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viernes, 29 de marzo de 2013
Once Upon a Time: ¿Habrá Swanfire en el futuro?
Antes de comenzar con la entrada propiamente dicha, advertencia: pueden encontrarse spoilers de diversa consideración (algunos muy gordos) hasta el capítulo 18 de la segunda temporada ("Selfless, brave and true"). Quien lea, ya conoce los riesgos.
Una vez dicho esto, pasemos a analizar. El último capítulo, centrado en August/Pinocho, ha sido de lo más revelador y significativo que ha habido últimamente en la serie. Sobre todo, creo yo, en lo que se refiere a las intenciones de los guionistas de cara al final de temporada (para el que sólo quedan cuatro capítulos) y a la tercera.
Uno de los principales componentes de esta serie, aunque nos ea el hilo conductor, es el amor. Tenemos las relaciones clásicas de toda la vida, que nadie en su sano juicio se plantearía trastocar, como la de Cenicienta y su príncipe o Blancanieves y el suyo. Tenemos los amores trágicos, como el de Ruby con Peter o el de Regina con Daniel. Tenemos las relaciones que todo el mundo quiere que sigan adelante pero que por diversos motivos han quedado en stand-by a causa de una maldición, como la de Aurora y Felipe o mi adorado Rumbelle. Y por último, tenemos a Emma. La vida amorosa de Emma es la más enigmática, la que no sabemos por dónde nos va a salir. Y no es de extrañar, dado que, al ser de los pocos personajes de la serie que no pertenece al mundo de Disney, es también de los pocos con el que los guionistas tienen manga ancha para hacer lo que les dé la gana.
Y realmente, la vida amorosa de la Elegida es un enigma, del mismo modo que lo es la de Baelfire, el hijo de Rumpelstiltskin y padre de Henry, otro personaje inventado para la serie y por tanto de libre manipulación por parte de los guionistas.
Que nosotros sepamos, Emma ha tenido dos intereses amorosos en su vida: Neal/Bae, con quien tuvo a Henry y de quien se acabó separando cuando la metieron en prisión, y el sheriff Graham, con quien tuvo un breve affair antes de que Regina lo matara. Tras un tiempo sola, ha habido cierta tensión sexual no resuelta con August/Pinocho y con el Capitán Garfio. En cuanto a Nealfire, ha estado enamorado de Emma todo el tiempo hasta que conoció casualmente a Tamara, la cual se lo llevó al huerto, y con quien está prometido en la actualidad.
Hasta ahora, no estaba muy claro qué sería de ellos (Neal estaba prometido con Tamara, y Emma... bueno, hay hasta quien quería liarla con Regina). Pero creo que, tras el capítulo 18 de la segunda temporada, las aguas del futuro se van aclarando, y creo que ya es posible atisbar por dónde van a ir las cosas en los últimos capítulos de esta temporada, y a lo largo de la siguiente:
Emma/Graham: Esta pareja molaba al principio de la primera temporada, pero pronto quedó claro que era agua de borrajas. Más que nada, porque los guionistas se apresuraron a cargarse al pobre Cazador antes de que lo suyo con Emma tuviera tiempo de cuajar. Así que creo que queda claro que, realmente, los guionistas nunca tuvieron intención de que la cosa funcionase.
Emma/Garfio: Más tensión sexual imposible. Garfio no para de hacerle comentarios subiditos de tono a Emma, y a ella no parecía desagradarle la imagen de chico malo y rebelde que ya le atrajo de Neal y que en el fondo le recuerda a sí misma. ¿Problemas? Fundamentalmente dos: el primero, que Garfio en el fondo no ha olvidado a Milah (si no, no sé por qué tanta perra de vengarla y recordarla a todas horas), el segundo, que Garfio y Rumpelstiltskin son la némesis el uno del otro, y no pueden vivir en paz durante mucho tiempo: al final, uno de los dos tendrá que morir para que el otro viva. Y si se trata de elegir a un personaje de entre los dos, creo que el 95% de los fans de la serie elegirán a Rumpel, que además es uno de los protagonistas a diferencia de Garfio, tan sólo un secundario (que además, en el cuento original de Peter Pan, acaba devorado por el Cocodrilo, y ya sabemos que el rollo Nunca Jamás va a cobrar fuerza en la tercera temporada).
Emma/August: Parecía probable que estos dos acabaran juntos, ya que se veía cierto feeling entre ellos, ambos estaban solteros, y además August tenía cierto afán protector sobre Emma, teniendo en cuenta que la había abandonado durante su infancia y que él debería haber sido su guía para aceptar que provenía del mundo mágico. Pero aparecieron dos cosas que truncaron las posibilidades: la primera, que August desapareciera del mapa durante la mayoría de la segunda temporada (y que Emma no se preocupara mucho de qué había sido de él era bastante significativo). Lo segundo, y definitivo, es que al final de Selfless, Brave and True el Hada Azul lo haya convertido en un niño. Este giro de guión me parece cogidísimo con pinzas, pero creo que entiendo la doble intención que tiene: por un lado, no revelar demasiado deprisa al personaje de Tamara como nueva villana, y por otro lado, cortar de raíz las posibilidades de que Emma y August sean más que amigos, sobre todo cuando se hizo patente que a August sí le gustaba Emma (no hay más que recordar su cara de alivio cuando se entera de que ella y Neal no han reanudado su relación amorosa).
Neal/Tamara: Cuando Tamara apareció por primera vez en el capítulo 14 (Manhattan), muchos fans se le tiraron al cuello porque cortaba en seco la posibilidad de "reconciliación familia feliz", pero a mí me inspiraba cierta simpatía. Al fin y al cabo, la pobre mujer no tenía la culpa de que Neal hubiese tenido en el pasado un amorío con Emma y un hijo como resultado del asunto, no tenía por qué ser mala persona, y además supuse que Neal tenía que quererla mucho como para haberse prometido en matrimonio con ella, sobre todo cuando no había hecho amago de volver a Storybrooke a buscar a Emma a pesar de que sabía que el hechizo ya se había roto.
Pero, para todos los que pensábamos así y sentíamos cierta empatía hacia Tamara, el último capítulo ya se ha encargado de despejarnos todas las dudas. Creo que demasiado, incluso. Porque Selfless, Brave and True se dedica, aparte de a contar la historia de August, a desmontar punto por punto al personaje de Tamara hasa convertirla en un auténtico monstruo: es mentirosa, es manipuladora, tiene oscuras intenciones (relacionadas con la magia, además, lo cual pone en peligro a Storybrooke), y para colmo es una asesina fría y despiadada (no vaciló en matar al Dragón sin dudarlo un instante). Vamos, que sólo le faltaba matar gatitos. Y para que no nos quede ninguna duda de que esta mujer vive sólo por el interés, resulta que ni siquiera está enamorada de Neal: lo sedujo a propósito cuando vio que era amigo de August y le está poniendo unos cuernos del tamaño de la catedral de Segovia (pobre Neal, esto de la infidelidad conyugal debe ser hereditario) con Greg/Owen, el hombre con el que realmente está (y al que probablemente también está manipulando, usándolo para conseguir pruebas de que la magia existe). Todo esto para que ni los más acérrimos defensores de Tamara la Mala sientan deseos de seguir defendiéndola de aquí en adelante, y para dejarnos en claro que, ahora que Rumpel y Regina están en plan "no sabemos si seguimos siendo malos o nos volvemos buenos" y que Cora ha muerto, Tamara va a ser la siguiente gran villana.
¿Solución? Swanfire. Es la única pareja posible que queda, teniendo en cuenta que los guionistas han ido cortando de raíz, una por una, todas las otras posibilidades. August y Tamara eran hasta ahora los dos mayores obstáculos para que Emma y Neal volvieran a estar juntos, y ya hemos visto con qué poca sutilidad los has quitado de en medio. Por supuesto, habrá triángulo amoroso durante algún tiempo, que para algo se lleva tanto ahora, pero creo que tras el último capítulo ha quedado clarísimo quién es la buena y quién la mala, y por dónde quieren llevar las cosas los guionistas en cuanto a la trama amorosa de Emma y Neal/Bae se refiere. Me apuesto 10 a 1 a que, en la siguiente temporada, seremos testigos de cómo los padres de Henry vuelven a reunirse. Lo único que espero es que al abuelito Rumpel le espere el mismo destino y pueda volver a ser feliz en compañía de Bella.
lunes, 25 de marzo de 2013
Desmitificando Robin Hood
Hay un relato que, aunque como historia de ficción no está nada mal (la versión de Disney me gustaba mucho de pequeñita), me fastidia bastante desde el punto de vista histórico. Estoy hablando del mito de Robin Hood.
Como historia ficticia, la verdad es que tiene gancho: bandolero guapo y de noble corazón roba a los ricos esbirros de un malvado rey usurpador que ahoga a impuestos al pueblo para dárselo a los pobres, por supuesto todo en nombre del legítimo monarca, un valiente y justo rey guerrero que cuando vuelva sabrá recompensar al bandolero, y por supuesto le concederá la mano de la hermosa princesa.
¿Problema? Que esta historia se ha tratado de vender como histórica, o al menos basada en hechos reales... y de real tiene más bien poco. Sobre todo cuando rascas un poco en la historia y te das cuenta no sólo de que el papel rey justo-rey villano está invertido, sino de que el bandolero en que se basa (vagamente) Robin Hood, vivió siglo y medio antes del reinado de John Plantagenet (el famoso Príncipe Juan).
¿Qué hay de verdad y qué de mentira en esta historia? Para averiguarlo, lo mejor es analizar a sus protagonistas:
Ricardo I de Inglaterra:
También conocido como Ricardo Corazón de León. Menudo elemento. Tercer hijo varón de Enrique II, adoraba a su madre hasta extremos obsesivos (hay quien dice que tenía complejo de Edipo), y con sólo 16 añitos conspiró contra su padre y su hermano Enrique, el príncipe heredero, para arrebatarles el trono. La verdad es que Enrique II era un poco gafe, porque su mujer lo odiaba y sus hijos eran una especie de mezcla entre los Lannister y los Frey que desayunaban, almorzaban y cenaban conspirando, generalmente contra él (a excepción del menor, Juan, que fue el único que le salió buenecito). La conspiración fracasó, entre otras cosas porque Ricardo cambió de bando en el último momento traicionando a sus otros hermanos, y Enrique II lo perdonó y le ordenó ir a sofocar las rebeliones de algunos nobles de Aquitania. En Angulema, los cronistas cuentan que Ricardo tomó crueles represalias contra el vizconde Aimar V de Limoges y el conde Elie de Périgord, violando a sus esposas e hijas y ordenando a sus soldados que continuaran con las violaciones cuando él terminó con ellas. Después, como se aburría, volvió a conspirar contra su padre, y tras muchas intrigas consiguió que le concediera el trono de Inglaterra.
En su coronación, lo primero que hizo fue echar de su presencia a los judíos y a las mujeres. No contento con ello, ordenó un pógromo que se extendió por todo Londres, durante el cual miles de ellos fueron golpeados hasta la muerte y quemados vivos mientras sus casas eran saqueadas. La violencia fue tal que llegó a asquear al mismísimo Arzobispo de Canterbury. Al darse cuenta de que el pógromo estaba siendo contraproducente, mandó ejecutar a parte de los que habían participado en él.
Como Ricardo, si no derramaba sangre, se aburría, no se molestó en aprender inglés, pasó sólo seis meses en Londres, y acto seguido dejó el trono en mano de funcionarios y se largó a la Tercera Cruzada. Su crueldad a la hora de violar mujeres y asesinar prisioneros indiscriminadamente (después de tomar Acre, por ejemplo, mandó degollar a 3.000 prisioneros de guerra musulmanes, a pesar de que el sultán Saladino ofreció un rescate por ellos) hizo que el propio rey de Francia, Felipe II, le diera la espalda y se negara a combatir junto a él, regresando a su país y abandonando la Cruzada. Ricardo no sólo siguió adelante, sino que conspiró para asesinar a Conrado de Montferrat, al que habían coronado rey de Jerusalén, y casar a su viuda embarazada con un primo suyo.
Finalmente, en 1192, fue capturado cuando regresaba a Inglaterra por Leopoldo V de Austria, primo de Conrado de Montferrat, que no estaba muy contento con Ricardo a causa del asesinato de su primo. Aunque Ricardo viajaba disfrazado de peregrino por temor a la represalia, fue descubierto porque a todo el mundo le llamó la atención que un humilde peregrino llevara un anillo de oro y se empeñara en comer pollo asado (una delicatessen de la época) en las posadas. Chico listo. Se pasó bastante tiempo prisionero porque era tan bestia que a nadie le interesaba liberarlo; Felipe II seguía espantado por su comportamiento en la Tercera Cruzada, e incluso el papa Celestino III lo rechazaba. Al final fue su madre, Leonor de Aquitania, la que movió cielo y tierra y consiguió el dinero para liberarle.
Cuando regresó a Inglaterra, nombró a su hermano Juan, cuya administración había salvado al país de caer en la ruina mientras él jugaba a los soldaditos, su heredero, y él fue quien reinó en Inglaterra a su muerte, en 1199. Sir Steven Runciman, autor de la Historia de las Cruzadas, lo describe como un hombre violento y pendenciero, avaricioso, desleal, aficionado a los excesos y las violaciones, irresponsable, egoísta y mal administrador. Al parecer, lo único que había bien era pelear, y fue tan buen guerrero como mal rey, un poco al estilo de Rober Baratheon de Juego de Tronos.
Juan I de Inglaterra:
También conocido como John Plantagenet, el Príncipe Juan, o Juan Sin Tierra (los que querían cabrearle, además, lo llamaban Espada Suave, mote humillante que venía de sus pocas habilidades militares). Cuarto hijo, el menor, de Leonor de Aquitania y Enrique II. La leyenda negra le acusa de estar obsesionado con su madre, pero lo cierto es que era Ricardo, no él, quien tenía una relación enfermiza con Leonor de Aquitania. Juan, en realidad, fue el preferido de su padre, aunque al ser el menor no esperaba heredar.
Juan era un hombre inteligente y un buen administrador, pero su ineptitud en combate era notoria. Cuando su hermano Ricardo, rey de Inglaterra, partió para luchar en la Tercera Cruzada, estuvo cerca de arruinar el país a base de impuestos para conseguir financiarla (sí, en efecto, el que frió a impuestos a los pobres ingleses fue Ricardo, no Juan), y nombró como administrador en su ausencia a Guillermo de Longchamp, obispo de Ely, un hombre altivo y orgulloso que dilapidó en diversiones el poco dinero que aún quedaba de financiar la Cruzada de Ricardo. Juan, dándose cuenta de que entre Longchamp y su hermano iban a llevar el país a la bancarrota, conspiró para sacar de en medio al obispo y gobernar en su lugar. Para ello, contó con el apoyo de Felipe II, rey de Francia, que como ya sabemos no se llevaba muy bien con Ricardo. La conversación fue un poco así:
Juan: "Joder, estoy desesperado, el milhombres de mi hermano ha jodido el reino a impuestos y ahora el imbécil del obispo de Ely está gastándose en putas y en torneos el poco dinero que queda en las arcas reales..."
Felipe: "Hombre, Juan, no te preocupes. Mira, tu hermano Ricardo me cae gordo porque es un puto psicópata
Juan: "Muchas gracias, Felipe. ¡Eres un amigo!"
Esto, por supuesto, hizo ponerse de morros a bastantes eclesiarcas, lo cual, junto a su negativa de participar en la Cuarta Cruzada (recordémoslo, la que acabó destruyendo y saqueando Constantinopla) y su mala relación con el papa Inocencio III, hizo que muchos monjes cronistas se pusieran en su contra y acabasen creando la leyenda negra que gira en torno a él.
Cuando Ricardo volvió de la Tercera Cruzada, lógicamente se cabreó al enterarse de los tejemanejes que Juan había hecho en su ausencia, pero también supo apreciar que su administración había evitado la bancarrota de Inglaterra, de modo que lo perdonó y lo nombró su heredero.
Al morir Ricardo en 1199, Juan tuvo que vérselas con su sobrino Arturo, hijo de su hermano Godofredo, que intentó arrebatarle el trono. Y Felipe II de Francia, que era un poco felón y se había aprendido eso de que a río revuelto ganancia de pescadores, le dio la espalda a Juan. La cosa fue como sigue:
Juan: "¡Pero Felipe! ¿Qué coño es eso que me han contado de que apoyas a Arturo para que me derribe del trono? ¡Si éramos amigos!"
Felipe: "Ya, pero es que he pensado que si te declaro la guerra con la excusa de apoyar a tu sobrino, te quito todas tu posesiones en Francia y me las quedo para mí!"
Juan: "¡¡Serás hijo de puta!! ¡¡No sé cómo me he podido fiar de ti!!"
Felipe: "Pues con la familia que tienes no sé cómo te sigues fiando de alguien..."
Juan, lógicamente, fue a la guerra para intentar recuperar sus territorios en Francia, para lo cual contó con la ayuda del emperador alemán Otón IV, pero aunque consiguió capturar a Arturo y hacerlo matar, acabando así con la amenaza a su trono, perdió la guerra y no pudo evitar que su antiguo amigo Felipe le arrebatara sus posesiones francesas, lo cual le valió el sobrenombre de Juan Sin Tierra.
Tras regresar a Inglaterra, Juan se dedicó a reinar. Además de hacerle niños a su esposa y tener numerosas amantes -se dice que era muy bien parecido, y de hecho tuvo doce bastardos reconocidos-, se dedicó a gobernar, y la verdad es que lo hizo bien. Aparte de modernizar la flota inglesa y crear la Armada Real, impulsó el comercio y la burguesía librando de impuestos sobre las exportaciones a los mercaderes, otorgó a Inglaterra la famosa Carta Magna, precursora del constitucionalismo, y concedió a Londres el privilegio de ciudad autónoma, haciéndola vasalla directa del rey. Gobernó de un modo casi renacentista, de manera avanzada a su época, disminuyendo la potestad impositiva y punitiva que tenían los nobles sobre sus vasallos y fomentando el crecimiento de la burguesía, lo cual le hizo capear varias rebeliones de nobles descontentos. Gracias a su apoyo al comercio y a su buena capacidad administrativa (era tan buen gobernante como mal general) sacó al país de la bancarrota y le devolvió la prosperidad que el reinado de Ricardo le había hecho perder. Murió en 1216.
Robin Hood:
Como tal, este personaje nunca existió. Los historiadores han tratado de dar con personajes que pudieran haber servido de inspiración para crearlo y algunos encontraron, aunque ninguno de ellos fue contemporáneo de Juan I de Inglaterra. Se ha especulado que pudo ser un herrero, apellidado Hood, que estaba al servicio del conde de Lancaster, el cual se rebeló contra Eduardo II de Inglaterra en el siglo XIV y se refugió en los bosques de Sherwood cuando le rebelión fue aplastada, dedicándose para sobrevivir a asaltar y saquear todas las caravanas que podía... por supuesto, quedándose el botín para él. En el siglo XVIII, el doctor William Stuckeley atribuyó la personalidad de Robin Hood al noble caído en desgracia Robert de Kyme, que se convirtió en fugitivo. No obstante, dado que este personaje nació en 1210, sólo tenía 6 años cuando Juan Plantagenet murió.
Por último, existen también un documento legal fechado en 1226 (diez años después de la muerte de Juan) donde se habla de un bandolero fugitivo llamado Robert Hood.
También se especula con la identidad de un bandolero, llamado también Hood, de quien se dice que tenía una numerosa banda y actuó como salteador de caminos en el siglo XI, cien años antes de que Juan reinara.
Sea como sea, lo que está claro es que ninguno de estos personajes robaba a los ricos para dárselo a los pobres, sino que sencillamente eran como cualquier otro salteador de caminos: atacaban a los viajeros, los desvalijaban y se quedaban con el botín. Ninguno de ellos tuvo enemistad con Juan I, se enfrentó a él, o fue siquiera contemporáneo suyo, y se cree que las primeras versiones de esta historia aparecieron en el siglo XIV y fueron fruto de la campaña de desprestigio que ciertos monjes y cronistas de Ricardo I llevaron a cabo para desprestigiar la imagen de Juan Sin Tierra. De hecho, teniendo en cuenta lo común que era el apellido Hood y la inmensa cantidad de forajidos y salteadores que parecían llevarlo, algunos historiadores especulan que "Robin Hood" podría haber sido una suerte de mote o nombre genérico con el que la gente se refería a los bandidos, ya que hay al menos evidencias de que a ocho personas distintas se les aplicó dicho seudónimo en documentos judiciales.
Sheriff de Nottingham y la Princesa Marian: De estos nada he podido encontrar; son personajes totalmente ficticios. De hecho, Marian no aparece en las primeras versiones de la leyenda de Robin Hood, y no es hasta finales del siglo XV cuando las baladas y leyendas crean este papel de protagonista femenina.
En definitiva, que no sólo Robin y sus amigos son una pura invención, sino que el rey egoísta y avaricioso que esquilmó a su pueblo a impuestos y estaba obsesionado con su madre era Ricardo Corazón de León, no su hermano Juan. Es una lástima que las leyendas populares y los cronistas y biógrafos malintencionados empañaran de modo semejante la historia y la reputación de Juan I Plantagenet, uno de los reyes más modernos y avanzados de su época: buen gobernante, autor del primer documento precursor del constitucionalismo, y con el espíritu y la forma de gobernar de un príncipe renacentista a finales del siglo XII.
viernes, 15 de marzo de 2013
Francisco I, ¿una nueva esperanza?
Como cristiana que sabéis que soy (o al menos, los lectores habituales de este blog lo saben), he seguido con sumo interés la elección del nuevo Papa tras la renuncia de Benedicto XVI. Es ya sabido por todo el mundo que el nombramiento ha recaído en Jorge Mario Bergoglio, cardenal de Buenos Aires, y que ha sido una gran sorpresa para casi todo el mundo, pues no se encontraba entre los favoritos y las encuestas ni lo mencionaban.
Franciso I, en su primera aparición pública como Papa. Muchos lo comparan ya, tanto por su aspecto físico como por su carácter, con Juan XXIII
¿Y qué tal, este nuevo Papa? ¿Mejor que la media? ¿Peor? ¿Como siempre? Por supuesto, en menos de una semana de pontificado es imposible hacer análisis demasiado profundos o preveer el futuro con detalle, pero sí hay una serie de pros y de contras que me han permitido llevar a cabo un análisis de Francisco I, que quiero compartir con vosotros:
PROS:
1) Su humildad y austeridad son reconocidas: Estamos frente a un señor que, de primeras, apareció en el balcón de la plaza de San Pedro sin ninguno de los ornamentos lujosos que son habituales en los Papas (vestía de blanco y con una sencilla cruz al pecho), y pidió la bendición del pueblo antes de dar él la suya. Y poco a poco, se han ido conociendo detalles de su vida: por ejemplo, que cuando eran cardenal vivía en un piso normal en lugar de en un palacio, que se preparaba él mismo la comida, viajaba en transporte público y usaba ropa de segunda mano. Una vez nombrado Papa, se negó a coger el Mercedes oficial de lujo y prefirió ir en minibus, después de pagar la cuenta de su estancia en la residencia de Santa Marta ante el estupor del personal que allí se encontraba. También es sabido que critica duramente a su gobierno por el aumento de la pobreza y la desprotección de la infancia, y que frecuentemente organizaba charlas y prédicas en la calle, hablando enérgicamente en favor de los derechos de los más pobres.
2) Su nombre: El hecho de que haya elegido el nombre de Francisco como Papa es muy significativo. Hay quien piensa (opinión más extendida) que se lo ha puesto en honor a San Francisco de Asís, el santo bueno, pobre y piadoso por excelencia. Otros creen que es en honor a San Francisco Javier, jesuita que evangelizó China y Japón y se opuso duramente al tráfico de esclavos. Sea como sea, está claro que su nombre es toda una declaración de intenciones... y un desafío para todos esos cardenales y altos prelados que son más trepas que devotos y que se aprovechan de la Iglesia para sacar dinero y vivir como príncipes.
3) Es jesuita: ¿Y qué?, podrían decir algunos. Pues resulta que los jesuita se llevan a matar con el Opus Dei. No es que tenga nada personal contra el Opus (de hecho he conocido a muchos simpatizantes laicos que eran bellísimas personas; por desgracia, no puedo decir lo mismo de sus sacerdotes), pero es bien sabido que se trata de una organización ultraortodoxa, muy conservadora, y que utiliza el dinero y el alto estatus social como uan forma de captación y de exclusivismo, algo que, admitámoslo, se pega de leches con en mensaje de Jesús. El Opus Dei fue alzado a las cúspides del poder en el Vaticano gracias a Juan Pablo II, el mismo tío simpático que paralizó en seco la aplicación del progresista Concilio Vaticano II. Un Papa jesuita, pues, puede suponer el fin de la hegemonía del Opus Dei en la Iglesia y la apertura a ideas nuevas y progresistas, que tanto se necesitan.
4) Es un científico: De hecho, es licenciado en Ciencias Químicas. Creo que s importante y muy positivo tener un Papa versado en ciencias, más que nada para callarle la boca a todos los que opinan que los creyentes somos una banda de supersticiosos ignorantes que vamos en contra de la ciencia o la ignoramos en absoluto. Francisco I es un ejemplo más de que la ciencia y la religión no son incompatibles, porque de hecho la ciencia no son más que las reglas por la que se rige el Universo creado por Dios.
5) Va a saco en contra de los pederastas: Si con los dos anteriores Papas parecía que el encubrimiento y la ocultación estaban a la orden del día (aunque Benedicto XVI en los últimos años intentó cambiar esa tendencia), las cosas han dado un grito radical. En un par de días de pontificado, Francisco I ya le ha dado un buen rapapolvo al sinvergüenza del cardenal Bernard Law, encubridor de bastantes casos de abusos sexuales en Boston a lo largo de casi 30 años, que antes de sentarse en el banquillo huyó como una cucaracha a Roma para pedir asilo y fue protegido por Juan Pablo II (sí, el mismo amiguito del Opus que comentábamos antes), el cual encima lo nombró arcipreste de la Basílica de Santa María la Mayor. El señor Law que se las prometía muy felices yendo a hacerle la pelota al nuevo Papa, recibió un furibundo "¡No quiero que vuelva a frecuentar esta basílica!" como respuesta, y al parecer va a acabar sus días de un modo muy parecido a como si hubiera sido condenado en verdad por los tribunales: apartado de toda dignidad, lujo y boato y encerrado a la fuerza y de por vida en un convento de clausura.
CONTRAS:
1) Es poco tolerante con la homosexualidad: Triste, y no me gusta nada, pero desgraciadamente lo veo comprensible. pero creo que tampoco podemos pedir peras al olmo. La verdad es que no piensa diferente del resto de personas de su generación. Porque, seamos sinceros, ¿qué diría cualquier octogenario si supiera que un nieto suyo es homosexual? ¿Recibiría la noticia con alegría? ¿De veras pretendemos que un hombre de 77 años y de ambiente conservador (recordemos que es argentino) piense de modo distinto? Los cambios de mentalidad llevan tiempo, hará falta que nuestra generación se haga vieja para que los ancianos acepten la homosexualidad.
2) Se le acusa de no enfrentarse a la dictadura militar argentina: Efectivamente, pero esta cuestión tiene tres atenuantes: uno, que jamás ha sido encausado por colaborar con ella, dos, que pidió perdón públicamente por no haberse opuesto lo suficiente, y tres, que muchos testimonios afirman que actuó a la manera del Papa Pío XII, que de cara a la galería no se opuso al nazismo para que la Iglesia no sufriera represalias, pero de tapadillo estuvo ayudando a mucha gente en apuros.
3) Tendrá que guardarse las espaldas: Esto me parece muy grave, aunque supongo que ya le habrán hecho llegar la advertencia. Todos sabemos lo que le pasó al pobre Juan Pablo I por ser demasiado progresista, y Francisco I además de tener el mismo espíritu de humildad y renovación va dispuesto a repartir caña a los cardenales y obispos corruptos y pertenece a una orden religiosa que es rival de Opus Dei. Por decirlo finalmente, si yo fuera él, haría análisis químicos de mi comida y me rodearía de un servicio de seguridad privada de mi entera confianza. Y, desde luego, si a este señor le ocurre algo, lo que sea, en sus primeros meses o años de Pontificado, creo que tendremos bastante claro a quién acusar. Ojalá no sea así, y que Dios lo proteja.
Por lo pronto, ya debe tener según qué personas bastante asustadas, ya que se ha tardado poquísimo en difundir masivamente, por parte de una asociación atea mexicana, una noticia sobre supuestos comentarios misóginos acaecidos hace algunos años, que ha resultado ser un descarado fake dirigido a desprestigiar a cualquier precio la imagen del Pontífice, y que algunos periodistas con nula ética y profesionalidad se ha dedicado a propagar sin molestarse en verificar las fuentes. Por lo menos, este incidente señala algo positivo: primero, que los malvados empiezan a tenerle miedo, y segundo, que si todo lo que han podido usar para desacreditarle son noticias falsas y manipulaciones, es posible que Francisco I sea, por fin, el Papa que estábamos esperando. Tal vez podamos atrevernos a tener esperanza, esperanza en una Iglesia mejor y fiel por fin al mensaje de Cristo.