Páginas
▼
martes, 24 de diciembre de 2013
Este año vuelve...
Mi postal navideña de Los Simpson :-D
Feliz Natividad de Nuestro Señor Jesucristo a todo el mundo. Espero que esta Nochebuena, mañana día de Navidad, y el resto de las fiestas, disfrutéis de buena comida, buena compañía, buenos momentos, ¡y buenos regalos! Feliz cumpleaños a Jesús, y en esta Tierra paz a todos los hombres y mujeres de buena voluntad :-)
jueves, 19 de diciembre de 2013
Meme musical pre navideño ^^
Ahora que se acercan las fiestas navideñas, me apetece hacer una entrada divertida y ligerita como esta. En esta ocasión, es un meme musical copiado del blog de Laura, una chica a la que tengo el gusto de leer siempre que puedo y cuyas entradas recomiendo encarecidamente.
No voy a "etiquetar" a nadie en el meme para que nadie se sienta obligado o forzado a "quedar mal" si no tiene ganas o tiempo para hacerlo, pero sentíos libres de llevároslo a vuestro blog si así lo queréis.
¡Christmas is coming, bitches!
1. Una canción de tu infancia
Hijo de la Luna, de Mecano. Me encantaba cuando mi madre me la ponía de pequeña y me basta escucharla para volver a la primer infancia.
2. Una canción de tu adolescencia
Se fue, de Laura Pausini. ¿Qué adolescente de los noventa no se emocionaba con las canciones de amor de Laura Pausini.
3. La mejor canción de la historia
Sumamente difícil; hay muchas buenísimas. Pero creo que me quedo con Ghost Love Score, de Nightwish, que es muy especial para mí por muchas razones.
4. La mejor de tu grupo favorito
Jillian, de Within Temptation. Aunque de nuevo ha sido difícil, ¡me gustan todas las canciones de este grupo!
5. La mejor voz femenina
Tarja Turunen, sin lugar a dudas.
6. La mejor voz masculina
Fabio Lione.
7. Una canción prohibida
Sarandonga. La odio con todas mis fuerzas, me pongo de los nervios al escucharla y prohibí expresamente que sonara en mi boda.
8. Una canción que siempre te alegre el día
Run to you, de Roxette.
9. Una canción que te marcó
El valor que no se ve, de Laura Pausini. Me dio muchas esperanzas en momentos muy malos de mi vida.
10. Una canción que hayas escuchado más de tres veces seguidas
Hoy mismo he escuchado más de tres veces seguidas The Last Crusade, de Epica.
11. Una canción para salir de marcha
Hard Rock Hallelujah, de Lordi. Es imposible esucharla y no ponerse a pegar saltos.
12. La que quieres que suene en tu funeral
Into the West, de Annie Lenox. Es una hermosísima metáfora sobre la muerte y la esperanza que hay más allá de ella.
13. Una canción que te recuerde a tu amor
Sleeping Sun, de Nightwish. Es la canción con la que abrimos el baile en nuestro banquete de boda <:_ font="">
14. Una pieza de música clásica
El Presto de Verano, de Las Cuatro Estaciones de Vivaldi.
15. Estilo musical que más te gusta
¡¡¡¡Heavy Metal forever fuck hell yeahhhh!!!!
16. Estilo musical que no te gusta nada
La música latina me parece basta y machacona, el tecno me da dolor de cabeza y el jazz me deja completamente fría.
17. Una canción que te dé miedo
El Dies Irae de Mozart da muy mal rollo, si entiendes la letra.
18. Una canción que te haga sonreír
All because of you, de Blackmore's Night. Destila buen rollo y felicidad por los cuatro costados.
19. Una canción que te ponga triste
Memories, de Within Temptation, porque me recuerda muchísimo a mis queridos abuelos que ya no están en este mundo. Suelo llorar cada vez que la escucho.
20. Una canción que te gustaría que te dedicaran
Ghost Love Score, y ya me la han dedicado :-)
21. Un cantante o compositor por el que te decantarías
Luca Turilli, que es ambas cosas.
22. Un grupo que, aunque no es de tu estilo, te gusta
Los Backstreet Boys. Me parece la mejor boy band popera de la historia.
Y, para terminar, una canción de regalo, la que quieras
Bring me to Life, de Evanescence. ¡Acabemos el meme con un toque gótico! :-)
domingo, 15 de diciembre de 2013
Crítica de "El Hobbit: La Desolación de Smaug"
O más bien deberíamos llamarla El Hobbit: La Desolación de los Fans.
Pues sí. Porque con esta segunda entrega, pasa justamente lo contrario que con la primera: si Un viaje inesperado era fiel casi punto por punto al libro y al espíritu de Tolkien, con las dosis justas de canciones, humor y aventuras, la segunda película es todo lo contrario. Una inventada mayúscula donde tres cuartas partes de lo que sucede es invención de Peter Jackson y sus muchachos.
Pero, a ver, ¿la película es buena? Pues depende. Como película de fantasía y aventuras sin más, no está mal, aunque tiene algunas incoherencias argumentales bastante gordas. Como adaptación, es sin lugar a dudas la peor y la más alejada al espíritu de Tolkien desde que se estrenó La Comunidad de Anillo.
Los paisajes son hermosos (aunque empiezo a hartarme de los primeros planos de monstruos y bichos pensados obviamente para los espectadores en 3D), y la acción, cierto es, no da ni un respiro. Si algunos se quejaban de que Un viaje inesperado era un poco lenta a ratos y se hacía larga, con La Desolación de Smaug no les pasará nada de eso: estarán tan pegados a la butaca que no podrán respirar, y justo cuando todo parece más emocionante, cuando parece que se va a liar parda de verdad... la película acaba en seco en mitad de un cliffhanger tan inesperado y tan grande que viene a ser, con perdón de la vulgaridad, como cuando estás a punto de tener un orgasmo y de repente suena el teléfono.
En este caso concreto, lo que sonó no fue el teléfono, sino una horrible canción de títulos de crédito y el lamento de la mitad de la sala de cine exclamando: "¿Qué? ¿Pero la película se acaba ahí"?
Y es que no se puede convertir un libro de poco más de 200 páginas en tres películas de casi tres horas de duración cada una sin enfrentarse a un grave escollo: dónde terminar la segunda parte. Porque El Señor de los Anillos es una trilogía, y como tal, al estar dividida en tres libros, la historia tiene tres planteamientos, tres nudos y tres clímax seguidos de desenlace. El Hobbit, no. Sencillamente no había tantos clímax como para terminar de manera gloriosa tres películas, y lo más sensató habría sido hacer lo que estaba proyectado inicialmente para esta historia: contarla en dos películas y punto. Pero como dice el refrán, poderoso caballero es don Dinero, y para poderse sacar una trilogía de la manga Peter Jackson se ha pasado por el forro la tensión dramática y la fidelidad al libro y ha empezado a inventarse escenas nuevas, tramas amorosas, personajes inexistentes y combates interminables para poder estirar la historia como un chicle. Pero (otro refrán de nuevo) la realidad es tozuda, y realmente no había manera satisfactoria de terminar esta película como Dios manda. ¿Solución? Que no termina. Se limita a cortarse en seco justo antes de la traca final dejando al espectador ojiplático ante la audacia de haberse atrevido a terminar justo ahí.
Como soy incapaz de seguir reseñando esta película sin spoilers, paso a comentar más detalladamente abajo lo que me ha gustado y lo que no.
LO QUE ME HA GUSTADO:
-Desde luego, la película no te da tiempo a aburrirte. Si lo que quieres son combates espectaculares, acción a raudales, elfos lanzando flechas y monstruos nuevos cada media hora, esta es tu película.
-Ian McKellen, Richard Armitage y Martin Freeman siguen muy decentes en sus papeles. A destacar la interpretación de este último en el combate contra la araña blanca, cuando comienza a darse cuenta por primera vez de que el Anillo está haciendo algo con él.
-Fotografía preciosa y paisajes increíbles, como de costumbre. A destacar la imagen de Esgaroth como una especie de Venecia altomedieval.
-El diseño de Smaug es impresionante. Su conversación con Bilbo es, sin duda, una de las mejores escenas de la película.
LO QUE NO ME HA GUSTADO:
-Tauriel. No puedo con ella. ¿Realmente hacía falta inventarse a una Mary Sue guerrera sólo para poder introducir con calzador un triángulo amoroso en la historia? ¿Con quién se quedará TaurielSue, con el enano sin barba o con el elfo vampiro? Puaj, puaj y puaj. Esa escena final de curación, con Kili soltando insensateces sobre una almohada de nueces (!) mientras TaurielSue brilla como si fuera la Virgen María en una escena que pretende ser calcada de la aparición de Arwen frente a un Frodo herido por la hoja de Morgul, pretende ser emocionante y da vergüenza ajena (por cierto, esa es otra, ahora resulta que TODAS las armas orcas son hojas de Morgul, con dos pelotas. Esto viene a ser como si TODAS las armas de los buenos, plebe y tropa regular incluida, fueran espadas élficas forjadas por los Noldor).
-Frase histórica de Gandalf: "Cuidado con los elfos del Bosque Negro que son gilipollas, jajaja". Vale, no lo dijo así, pero sólo usó una manera más elegante de decirlo.
-Patada a los personajes del libro. Beorn, que de repente se convierte en el único cambiapieles del mundo y encima se vuelve loco cuando está en su forma osezna (patadón del quince al pueblo de los Beórnidas, que se vayan todos a tomar por el culo) sale diez minutos mal contados y queda reducido a la mínima expresión. Cargándose, por cierto, una de las mejores escenas cómicas del libro. Thranduil viene a ser una mezcla rara entre Jerjes, el Rey Thingol y Priscilla la Reina del Desierto (jódete, Hugo Weaving, te ha salido competencia), lo pintan como un capullo y un imbécil. En el libro, Thorin y los demás enanos asustan a los elfos en medio de un banquete en el bosque, y cuando son capturados se niegan a revelar cuál es su misión y el rey, enojado, decide encerrarlos hasta que confiesen cuales son sus intenciones. Aquí, no. Thranduil sabe de antemano quién es Thorin y conoce su misión, y el motivo del encierro no es la prudencia, sino la avaricia. Y, por supuesto, no quiere que su hijo se case con una elfa plebeya, lo cual limita las opciones matrimoniales de Legolas en la Tierra Media a... eh... ¿Arwen? Mala suerte, ya está pillada. Ahora entiendo por qué se tuvo que ir a Valinor más solo que la una y con los huevos escocidos. Y en cuanto a Legolas, ha debido cogerlo la misma persona que maquillaba a los vampiros de Crepúsculo. Blanco como una sábana, inexpresivo y con lentillas fosforito, parece la versión élfica de Edward Cullen. Apuesto a que esto es el realidad la clave de todo. Tauriel Swan debe decidir entre su amor por Legolas Cullen o Kili Black. "¡Así nos ganamos a las fans chonis de Crepúsculo para esta saga enfocada a los varones frikis!" debió gritar Peter Jackson después de esnifarse la tercera raya.
-Elfos que surfean árboles, vale, ¿pero orcos que surfean arboles y dan volteretas en el aire? Coño, que eso no lo hacían ni los Uruk-Hai de la primera trilogía. En El Señor de los Anillos, los orcos son lo que tienen que ser: brutos, fuertes y salvajes, tan feroces como pesados. Aquí no. Ahora resulta que Sauron tenía un ejército de mega élite compuesto por orcos acróbatas armados todos con hojas de Morgul, que, al parecer, se le olvidó sacar durante la Guerra el Anillo. Ah, y encima tiene +30 al Sigilo los putos orcos, porque son capaces de infiltrarse en Esgaroth sin que se dé cuenta NADIE (claaaro, es lo normal, operaciones sigilosas y de precisión quirúrgica, es justamente el tipo de guerra que suelen hacer los orcos).
-Los enanos tienen que hacer mil pijadas para entrar en Esgaroth sin ser descubiertos (y digo yo, ¿para qué, si los barriles sólo los había visto Bardo, y por lo tanto las supuestas desavenencias de los enanos con el elfos eran totalmente desconocidas en Esgaroth?), para luego resultar que, si se hubieran presentado ante el gobernador desde el principio, los habrían recibido con las trompetas desafinadas y los brazos abiertos. Hasta le caen bien a Grima Lengua de Serpiente, que antes de entrar al servicio del Rey Théoden estaba por aquí haciendo de becario. Si al fin y al cabo las gentes de Esgaroth son muy abiertas y multiculturales, tanto que tienen a NEGROS DEL LEJANO HARAD viviendo entre ellos, aunque sean una pequeña ciudad provinciana del norte en la que obviamente nadie debería haber visto un haradrim en su puta vida.
-Los Nazgûl NO pueden haber sido sacados de sus tumbas porque NO tienen tumbas debido a que NO están muertos (precisamente lo que les proporcionaron los anillos fue longevidad antinatural). De hecho, por estas fechas, EL REY BRUJO YA ES EL SEÑOR DE MINAS MORGUL.
-Por favor, imaginad conmigo esta escena. Gandalf va a Dol Guldur a investigar, con Radagast. Sauron le descubre. Gandalf se enfrenta a él con el poder de la Luz de Ilúvatar. Cuando Sauron está a punto de derrotarlo, Radagast aparece por sorpresa, se une a la lucha y consiguen detener a Sauron el tiempo suficiente como para escapar. En la huida, los persigue Khamul el Oriental, el segundo al mando de los Nazgûl, y los dos Istari consiguen llegar a Lothlórien en las últimas para alertar a Galadriel y pedirle ayuda. El poder de la Dama consigue rechazar al Nazgûl. Ahora que la verdad ha sido revelada, Galadriel y Celeborn, uniendo sus fuerzas a Elrond, Gandalf, Radagast y Saruman (que por estos tiempos aún no se había pasado al lado oscuro de la fuerza) van con sus ejércitos a Dol Guldur, derrotan a los orcos acantonados allí, y consiguen derrotar a Khamul y ahuyentar a Sauron, que tiene que huir con el rabo entre las piernas a Mordor, donde se esconderá por un tiempo hasta que, dentro de unas décadas, recupere la fuerza y reconstruya Barad-dûr.
¿Os mola la historia?
Vale, pues eso es lo que pasó de verdad. La versión de la película es que Gandalf entra solo en Dol Guldur, es derrotado por Sauron, el cual, en lugar de matarlo en el acto que sería lo lógico, hace un acto típico de malo Jajejijoju y se limita a encerrarlo en una jaula. PUES VALE. Por los COJONES Sauron hubiera dejado vivo a Gandalf si se lo llega a encontrar cara a cara y lo derrota en combate (algo ya poco lógico de por sí, porque si la Luz de la Llama de Anor fue capaz de contener el ataque de un Balrog armado, con más razón debería haber detenido a un Sauron debilitado aún y sin el Anillo).
El motivo por el cual Peter Jackson se limpió el culo con la magnífica historia original y se inventa esta castaña es uno de esos misterio que la ciencia jamás podrá responder.
-Un dragón, lo bastante perceptivo para oler y escuchar a un hobbit invisible, no es capaz de darse cuenta de que tiene una decenas de enanos caminando justo debajo de su barriga. A propósito, muy molona la escena de las fraguas (totalmente inventada, como casi todo en esta puta película), pero si la mejor idea que se le ocurre a Thorin Escudo de Roble es atacar a UN DRAGÓN DE FUEGO con ORO FUNDIDO, es que se ha equivocado de saga y se cree que está en Canción de Hielo y Fuego, donde Smaug es un Viserys Targaryen cualquiera (claro, entre un dragón y otro...) exterminable con oro fundido. En cuyo caso, Thorin debería adoptar el papel de HODOR. No sé cómo no se le ocurrió atacar al Rey Thranduil arrojándole flores.
-El final es una mierda. De hecho, no hay final. Pero eso ya lo he dicho.
Y ahora, a amarrarse los machos, gente, que para la tercera película nos esperan media hora de destrucción de Esgaroth, otra media hora de final, y entre medias dos horas para la Batalla de los Cinco Ejércitos, que supongo que dejará en pañales a la batalla de los Campos de Pelennor y al Abismo de Helm juntos. A lo mejor hasta llegan los rohirrim a hacer una carga triunfal de caballería. Vista la fidelidad que esta segunda parte le ha guardado al libro, lo consideraría algo perfectamente posible.
lunes, 2 de diciembre de 2013
¡Me los comería como las palomitas! (mis actores preferidos)
Ya sabéis que en "La Luz de Valinor" suelo tratar temas personales, de Historia, actualidad o frikismo (o todos a la vez, juas), en lugar de centrarme en cosas como la belleza o los hombres, que dicho sea de paso me la traen bastante al fresco, ya que para hombre ya tengo a mi adorado esposo y para apariencia ya tengo mi belleza natural (ja, baja Modesto que sube Estelwen). Pero la verdad es que hoy me gustaría hacer una excepción para compartir mi colección particular de pastelitos cinematográficos, esos con los que babeo cada vez que aparecen en pantalla (por supuesto, por la admiración que me provocan sus dotes artísticas y por ninguna otra razón):
1) HUGH JACKMAN
¡Ultimate maximun fuck yeah! ¿Hace falta explicar por qué adoro a este hombre? Además de porque me parece el ser más atractivo del multiverso conocido, me gusta porque es un excelente actor (me enamoró con sus interpretaciones en "El Prestigio" y "Los Miserables") que tan fácilmente puede hacer de galán romántico ("Australia", "Kate & Leopold"), de malvado antagonista ("La Lista", "Scoop"), de héroe de acción ("X-Men", "Van Helsing"), comerse la pantalla en un thriller ("El Prestigio","Prisioneros") o provocar lágrimas con un papel dramático ("The Fountain"). Además de eso, tiene fama de ser simpático y cercano con los fans y lleva toda la vida casado con una mujer que no es actriz ni famosa, regordeta y varios años mayor que él, que no cumple en absoluto los cánones hollwywoodienses. ¿No es adorable? :-)
2) ROBERT CARLYLE
Típico ejemplo de tío mayor y no excesivamente guapo pero que cuando interpreta según qué papeles tiene algo que me vuelve loca. Además de tener un registro actoral importante (hace falta tener muchas tablas para interpretar al mismísimo Adolf Hitler), no le tiembla el pulso a la hora de coger papeles complicados, incluso en una película de zombies (seguro que recordáis su papel en "28 semanas después"), aunque a mí me enamoró totalmente con su magistral interpretación de Mr.Gold/Rumpeltitlskin en la serie "Érase Una Vez", en la que se come con patatas al resto del reparto, encarna a uno de los personajes más complejos y geniales, y protagoniza la más bella y conmovedora historia de amor de la serie.
3) TOM HIDDLESTON
Mi adquisición más reciente. Este tío me encanta desde que lo conocí por su papel de Loki, el hermano malvado pero astuto al que aún así casi todas queremos más que al bueno-rubio-aburrido de Thor. Aparte de tener ese puntillo de atractivo maloso, el actor es un cachondo mental de mucho cuidado; apareció por sorpresa en la ComicCon haciendo una pequeña interpretación de Loki para delicia de los fans (el vídeo no tiene desperdicio), y como en el fondo es un friki igual que todos nosotros, cogió la costumbre de pasearse por la ComicCon disfrazado de Bobba Fett para que no le reconociera nadie. ¡Y habla español! :-D
4) MARK STRONG
Actor que no me parece excesivamente atractivo de normal (lo siento, no me ponen nada los calvos), pero que tiene un aspecto espectacular caracterizado para el papel con el que lo conocí: el del príncipe Septimus en la película "Stardust". Desde entonces, ese personaje se ha convertido en varias ocasiones en el ejemplo que se pone en las partidas de rol de mi grupo de juego para describir a algunos personajes malos o poderosos. Como curiosidad, el último ha sido Urien Shadowblade, un guerrero Lasombra que se la tiene jurada al príncipe de Londres en nuestra partida de Vampiro: Edad Victoriana.
5) VIGGO MORTENSEN
¿Y cómo puede faltar en nuestra lista Aragorn, hijo de Arathorn, el Heredero de Isildur? Aunque, naturalmente, Viggo es mucho más que eso. Otro actor de Hollywood que habla la lengua de Cervantes, puede ser una mafioso redimido en "Una Historia de Violencia" o el mismisimo Capitán Alatriste, pero sobre todo es un actor muy especial, con una personalidad muy marcada y amante de la naturaleza, que no se parece nada a la típica estrella de Hollywood y que se convierte, literalmente, en los personajes que interpreta.
Este es mi Top Five. ¿Y el vuestro? :-)
sábado, 30 de noviembre de 2013
Viajando entre mundos distópicos
En la entrada anterior, comentaba lo de moda que se han puesto las novelas juveniles de temática distópica. Supongo que es un género que le viene como un guante a estos tiempos de crisis, cuando quien más y quien menos desconfía de unos gobiernos que nos ha traicionado y sueña con rebelarse contra ellos y derribarlos. Admito que no he leído todas las novelas distópicas que se han publicado, pero sí creo que he llegado el momento de publicar mi pequeño ranking particular. Si puede servir de guía para alguien que esté pensando en adentrarse en el mundillo, mejor. Y si no, siempre nos puede servir para intercambiar opiniones, como de costumbre. No están todas las que son, pero sí son todas las que están.
ZONA VERDE: LOS IMPRESCINDIBLES
-Los Juegos del Hambre, de Suzanne Collins: Por supuesto, no podía faltar el ya clásico que dio el pistoletazo de salida para todos los demás.
¿Puntos fuertes? Los personajes, la sociedad distópica creada (una maravillosa y aterradora recreación, bastante fidedigna, de lo que podría haber sido nuestro mundo si no hubiera habido judeo-cristianismo y el Imperio Romano hubiera sobrevivido hasta nuestros días)-
¿Puntos débiles? El tercer y último volumen, sobre todo en su tercio final. Demasiadas desgracias, muy preciptadas, y un final bastante frío para un triángulo amoroso que tuvo en vilo a todo el mundo.
Nota: 9
-Origen, de Jessica Khoury: Uno de mis últimos y más grandes descubrimientos, que ha supuesto un balón de oxígeno para un género que ya parecía agotado.
¿Puntos fuertes? Una protagonista humana, unos secundarios bien trabajados, una intriga y un misterio absorventes y sin cabos sueltos, ¡y es autoconclusivo!
¿Puntos débiles? La historia de amor podría haber dado más de sí.
Nota: 9
ZONA AMARILLA: ACEPTABLES PERO MEJORABLES
-Divergente, de Veronica Roth: Nos presenta una sociedad dividida en cinco castas, cada una de las cuales se ocupa de controlar una faceta de la sociedad. Es una trilogía de la que sólo hay publicados dos volúmenes; aún falta un libro para terminarla.
¿Puntos fuertes? El ritmo con el que está escrito, capaz de enganchar a cualquiera.
¿Puntos débiles? La sociedad distópica es un poco increíble y simplona, y las reacciones emocionales de los personajes en momentos de alto dramatismo son demasiado frías como para ser creíbles.
Nota: 7
-La Huida, de Emma Pass: Otro libro único que al parecer es autoconclusivo, cosa que me desconcierta porque deja en final tan abierto que me quedé convencida de que habría una segunda parte.
¿Puntos fuertes? Por fin se deja de triángulos amorosos para centrarse en la acción pura y dura. Bien escrito, mantiene la tensión y la intriga.
¿Puntos débiles? Ciertas "sorpresas" que te estás esperando desde el principio, otras "sorpresas" demasiado cogidas por los pelos como para ser creíbles, y que deja ciertas incógnitas abiertas que pedirían una segunda parte.
Nota: 6,5
-Juntos, de Ally Condie: Otra trilogía (uy, qué raro), que nos muestra una sociedad donde hasta los más mínimos detalles de la vida de los indivíduos (incluyendo quién será su pareja o cuántos hijos deben tener) está controlado por el gobierno.
¿Puntos fuertes? La sociedad distópica, aunque mejorable, es interesante, sobre todo en el primer libro. Los personajes no están mal.
¿Puntos débiles? Que la historia flojea hacia el segundo, sacrificando el trasfondo social y el desarrollo de los personajes en detrimento de la acción, y una resolución un poco inverosímil.
Nota: 6,5
-Marca de Nacimiento, de Caragh M. O'Brien: Otra trilogía más, futurista pero involucionada tecnológicamente.
¿Puntos fuertes? La valentía de tratar temas poco comunes en la literatura juvenil: la maternidad, el aborto, los hijos, la genética, las diferencias entre matriarcado y patriarcado.
¿Puntos débiles¿ A pesar de que la historia en general está bien construida, hay algunas lagunas respecto a la explicación del comportamiento de algunos personajes, y algunas situaciones inverosímiles (por ejemplo, que una chica de dieciséis años se convierta en líder de su comunidad, o que teniendo una deformidad facial todo el mundo se enamore de ella).
Nota: 6
ZONA ROJA: MEJOR DÉJALOS DONDE ESTÁN
-Traición, de Scott Westerfeld: Trilogía hasta hace poco, aunque una secuela (que no he leído) la ha convertido recientemente en tetralogía.
¿Puntos fuertes? Es original y se lee fácilmente. Contiene una dura crítica a la exaltación de la imagen por encima de todo en detrimento de otros valores, algo muy común en nuestros tiempos.
¿Puntos débiles? Una sociedad que de tan increíble es absurda (si todos los ciudadanos están de fiesta en Nueva Belleza, ¿quién sostiene la economía? ¿Y cómo consigues que un montón de jóvenes descerebrados que no hacen otra cosa que irse de fiesta decidan de repente estudiar, trabajar y formar familias como adultos responsables?), una protagonista tonta del culo, y una historia de amor floja y poco creíble.
Nota: 5
-B1terman, de Santiago García-Clariac: De momento hay un libro publicado. Se supone que la saga continúa, aunque no seré yo quien pierda tiempo leyéndola.
¿Puntos fuertes? Que el escritor es español y que el comienzo es interesante.
¿Puntos flojos? Personajes flojos, trama insostenible, parece escrito por un niño de 12 años. Como no me gusta redundar, podéis leer mi crítica de esta novela aquí.
Nota: 2
De momento, esto es todo lo que yo he leído. ¿Los habéis leído vosotros? ¿Recomendaríais alguna saga distópica que no sea "más de lo mismo" (entiéndase por "más de lo mismo" a chica rebelde metida en triángulo amoroso que se convierte en líder de una revolución social).
miércoles, 30 de octubre de 2013
Crítica de "Origen", de Jessica Khoury
Nadie duda a estas alturas de que el género distópico está de moda en la literatura adolescente. Desde Los Juegos del Hambre, se ha producido el mismo bombazo que se produjo con los vampiros tras Crepúsculo y con los niños magos tras Harry Potter. Esto significa que desde hace ya unos añitos proliferan como setas las historias de adolescente nacidos en un mundo futurista con una sociedad hostil o apocalíptica donde deben sobrevivir, enfrentarse al orden establecido o ambas cosas. Los bombazos como estos provocan una reacción inevitable en las editoriales, que viendo el filón, se apresuran a publicar toda saga distópica que cae en sus manos, aunque algunas veces (y el riesgo es mayor cuanto más tiempo pasa) pequen de repetitivas, inverosímiles y faltas de calidad. A estas alturas he leído ya bastantes sagas distópicas, unas buenas, otras regulares y alguna que otra decididamente mala, y me daba la impresión de que el género comenzaba a estar en las últimas, a dar signos de agotamiento. Por eso es por lo que leer Origen me ha resultado una agradable sorpresa.
Tenemos aquí una historia distópica que, al contrario de lo que podría esperarse a estas alturas, cumple con tres requisitos que la hacen destacar por encima de la media: es original, está bien escrita, y ¡oh, milagro!, consta de un sólo libro autconclusivo.
Origen es original porque se sale de la premisa de "adolescente rebelde en una sociedad autoritaria o apocalíptica que se enfrenta al sistema". En esta historia conocemos a Pia, una muchacha que vive en una base científica del Amazonas y que tiene una característica muy curiosa: es especial, porque ha sido diseñada genéticamente para ser inmortal. Pia es el resultado de más de un siglo de experimentos secretos y ha sido educada desde su más tierna infancia para ser una buena científica, explotar al máximo sus cualidades especiales y no sentir la menor curiosidad por salir de la base y conocer el mundo que le rodea. Es una chica inteligente y aplicada, pero sumisa con la que considera su única familia, y no vive en un mundo destrozado ni totalitario, sino en el micro-mundo distópico de Little Cambridge, la base científica que la vio nacer.
La novela, desde el punto de vista argumental y artístico, se sale de la media. Abundan las descripciones cuidadas y un lenguaje tan sencillo como hermoso, diálogos realistas y personajes bien creados. Cada cual tiene su personalidad y sus motivos, no han buenos ni malos porque sí, y aquellos que cambian durante la historia también lo hacen movidos por sus razones. Algunas críticas que he leído de esta novela la acusan de tener un ritmo lento, pero para mí es perfecto; realmente, creo que nos estamos malacostumbrando a que las novelas distópicas se centren demasiado en la acción y obvien las descripciones y el crecimiento emocional de los protagonistas, y me parece necesario que de vez en cuando Pia tome aliento y podamos conocer cómo es el mundo en el que vive y cómo es ella.
Por último, Origen es una novela autoconclusiva, que no se alarga cansinamente desarrollando, por ejemplo, triágulos amorosos (el cáncer del género, en mi humilde opinión; parece como si hoy en día no se pudiera escribir fantasía juvenil sin incluir triángulos amorosos). La historia tiene amor, claro que sí, muchas y muy variadas formas de amor (no sólo romántico, sino también amor de padres a hijos, amor de hermanos a hermanas, de colegas y de amigos), pero las desarrolla todas de una forma fresca y auténtica, nada pretenciosa, y no complica innecesariamente las cosas para crear conflictos que la historia no pide y que sólo servirían para alargarla de manera artificiosa. La novela tiene un planteamiento, un nudo y un desenlace muy claros, sabe perfectamente hacia dónde quiere ir desde el principio, y Jessica Khoury dirige a los protagonistas y a los lectores con maestría hacia un final donde todo cuadra y donde no se deja casi ningún cabo suelto.
En definitiva, si buscáis un soplo de aire fresco en el ya algo quemado género distópico que esté bien escrito, no insulte a la inteligencia del lector con incoherencias, y no os obligue a gastaros los cuartos en tres libros o más para conocer el desenlace, dadle una oportunidad a Origen, lo mejor que he leído en distopías desde que terminé Los Juegos del Hambre.
lunes, 30 de septiembre de 2013
Chicas que odio
Que nadie se me asuste, que no es mi intención hacer una entrada para rajar de personas reales. Este es un pequeño recopilatorio, un poco al estilo de mi anterior post acerca de personajes detestables con una inexplicable legión de fans, sobre personajes femeninos literarios que, por una razón un otra, estaban ideados por el autor para caer bien o incluso ser protagonistas pero a mí me caen mal. Como muchas de ellas NO tienen precisamente una legión de fans, supongo que este post será menos controvertido que el anterior :-P
Esta es mi selección inicial, pero no descarto ampliar la lista si posteriormente se me ocurre (o leo) a alguna otra personajilla que me caiga mal:
-Bella Swan: Por supuesto, va la primera de la lista. Heroína (nunca mejor dicho, teniendo en cuenta el efecto que causa en los vampiros) de la saga Crepúsculo, es un personaje que en el primer libro aún tiene un pase, pero conforme va transcurriendo la historia degenera hasta un punto casi estrafalario. Tenemos a una chica que se califica a sí misma como una mediocre, que no se considera guapa, que es torpe y tampoco destaca precisamente por ser la más inteligente de la clase. No tiene muchas aficiones (aparte de leer libros clásicos) ni ningún talento (aparte de la cocina). Aún así, resulta que un vampiro de casi un siglo de antigüedad, un hombre lobo cachas y medio instituto (el otro medio son chicas
Vamos, que cree que es una mierda al lado de su novio, cree que no se merece a su novio, está dispuesta a fingir su muerte ante su familia y amigos y no volver a verlos jamas por su novio, está dispuesta a casarse a los 18 años sin estar preparada para ello y a renunciar al sexo hasta que a su señor esposo le dé la gana para complacerle... pero, al parecer, no está lo bastante enamorada como para NO morrearse con el hombre lobo. Quien la entienda, que la compre.
-Cersei Lannister: Me es difícil dilucidar qué siento más por Cersei: odio, pena o vergüenza ajena. Fue necesario su punto de vista en Festín de Cuervos para comprenderla, o mejor dicho, para comprender lo pirada que está. Porque a veces costaba entender cómo era posible que fuese capaz de tanta crueldad, imbecilidad, falsedad e insensibilidad juntas. Ahora por fin lo sabemos: en el mundo moderno, se llamaría esquizofrenia paranoide. Cersei es tan mala que no llega ni a villana y se queda simplemente en patética: no ama a nadie más que a sus hijos, y el amor por Joffrey la ciega hasta el punto de ser incapaz de comprender que su hijo es un psicópata mil veces peor que todos esos hombres a los que ella odia, incluido su marido. No tiene compasión, ni empatía, ni siquiera verdadera astucia, porque como magistralmente la definió Meñique; "quiere poder, pero cuando lo consigue no sabe qué hacer con él". Experta en alejar de su lado a las personas que le convienen (Tyrion, Jaime, Kevan, Falyse) y en mantener junto a ella a los que la perjudican (Joffrey, Qyburn, Taena, los Kettleblack), se hace tan odiosa para el lector que ni siquiera conserva el encanto de las malignas carismáticas tipo Melisanfre (que se dedica a quemar viva a la gente y a manipular a todo el mundo, sí, pero con mucho estilo), Asha Greyjoy o Arya Stark (dos asesinas que se te hacen simpáticas porque son listas, justas a su manera, y los tienen más bien puestos que muchos hombres). Todos esperamos con ansia la caída de Cersei. De hecho, con demasiada ansia; ¿o soy la única que piensa que ya ha durado demasiados libros?
-Sansa Stark: También conocida como Sansa la Sonsa o Antes Muerta que Sansilla. Prototipo medieval de la animadora pija, rubia y sin cerebro. En la serie de televisión hacen trampa y la liberan de los trapos más sucios para que le caiga bien al espectador, pero los lectores sabemos la verdad. Sabemos que traicionó a su padre, provocó su muerte, la de todos los guardias Stark, y por consiguiente la guerra que azotó el reino y de paso acabó con toda su familia. Además, es superficial, ingenua hasta la estupidez y tonta del culo. En el segundo y el tercer libro va de amargada, experimentada y madura, pero pica como un salmonete en la farsa de "Ser Florian y Lady Jonquil", cuando para todos los lectores (y cualquiera que hubiera tenido mayor coeficiente intelectual que un hongo) estaba claro que Ser Dontos sólo era un mandado y que no estaba metido ahí por rescatar galantemente a una dama indefensa sino por dinero. Se mantuvo hasta el final ciega a los defectos de Joffrey y Cersei y sin embargo desconfía continuamente de Tyrion y del Perro, sus únicos amigos en la Corte. Y nunca olvidaremos cuando Petyr Baelish le dijo aquello de "Manos limpias, Sansa; hagáis o que hagáis, aseguraos de mantener siempre las manos limpias"... y Sansa, obediente, se pone un poco de zumo de naranja en la cuchara. Como dijo Olenna Tyrell, esta niña es más idiota que el Chico Luna.
-Victoria d'Ascoli: Aunque tal vez podríamos llamarla simplemente Victoria d'Asco. Más que nada, porque ella es PERFECTA: es la reina de las Mary Sues canon. La protagonista de la trilogía Memorias de Idhún es guapa, es lista, es poderosa, es angelicalmente bondadosa, es la única de su especie que hay en el mundo... demasiado buena para ser auténtica, ¿no? Eso es lo que deben pensar Jack y Kirtash, sus DOS novios, porque, oh, ella los ama tanto y no piensa elegir a ninguno de los dos. "Bueno, vale, seremos unos calzonazos y nuestras cabezas no pasarán por debajo de las puertas, pero al menos nos la trincamos", deberán pensar ellos. Y es que, claro, habiendo sólo tres híbridos en el mundo, y siendo dos chicos y una chica, ¡pues toca repartírsela, nenes! Ella por supuesto no puede elegir a ninguno, porque claro, es un unicornio, lo cual la convierte en la chica más perfecta y chupiguay de la muerte y le concede pleno derecho a la bigamia. Eso sí, cuando ellos dos se ponen a retozar con otras chicas (siguiendo el viejo principio de
-Lara: El pendón rubio de Doctor Zhivago. Encarna a la típica chica mona que va de inocente pero que en realidad es un zorrón roba-novios, como sus múltiples víctimas pueden atestiguar. A pesar de tener novio (Pasha, el pagafantas bolcehvique), no duda en ponerle los cuernos sin misericordia con el novio de su madre, un viejo verde que la mira con cara de baboso sin disimulo (y aún así ella no pierde un segundo en aceptar su invitación a una cita a solas, llevando el vestidito que más carne enseña de todo su repertorio). Cuando su madre descubre el pastel de que su pareja le pone los cuernos con su propia hija e intenta suicidarse, Lara se da cuenta de que lo mismo se ha pasado un poco y va en busca de su siguiente víctima: Yuri Zhivago, un médico guapo y cachas que está casado con la mujer perfecta (guapa, lista, simpática, amorosa, valiente, tenaz, trabajadora, honesta, leal) y tiene dos churumbeles con ella. A pesar de ello, el doctor Zhivago no tarda ni tres segundos en pasar veinte pueblos de su familia para irse meneando el rabo detrás de Lara en cuanto esta pestañea con sus adorables ojos azules (que, junto con su cabello rubio y su cara de
-Erika Berger: La porno-periodista de la saga Millennium no va de inocente: directamente es una zorra con todas las letras. En esto por lo menos le gana a Lara: Erika es consecuente consigo misma y va de lo que es, una ninfómana calentorra tan egoísta como superficial. El gran atractivo de Erika es, básicamente, pasarse la saga follándose a todo bicho viviente, por supuesto sin importarle en absoluto los sentimientos de los demás. Le van los tríos, el sadomaso, hacer vídeos porno caseros, y por supuesto para ella la fidelidad es algo que se aplica exclusivamente a los equipos de música. Si lo pensamos bien tampoco es tan grave; al fin y al cabo, tal como lo cuenta Stieg Larsson, se trata de algo completamente normal y natural, algo así como las actividades normales que la mayoría de amas de casa suecas practican los fines de semana. El hecho de que le ponga los cuernos sistemáticamente a su marido tampoco es tan grave; al fin y el cabo, se trata de un marido-fantas dispuesto a aguantar lo que sea con tal de conservar a Erika a su lado y que aparte es un poco gayer reprimido y también le va la marcha. El problema, por ejemplo, es cuando Erika decide que piensa seguir acostándose con Mikael aunque esté casado, y aunque la esposa de él sea una mujer normal (de las poquíiisimas que hay en la saga) y no vea con buenos ojos eso de que su esposo se siga beneficiando a su eterna amiga con derecho a roce. Lo lógico sería, si entre Mikael y Erika hay una conexión tan especial, que se hubieran casado y que hubieran hecho como los conejitos hasta el fin de sus días, montándose tríos y esparciendo feromonas por el mundo, pero NO. Resulta que se casan con otras personas y se dedican a ponerles los cuernos. ¿Lógica? No traten de buscársela, son suecos. Por supuesto, además de un poco guarrilla Erika es totalmente perfecta: progresista, feminista, justa, inteligente, trabajadora, simpática, solidaria, valiente, leal... vamos, la típica mujer real a la que todos podríamos encontrarnos en una esquina. Sí, junto a sus compañeras de trabajo...
-Lisbeth Salander: Igual que la anterior, pero encima loca de atar. Me hace mucha gracia que pretendan venderla en las novelas como una chica completamente normal que es víctima del sistema, porque seamos sinceros, aunque es verdad que no está para que la incapaciten o la encierren, Lisbeth Salander es una chica bastante transtornada con problemas psicológicos gravísimos. Puede que su extraña personalidad la haga parecer de entrada un personaje interesante, pero a poco que reflexionemos nos damos cuenta de que se trata de una contradicción con patas. Carece de empatía (a pesar de que tiene una vena justiciera que la hace querer ir arreglando problemas por el mundo), es muy inteligente (pero increíblemente tonta a la hora de juzgar a las personas), no quiere establecer vínculos emocionales y es desconfiada (pero se fía de buenas a primeras de Mikael y acaba enamorándose de él sin razón aparente), y por no saber, no sabe ni siquiera si es lesbiana o heterosexual, porque cada día se levanta de una manera. Además, es rencorosa, agresiva y socialmente retrasada. Eso sí, es súper inteligente y hackea ordenadores y resuelve teoremas matemáticos con la misma facilidad con la que los demás mortales hacemos la lista de la compra, y eso por supuesto la hace súper guay de la muerte. Si a estas alturas el personaje aún no os parece absolutamente inverosímil, sólo resta por añadir que es tan fría emocionalmente que su más desgarrada reacción a cuatro horas de violación y tortura por parte de su abogado es darse una ducha, tomarse un analgésico, y ponerse a leer muy seria y muy concentrada artículos científicos sobre violaciones sádicas en internet, sin derramar una sola lágrima. Vamos, igual que Erika: la típica chica que podríamos encontrarnos cualquier día por la calle.
-Denna: ...o así pretende hacernos creer que se llama. Porque la chica misteriosa de las Crónicas del Asesino de Reyes (El Nombre del Viento y en adelante) es tan tan tan misteriosa, que no podemos estar seguros ni de cómo se llama. Eso sí, está buenísima (qué raro) y toca muy bien el arpa, suficiente para que Kvothe, el protagonista de la saga, se sume al club de pagafantas literarios y se enamore perdidamente de ella, mientras ella juega con él tomándose confianzas y luego desapareciendo, igual que un gatito jugaría con un ovillo de lana. Y es que el personaje de Denna es un contrasentido de los pies a la cabeza: nos lo intentan vender como una chica fuerte, independiente, sin ataduras, compleja, que no rinde cuentas a nadie y va a donde la lleva el viento... cuando en realidad es una prostituta de lujo que se arrima al primer hombre que pilla para sacarle dinero y regalos a cambio de su compañía y tiene graves problemas de dependencia psicológica hacia un mecenas que la maltrata físicamente. En realidad, es una chica indecisa, que no sabe lo que quiere ni se molesta en averiguarlo, que es incapaz de sobrevivir sin los hombres, tan egoísta que no le importa manipular o hacer daño a los demás, y tan idiota que mantiene condenado a la friendzone al único hombre que la ama de verdad y no la ve como un objeto.
-Junto a Denna, incluir al 90% de los personajes femeninos de las Crónicas del Asesino de Reyes: Felurian (el hada ninfómana), Auri (la niña loca), Vashet (maestra Adem, que como el resto de su pueblo es TAN abierta sexualmente y ve el sexto con TANTA naturalidad y sin ningún tipo de tabú... que no sabe cómo vienen los niños al mundo). Está claro que los personajes femeninos no son el punto fuerte de Patrick Rothfuss, porque sólo sabe crear perturbadas, ninfómanas, o perturbadas ninfómanas.
martes, 20 de agosto de 2013
Bellezas que matan
Ah, la belleza. ¿Qué mujer no quiere ser bella? ¿Y qué es lo que determina en cada época qué se entiende por "bello"?
Por lo general, la respuesta a la primera pregunta es "todas", y la respuesta a la segunda podría ser "la sociedad", "los hombres" o incluso "las leyendas", dependiendo del color con el que vistamos nuestra opinión. Una cosa es cierta: siempre ha existido una gran presión sobre todas nosotras, en todas las épocas, para que nos ajustemos al canon de belleza determinado.
En teoría, no parece tan malo. Quiero decir, ¿acaso la belleza es algo malo? ¿No es lógico que las mujeres se quieran sentir aceptadas, a gusto consigo mismas, que se cuiden y adecenten todo lo posible?
Pero, ¿qué pasa cuando el cumplimiento de ese canon, esa aceptación social, implica poner en riesgo la salud o hasta la vida? ¿Qué pasa cuando te ves inmersa en una sociedad para la que la inteligencia, la bondad, la sabiduría o la astucia son valores apreciados, pero en la que sólo la belleza es capaz de hacer a una mujer famosa, de hacerla admirada e incluso inmortal?
China: La cortesana que conquisto al príncipe
Cuenta la leyenda que hace mucho, mucho tiempo, allá por el siglo X, el emperador Li Yu tenía cientos de concubinas. Entre todas ellas, adoraba a una en especial por sus pies hermosos y diminutos, que la dama vendaba para empequeñecer más aún y bailar frente a él.
Se desconoce si la leyenda es o no cierta, pero una cosa es verdad: si el famoso emperador y su linda concubina de pies pequeños existieron, miles de generaciones de mujeres chinas harían bien en maldecirlos. Porque a partir de entonces, el vendaje de pies se convirtió en una constante para todas las niñas chinas de clase social acomodada. Los "pies de loto" o "lotos dorados" no sólo eran una muestra de belleza y buen gusto, sino también de riqueza, ya que mostraban que la mujer que los poseía no necesitaba trabajar para ganarse la vida y también que su marido era lo bastante rico como para pagar la cohorte de criados que su esposa necesitaría durante toda su vida para vestirse, lavarse y hasta caminar.
El proceso empezaba cuando las niñas tenían tres o cuatro años de edad. El día que la astrología señalaba como más favorable, se hacía una ofrenda a los dioses para implorar su favor y la madre de la niña, o la mujer de la familia designada para este menester, le cortaba las uñas de los pies hasta dejárselas en carne viva y luego le doblaba los dedos de los pies sobre sí mismos, aplastándolos contra la planta hasta rompérselos. Luego, los pies eran vendados fuertemente con vendajes empapados en una mezcla de hierbas medicinales y sangre animal que tenía la dudosa cualidad de proteger contra las infecciones que se producirían cuando las uñas volviesen a crecer y se clavaran en la carne. El proceso de quitar las vendas, doblar y romper todavía más los dedos y el empeine, y volver a atar el pie con vendas nuevas, se prolongaba durante diez años. Las niñas sufrían diariamente un dolor insoportable durante un período que podía tardar de seis meses a dos años; básicamente, terminaba cuando los huesos rotos y las uñas sesgaban los nervios y estos dejaban de emitir al cerebro las señales de dolor.
Muchas niñas no sobrevivían a este proceso. No era raro que murieran a causa del intenso dolor o de las infecciones, ya que a menudo las uñas se clavaban en la carne y provocaban heridas que se infectaban. Algunas mujeres intentaban impedirlo arrancando de cuajo, por lo sano, las uñas de los pies de las niñas, pero naturalmente las heridas que tal cosa provocaba también eran susceptibles a las infecciones. Además, los dedos de los pies doblados y rotos podían quedarse sin riego sanguíneo, lo cual provocaba que se necrosaran y la niña acabase muriendo de gangrena, o con las piernas amputadas (por lo general, gangrena; ¿para qué mantener con vida a una boca inútil que ya no serviría para casarse? Además, si la gangrena "salía bien", a la niña sólo se le caerían los dedos de los pies, y de esa manera podría tenerlos aún más pequeños).
Las niñas que sobrevivían, aparte de convertirse en inválidas de por vida que apenas podían andar, conseguirían unos "bonitos" pies deformes de no más de siete centímetros, podrían optar a un matrimonio prestigioso y a ser consideradas seres bellos y delicados, dignos de admiración... siempre que mantuviesen sus pies ocultos dentro de sus bellos zapatos de seda, ya que por pequeños que fueran sus pies los hombres no soportarían bien el repugnante olor que muchos de ellos emitían a causa de los microorganismos y la suciedad, que se quedaba entre los pliegues de pie y a los que muchas veces el agua y el jabón no podían llegar.
Ah, por cierto, puede que esto parezca una aberración (y lo es), pero no creáis que se trata sólo de una manía cultural rara de orientales locos; ahora mismo, en los EEUU, se está poniendo de moda entre algunas mujeres deformarse las plantas de los pies con inyecciones de colágeno o amputarse los dedos meñiques, para poder llevar los stilettos, esos zapatos de punta estrecha y largos y afilados tacones que tan de moda están.
Tailandia: Las mujeres jirafa
No se sabe muy bien si las mujeres de las etnias padaung y kayan empezaron esta costumbre con el ánimo de embellecerse a ojos de los hombres o con el objetivo más practico aunque dudoso, apuntando por ciertos antropólogos, de defender sus cuellos de la mordedura de los tigres. Pero lo cierto es que, cuando fueron entrevistadas, las mujeres de estas etnias siempre defendían que sus largos cuellos eran señal de belleza.
El proceso es simple: siendo aún niñas, se les coloca una serie de anillos de metal alrededor del cuello, cada uno de los cuales pesa alrededor de un kilo. Poco a poco, se van añadiendo más anillos, hasta que las mujeres soportan un peso de entre diez y veinte kilos en torno al cuello, que no sólo provocan lesiones en las vértebras sino que oprimen las clavículas hacia abajo, dando la impresión de un cuello cada vez más largo.
Estos collares tienen además otro efecto secundario: el debilitamiento extremo de los músculos del cuello, que se atrofian al no ejercitarlos, con lo cual la mujer nunca podrá quitarse los anillos por el riesgo de sufrir asfixia o rotura del cuello, ya que éste no podrá sostener jamás el peso de su cabeza.
Edad Media y Renacimiento: Simonetta Cattaneo, la Venus de alabastro
¿Quién no ha oído hablar del famoso cuadro de Botticelli, El nacimiento de Venus? ¿Quién no ha admirado sus Madonnas rubias, su Venus y Marte o su cuadro de La Primavera? Aquellos que los hayan observado con atención, verán que la mujer respresentada por el maestro Botticelli siempre es la misma: se trata de Simonetta Cattaneo Vespucci, la gran belleza del Renacimiento, que cumplía al cien por cien con el canon de belleza medieval y lo afirmó para ese siglo (el XV) y los venideros.
La fama le vino a la bella Simonetta no sólo de su aspecto, sino de la gran gesta que un noble caballero llevó a cabo por ella. La historia, que a los aficionados a Canción de Hielo y Fuego les recordará sin duda a la trágica historia de amor de Rhaegar Targaryen y Lyanna Stark, es como sigue: Simonetta, una hermosa noble genovesa, joven -con apenas veinte años- y casada, se instala en Florencia con su esposo. Allí, llama la atención de Giuliano de Médici, el joven, apuesto y gallardo hermano menor de Lorenzo el Magnífico. Por aquel entonces, Lorenzo, el hermano listo y feo (a lo Tyrion, pero sin ser enano) está agobiado por los asuntos de Estado, mientras que Giuliano, que viene a ser una mezcla entre Jaime Lannister, Rhaegar Targaryen y el Príncipe Aemon el Caballero Dragón, se dedica a ser guapo, cortejar damas, participar en justas, pavonearse por la ciudad y ser adorado e idolatrado por el pueblo en general y por las mujeres en particular. Al ver a la hermosa Simonetta, Giuliano quedó cautivado, y en 1475, cuando la joven contaba con veintiún años de edad, se organizó un fastuoso torneo, La Giostra, en la que el joven caballero Médici participó llevando como prenda un estandarte con la imagen de su amada en el que podía leerse La Sans Parelle ("La Sin Par"). Giuliano ganó el torneo y nombró Reina de la Belleza a Simonetta. La historia no deja claro si los sentimientos de Simonetta hacia Giuliano se quedaron en "amor cortés" o fueron consumados de manera más íntima, pero una cosa es cierta: su reinado en la justa más famosa del siglo, unido a la tragedia de su temprana muerte y de que Sandro Botticelli también se enamoró de ella y la tomó como su musa (de hecho, le fue más fiel que Giuliano, porque mientras que Botticelli nunca se casó y treinta y cinco años más tarde pidió como último deseo ser enterrado a sus pies, el joven caballero Médici tardó bastante poco en encontrarse otra amante y fabricarle un bastardo, que llegaría a ser el Papa Clemente VII), hizo que la fama de su belleza traspasara las fronteras y llegase a ser nombrada la mujer más bella de Europa.
Pero, ¿a qué se debía esta belleza? ¿Sólo a una afortunada genética? Pues no, se debía a algo más, concretamente a algo que tenía relación directa con su prematura muerte al año siguiente, a los veintidós años de edad: la tuberculosis.
La tisis, o tuberculosis, tiene una curiosa característica: cuando no se trata (lo que era el caso en estos tiempos, en los que los antibióticos brillaban por su ausencia) provoca un extraño fenómeno en sus víctimas cuando entra en fase terminal, llamado "belleza alabastrina": las facciones se afinan, las pestañas se alargan, y la piel adopta una palidez y una suavidad espectrales, casi sobrenaturales, haciendo que el aspecto del enfermo asemeje una hermosa estatua de alabastro. Ésto, unido a las facciones naturalmente agraciadas de Simonetta y a su largo y rubio cabello, la hicieron encajar a la perfección con el ideal medieval: una dama rubia, delicada, de piel blanca y luminosa, lánguida y melancólica. Y todo esto, a causa de una enfermedad que ya había entrado en su fase terminal y que acabaría con ella en menos de un año. Simonetta fue declarada la más hermosa entre las hermosas porque se estaba muriendo.
Y dado que fue precisamente el aspecto enfermizo de la joven lo que le dio tanta belleza, en ese siglo y en los posteriores las mujeres decidieron imitarla todo lo posible. No llegaron al extremo de contagiarse voluntariamente de tisis (aunque alguna habría, seguro), pero sí trataron de imitar la languidez terminal de la tuberculosis por otros medios: por ejemplo, comiendo barro, para inflamar los conductos biliares y provocarse una palidez enfermiza, o bebiendo grandes cantidades de agua con vinagre, para auto provocarse anemia hemolítica.
Y, por si a alguien le interesaba saberlo, Giuliano-Rhaegar no tuvo que esperar mucho para reunirse con su Simonetta-Lyanna: dos años más tarde de la muerte de la joven, él mismo murió, asesinado a puñaladas por su enemigo Francesco Pazzi, de un modo bastante menos digno que el que usó Robert Baratheon en el Tridente (a diferencia de Robert, el señor Pazzi no enfrentó a Giuliano en combate singular, en el que habría sido probablemente despedazado por el joven Médici, sino que lo apuñaló a traición el Domingo de Pascua, dentro de la catedral, durante la Misa, concretamente durante la consagración de la Hostia. Se me ocurren pocas formas más sacrílegas y rastreras de matar a alguien).
Siglos XVIII y XIX: Corsés, la cintura de avispa
Lo de marcar cintura empezó a ponerse de moda ya en el siglo XVI, pero no fue hasta mediados del siglo XVIII cuando alcanzó su apogeo, que duró todo el siglo XIX y hasta bien entrada la segunda década del XX. Consistía, como todos sabemos, en una prenda de ropa interior con varillas de barba de ballena o de metal que marcaban las formas femeninas ideales "de reloj de arena", es decir, busto y caderas amplios y cintura finísima. Y cuando digo finísima, quiero decir antinatural; para que nos hagamos una idea, a finales del siglo XIX la medida de cintura ideal de una mujer era de cuarenta y cinco centímetros de diámetro, aunque muchas conseguían ir más allá y apretar hasta llegar a cuarenta.
Esto quedaba muy bien estéticamente... hasta que la señora se quitaba el corsé. Y aún quedaba peor a ojos de los médicos, que la en la década de 1790 comenzaron a hacer proclamas contra los corsés excesivamente ceñidos sin que las damas, celosas de preservar su belleza, les hicieran el menor caso. Además de finas cinturas de avispa, los corsés provocaban los siguientes efectos sobre las mujeres:
-Deformidades óseas, principalmente en las costillas, y debilitamiento de la columna vertebral, que llevaba a muchas damas a la silla de ruedas cuando se hacían mayores.
-Desplazamiento de órganos, entre ellos el hígado, el estómago, los riñones y los intestinos, que podían llegar a provocar serios problemas digestivos y de orina.
-Daños en el útero, que provocaban fuertes dolores menstruales, infertilidad, e incluso abortos, cuando las mujeres se empeñaban en dejarse puesto el corsé a pesar de estar embarazadas.
-Problemas circulatorios (los corsés, tan ceñidos, no dejaban circular correctamente la sangre y podía producir trombosis) y respiratorios (desmayos, desvanecimientos, vahídos y muertes súbitas no eran tan comunes en esa época porque las mujeres fueran seres débiles e inferiores, tal y como pensaban los hombres, sino porque los corsés no las dejaban respirar).
Siglos XX y XXI: La maldición de Twiggy
Y llegamos a nuestro tiempo. ¿Cómo, que sólo los antiguos hacían barbaridades? ¿Que nosotras, las mujeres liberadas e independientes, estamos libres de la tiranía homicida de la belleza? Pues va a ser que no. Las causas son varias, pero es probable que una de las principales pioneras de nuestra situación actual (esa que puede resumirse como "nunca se es demasiado rica ni demasiado delgada, debes adelgazar, no engordes, abajo la grasa, adelgaza y haz dieta, no tengas culo ni tetas ni barriga ni muslos que es muy feo, sé un saco de huesos y ADELGAZA") es la modelo Twiggy.
Hasta los años 60, se llevaban las mujeres más o menos esbeltas, pero con curvas, tipo Marilyn Monroe, Ava Gardner o Bette Davis. Sin embargo, en 1966 se hizo famosa una modelo inglesa llamada Twiggy, que tenía una peculiaridad: carecía por completo de formas femeninas, era andrógina y delgada como un palo. Y por algún extraño motivo, su aspecto de muchachito desnutrido desplazó a las voluptuosas divas de Hollywood y se convirtió en el ideal de belleza femenina. Lo que sigue después es por todos conocido: han pasado cincuenta años desde entonces y el ideal de mujer andrógina, huesuda, alta y extremadamente delgada continúa. Las modelos no deben tener apenas pecho, deben ser rectas (sin gran diferencia entre cintura y cadera), sus medidas ideales son 90-60-90, y no se acepta en las pasarelas internacionales a ninguna que mida menos de 1'70 metros y tenga más de una talla 36. Y si es posible que se les marquen los huesos de las caderas, las costillas y los pómulos, mejor que mejor. En cuanto a las actrices de Hollywood, se han alejado bastante de sus hermanas de los años 50: o se mantienen delgadas o no les dan trabajo, y tres cuartas partes de lo mismo ocurre con las cantantes (el caso de Adele es una excepción, no una norma, e incluso ella ha recibido críticas despiadadas de la prensa y presiones para que adelgace). Y ya sabemos lo que el ideal de delgadez extrema como símbolo de belleza ha causado en las mujeres: dietas salvajes, anorexia, bulimia, chicas que se pasan la vida yendo al gimnasio y privándose de alimentos básicos para estar más delgadas, que a veces mueren de inanición porque sencillamente se niegan a comer o vomitan todo lo que comen. Incluso mujeres que se gastan fortunas en acudir a cirujanos estéticos que las remodelen a golpe de bisturí. No hace falta decir que, por mucha que sea la pericia del médico, una operación siempre conlleva un riesgo y no todas salen bien.
El motivo del "ideal Twiggy" no está del todo claro, porque aún no puedo creerme que desplazase al "ideal Marilyn". La única explicación que se me ocurre es muy poco políticamente correcta, pero tal vez sea cierta, a falta de una mejor: la industria de la moda estaba dominada por hombres, los cuales siempre han acabado dictando los cánones de belleza de un modo u otro, y como los diseñadores en cuestión suelen ser homosexuales, eligieron como canon de belleza a las mujeres más parecidas a su propia percepción de belleza ideal: las que no parecen realmente mujeres ni tienen forma de mujer, sino que son altas, delgadas, desgarbadas, planas y andróginas, semejantes a bellos y esbeltos muchachos adolescentes.
Por lo general, la respuesta a la primera pregunta es "todas", y la respuesta a la segunda podría ser "la sociedad", "los hombres" o incluso "las leyendas", dependiendo del color con el que vistamos nuestra opinión. Una cosa es cierta: siempre ha existido una gran presión sobre todas nosotras, en todas las épocas, para que nos ajustemos al canon de belleza determinado.
En teoría, no parece tan malo. Quiero decir, ¿acaso la belleza es algo malo? ¿No es lógico que las mujeres se quieran sentir aceptadas, a gusto consigo mismas, que se cuiden y adecenten todo lo posible?
Pero, ¿qué pasa cuando el cumplimiento de ese canon, esa aceptación social, implica poner en riesgo la salud o hasta la vida? ¿Qué pasa cuando te ves inmersa en una sociedad para la que la inteligencia, la bondad, la sabiduría o la astucia son valores apreciados, pero en la que sólo la belleza es capaz de hacer a una mujer famosa, de hacerla admirada e incluso inmortal?
China: La cortesana que conquisto al príncipe
Cuenta la leyenda que hace mucho, mucho tiempo, allá por el siglo X, el emperador Li Yu tenía cientos de concubinas. Entre todas ellas, adoraba a una en especial por sus pies hermosos y diminutos, que la dama vendaba para empequeñecer más aún y bailar frente a él.
Se desconoce si la leyenda es o no cierta, pero una cosa es verdad: si el famoso emperador y su linda concubina de pies pequeños existieron, miles de generaciones de mujeres chinas harían bien en maldecirlos. Porque a partir de entonces, el vendaje de pies se convirtió en una constante para todas las niñas chinas de clase social acomodada. Los "pies de loto" o "lotos dorados" no sólo eran una muestra de belleza y buen gusto, sino también de riqueza, ya que mostraban que la mujer que los poseía no necesitaba trabajar para ganarse la vida y también que su marido era lo bastante rico como para pagar la cohorte de criados que su esposa necesitaría durante toda su vida para vestirse, lavarse y hasta caminar.
El proceso empezaba cuando las niñas tenían tres o cuatro años de edad. El día que la astrología señalaba como más favorable, se hacía una ofrenda a los dioses para implorar su favor y la madre de la niña, o la mujer de la familia designada para este menester, le cortaba las uñas de los pies hasta dejárselas en carne viva y luego le doblaba los dedos de los pies sobre sí mismos, aplastándolos contra la planta hasta rompérselos. Luego, los pies eran vendados fuertemente con vendajes empapados en una mezcla de hierbas medicinales y sangre animal que tenía la dudosa cualidad de proteger contra las infecciones que se producirían cuando las uñas volviesen a crecer y se clavaran en la carne. El proceso de quitar las vendas, doblar y romper todavía más los dedos y el empeine, y volver a atar el pie con vendas nuevas, se prolongaba durante diez años. Las niñas sufrían diariamente un dolor insoportable durante un período que podía tardar de seis meses a dos años; básicamente, terminaba cuando los huesos rotos y las uñas sesgaban los nervios y estos dejaban de emitir al cerebro las señales de dolor.
¿Quién no querría unos pies tan elegantes y eróticos?
Muchas niñas no sobrevivían a este proceso. No era raro que murieran a causa del intenso dolor o de las infecciones, ya que a menudo las uñas se clavaban en la carne y provocaban heridas que se infectaban. Algunas mujeres intentaban impedirlo arrancando de cuajo, por lo sano, las uñas de los pies de las niñas, pero naturalmente las heridas que tal cosa provocaba también eran susceptibles a las infecciones. Además, los dedos de los pies doblados y rotos podían quedarse sin riego sanguíneo, lo cual provocaba que se necrosaran y la niña acabase muriendo de gangrena, o con las piernas amputadas (por lo general, gangrena; ¿para qué mantener con vida a una boca inútil que ya no serviría para casarse? Además, si la gangrena "salía bien", a la niña sólo se le caerían los dedos de los pies, y de esa manera podría tenerlos aún más pequeños).
Las niñas que sobrevivían, aparte de convertirse en inválidas de por vida que apenas podían andar, conseguirían unos "bonitos" pies deformes de no más de siete centímetros, podrían optar a un matrimonio prestigioso y a ser consideradas seres bellos y delicados, dignos de admiración... siempre que mantuviesen sus pies ocultos dentro de sus bellos zapatos de seda, ya que por pequeños que fueran sus pies los hombres no soportarían bien el repugnante olor que muchos de ellos emitían a causa de los microorganismos y la suciedad, que se quedaba entre los pliegues de pie y a los que muchas veces el agua y el jabón no podían llegar.
Ah, por cierto, puede que esto parezca una aberración (y lo es), pero no creáis que se trata sólo de una manía cultural rara de orientales locos; ahora mismo, en los EEUU, se está poniendo de moda entre algunas mujeres deformarse las plantas de los pies con inyecciones de colágeno o amputarse los dedos meñiques, para poder llevar los stilettos, esos zapatos de punta estrecha y largos y afilados tacones que tan de moda están.
Tailandia: Las mujeres jirafa
No se sabe muy bien si las mujeres de las etnias padaung y kayan empezaron esta costumbre con el ánimo de embellecerse a ojos de los hombres o con el objetivo más practico aunque dudoso, apuntando por ciertos antropólogos, de defender sus cuellos de la mordedura de los tigres. Pero lo cierto es que, cuando fueron entrevistadas, las mujeres de estas etnias siempre defendían que sus largos cuellos eran señal de belleza.
El proceso es simple: siendo aún niñas, se les coloca una serie de anillos de metal alrededor del cuello, cada uno de los cuales pesa alrededor de un kilo. Poco a poco, se van añadiendo más anillos, hasta que las mujeres soportan un peso de entre diez y veinte kilos en torno al cuello, que no sólo provocan lesiones en las vértebras sino que oprimen las clavículas hacia abajo, dando la impresión de un cuello cada vez más largo.
El "cuello de jirafa", tan bonito como insano
Estos collares tienen además otro efecto secundario: el debilitamiento extremo de los músculos del cuello, que se atrofian al no ejercitarlos, con lo cual la mujer nunca podrá quitarse los anillos por el riesgo de sufrir asfixia o rotura del cuello, ya que éste no podrá sostener jamás el peso de su cabeza.
Edad Media y Renacimiento: Simonetta Cattaneo, la Venus de alabastro
¿Quién no ha oído hablar del famoso cuadro de Botticelli, El nacimiento de Venus? ¿Quién no ha admirado sus Madonnas rubias, su Venus y Marte o su cuadro de La Primavera? Aquellos que los hayan observado con atención, verán que la mujer respresentada por el maestro Botticelli siempre es la misma: se trata de Simonetta Cattaneo Vespucci, la gran belleza del Renacimiento, que cumplía al cien por cien con el canon de belleza medieval y lo afirmó para ese siglo (el XV) y los venideros.
La fama le vino a la bella Simonetta no sólo de su aspecto, sino de la gran gesta que un noble caballero llevó a cabo por ella. La historia, que a los aficionados a Canción de Hielo y Fuego les recordará sin duda a la trágica historia de amor de Rhaegar Targaryen y Lyanna Stark, es como sigue: Simonetta, una hermosa noble genovesa, joven -con apenas veinte años- y casada, se instala en Florencia con su esposo. Allí, llama la atención de Giuliano de Médici, el joven, apuesto y gallardo hermano menor de Lorenzo el Magnífico. Por aquel entonces, Lorenzo, el hermano listo y feo (a lo Tyrion, pero sin ser enano) está agobiado por los asuntos de Estado, mientras que Giuliano, que viene a ser una mezcla entre Jaime Lannister, Rhaegar Targaryen y el Príncipe Aemon el Caballero Dragón, se dedica a ser guapo, cortejar damas, participar en justas, pavonearse por la ciudad y ser adorado e idolatrado por el pueblo en general y por las mujeres en particular. Al ver a la hermosa Simonetta, Giuliano quedó cautivado, y en 1475, cuando la joven contaba con veintiún años de edad, se organizó un fastuoso torneo, La Giostra, en la que el joven caballero Médici participó llevando como prenda un estandarte con la imagen de su amada en el que podía leerse La Sans Parelle ("La Sin Par"). Giuliano ganó el torneo y nombró Reina de la Belleza a Simonetta. La historia no deja claro si los sentimientos de Simonetta hacia Giuliano se quedaron en "amor cortés" o fueron consumados de manera más íntima, pero una cosa es cierta: su reinado en la justa más famosa del siglo, unido a la tragedia de su temprana muerte y de que Sandro Botticelli también se enamoró de ella y la tomó como su musa (de hecho, le fue más fiel que Giuliano, porque mientras que Botticelli nunca se casó y treinta y cinco años más tarde pidió como último deseo ser enterrado a sus pies, el joven caballero Médici tardó bastante poco en encontrarse otra amante y fabricarle un bastardo, que llegaría a ser el Papa Clemente VII), hizo que la fama de su belleza traspasara las fronteras y llegase a ser nombrada la mujer más bella de Europa.
Pero, ¿a qué se debía esta belleza? ¿Sólo a una afortunada genética? Pues no, se debía a algo más, concretamente a algo que tenía relación directa con su prematura muerte al año siguiente, a los veintidós años de edad: la tuberculosis.
Pálida, ojerosa, exhausta y melancólica, pero bella: la Venus moribunda
La tisis, o tuberculosis, tiene una curiosa característica: cuando no se trata (lo que era el caso en estos tiempos, en los que los antibióticos brillaban por su ausencia) provoca un extraño fenómeno en sus víctimas cuando entra en fase terminal, llamado "belleza alabastrina": las facciones se afinan, las pestañas se alargan, y la piel adopta una palidez y una suavidad espectrales, casi sobrenaturales, haciendo que el aspecto del enfermo asemeje una hermosa estatua de alabastro. Ésto, unido a las facciones naturalmente agraciadas de Simonetta y a su largo y rubio cabello, la hicieron encajar a la perfección con el ideal medieval: una dama rubia, delicada, de piel blanca y luminosa, lánguida y melancólica. Y todo esto, a causa de una enfermedad que ya había entrado en su fase terminal y que acabaría con ella en menos de un año. Simonetta fue declarada la más hermosa entre las hermosas porque se estaba muriendo.
Y dado que fue precisamente el aspecto enfermizo de la joven lo que le dio tanta belleza, en ese siglo y en los posteriores las mujeres decidieron imitarla todo lo posible. No llegaron al extremo de contagiarse voluntariamente de tisis (aunque alguna habría, seguro), pero sí trataron de imitar la languidez terminal de la tuberculosis por otros medios: por ejemplo, comiendo barro, para inflamar los conductos biliares y provocarse una palidez enfermiza, o bebiendo grandes cantidades de agua con vinagre, para auto provocarse anemia hemolítica.
Y, por si a alguien le interesaba saberlo, Giuliano-Rhaegar no tuvo que esperar mucho para reunirse con su Simonetta-Lyanna: dos años más tarde de la muerte de la joven, él mismo murió, asesinado a puñaladas por su enemigo Francesco Pazzi, de un modo bastante menos digno que el que usó Robert Baratheon en el Tridente (a diferencia de Robert, el señor Pazzi no enfrentó a Giuliano en combate singular, en el que habría sido probablemente despedazado por el joven Médici, sino que lo apuñaló a traición el Domingo de Pascua, dentro de la catedral, durante la Misa, concretamente durante la consagración de la Hostia. Se me ocurren pocas formas más sacrílegas y rastreras de matar a alguien).
Siglos XVIII y XIX: Corsés, la cintura de avispa
Lo de marcar cintura empezó a ponerse de moda ya en el siglo XVI, pero no fue hasta mediados del siglo XVIII cuando alcanzó su apogeo, que duró todo el siglo XIX y hasta bien entrada la segunda década del XX. Consistía, como todos sabemos, en una prenda de ropa interior con varillas de barba de ballena o de metal que marcaban las formas femeninas ideales "de reloj de arena", es decir, busto y caderas amplios y cintura finísima. Y cuando digo finísima, quiero decir antinatural; para que nos hagamos una idea, a finales del siglo XIX la medida de cintura ideal de una mujer era de cuarenta y cinco centímetros de diámetro, aunque muchas conseguían ir más allá y apretar hasta llegar a cuarenta.
El corsé te permite tener la figura más bella... siempre que consigas seguir respirando
Esto quedaba muy bien estéticamente... hasta que la señora se quitaba el corsé. Y aún quedaba peor a ojos de los médicos, que la en la década de 1790 comenzaron a hacer proclamas contra los corsés excesivamente ceñidos sin que las damas, celosas de preservar su belleza, les hicieran el menor caso. Además de finas cinturas de avispa, los corsés provocaban los siguientes efectos sobre las mujeres:
-Deformidades óseas, principalmente en las costillas, y debilitamiento de la columna vertebral, que llevaba a muchas damas a la silla de ruedas cuando se hacían mayores.
-Desplazamiento de órganos, entre ellos el hígado, el estómago, los riñones y los intestinos, que podían llegar a provocar serios problemas digestivos y de orina.
-Daños en el útero, que provocaban fuertes dolores menstruales, infertilidad, e incluso abortos, cuando las mujeres se empeñaban en dejarse puesto el corsé a pesar de estar embarazadas.
-Problemas circulatorios (los corsés, tan ceñidos, no dejaban circular correctamente la sangre y podía producir trombosis) y respiratorios (desmayos, desvanecimientos, vahídos y muertes súbitas no eran tan comunes en esa época porque las mujeres fueran seres débiles e inferiores, tal y como pensaban los hombres, sino porque los corsés no las dejaban respirar).
Siglos XX y XXI: La maldición de Twiggy
Y llegamos a nuestro tiempo. ¿Cómo, que sólo los antiguos hacían barbaridades? ¿Que nosotras, las mujeres liberadas e independientes, estamos libres de la tiranía homicida de la belleza? Pues va a ser que no. Las causas son varias, pero es probable que una de las principales pioneras de nuestra situación actual (esa que puede resumirse como "nunca se es demasiado rica ni demasiado delgada, debes adelgazar, no engordes, abajo la grasa, adelgaza y haz dieta, no tengas culo ni tetas ni barriga ni muslos que es muy feo, sé un saco de huesos y ADELGAZA") es la modelo Twiggy.
¿Hasta las narices de la operación bikini y de no poder comer pan ni dulces porque engordan? Dale las gracias a Twiggy
Hasta los años 60, se llevaban las mujeres más o menos esbeltas, pero con curvas, tipo Marilyn Monroe, Ava Gardner o Bette Davis. Sin embargo, en 1966 se hizo famosa una modelo inglesa llamada Twiggy, que tenía una peculiaridad: carecía por completo de formas femeninas, era andrógina y delgada como un palo. Y por algún extraño motivo, su aspecto de muchachito desnutrido desplazó a las voluptuosas divas de Hollywood y se convirtió en el ideal de belleza femenina. Lo que sigue después es por todos conocido: han pasado cincuenta años desde entonces y el ideal de mujer andrógina, huesuda, alta y extremadamente delgada continúa. Las modelos no deben tener apenas pecho, deben ser rectas (sin gran diferencia entre cintura y cadera), sus medidas ideales son 90-60-90, y no se acepta en las pasarelas internacionales a ninguna que mida menos de 1'70 metros y tenga más de una talla 36. Y si es posible que se les marquen los huesos de las caderas, las costillas y los pómulos, mejor que mejor. En cuanto a las actrices de Hollywood, se han alejado bastante de sus hermanas de los años 50: o se mantienen delgadas o no les dan trabajo, y tres cuartas partes de lo mismo ocurre con las cantantes (el caso de Adele es una excepción, no una norma, e incluso ella ha recibido críticas despiadadas de la prensa y presiones para que adelgace). Y ya sabemos lo que el ideal de delgadez extrema como símbolo de belleza ha causado en las mujeres: dietas salvajes, anorexia, bulimia, chicas que se pasan la vida yendo al gimnasio y privándose de alimentos básicos para estar más delgadas, que a veces mueren de inanición porque sencillamente se niegan a comer o vomitan todo lo que comen. Incluso mujeres que se gastan fortunas en acudir a cirujanos estéticos que las remodelen a golpe de bisturí. No hace falta decir que, por mucha que sea la pericia del médico, una operación siempre conlleva un riesgo y no todas salen bien.
El motivo del "ideal Twiggy" no está del todo claro, porque aún no puedo creerme que desplazase al "ideal Marilyn". La única explicación que se me ocurre es muy poco políticamente correcta, pero tal vez sea cierta, a falta de una mejor: la industria de la moda estaba dominada por hombres, los cuales siempre han acabado dictando los cánones de belleza de un modo u otro, y como los diseñadores en cuestión suelen ser homosexuales, eligieron como canon de belleza a las mujeres más parecidas a su propia percepción de belleza ideal: las que no parecen realmente mujeres ni tienen forma de mujer, sino que son altas, delgadas, desgarbadas, planas y andróginas, semejantes a bellos y esbeltos muchachos adolescentes.
lunes, 19 de agosto de 2013
Grandes descubrimientos del verano
Como muchos de los lectores que siguen este blog habrán deducido, estoy de vacaciones. Razón principal por la cual en las últimas semanas no he publicado mucho (bueno, vale, no he publicado nada en absoluto). La verdad es que tengo montones de entradas que quiero escribir, pero por culpa de (o debería decir gracias a) mis vacaciones -¡weee!- no tengo tiempo material para escribirlas. Prometo ponerme las pilas en Septiembre (odiado, odiado Septiembre).
No quiero, sin embargo, dejar de hacer un pequeño recopilatorio de las cosas que más me están gustando de mis vacaciones, por si acaso alguna persona de las que me lee está de vacaciones también, o las va a coger en breve, y quiere alguna idea.
¡Allá vamos con mi top veraniego!
Helado de nubes con nubecitas, de Hacendado:
Mi nueva tentación dulce. Yo en esto de las golosinas soy bastante clásica: por regla general, detesto el exceso de azúcar, no me gusta la bollería, odio la nata, me empalagan las chuches, y no suelo salirme del chocolate negro y sus derivados (mousse, helado, bavaresa, flan, etc). El chocolate con leche y el blanco tampoco me hacen especial gracia; los encuentro demasiado empalagosos. Por lo general, fuera del helado de chocolate, mis sabores favoritos son los de fruta (mora, cereza, higos, manzana verde) o frutos secos (pistacho, almendra, avellanas).
Compré el helado de nubes por pura curiosidad (en plan "lalala, no sé qué comprar... uy, mira, un helado azul con nubecitas rosas, a ver a qué sabe"), y en cuanto me lo metí en la boca, tuve una especie de epifanía: un sabor cremoso, dulce pero no en exceso, refrescante, mezcla de chicle y malvavisco, con esos deliciosos cachitos de nube que se deshacen en la boca... y me acabé la tarrina en tres días, yo sola.
Desde entonces, sólo lo he comprado una vez más, pero no porque no me guste, sino por todo lo contrario: no puedo contenerme cuando lo tengo delante, y por eso precisamente tengo que comprarlo con mesura. A mi índice de masa corporal no le vendría nada bien eso de hincarme dos tarrinas de un litro por semana.
Ah, y el muy cabrito te deja la lengua azul, pero con lo bueno que está no se lo vamos a echar en cara...
Orvieto:
Pueblo medieval de la Toscana. Sí, he estado en la Toscana. No, no lo pongo para darle envidia a nadie (juasjuasjuas). Y prometo entrada más detallada acerca de mi viaje con sugerencias, restaurantes, hoteles, rutas, observaciones, fotos... porque hemos estado en muchos sitios (no sólo de Florencia vive la Toscana). Sin embargo, quiero reseñar ya este lugar como uno de mis grandes descubrimientos porque, a diferencia de destinos más clásicos, Orvieto no suele estar en las rutas turísticas. De hecho, para ser exactos, Orvieto ni siquiera está en la Toscana, sino en una región vecina llamada Umbría, menos turística pero igual o más hermosa que su vecina famosa, según mi opinión.
Sea como sea, si vais al centro de Italia estas vacaciones, os aconsejo que no dejéis pasar Orvieto. Está muy accesible en coche, autobús y tren tanto desde Roma como desde Florencia, y la verdad es que vale mucho, mucho la pena visitarlo. El trazado de las calles y las casas son completamente medievales, la catedral es espectacular, y las vistas de la región desde lo alto del pueblo sencillamente magníficas. Pero además, existe la posibilidad de hacer una visita guiada por las grutas subterráneas (toda la parte alta del pueblo está llena de grutas artificiales y pasadizos secretos, como si fuera un queso gruyere) y descender al espectral Pozo de San Patricio, que parece una mezcla rara entre las escaleras de Lothlórien y las Minas de Moria y es ni más ni menos que un pozo renacentista con doble escalera helicoidal y ventanales, perfectamente conservado, de más 60 metros de profundidad. Además, durante este año y parte del que viene hay un Jubileo conmemorativo del Milagro de Bolsena y la institución de la festividad del Corpus Christi, que permite a los creyentes no sólo entrar por la Puerta Santa de la catedral, sino hacerlo como peregrinos, sin que te cobren nada por la visita (y esto, teniendo en cuenta las mega clavadas que te pegan en Italia en general y en la Toscana en particular, no es ninguna tontería).
En definitiva, gente, que Roma, Florencia, Pisa y San Gimignano son muy chulas, pero si podéis, ¡id a Orvieto! Si no os gusta, pizza gratis ;-)
Expediente Warren (The Conjuring):
Supongamos que el presupuesto no da para irse a Italia, y toca quedarse en la ciudad. Una buena ocasión para ir al cine. Y si dudáis qué película ir a ver, y no os espanta mucho el terror, os aconsejo que veáis esta mientras aún podáis. No, en serio, vedla ya. No es otra de esas típicas películas de posesión/casa encantada/chica estúpida que baja las escaleras en ropa interior preguntando "¿quién está ahí?".
Esta es, sencillamente, la mejor película de terror que he visto en años. No recuerdo ninguna película con guión, dirección e interpretaciones tan excelentes desde que se estrenó Los Otros, y con eso creo que ya está dicho todo. Me encantó además que la película no tire de efectos facilones para dar miedo (como el viejo truco de bajar el sonido durante varios segundos y luego subirlo de repente con un grito o con un "'¡tachán!", que puede que asuste, pero le resta todo el mérito a la película, porque eso te lo hacen viendo Heidi y te asustas igual), sino que tire de sustos chungos, bien elaborados, de terror psicológico puro y duro. Que sin gore alguno, ni trucos de sonido, consiga ponerte los pelos de punta, con algo tan sencillo como por ejemplo... un par de palmadas.
Para colmo, resulta que la película está basada en hechos reales. Sí, reales y documentados. Por ejemplo, la puñetera muñeca existe, y está de verdad encerrada en una vitrina. Aunque me resisto a poner una imagen en mi blog porque me da mal rollo, hay que decir que la muñeca real no tiene ni de coña la pinta chunga que tiene la versión peliculera. De hecho, es de lo más inofensiva, y eso hace que la versión real (documental disponible en inglés, animáos a verlo si sois valientes) sea aún más aterradora. Sobre todo porque es una muñeca muy común, que aún hoy se comercializa. De hecho, creo recordar que mi hermana tenía una igualita de pequeña (honestamente, no sé dónde la dejó, pero espero no encontrármela jamás o mi grito se oirá en Pernambuco).
Ah, otra cosa, si vais a ver la película, abstenéos de ver el trailer: te revienta los mejores sustos.
Libros varios:
Si no hay pasta para irse de viaje, y tampoco hay redaños para ver una película de terror, paso a comentar los libros que me he leído este verano.
Las Horas Oscuras, de Juan Francisco Ferrándiz:
Este fue el típico libro que me llamó la atención cuando salió, pero era tan caro que preferí esperar a leerlo de bolsillo. Me alegro de haber esperado. La historia es entretenida, se lee rápido, y se nota que el autor se ha esforzado en documentarse acerca de la mitología irlandesa. Sin embargo, a pesar de haberme gustado, no está entre mis favoritos veraniegos por dos motivos: el primero, que a pesar de que la redacción y el estilo son muy correctos a veces el autor peca de novato al repetir varias veces las mismas cosas, como si tuviera miedo de que el lector no se acordase. El segundo, que a veces se ven fallos gordos de documentación histórica (por ejemplo, que estando en el siglo X se presente a Dana, la protagonista, como "una joven muchacha de 25 años", cuando en la Edad Media (donde la esperanza de vida, sobre todo si eras un plebeyo, no superaba los 40 años) a las 25 años Dana sería ya una mujer madura. A esa edad se podría haber dicho que "era todavía bella y de aspecto juvenil", pero, ¿llamarla "muchacha"? Ni de coña. También el hecho de que se hable del matrimonio eclesiástico como un tabú, cuando hasta el siglo XI no se instituyó el celibato sacerdotal. Por último, algunos avatares de la historia se resuelven de un modo algo simplón (SPOILER, aunque no revelo nada demasiado importante: Me cuesta creer que unas imágenes religiosas sean taaaan bonitas que su mera visión baste para redimir a alguien malvado, así por las buenas FIN SPOILER).
Eso sí, a los amantes de las tradiciones celtas y druídicas, les recomiendo la novela: creo que les encantará.
Aunque las tramas principales del libro se cierran, da la impresión de que tiene continuación. Me gustaría leerla, pero pienso esperar a que salga en bolsillo.
La Huida, de Emma Pass:
Novela juvenil distópica. Como la mayor parte de novelas juveniles del momento, no se puede esperar un estilo refinado ni una pluma muy cuidada: la redacción es correcta, ágil, y la novela está hecha para ser devorada. Aún así, La Huida está por encima de la media de las novelas distópicas del momento; no llega al nivel de la mítica Los Juegos del Hambre, pero tampoco es tan simplona como otras sagas menos afortunadas como Juntos o Traición, donde el universo distópico no te lo crees ni borracho (vaya, nota mental: esto me recuerda que tengo pendiente hacer un ranking de sagas distópicas). Cuenta la historia de Jenna Strong, una adolescente presa en una cárcel de alta seguridad que consigue huir durante un motín y vive un sinfín de aventuras.
Sin ser una obra maestra (tampoco pretende serlo), La Huida es un buen bocado para todos los amantes de las distopías, que deja un buen sabor de boca. En teoría en una novela autonconclusiva, pero en el último capítulo deja abierta una cuestión que me hace preguntarme si la autora no estará pensando en escribir una continuación. Yo preferiría que no, pero si el libro se vende, lo más probable es que quieran exprimir el filón.
Un Palazzo en la Umbría, de Marlena de Blasi:
Con Marlena de Blasi me pasa como con el helado de nubes de Hacendado: no es un bocado gourmet, y a diario empalaga, pero de vez en cuando te entra un antojo lujurioso y te das un atracón. Marlena de Blasi es una mujer estadounidense que se enamoró ya madura de un veneciano de su edad y lo dejó todo para irse a vivir con él a su tierra. De aquella experiencia, además de un exitoso matrimonio que ya dura quince años, sacó tres libros autobiográficos que la han hecho de oro: Mil Días en Venecia (mola mucho), Mil Días en la Toscana (no está mal), y Un Palazzo en la Umbría (mola bastante). Ha sido este último el que me ha acompañado en mis vacaciones, porque da la casualidad de que está ambientado en Orvieto, donde está afincada actualmente la escritora con su esposo. Estas novelitas, escritas con un estilo sencillo, entrañable y algo (pero muy poco) pedante en ocasiones, no sólo te presenta sus experiencias y a la gente real que ella conoce, sino también deliciosas recetas de la región y anécdotas gastronómicas, que a mí con mi notoria debilidad por la cocina me parecen irresistibles. Si os gustan Italia, la cocina y las novelas autobiográficas de crecimiento y reflexiones personales, no os la podéis perder. Aconsejo seguir el orden cronológico de los libros (Venecia-Toscana-Umbría), pero si no lo queréis seguir tampoco pasa nada.
Las Horas Distantes, de Kate Morton:
Kate Morton ha sido, sin dudas, mi gran descubrimiento de este año. Me leí El Jardín Olvidado igual que hice con Las Horas Oscuras (esperando a que saliera en bolsillo porque mi economía no está para gastarme veintipico euros en una novela que no sé si me va a gustar). Y debo decir que fue un pleno al quince. Tras El Jardín Olvidado (buena), me leí La Casa de Riverton (que no está mal), y por último Las Horas Distantes, que amenizó la última parte de mi viaje por la Toscana y que es el que más me ha gustado de los tres. Hasta ahora, todas las novelas de Kate Morton van más o menos de lo mismo (misterios e intrigas familiares del pasado que una persona del presente debe resolver), pero los argumentos no se copian unos a otros. Todo lo contrario: cada novela es original, única y muy hermosa, a pesar de compartir la misma autora y el mismo género. Y lo considero muy meritorio, porque en estos casos es muy fácil que la autora caiga en la tentación de copiarse a sí misma, pero de momento no ha sido así y lo celebro. Si os gustan este tipo de historias y queréis una sugerencia de lectura, Kate Morton es vuestra nueva mujer de año, sin dudarlo.
El verano no ha terminado, y aún me quedan libros pendientes de leer. Ya lo comentaré cuando los haya terminado, si considero que merece el esfuerzo. Son los siguientes:
Shirley, de Charlotte Brontë: De lo poco que me queda por leer de las hermanas Brönte. No creo (es más, sé que es imposible) que sea tan bueno como mi adorado Jane Eyre, pero siendo de la misma autora, espero que no me decepcione.
Prometidos, de Caragh M. O'Brien: Última entrega de la trilogía juvenil distópica Marca de Nacimiento. Estoy esperando a terminarme la trilogía para hacer la reseña.
El Pozo de la Ascensión, de Brandon Sanderson: Otra última entrega de una trilogía, esta vez fantástica, llamada Nacidos de la Bruma. No está mal, pero de momento es lo menos bueno (que no malo) que he leído de Sanderson.
Las Chicas de Septiembre, de Maureen Lee: Me lo dejó una amiga hace ya tiempo, y tiene muy buena pinta, pero por una u otra razón lo he ido dejando aparcado en pro de otras lecturas. A ver si lo termino ya y se lo puedo devolver.
jueves, 18 de julio de 2013
Por qué me decepcionó "Salvar al Soldado Ryan"
Me consta que a mucha gente le encantó la película Salvar al Soldado Ryan. No puedo decir que a mí no me guste; a pesar de que su crudeza es tremendamente desagradable en algunas escenas, es una película ágil, que no aburre, tiene buenas interpretaciones y los mejores primeros veinte minutos del cine bélico.
¿Entonces, cuál es el problema? Pues todo lo que sigue a esos veinte minutos. Vi la película aconsejada por Tindomion, que es fanático de la historia militar y la tiene entre sus favoritas. Pero cuando le señalé los fallos, hasta él mismo tuvo que darse cuenta y bajarla un poco en su escala de gustos. Porque Salvar al Soldado Ryan es épica, pero "épica" no significa "perfecta", sobre todo cuando para lograr esa epicidad los guionistas recurren a deux ex machina y a incoherencias más o menos cantosas.
He aquí una recopilación de todas ellas, contadas por los mismísimos protagonistas:
Alerta de Spoilers: La gracia que sigue aquí destripa la película. De todos modos creo que todo el mundo debe de haberlo visto ya, y además, será por destripamientos...
-Hola, soy el capitán John Miller. Soy un poco gafe, porque todos los soldados a los que intento ayudar a salir de la playa de Omaha acaban acribillados o reventados. Para tomar una posición de ametralladora en medio del campo que no es un objetivo prioritario y cuyos efectivos NO nos han percibido, en lugar de tomarme el tiempo para tratar de flanquearla, decido que la mejor estrategia es el avance frontal a la voz de YA. Para realizar el flanqueo más peligroso, uso al único sanitario del grupo, que es convertido en un queso gruyere. Al final de la película, me acribillan porque estúpidamente y sin motivo alguno me da por ponerme a tiro. ¡Necesito un sanitario! Uy, espera, mierda, lo mandé a la muerte estúpidamente en aquella ametralladora para poder morir de forma dramática y dar el sorpresón final de la película.
-Hola, soy el sanitario. No sé qué coño hago en este grupo, la verdad, porque en el ejército americano no existen los heridos: todo el que recibe un disparo muere sí o sí. Además, me presento voluntario para un flanqueo peligroso y ni mi capitán ni mi sargento se oponen. Muero, pero, ¿qué más da? Como ya he dicho, al fin y al cabo aquí todo el que recibe un disparo muere seguro.
-Hola, soy el cabo traductor nenaza. Me paso toda la película lloriqueando y al final mato al alemán amable al que yo mismo ayudé a salvar. No me miréis así, es que soy americano. Y en esta película los americanos somos unos cabrones que nos ensañamos con los prisoneros y los heridos del bando contrario. En cambio, los alemanes son mil veces más amables y compasivos, el caso es que casi me da pena matarlos...
-Hola, soy el francotirador. Estoy en un campanario. Los enemigos disponen de carros Tiger y yo me dedico a disparar con mi fusil mientras mi compañero dispara con la ametralladora. Como no he visto "Enemigo a las puertas" porque aún no la han rodado, no sé que la regla básica del francotirador es no disparar jamás más de dos veces desde la misma posición. Así que, aunque a mi compañero ya se le ha terminado la munición de la ametralladora, yo sigo disparando una y otra vez a los alemanes de abajo. Al sexto o séptimo disparo, el Tiger me ha localizado, ha apuntado a la torre del campanario, y como no me ha dado por bajarme de ahí obviamente me acaba volando en pedazos. Pero, eh, maté alemanes.
-Hola, soy el pringado que va a lanzar una bomba casera a uno de los Tiger. Tiene la mecha encendida. Pero como soy retrasado mental, en lugar de echársela al carro de combate me quedo con ella en la mano hasta que exploto. Ja, pero, ¿y lo que les costará a los alemanes recogerme después?
-Hola, soy el soldado Ryan. He decidido que defender un puente vale más que mi vida y la de todos los pringados a los que han mandado a recogerme. Soy tan buen soldado que me paso las órdenes del Jefe de Estado Mayor de los EEUU y los sentimientos de mi madre por el ojete. Se supone que estoy muy emocionado porque gracias a que el capitán Miller dio su vida por mí (que le jodan al resto) he conseguido llegar a ser un vejete adorable con tres nietas chonis, pero dentro de un segundo me va a dar una apoplejía al recordar que el capitán Miller no dio su vida por mí ni por llevarme de vuelta a casa, sino porque yo me empeñé estúpidamente en defender un puto puente que de todos modos, ni podíamos defender solos con los pocos que éramos, ni hizo falta que nos quedáramos porque al final vinieron los cazabombarderos.
-Hola, somos los pilotos de los cazabombarderos del final. Puedes llamarnos "deux ex machina". Llegamos sin ser avisados, dejamos caer cuatro bombas con precisión absoluta, y luego nos vamos dejando una heroica estela de humo. Vale, lo admitimos, nos llamamos Bruce Wayne y Tony Stark.
-Hola, soy el guionista que tuvo la brillante y patriota idea de poner al principio y al final de la película el plano interminable de la bandera americana, para que quede muy claro a todo el mundo quién jodió a los alemanes en Normandía. Al fin y al cabo, los británicos, los canadienses y los polacos en realidad no estaban. Bueno, vale, sí que estaban, pero no le importan a nadie. Venga, cantad conmigo: "Barras y estre-barras y estre-barras y estreeee-llas".
Fin.
martes, 9 de julio de 2013
Comunismo y fascismo: esos monstruosos hermanos gemelos
Os propongo un experimento: intentad pensar en una persona a la que conozcáis, una sola, que se auto denomine "fascista". Tenéis diez segundos.
Venga...
¿Os viene a la memoria alguna?
A mí tampoco.
No es que sea extraño. Desde la Segunda Guerra Mundial, todo el orbe planetario desde Canadá a la Patagonia y desde España hasta Japón está mentalizado y firmemente convencido de que el fascismo es algo monstruoso y tiránico, relacionado con la dictadura, la guerra y los campos de concentración. Es algo tan terrible, que está empezando a perder su significado original para convertirse en una especie de palabra comodín que sirve para desacreditar de inmediato cualquier pensamiento político o filosófico que no nos gusta. Algo así como la palabra "puta" para las mujeres, que sirve como insulto universal para cualquier mujer con la que te enfades por cualquier motivo, aunque no haga la calle ligerita de ropa ni cobre dinero a cambio de mantener relaciones sexuales.
Todo el mundo odia el fascismo, y desde luego teniendo semejantes representantes (Hitler, Franco, Mussoloni, por citar a los tres más conocidos, aunque no fueron los únicos) es totalmente comprensible que la gente lo odie. Por lo tanto, no merece la pena analizar aquí sus crímenes y sus desmanes, ya que son sobradamente conocidos, en mayor o menor medida, por todos mis lectores.
No parece suceder igual, en cambio, con el comunismo. Esto es lo que realmente me intriga. Que la gente odie el fascismo es comprensible, pero, ¿cómo es posible que no odie el comunismo con igual intensidad? ¿Cómo es posible que hasta los que son de extrema derecha tengan pavor a auto denominarse "fascistas", y en cambio haya tanta gente que se proclama comunista, orgullosamente además? ¿Cómo es posible que si un grupo de sujetos levantan la mano derecha con los dedos estirados reciban un torrente de abucheos y en cambio si alzan la izquierda con el puño cerrado nadie diga ni pío?
Si uno lo piensa bien, es de lo más raro, porque el fascismo y el comunismo son dos regímenes que se diferenciaban mucho en la teoría, pero en la práctica eran gemelos. Los dos cargan con un repugnante bagaje de crímenes, guerras y atrocidades a sus espaldas; los dos son regímenes dictatoriales que se basan en el culto a un líder político, los dos se basan en suprimir los derechos y las libertades de sus ciudadanos en aras de la ideología. ¿Se diferencian en algo, entonces, aparte de en la ideología? Sólo en dos cosas: en que el comunismo jamás ha sido elegido libremente por la gente en una votación democrática (el fascismo sí, aunque no en todas las ocasiones: el ejemplo más conocido es el del Partido Nazi), y en que el comunismo arrastra un cómputo de víctimas considerablemente mayor que el fascismo. Aunque en esto último, hay que tener en cuenta que los regímenes comunistas han sido bastante más duraderos que los fascistas, y por consiguiente es lógico que hayan tenido más tiempo para perpetrar sus crímenes.
Como a pesar de todo, parece que ser comunista sigue siendo muy progre y muy guay, voy a poner unos datos sobre la mesa. No llevo idea de ponerme a argumentar, porque teorizando podríamos estar hasta mañana. Me limito a exponer unos datos puramente objetivos: una serie de cifras contrastadas.
Desglosadas por países, esta es la cantidad de personas que murieron bajo los regímenes comunistas, incluyendo ejecuciones, campos de trabajo, hambrunas, limpiezas étnicas y huidas en patera:
China: 40.000.000
Unión Soviética: 20.000.000
Corea del Norte: 3.000.000
Etiopía: 2.000.000
Camboya: 1.700.000
Afganistán: 1.500.000
Mozambique: 800.000
Angola: 600.000
Vietnam: 360.000 (después de 1975)
Yugoslavia: 175.000
Alemania Oriental: 100.000
Rumanía: 100.000
Vietnam del Norte: 50.000 (entre 1954 y 1975, sólo en el interior del país)
Cuba: 50.000
Mongolia: 35.000
Nicaragua: 30.000
Polonia: 30.000
Bulgaria: 20.000
Checoslovaquia: 11.000
Albania: 5.000
Hungría: 5.000
Total aproximado: 75 millones de personas.
Ojo: en este total aproximado NO se incluyen los veinte millones de muertos en las guerras civiles que llevaron a los comunistas al poder, ni tampoco los once millones que murieron en la guerra fría).
Estos datos no me los he inventado yo; se trata de las cifras aproximadas aceptadas por los historiadores independientes, y están extraídos de un libro que recomiendo a todo el mundo (salvo a los que sean muy impresionables o muy sensibles ante las tragedias y las calamidades) llamado El Libro Negro de la Humanidad, de Matthew White. Lo he escogido porque tiene información amplia, extensa, y lo más importante, está muy bien documentado, ya que apoya todos los datos, cifras y conclusiones en una extensa bibliografía que se cita a lo largo de las más de cien páginas finales.
Nótese también que los países arriba citados son todos los que han tenido un régimen comunista. Y cuando digo todos, quiero decir todos. Ni un sólo país comunista en la historia, ni uno solo, tiene las manos limpias de sangre.
Pensadlo la próxima vez que veáis a un grupo de demagogos o de ignorantes alzar el puño y auto proclamarse comunistas. Pensad en lo que están defendiendo. Preguntaos, en definitiva, por qué hay quienes atacan al fascismo calificándolo de régimen criminal y sin embargo defienden el comunismo y cierran los ojos ante sus crímenes.