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domingo, 22 de enero de 2017

¿Quieres conocer al culpable de la corrupción? Mírate al espejo

Hace tiempo me prometí no volver a escribir cabreada, pero es que hay veces que no me puedo contener. Hay temas que suplican que escriba sobre ellos, y éste es uno que me tiene especialmente harta.
La gente en España critica un montón a los políticos. Sobre todo al PP; algunos, más imparciales o más informados, hablan del PPSOE, e incluso de "los políticos" en general, sin distinguir ideologías ni colores, lo cual sin duda está más cerca de la verdad. "El problema de España es que los políticos roban y se tapan unos a otros", dice la gente. "El problema son los puestos a dedo, los amiguismos, los enchufes, la corrupción, los sobres bajo mano y el esto lo hacemos todos y aquí no ha pasado nada".
¿Quieres saber quién es el culpable?
Te sugiero que empieces por ti mismo.

Vale, probablemente ninguno de los que me estén leyendo sean políticos, y pocos tendrán un cargo importante en una empresa. Pero haced introspectiva por un instante, y responded con sinceridad: ¿Alguna vez habéis robado algo, no importa lo nimio que sea? ¿Alguna vez habéis pedido que os pagaran u os cobraran en negro, para ahorrar impuestos? ¿Alguna vez habéis esperado que un familiar, amigo o conocido os diera alguna prebenda (trabajo, nota más alta en un examen, un puesto en el equipo, una plaza en un curso...) sólo porque erais vosotros, aunque hubiese un desconocido que lo mereciera más? ¿Y vosotros, habéis concedido otra prebenda similar a alguien?
Y lo más importante, aunque no hayáis tenido la oportunidad de hacerlo. ¿Lo haríais si pudierais? Si vuestro mejor amigo y un desconocido optaran a la última plaza en un curso que organizáis, ¿se la daríais a vuestro amigo, aunque el desconocido hubiera enviado la solicitud primero? Si pudierais pagar veinte euros menos al fontanero para ahorraros el IVA y nadie se fuera a enterar, ¿querríais pagar el impuesto de todas maneras? Si pudierais hacer valer vuestra influencia para que un amigo o familiar vuestro consiguiera un buen trabajo aunque no fuera el más apto, ¿lo ayudaríais? Si vosotros pidierais ese mismo favor a un amigo o a un familiar y éste se negara, ¿os enfadaríais con él?
Creo que el 99% de la gente contestará al menos a una de estas preguntas con un "sí". Y es ahí a donde quiero llegar, al meollo de la cuestión. La gente se queja de los políticos y los empresarios de este país por hacer esas cosas, pero en el fondo son actitudes que se ven en todas partes. Ellos no son peores que el resto de la sociedad; son el producto y el reflejo de ésta. La única diferencia que hay entre ellos y nosotros es que ellos pueden hacerlo, y nosotros no.

"Pero es que ellos son peores", podríais objetar. "Ellos tienen la responsabilidad y el deber de dar ejemplo, puesto que son cargos públicos, y si cometen una injusticia afectan a millones de españoles".
Evidentemente cuanto más poder tengas, más daño podrás hacer. Pero yo no hablo de quién hace más daño, sino de la mentalidad imperante en este país: es un problema que tenemos todos. Los políticos llegan al poder y lo hacen porque todo el mundo lo hace. No son distintos al resto de la gente. Esta es la diferencia entre Japón, donde un Ministro de Exteriores tuvo que dimitir al descubrirse que había aceptado una donación de 435 euros, y España, donde impera el yo no te he visto si tú no me has visto, que entre bueyes no hay cornadas.
La educación y los principios nacionales empiezan desde abajo, y la mentalidad global que tenemos en este país es cosa de todos. En este país la picaresca se ve como algo de lo que enorgullecerte, no como algo de lo que avergonzarte. Yo he oído a un chico, delante de mí, contar muy orgulloso cómo robó un microondas de una tienda de electrodomésticos sin que el dependiente se coscara de nada, y cuando le reproché que eso no era para enorgullecerse porque había cometido un delito, me miró con una expresión entre la incredulidad y el desprecio, como diciendo "menuda pardilla, ésta no sabe de qué va la vida". Si le dices al fontanero que quieres factura, te mira como si fueras tonto o como si quisiera asesinarte. En los ambientes literarios, donde he empezado a moverme, la gente habla de premios literarios importantes como el Planeta o el Minotauro, comentando que están dados de antemano, con toda la naturalidad del mundo. Es algo que todo el mundo sabe, y es lo que hay: lo aceptas como lo que es, la realidad normal, y punto. A nadie se le ocurre protestar.

Por consiguiente, nadie espera en realidad que los líderes den ejemplo, porque nadie cree de verdad que éstos vayan a ser honestos y a no aprovecharse de su puesto cuando ellos mismos serían los primeros que lo harían de tener oportunidad. Esta es la mentalidad en España. Si puedes evadir impuestos o meter mano en la caja y no lo haces, no eres honrado, eres gilipollas. Si no le das el puesto de responsabilidad o el trabajillo al colega de turno, no eres imparcial, eres un mal amigo. Cuando hasta el escalafón más humilde de la sociedad española todos ven el amiguismo, el nepotismo y el chanchullo como algo normal, esperable e incluso deseable, pretender que un español llegue a un puesto de poder y no haga lo mismo, es señal de una profunda hipocresía.

En definitiva, estoy cansada de oír a la gente decir que los políticos son unos ladrones y que España necesita un cambio. Será verdad, pero España nunca tendrá un cambio si no entendemos que lo que hay que hacer es cambiar de mentalidad antes que de partido. Porque mientras impere esa mentalidad, mande quien mande, sea cual sea su partido, su color o su ideología, va a hacer exactamente lo mismo.

domingo, 8 de enero de 2017

Reseña de "Diabólica", de S.J.Kincaid


Uno de mis regalos navideños de este año ha sido Diabólica, la nueva novela de ciencia ficción de S.J.Kincaid. Admito que no las tenía todas conmigo; aunque había oído comentarios positivos, esa contraportada que la describía como una mezcla de La Reina Roja y Los Juegos del Hambre me echaba para atrás, y el único motivo por el que decidí darle una oportunidad fue porque era una novela autoconclusiva.
Pues bien, la contraportada se equivocó. No tiene nada que ver con Los Juegos del Hambre (más allá de que la protagonista mata gente), y, felizmente, tampoco tiene nada que ver con La Reina Roja.
Justamente La Reina Roja fue uno de los regalos navideños del año pasado, y me pareció tan sumamente decepcionante que no quise leer el siguiente libro; me importaba (y me sigue importando) un bledo lo que ocurriera con la historia y con la protagonista. Es cierto que Diabólica tiene algunos elementos en común con ella (sociedad clasista, chica que tiene que hacerse pasar por aristócrata cuando no lo es, movimiento de descontentos que intenta rebelarse contra el sistema establecido, familia real disfuncional, noble pija y cabrona como antagonista), pero no sólo acaban ahí las coincidencias, sino que, además, todo lo que Victoria Aveyard hacía mal, S.J.Kincaid lo hace bien. De hecho, creo que Diabólica es la novela que Averyard habría querido escribir pero no supo.
El planteamiento es el siguiente: vivimos en una sociedad futurista, no sabemos exactamente el año, pero es de suponer que varios milenios más adelante. La humanidad domina el viaje por el hiperespacio (vendría a ser una mezcla de la tecnología de Star Wars con la de Star Treck) y ha colonizado numerosos planetas. Hay una familia imperial que lo gobierna todo (los Domitrian), una nueva religión panteísta que adora el cosmos y es la predominante entre las clases nobles (el helionismo), y a consecuencia de dicho credo religioso, el estudio de cualquier ciencia o tecnología se considera herético, y la humanidad lleva bastantes siglos sin evolución científica alguna y dependiendo totalmente de los robots, que se reparan unos a otros y se encargan de todas las tareas científicas y tecnológicas. La sociedad está dividida entre la nobleza, que vive en una especie de mundos astronave con todas las comodidades, y el excedente, los humanos normales que viven en planetas, expuestos a peligros como la radiación de las estrellas, los microbios o las inclemencias del tiempo. También existe un tercer grupo de humanos, los servidores, que son diseñados genéticamente para servir a las necesidades de la nobleza.
La protagonista de esta novela es Némesis, una diabólica, o lo que es lo mismo, una criatura diseñada desde su concepción para ser la guardaespaldas perfecta. Es más fuerte, ágil y resistente que cualquier humano, la han entrenado desde que nació para ignorar el miedo, la piedad y la empatía, y la han programado para que ame desesperadamente a una única persona: su dueña, una niña noble llamada Sidonia Impyrean. Las cosas se complican cuando el emperador sospecha que el padre de Sidonia conspira contra él y llama a su hija a la Corte del Crisantemo, lo que hará que los padres de la joven, preocupados por la seguridad de su hija, envíen a Némesis en su lugar.
El universo en que transcurre la historia está bastante bien creado. La sociedad, el trasfondo, la religión... dentro de lo que supone una historia de ciencia ficción, te lo crees y están bien logrados. Se nota que la autora ha puesto esfuerzo e interés en crear un mundo medianamente coherente, y esto, en los tiempos que corremos, me parece un logro. Los personajes también valen la pena, a destacar Tyrus, Sidonia, Cygna y sobre todo Némesis, la protagonista, que tiene un grandísimo mérito por el tipo de personaje que es y el desarrollo que tiene. Soy consciente de que era dificilísimo meterse en la cabeza de alguien como ella, crear su personalidad, sus motivaciones y sus pensamientos, y hacerla evolucionar como lo hace. Mi aplauso y mi admiración para S.J.Kincaid, que ha sabido crear y dotar de vida a un personaje tan difícil de manejar como Némesis dan Impyrean.
¿El único "pero"? La ambigüedad del final, que deja ciertas cuestiones importantes sin aclarar del todo, dando pistas pero dejando que sea el lector quien decida qué cree que ha pasado, y sobre todo la típica doble moral yanqui que vemos por doquier en libros de este tipo: violencia hay a patadas, incluso algunas escenas gore realmente desagradables, pero de sexo ni hablemos. Y el tema de "toda violencia cruel y explícita es aceptable siempre y cuando nadie folle y no se vea ni un pezón" no acabo de entenderlo, la verdad.
Paso a comentar el libro con más profundidad en los SPOILERS. Como siempre, si no quieres que te destripe la trama, no sigas leyendo. Y créeme, a este libro vale la pena darle una oportunidad sin que te lo revienten.



Lo que me ha gustado:

-Como ya he dicho, Némesis. Su personalidad y su forma de ver el mundo está muy bien construida, bien detallada, y sobre todo bien justificada. Para ser alguien que carece de empatía y de cualquier emoción salvo el amor incondicional que siente por su ama, es un personaje mucho más real, mucho más vivo, que todas esas heroínas juveniles de cartón piedra que han proliferado como setas en los últimos años a la sombra de Katniss Everdeen (cofcofMareBarrowcofcof). De hecho, Némesis me parece incluso más humana y emocional que Katniss. Esto, que podría parecer una contradicción (¿no acabamos de decir que Némesis es una criatura diseñada genéticamente para ser una asesina fría y letal?), no lo es, porque la evolución del personaje consiste, precisamente, en darse cuenta de que el condicionamiento genético y mental que tiene no le ha quitado el libre albedrío y que es capaz de tener sentimientos humanos y sentir cosas como el amor y la compasión... si quiere. En este sentido, la imagen de portada del libro es perfecta: una mariposa, que representa la metamorfosis, mostrando ambos lados de la protagonista: la máquina de matar fría y letal, y el ser vivo capaz de sentimientos hermosos y auténticos.

-Como uno de los puntos fuertes de esta novela son los personajes, también quiero destacar a los secundarios, sobre todo a ese duelo de titanes que con Cygna y Tyrus. La forma en que conspiran el uno contra el otro me parece genial; de hecho, es lo que sostiene toda la intriga y la tensión de la novela. En algunos momentos han llegado a recordarme a las intrigas políticas de Canción de Hielo y Fuego, aunque por supuesto simplificadas por asunto de espacio (esto es una novela de cuatrocientas y pico páginas).

-Que sea autoconclusiva: No tengo nada en contra de que una historia de alargue varios volúmenes si es necesario para contarla, pero me daba la sensación, y sé que no soy la única, de que las editoriales juveniles nos están metiendo las trilogías hasta el gaznate. Es reconfortante, por una vez, encontrarse con una escritora que es capaz de contar una historia en UN único volumen.

-"El Imperio tal vez esté dispuesto a poner a niños en puestos de responsabilidad, pero aquí tenemos leyes": DIOS MÍO, POR FIN. Por fin un puñetero universo distópico en el que NO se ve normal que una chica de 16 años sea senadora, o líder de la rebelión, o reina, o LO QUE SEA. Los adolescentes no pueden ni deben estar al mando cuando hay adultos con experiencia que van a manejar mucho mejor la situación. Por fin un autor que se da cuenta de los OBVIO. Sidonia es una cría, Elantra es una cría, Neveni es una cría... incluso Némesis, que con sus modificaciones genéticas y su condicionamiento mental no piensa ni siente como una adolescente, no deja de ser ingenua y hasta crédula en ocasiones, metiendo la pata y siendo tan sólo un peón de los planes de otros personajes más listos y más poderosos durante la mayor parte del libro.

-Tanto el trasfondo (del que ya he hablado) como el estilo (que es notablemente superior al de otros autores del género) me han gustado mucho. A pesar de que la historia contenga muchos elementos de la ciencia ficción juvenil distópica, se nota que no es uno de esos libro-hamburguesa que se han escrito deprisa y corriendo para aprovechar la popularidad del género. Detrás de esta historia hay cariño y trabajo, y creo que se nota.

-Me gusta mucho cómo están llevadas las relaciones sentimentales de Némesis: tanto su inesperado enamoramiento de Tyrus como su fuerte amistad con Sidonia, que en el caso de ésta es un amor platónico no correspondido. El tema de la homosexualidad no suele tratarse en las novelas juveniles, y me gusta que en ésta lo hayan introducido con naturalidad y realismo.



Lo que no me acaba de convencer:

-El rechazo absoluto de la tecnología por parte del helionista me parece un poco inverosímil. Me lo habría creído más si hubieran seguido una variante más lógica, como por ejemplo creando una especie de tecnosacerdocio: un imperio galáctico anquilosado no porque el conocimiento científico esté prohibido, sino porque se considera sagrado y por lo tanto es de acceso restringido: sólo puede acceder a él una casta sacerdotal, cuyo credo, además, ve la innovación como una herejía y se limita a copiar y a perfeccionar los mismos modelos una y otra vez. Si el helionismo hubiera restringido los conocimientos técnicos y científicos a una élite sacerdotal, el resultado habría sido el mismo, porque las reivindicaciones del senador von Impyrean y de los humanos de Lúmina habrían sido igualmente legítimas, y la reticencia de la nobleza y el emperador igual de comprensible (si el conocimiento está restringido, entonces es poder, y ellos no querrían que lo tuviera todo el mundo).

-El personaje de Sidonia me parece un poco desperdiciado. Parecía que podría hacer algo interesante, pero al final sólo sirve como excusa para que Némesis se meta en la aventura y para formar parte de un atípico triángulo amoroso que, aunque está bien llevado y es creíble, convierte a Sidonia en mártir tan pronto como "resucita" (está claro que si el plan de Tyrus tiene éxito, ella sobra).

 

Lo que NO me ha gustado:

-La escena en que la criada Leather se desuella a sí misma, al más puro estilo Ramsay Bolton, es de lo más desagradable, y también innecesario. ¿Para qué le sirve al emperador un acto tan sangriento y cruel? ¿Para amedrentar a su rehén? No lo necesita, está sola y a su merced. ¿Para impresionar a sus cortesanos? Sólo consigue que lo vean como un bruto y un depravado.

-Me fastidia que la culpabilidad o inocencia de Tyrus respecto a la muerte de Sidonia quede tan en el aire. Al final, la propia Némesis reconoce que acepta su juramento de inocencia porque quiere creerlo, porque lo necesita, porque si creyera en las palabras de Cygna, habría perdido a todos los que ama y ya no tendría voluntad de vivir. Eso le da a la historia un final agridulce, porque deja la duda de si Tyrus será el héroe que traerá la justicia y el progreso a la galaxia, o será un monstruo dispuesto a sacrificar cualquier cosa para obtener sus fines. La autora se esfuerza tanto en crear a un personaje masculino inteligente, fuerte, noble y adorable, que al final resulta anticlimático crear esa nube de sospecha sobre él.