así, debería una persona adulta e inteligente firmar un contrato. Si esa persona supuestamente adulta se lía la manta a la cabeza y firma un contrato sin saber lo que está firmando, y sin consultar a un abogado especializado en contratos o en derecho fiscal (porque, total, los abogados son todos unos ladrones y así me ahorro el dinero que cuesta la consulta), que luego no vaya llorando por las esquinas si le vienen mal dadas. O ya me dirán ustedes a quién coño, con dos dedos de frente, se le ocurre firmar un contrato de préstamo sin leer las condiciones de revisión de dicho préstamo y encima poner de aval la casa de su madre.
Los Bancos, y las financieras, no son hermanitas de la caridad, sino empresas. Cuyo fin, como el de toda empresa, es lucrarse lo máximo posible. Y un contrato es un contrato, y tu firma la estampas libremente, sin que nadie te ponga una pistola en la sien. Los "es que me metieron prisa", "es que el notario no me explicó mis derechos", "es que la letra era muy pequeña", no me valen. Si te meten prisa pides calma y tiempo, si no conoces tus derechos te buscas a un abogado que te los explique, y si la letra es muy pequeña te pones gafas para leerla. Y que nadie me venga con eso de que "los abogados sólo quieren sacarte dinero". Lo que te pueda cobrar un abogado por una consulta es infinitamente inferior a lo que te puede sacar el Banco si el contrato es abusivo o tiene cláusulas confusas que tú firmas a pesar de todo y luego no te esperas.
En definitiva, que sí, que los Bancos serán muy malos, pero lo cierto es que no habrían provocado tantas desgracias si las personas que firmaron contratos a ciegas con ellos no hubieran sido tan inconscientes. Los que son mayores para casarse, tener un curro, votar, conducir y beber alcohol, también deberían ser lo bastante responsables como para entender lo que significa firmar un contrato, y las implicaciones que tiene incumplirlo. Y si no lo entienden, que no lo firmen. Lo que no se puede hacer es meterte a dormir en la cueva del león y luego quejarte de lo injusto que es haber recibido un mordisco mientras dormías.