Páginas

lunes, 1 de febrero de 2016

Crítica de la trilogía Ciudad Humana ("Ciudad Humana", "Caos" y "Guerra"), de Carlos J.LLuch


Vaya una cosa por delante: a mí no me gustan las historias de zombies. Nunca ha sido un género que me llamase demasiado la atención. No he visto The Walking Dead, ni Guerra Mundial Z, ni Soy Leyenda, ni la saga Rec, ni he leído ninguno de los libros clásicos del género. Las únicas películas de zombies que he visto han sido La Noche de los Muertos Vivientes (que me aburrió soberanamente y no pude terminar de ver), 28 Días Después (que no estaba mal) y 28 Semanas Después (que no me gustó, y no seguí viendo la saga). Y de todos modos, como todo el mundo sabe, los zombies de 28 Semanas Después no son zombies, son infectados.
Así pues, y dado mi poco gusto por el género Z, tal vez a algunos de los lectores de este blog les sorprenda que vaya a reseñar una trilogía como Ciudad Humana, cuya premisa es precisamente un apocalipsis zombie.
 Pero es que, en realidad, Ciudad Humana no es una trilogía de zombies. O mejor dicho, es una trilogía de zombies para quienes no les gustan los zombies. Ya sé que suena raro. Pero creo que es porque, aunque los renacidos están presentes en las novelas (sobre todo en la segunda y la tercera), no dejan de ser un telón de fondo, necesario pero secundario, al fin y al cabo, para la historia que el escritor quiere contar. Y lo que Carlos J. Lluch está intentando contar aquí, creo yo, es un drama terrorífico sobre hasta dónde son capaces de llegar la bondad y la maldad del ser humano en una situación extrema.


Para empezar, Ciudad Humana (el primer libro, que da nombre a la trilogía) rompe con el chliché habitual del género porque NO muestra los comienzos de la infección zombie. Aquí no hay un mundo ordinario donde de repente se declare una cuarentena o un señor que se despierta del coma y se da cuenta de que el mundo se ha ido al garete y ahora los muertos caminan por las calles. No; en este libro, nos encontramos en el año 2040 y el mundo se ha ido al carajo hace décadas. La sociedad se ha desmoronado, el mundo tal y como nosotros lo conocemos ha desaparecido, la inmensa mayoría de la humanidad se ha extinguido, y toda la Tierra está zombificada... ¿Toda? ¡No! Un grupo de irreductibles galos, ejem, quiero decir, cartagineses (literalmente), han creado un foco de resistencia en Cartagena, que ahora se conoce como Ciudad Humana. Tras rodearla de una muralla de coches, dado que los Z no pueden trepar ni nadar, la ciudad es un refugio relativamente seguro y su historia corre de boca en boca como una leyenda. Son muchos los supervivientes que intentan llegar, a través de innumerables fatigas y peligros... pero muy pocos lo consiguen. Aquellos que lo hacen, llegan a un lugar donde la sanidad, la agricultura, la seguridad y otras cosas que ahora tenemos como básicas se van apañando como pueden, con mucho trabajo y esfuerzo. Un lugar dirigido a marchas forzadas por un líder, Gonzalo, y sus dos hombres de confianza, Alejandro y Nacho.
A medida que te vas adentrando en las páginas de la primera novela, ya te vas dando cuenta de que lo que es un apocalipsis zombie podría haber sido perfectamente una pandemia mundial, un cambio climático, una invasión alienígena o una nueva especie de animal especialmente violenta. Creo que los zombies están especialmente bien escogidos como "maligno telón de fondo" porque tienen la ventaja de traer al enemigo a casa. En esta variante de la infección Z, todos los seres humanos que mueren se levantan como zombies, hayan sido mordidos o no; esto es debido a que el virus está de un modo latente en la sangre de todos los seres humanos. Y cuando mueres, actúa. Lo cual significa que hay que tener un control brutal sobre los habitantes de la ciudad para poder anularlos en cuanto mueren (generalmente, dañando de modo irreversible el cerebro, aunque también vale quemar el cuerpo). En los tiempos que corren en la novela, las cosas se han calmado lo suficiente gracias a la relativa seguridad que gozan los habitantes de la ciudad, como para tratar de reorganizar la sociedad. Pero los protagonistas (y sus conciudadanos) no cuentan (o sí) con algo terrible: que, en realidad, el ser humano es el peor monstruo de todos.


El estilo de la novela es muy ameno, aunque debo decir que la segunda y la tercera parte son mucho más ágiles de leer que la primera. En Ciudad Humana, el autor tiene un problema: debe presentar un mundo completamente nuevo y a veces quiere mostrar tanto para que vivamos en él, para que lo comprendamos, que a veces la trama no avanza todo lo rápido que debería. Pero esto deja se ser un problema en Caos (mi preferida de las tres) y en Guerra, donde la cosa coge un ritmo endiablado y hace que no puedas parar de leer. Para dar un ejemplo, yo el primer libro me lo leí a saltitos en casi una semana, mientras que los dos siguientes los devoré a la velocidad del rayo en menos de 24 horas.
El argumento, como ya he dicho, es original para lo que el género Z suele ofrecer a sus fans, y al ser en realidad un drama de acción y aventuras más que la típica historia de terror gore de zombies, tiene la virtud, muy importante, de poder gustar y atrapar a los que como yo no somos especialmente fans del tema. Eso sí, algunas partes de la trilogía son bastante desagradables. No por el gore o por la violencia gráfica, sino por el sufrimiento que implican, para los personajes y para el lector: aclaro desde ya que esta no es una historia amable ni feliz. Hay momentos de amabilidad y de felicidad, pero pronto te das cuenta de que el precio por la supervivencia de la humanidad puede ser demasiado alto, y que de un apocalipsis zombie nadie puede escapar sin cicatrices.
También hay un fondo mucho más profundo que habla de la bondad y la maldad humanas, de la amistad, de la traición, de la redención y de la condena, pero eso es algo que mejor descubrís vosotros mismos leyéndola (y de lo que hablaré más tranquilamente en los spoilers). Sobre ésto, sólo puedo decir que la historia, sobre todo en su tercera parte, Guerra, me ha recordado en cierto modo a Star Wars, y creo que los que conozcan la trilogía sabrán por qué.
Los personajes son otro punto fuerte de la historia. No dejan indiferente. Puedes querer a unos, odiar a otros, e incluso empezar amando a uno y odiándolo al final, o viceversa. Pero ninguno de ellos provoca indiferencia. Todos son descarnadamente humanos, en lo peor y lo mejor que el término implica. Los que hayáis leído otras críticas mías ya sabréis la enorme importancia que le doy a los personajes a la hora de valorar una historia, y en este punto Carlos J. Lluch no me ha decepcionado. También de ellos hablaré más largo y tendido en los spoilers, pero por ahora que quede claro que para bien o para mal me han llegado al corazón.


Y por último, he de hablar del final. Sin spoilear nada, debo hacer una reflexión muy corta: ¿Me ha gustado el final? No. ¿Es un buen final? Sí.
Sé que parece contradictorio, pero así es. No puedo decir que me haya gustado el final porque ocurren pérdidas y hechos muy amargos, incluso injustos, que hacen imposible cerrar el libro con una sonrisa en la cara. Sin embargo, es un buen final en el sentido de que no es arbitrario, encaja perfectamente con la historia que el autor quería contar, y lo más importante, cierra la trilogía de un modo satisfactorio. Habría sido muy fácil acabar con el típico final efectista y catastrófico, en plan "y entonces todos los seres humanos mueren horriblemente y la humanidad se va al carajo; fin", pero la verdad es que después de tres libros sufriendo, Ciudad Humana se merecía algo más que eso. Y sí, el final es coherente y redondo. Por eso es un buen final. Pero, como ya he dicho, hay cosas de él que no me han gustado.

En definitiva, que aprobado y con notaza. Esta trilogía ha sido una sorpresa y la recomiendo con fervor, porque es capaz de gustar tanto a los amantes de los Z como a los detractores del género, está bastante bien escrita, es adictiva y encima te hace pensar. No hay demasiados libros que reunan a la vez todas estas características.

Paso ahora a comentar el libro más detalladamente, con SPOILERS. No sigáis leyendo más si no habéis leído la trilogía, porque os la van a destripar hasta el final y sería una lástima.








Personajes que me han enamorado:

Alejandro: Me declaro fangirl absoluta de este personaje, al menos hasta Guerra, libro en el cual no sólo apenas aparece (y lo hace prácticamente para morir), sino que tiene una actitud que no me gusta nada. Pero en fin, que un mal final no empañe el recuerdo del personaje más tierno, bueno, noble y adorablérrimo de Ciudad Humana. Alejandro, sencillamente, es demasiado bueno e idealista para el mundo en que le ha tocado vivir. Comete un error imperdonable, que es amar de verdad y con el corazón a una pareja y a unos amigos que no merecen su amor. Cada vez que intenta arreglar un desaguisado (y suele tener razón en las cosas que dice) el resto del mundo le responde con palos, y aunque al principio ejerce de Pepito Grillo de Gonzalo, al final su "amigo" acaba yéndose demasiado de olla para escucharlo, y pasa lo que pasa. Y aunque algunos digan que al final la muerte era lo mejor que le podía pasar, porque un alma tan pura y buena como él ya no podía encontrar la felicidad en este mundo, yo no dejo de lamentar que la vida (y el autor) no le hayan dado una segunda oportunidad (por ejemplo huyendo a Barcelona con Irene y encontrándose con Azul, de la que me habría encantado que se pudiera enamorar), o al menos dejándole morir electrocutado como un héroe, en lugar de ser rematado a traición por aquel que una vez fue su mejor amigo. ¡Ay, Alex, allá te vas con Akkarin y Sirius Black! ¡Siempre se nos van los mejores...! :-(

Azul: Es curioso lo de este personaje. No aparece hasta el tercer libro, y sin embargo es uno de los que mejor sabor de boca me han dejado. Es una chica valiente, sincera, honesta y con ese punto de bondad y honor que me recuerda a Alejandro. Sabe luchar, pero también escuchar, y es capaz de ser la voz de la razón cuando todo está a punto de irse a la mierda. Ella, junto con la doctora Junqueras, son en mi opinión las grandes heroínas de la trilogía, los mejores personajes femeninos de la historia... ¡y, maldición, ojalá hubiera acabado con Alejandro! Ella SÍ era la mujer que Alex merecía. Me da igual que no se llegaran a conocer jamás, yo los shippeo y siempre lo haré T__T

Irene: El bebé favorito del mundo. La inocencia y la dulzura en un mundo de locos, y por qué no decirlo, un personaje que me tuvo los tres libros sufriendo hasta el final porque me recordaba a mi hija. Afortunadamente, sobrevive (aunque yo no daba un duro por su supervivencia, y me pasé todo el tiempo temiendo verla convertida en un bebé zombie), aunque la pobre se queda huerfanita. Confiemos en que conserve la dulzura y la bondad que le legó su padre y que sea capaz de conservarla incluso bajo el maligno influjo al que va a estar sometida. Ella, más que nadie, es la esperanza y el futuro de Ciudad Humana.

Jack: A ver, no me malinterpretéis. No me gusta Jack. Jack es el puto Satanás personificado sobre la Tierra. Pero me parece uno de los mejores malos literarios que he visto en los últimos años. Es el epítome perfecto del Caótico Malvado, del ser destructor y manipulador por antonomasia, que sin embargo no es el típico malo en plan "bwajajajaja, destruiré el mundo porque soy malvaaaado", sino que tiene una motivación tan creíble como escalofriante. Jack es un monstruo, pero el cree que está haciendo un favor al mundo porque cree que está cumpliendo los designios de Dios. Aunque pronto te das cuenta (y lo confirmas al leer la última página del capítulo final) que en realidad es un demente manipulado por el diablo que está convencido de servir la voluntad divina cuando lo que hace en realidad es ser un títere del Maligno. Por todas estas razones, me ha recordado mucho a Sauron. Pero no al Sauron terrible de El Señor de los Anillos, sino a Sauron tal y como era en la Segunda Edad, es decir, a Annatar: el Señor de los Dones, aquel ser oscuro cuya apariencia y acciones eran tan bondadosas que convenció a los elfos de aceptar los Tres Anillos y mñas tarde consiguió corromper a Ar-Pharazon para que Númenor desapareciera. El lobo con piel de cordero, el demonio con apariencia de santo. Y este tipo de malos son, en definitiva, los peores y más peligrosos de todos.


Personajes que no me acaban de convencer:

Nacho: El sheriff King molaba en el primer libro. Me divertían mucho sus comentarios cachondos y su actitud chulesca, y en cierto modo me enternecía esa actitud típica de gay que no quiere salir del armario y que a fuerza de negar su condición se hace homofóbico y hace contínuamente chistes homosexuales para demostrar que es muy macho. También me enternecía su obsesiva lealtad hacia Gonzalo (que al final se revelará como un amor que no es capaz de admitir ni siquiera ante sí mismo). Pero su degeneración moral y su sadismo, que se ven reflejados sobre todo en el segundo libro, me decepcionaron bastante. Le perdono porque me hizo reír y porque en el fondo es un personaje cuyo resentimiento y agresividad le vienen por ser un desgraciado que es incapaz de aceptar sus sentimientos y por ello mismo nunca podrá ser feliz.

Sir Conroy: No es que no me guste este personaje. Sí que me gusta, pero es el que menos me llegó de todos porque es el más frío y menos emocional. Como máquina de matar perfecta está bien, pero me faltó conocer su interior, ver su corazón como vi el de Alejandro, el de Azul e incluso el de Nacho. Su muerte es con mucho la más traumática e inesperada de la saga, y me pareció atrozmente injusta. Es un símbolo perfecto de hasta qué punto está perdida el alma de Gonzalo y hasta qué punto se ha perdido la esperanza para Ciudad Humana, pues al matarle, Gonzalo acaba de terminar con el mejor de los z-men, sólo porque también es el único que podría haberle hecho frente.


Personajes que NO me ha gustado:

Carmela: Zorra, zorra y zorra. Esas son las tres primeras palabras que me vienen a la cabeza al pensar en este personaje. Aunque más justo sería llamarla tonta, falsa y egoísta. Es un cero a la izquierda, una damiselita en apuros a la que todas las demás mujeres de la trilogía (empezando por su hija de dos años) le dan tres mil vueltas, tan obsesionada con el psicópata de su primo que es incapaz de valorar lo que tiene delante. Porque resulta que Carmela siempre ha estado enamorada de Gonzalo, pero como su primo le dio una calabazas del quince, se quedó con el mejor amigo de él como premio de consolación. Y este mejor amigo no es otro que Alejandro, el mejor personaje de toda la trilogía, un regalo de marido para cualquier mujer que tuviera la suerte de tenerlo a su lado, pero nooo, Carmela anda continuamente suspirando por los rincones pensando en su primo Gonzalo e imaginando lo maravilloso que sería que su hija común con Alejandro, Irene, fuera en realidad hija de su primo. Intenta besarlo en dos ocasiones (no consecutivas) aunque esté casada con un Alex que la ADORA (lo cual me parece incomprensible), y encima cuando su marido descubre que Gonzalo es un poco psicópata y se ha vuelto un poco perturbado y lo denuncia para que lo echen de la ciudad, la tía se pone toda chula y le suelta en la cara que sólo se casó con él porque su primo le rechazó. Alejandro, obviamente, pierde los nervios y le mete una bofetada (no, esto no es maltrato, jamás he visto un perfil de marido menos parecido a un maltratador que Alex, y de todos modos en esta historia todo el mundo se la pasa calzándole bofetadas a los demás, ya sean de su mismo sexo o del contrario). Hecho del cual se arrepiente de inmediato, pero eso a Carmela le da igual, pues encima de haberle soltado en su cara que sólo fue una rueda de recambio, lo echa de casa, se hace la súper ofendida y sólo le deja ver con cuentagotas a su hija. No sé a los demás lectores, pero a mí su "reconciliación" y su "amor" por Alex me parecieron más falsos que un billete de tres euros, y más bien creo que eran por un lado simple cariño y por el otro resignación. Cuando Gonzalo se marcha de Ciudad Humana, yo estaba completamente segura de que si Irene no hubiera estad de por medio Carmela se habría marchado con su primo en ese mismo instante, abandonando a su marido. Me pareció genial que muriera al final del segundo libro, porque yo, ingenua de mí, pensaba que Alejandro lo superaría y se acabaría enamorando de una mujer capaz de amarlo de verdad, para quien él fuera la primera y única opción, no un miserable segundo plato. Pero no, el pobre Alex se pasa todo el tercer libro deprimidísimo porque ya no está, y al final se muere. Pues vaya :-(

Gonzalo: Si Jack es el Caótico Malvado, éste es el Legal Malvado. El Señor Oscuro con todas las de la ley. Al principio de Ciudad Humana aún le queda algo de humanidad, pero a lo largo de los tres libros iremos asistiendo a su degeneración moral y a su descenso hasta la depravación y la locura. Gonzalo es maquiavélico en el auténtico sentido del término: como líder, para él el fin justifica los medios, y si tiene que renunciar al amor, cargarse a sus mejores amigos y destruir miles de vidas inocentes para conseguir un fin mayor, puedes apostar el culo a que lo hará. Lo malo es que al final confunde la fuerza con la crueldad, y acaba convirtiéndose en un monstruo igual al que quiere destruir. Un monstruo útil, pero monstruo al fin y al cabo. Con la excusa del "bien mayor", Gonzalo acaba asumiendo que todo vale, y que todo puede ser sacrificado. Incluida su propia alma, porque al final de Guerra le vemos llegar a la conclusión de que la única forma de salvar a la humanidad es perder la suya. Gonzalo es, en definitiva, el ejemplo personificado de que hasta teniendo la mejor de las intenciones podemos perdernos para siempre en el lado oscuro. Su magnífico y trágico descenso al abismo sin retorno ni esperanza de redención por salvar a la humanidad hace que haya terminado la trilogía sin tener muy claro qué siento por él, odio o pena. Probablemente sea un poco de las dos cosas.

Por último, y como reflexión personal, debo decir que no deja de ser curioso que para saber de qué va esta historia haya que esperar prácticamente hasta la última bobina. Porque la trilogía de Ciudad Humana no es una historia sobre zombies. Ni siquiera es una historia de aventuras o de terror. Es la lucha de un Señor Oscuro contra otro Señor Oscuro. Es el combate entre un Legal Malvado y un Caótico Malvado. Es la desesperanzadora sensación de que en un mundo que se va al garete no queda sino elegir entre la crueldad o la locura, que el único modo de derrotar al mal no es por medio del bien, sino haciendo que el mal se traicione a sí mismo. Es la historia de la caída de un hombre básicamente bondadoso, un hombre que sentía afectos sinceros y era capaz de amar, en la maldad más fría, cruel y despótica. Es una crónica del descenso al Lado Oscuro, de la corrupción y la caída más absolutas, que ya hubiera querido George Lucas ser capaz de narrar cuando filmó Star Wars: Episodios I, II y III. Es -por fin podemos contemplarla en toda su plenitud, aún cuando no se trate de la historia de Anakin Skywalker-, la historia de cómo el perfecto Caballero Jedi se convierte en el más abominable de los Lores Sith.
Ahora sólo queda imaginar cómo la Galaxia (Ciudad Humana) se convertirá en el Imperio, en un régimen de terror. Y sólo queda esperar que el reducto de Barcelona, con Leire a la cabeza, se convierta en las Alianza Rebelde, y que la pequeña Irene ejerza algún día como la versión femenina de Luke Skywalker. Porque si no, amigos míos, la humanidad va a estar jodida. Y no precisamente a causa de los zombies.