lunes, 12 de diciembre de 2022

¿Por qué "La Casa del Dragón" me ha dejado tan fría?

¿Qué tenía Juego de Tronos que le falta a La Casa del Dragón?


He tardado más de lo que pensaba en escribir esta entrada. Por una parte ha sido debido a lo mismo que me impide escribir en este blog (y escribir, en general) todo lo que quisiera: por la enorme sobrecarga de trabajo muggle que tengo.
Pero, por otra parte, también quería dejar que mi recuerdo de la serie se enfriara un poco y poder mirarla desde la distancia, con cierta objetividad, para tener capacidad de análisis. Mientras la estaba viendo, no entendía muy bien lo que me estaba pasando, porque, aunque no parecía una mala serie, lo cierto es que me estaba dejando -y me sigue dejando- más fría que un témpano.

Hay algo en lo que me parece que hemos coincidido el 99% de los espectadores: La Casa del Dragón no es una mala serie, pero no se acerca ni de lejos a la calidad de Juego de Tronos (o, al menos, a la calidad de sus cuatro primeras temporadas), y ahí es donde creo yo que está el quid de la cuestión: La Casa del Dragón, sin ser mala, tampoco termina de ser todo lo buena que podríamos esperar, porque en ella no sólo se repiten el 90% de los errores que hicieron decaer las últimas temporadas de Juego de Tronos, sino que por desgracia carece de muchos de sus puntos fuertes.

El único error de Juego de Tronos -de momento- no está cometiendo La Casa del Dragón, es la falta de fidelidad al libro. Mientras que a partir de la quinta temporada el argumento de Juego de Tronos comenzó a escindirse cada vez más de la historia literaria, incluso cuando los guionistas aún tenían las novelas Festín de Cuervos y Danza de Dragones como guía (nunca les perdonaré que destrozaran de semejante modo la trama de Dorne), La Casa del Dragón de momento es fiel en lo fundamental al libro Fuego y Sangre; ha habido cambios, pero de momento no han sido radicales. Así que, en principio, si dejamos de lado el sinsentido de los Black!Velaryon, la falta de fidelidad al libro no es un problema.

Lo que sí lo es, y ahora me doy cuenta de hasta qué punto, es la mala construcción de personajes.

Todos los espectadores de Juego de Tronos nos llevamos las manos a la cabeza cuando descubrimos cómo la última temporada se cargaba sin piedad todos los arcos evolutivos de los personajes durante las siete temporadas anteriores para ver cómo tomaban decisiones sin sentido, tenían cambios de personalidad abruptos, e ignoraban todo lo que habían sufrido, evolucionado y aprendido. Jaime, Daenerys y el Perro fueron los casos más sangrantes, aunque también hubo fallos como el de Arya, que tras estar cinco temporadas con dos objetivos muy definidos (convertirse en Mujer sin Rostro y regresar a su hogar), finalmente abandona ambos, todos los poderes aprendidos en la Casa del Blanco y el Negro no le sirven de nada excepto para vengarse de los Frey, y al final se convierte en Dora la Exploradora y pasa veinte pueblos de su familia, de Gendry, de Invernalia y del Norte. Jon sobrevive inexplicablemente porque Gusano Gris lo deja vivir inexplicablemente, y Bran, Samwell, Bronn y Brienne acaban en sus puestos finales porque patata. Quitando a Sansa Stark, ninguno de los personajes tiene una evolución coherente con su propio trasfondo. Pero al menos en Juego de Tronos ya habíamos tenido, al menos, las cuatro primeras temporadas. La serie había tenido tiempo de sobra para construir a los personajes desde el principio, sin prisas y con mimo, y nosotros habíamos tenido tiempo también para enamorarnos de ellos (sí, incluso a los malos, porque odiar a un villano con la pasión con la que los espectadores odiábamos a Cersei, a Joffrey o a Ramsay también es un modo de enamorarnos de ellos como personajes).

En cambio, los personajes de La Casa del Dragón ni siquiera han tenido esa ventaja. Han estado mal construidos desde el principio. Y creo que esto se ha debido principalmente a tres errores que los guionistas han cometido con ellos: los han blanqueado, los han simplificado, y los han utilizado como meros vehículos para poder contar la historia, en lugar de darles importancia por sí mismos. En La Casa del Dragón, las motivaciones, el trasfondo, el desarrollo y la evolución de los personajes no importa, sólo aparecen y actúan en la medida en que los guionistas los necesitan para hacer avanzar la trama.

Lo voy a explicar mejor con un ejemplo. Rhaenyra y ser Criston Cole. La importancia de estos personajes y de su relación es capital, porque en torno a ellos orbitan un cúmulo de circunstancias que terminará en el peor de los desastres. Veamos lo que pasa en el libro. Rhaenyra es una princesa joven y bonita, pero caprichosa. Eso no significa que sea mala, pero su corta edad la hace ser una inconsciente, y encima es una niña rica, mimada y hermosa, lo cual significa que está acostumbrada a que todo el mundo gire, siempre, a su alrededor.
Por otro lado tenemos a ser Criston Cole, quince años mayor que ella. Cuando ocurre el torneo de Poza de la Doncella, Rhaenyra es una niña de ocho años y ser Criston un joven de 23, que la nombra Reina del Amor y la Belleza para halagarla -y probablemente también para halagar a sus padres-. La niña, con un enamoramiento inocente e infantil que tiene más de fangirlismo que otra cosa, ruega a su padre que lo nombre su escudo juramentado y lo llama "mi caballero blanco". Para ella, él es el ideal masculino, un amor platónico al más puro estilo "niña que llora de emoción al ver a los One Direction / Backstreet Boys / inserte aquí su boy band favorita de la niñez". Para él, ella es la princesita pura e inocente a la que debe proteger.

Las cosas siguen así entre ellos después de que Alicent se case con Viserys, y de hecho, en el torneo de Desembarco del Rey que se celebra para conmemorar el quinto aniversario de ese matrimonio, ser Criston descabalga a todos los campeones de los Verdes llevando la prenda de la princesa Rhaenyra. Para entonces, ella tiene catorce años, ya no es una niña, y se ha convertido en una adolescente que sigue enamorada de ser Criston Cole, aunque de una manera ya no tan platónica. Se ha convertido en una adolescente presumida, caprichosa y terca, aunque encantadora y educada, una mezcla perfecta entre Margaery y Cersei. Por su parte, ser Criston tiene ya treinta y ocho años, no es ningún zagal, y tras haber pasado toda su juventud respetando el voto de castidad tiene unas ideas muy rígidas acerca de la moralidad y la decencia. Aspira a ser el caballero ideal en todos los aspectos, y lo que siente por Rhaenyra es amor cortés en su más pura expresión. Si recordáis vuestras clases de Literatura del colegio, el amor cortés es platónico por definición: el caballero acomete hazañas y lucha por una dama -inalcanzable por estar casada, ser de nobleza más elevada que él, o ambas cosas- la cual es a la vez distante, admirable, y representa todas las virtudes físicas y morales: para los caballeros cristianos es como la Virgen María; un caballero de Poniente como ser Criston sin duda la identificará con la figura de la Doncella. Probablemente tuvo con ella los gestos galantes que se suponía que un caballero podía tener con su dama: ofrecerle flores, cantar sus virtudes, escucharla, halagarla, hasta es posible que componer poemas o canciones en su honor.

El problema es que ser Criston, ya madurito, no aspira a más, pero Rhaenyra es una moza de dieciséis años que va más caliente que la cabeza de una cerilla y está acostumbrada a conseguir todo lo que quiere. Su amor por ser Criston no es platónico, sino totalmente terrenal, por eso rechaza una y otra vez a todos los pretendientes que le propone su padre y no quiere casarse, porque a quien ama es a ser Criston. Cuando el rey Viserys la amenaza directamente con que si no se casa con ser Laenor Velaryon la despojará del título de Princesa de Rocadragón, ella protesta acusando a ser Laenor de ser homosexual, lo cual es cierto, pero al haber rechazado ya a tantos pretendientes Viserys no ceja y mantiene su amenaza de nombrar heredero a Aegon si ella no contrae matrimonio. En el fondo, tiene su lógica: si Rhaenyra va a ser reina, necesita un heredero, y no va a poder tenerlo si no se casa. Pero ella, desesperada, decide acudir a los aposentos de ser Criston, y sintiéndose segura tras tantas muestras de amor cortés, se ofrece físicamente a él, declarándole su amor y ofreciéndole su virginidad. De ese modo, piensa Rhaenyra, ser Laenor ya no la querrá como esposa y ser Criston deberá conservar su honor renunciando a la capa blanca y casándose con ella.

Y aquí es donde ser Criston sufre un shock. Para él, un hombre con un estricto sentido de la moral que se ha ceñido rígidamente a las normas del amor cortés, la actitud de Rhaenyra es inconcebible, es un puñetazo en toda la cara. Su princesa perfecta y pura se está comportando como una fulana, pretende pecar contra la decencia y contra los dioses, la Virgen María se acaba de transformar en Eva. ¡Y él ha pasado los últimos veinte años de su vida, toda su juventud, justando y esforzándose en ganarse el favor de una doncella que no lo merece! ¡No era una calumnia lo que la reina Alicent y sus partidarios Verdes decían de ella! ¡Rhaenyra no es digna de ser una reina, y menos de su favor!

Y así es como se fastidia todo. Ser Criston la rechaza violentamente, y lleno de amargura y desengaño, pasa a servir a la que ante sus ojos sí se ha comportando con decencia e intachable moral: la reina Alicent. Por su parte, Rhaenyra, furiosa y dolida por el rechazo, es encontrada por ser Harwin Strong llorando con desconsuelo su despecho. Y ser Harwin, que carece de los escrúpulos de ser Criston, la consuela y acaba llevándosela al huerto. No queda claro su Rhaenyra lo convierte en su amante por amor, por despecho o por una mezcla de ambas, pero lo cierto es que así sucede, y de este modo la relación de amor platónico e ideal que había entre ella y ser Criston se convierte en odio y en rencor.

Vale, bien. Ahora la gran pregunta: ¿Qué hemos visto de todo esto en la serie?

Absolutamente nada.

Rhaenyra y sus motivaciones van cambiando conforme le interesa a los guionistas de la serie. Para empezar, su reticencia a contraer matrimonio no tiene nada que ver con un amor platónico por ser Criston; hablando con su tío Daemon, ella afirma tener miedo a quedarse embarazada. Esto es comprensible si recordamos la forma en la que muere su madre, pero automáticamente dicha motivación se derrumba cuando esa misma noche se muestra dispuesta a perder la virginidad con su tío Daemon, y acto seguido se pone a fornicar con ser Criston una vez su tío le falla. ¿De repente ya no tiene miedo a quedarse embarazada?

Por otra parte, ser Criston no parece tener ningún problema moral en fornicar con la princesa, lo cual tampoco es tan raro si tenemos en cuenta que la serie ha obviado completamente la trama de amor cortés ni se ha molestado en presentar al caballero como el epítome de la moralidad y la virtud que supuestamente es. Al parecer, todo su resentimiento viene del despecho, de sentirse despreciado porque Rhaenyra no tiene ninguna intención de renunciar al trono por él. Lo cual a su vez tampoco tiene sentido, porque eso debería implicar que Rhaenyra es una mujer ambiciosa que está dispuesta a todo por mantener el poder y conseguir el trono, pero luego a lo largo de la serie la vemos afirmar que el trono es una carga, que ella sólo lo acepta por deber, que está incluso dispuesta a renunciar a él para evitar una guerra. Más adelante, parece que ama a ser Harwin, pero luego resulta que le da exactamente igual que muera.

En definitiva, que no sabemos ni quiénes son ni lo que quieren, porque sus personalidades y sus motivaciones cambian de capítulo a capítulo -a veces, incluso dentro del mismo capítulo- según lo que los guionistas quieran contar.

Pero es que con los demás personajes de La Casa del Dragón pasa exactamente lo mismo. A Alicent le sucede otro tanto: odia tanto a Rhaenyra por mentirosa y ligera de cascos que la quiere matar, pero luego no la puede destronar, pobrecita, porque de adolescentes eran amigas. Primero es una histérica obsesionada en que su hijo Aegon tiene que reinar porque si no Rhaenyra los matará a todos, pero luego resulta que la acepta como reina de buena gana y solo quiere poner a Aegon de rey por haber malinterpretado las palabras de Viserys en su lecho de muerte. ¿Y Daemon? En el libro es un aventurero oportunista, una especie de Han Solo oscuro que usa descaradamente a las demás personas para sus fines y que no tiene reparos en vengarse de quienes lo desafían, pero que nunca hace daño directo si puede evitarlo y tampoco golpea en primer lugar. Él no ama a Rhea Royce y aún así no tiene reparos en intentar aprovecharse de su muerte reclamando las propiedades de su esposa cuando ésta fallece, pero aun así él no la mata ni intenta hacerle daño, porque por poco que le guste, es su esposa, y él es un hombre de honor. El Daemon de la serie, en cambio, es frío o tierno según le conviene a los guionistas. No tiene ningún reparo en montar una carnicería en el Lecho de Pulgas y tampoco en matar a sangre fría a su primera esposa cuando le conviene, pero luego no es capaz de ordenar que le hagan una cesárea a Laena para salvar su hijo y es un papá sumamente cariñoso con sus niñas. Respeta a Rhaenyra y la apoya en todas sus decisiones, pero luego de repente se convierte en un maltratador que la amenaza. El Daemon de los libros tiene un objetivo muy claro (reinar como heredero de su hermano), y todas sus acciones están encaminadas a conseguirlo. En la serie no sabemos muy bien quién es, qué quiere y cuáles son sus objetivos. 

Lo que pasa con unos personajes tan inconsistentes es que no te los crees, y eso es lo que me ha pasado a mí. Cuando un personaje se construye así de mal, no hay quien se sienta identificado con él porque no tiene profundidad alguna. La princesa Rhaneys no tenemos muy claro si odia o ama a Rhaenyra, y tampoco por qué demonios no mata a los Verdes cuando podría haberlo hecho. En cuanto a Craghas Drahar, se convierte en el villano más pobre y desaprovechado de la historia de la televisión. Y así con todo el mundo.

Otro gran problema que ha tenido esta serie ha sido el desarrollo apresurado. Para mi gusto, las cosas han ido demasiado deprisa esta temporada. Uno de los aciertos de Juego de Tronos fue el mimo que puso al principio en el desarrollo de los personajes y del escenario de fondo en el que se iban a mover: conocemos los lugares, las leyes, las costumbres, conocemos a los personajes, cómo son, qué aman, que odian, qué les importa, qué les motiva y a qué le tienen miedo. La historia va fluyendo, sin prisa pero sin pausa, mientras los vamos conociendo. En cambio, La Casa del Dragón parecía tener tanta prisa en llegar a un punto definido de la trama (la muerte de Viserys), que el guión se tropieza consigo mismo haciendo que todas las cosas pasen rápidamente y sin explicación, sin profundizar en ellas: Criston tiene que matar a Joffrey y lo mata porque patata, Daemon se tiene que casar con Laena y se casa porque patata, Rhaenyra tiene que liarse con ser Harwin y nos encontramos con esa relación de golpe y porrazo sin desarrollo ninguno, ser Harwin tiene que morir y su hermano lo mata porque patata. Yo personalmente hubiera preferido que la primera temporada tuviera un ritmo más lento, que hubiera finalizado con la muerte de ser Laenor (que en el libro muere de verdad) o con la boda de Rhaenyra y Daemon, para que las cosas pasasen más despacio y nos diera tiempo a conocer mejor a los personajes.

 Lo cual nos lleva al siguiente punto: demasiadas muertes y demasiado rápidas.

-Si algo distinguió la serie Juego de Tronos fue el sentimiento de que nadie estaba a salvo. Todos los personajes podían morir, ninguno tenía inmunidad de guión, y muchos de los fallecimientos eran inesperados, sangrientos y terribles. Juego de Tronos era despiadada, pero sabía dosificar. Las muertes de la primera temporada están bien justificadas, ocurren por un motivo muy definido, y aunque impactan por su crudeza, ni son gratuitas ni son demasiadas. Tenemos la de tres personajes secundarios (el desertor de la Guardia de la Noche, Mycah y Jory Cassel); todas ellas están ahí tanto para hacer avanzar la historia como para desarrollar a tres personajes principales (Ned Stark, Arya Stark y Jaime Lannister, respectivamente). Y tenemos las de cuatro personajes importantes (Viserys Targaryen, Robert Baratheon, Ned Stark y Khal Drogo); todas ellas necesarias asimismo para desarrollar la historia. De todas estas muertes, la más impactante por inesperada y cruel es la de lord Eddard, y ocurre al final de la temporada, ¿por qué? Para que los espectadores hayamos podido enamorarnos de él. Conocemos a Ned, lo apreciamos, y por eso su muerte fue un impacto tan grande que marcó un hito en la historia de la televisión. En cambio, La Casa del Dragón se dedica a salpicar la pantalla de muertes que no sólo son absurdas (ese torneo a muerte del primer capítulo como si los torneos, en vez de espectáculos lúdicos y deportivos para nobles pijos, fueran peleas de gladiadores en las Arenas de Meereen), sino que son tan apresuradas que las únicas emociones que provocan en el espectador son la sorpresa o el asco, porque no hemos tenido tiempo de conocer a los personajes ni de cogerles cariño. En la primera temporada, al margen de las muertes absurdas del torneo y de ese duelo entre un Bracken y un Blackwood (sin sentido alguno en cuanto a que ni los personajes ni la rivalidad entre sus Casas vuelve a ser mencionada en toda la temporada), vemos morir a Aemma Arryn, a Rhea Royce (cuya muerte no aparece en pantalla), a Craghas Drahar (cuya muerte tampoco aparece en pantalla), a ser Harwin Strong y a su padre ser Lyonel, a ser Joffrey Lonmouth, a Laena, al criado al que hacen pasar por Laenor, a lord Beesbury, a Vaemond Velaryon y a Lucerys Targaryen, sin que ninguna de esas muertes nos importe lo más mínimo, porque ni conocemos en profundidad a los personajes ni hemos tenido tiempo de cogerles cariño. De los tropecientos mil desembarqueños que son asesinados por Daemon al principio y por Rhaenys y su dragón al final, ni hablamos. Parece que los guionistas de HBO no han aprendido que el motivo por el que la ejecución de lord Stark, la Boda Roja, el sacrificio de Shireen o el duelo entre Oberyn Martell y la Montaña impactaron tanto a los espectadores no fue por la cantidad de sangre, sufrimiento y gritos que aparecían en pantalla, sino porque conocíamos a los personajes y los queríamos.

El tercer gran fallo que le he visto a La Casa del Dragón ha sido su trama lineal. Uno de los motivos por el que conocemos tan poco a los personajes es porque, además de haber hecho un desarrollo deficiente de los mismos, la serie se centra exclusivamente en una sola trama: la de los Targaryen y los Velaryon. Toda la acción transcurre entre Desembarco del Rey, Rocadragón y Marcaderiva; el resto de escenarios de Poniente y el resto de Casas no están ahí, no existen, no importan para nada. Pero resulta que al final sí tienes importancia, tanto durante esta temporada como en las siguientes, y sólo por eso la serie tendría que haber hecho un esfuerzo activo en presentárnoslos. ¿Por que no una trama en las Tierras de los Ríos donde pudiéramos conocer a los Strong en Harrenhal? ¿Por qué no una trama en Roca Casterly para que podamos profundizar en los gemelos Lannister? ¿Por qué no una trama en Bastión de Tormentas donde conociéramos a lord Borros y a sus hijas? ¿Por qué no, y esto me parece un pecado capital, una trama en Invernalia donde conozcamos a Cregan Stark, que tantísima relevancia va a tener en muchos de los sucesos de la Danza de Dragones? ¿Por qué no haber dedicado más minutos de metraje para conocer a ser Joffrey o a lord Beesbury? La introducción de todas estas tramas secundarias no sólo habría enriquecido la serie y nos habría permitido conocer más y mejor a los personajes, sino que habría permitido ralentizar la historia y haber permitido que fuera desarrollándose poco a poco, igual que ocurre en Juego de Tronos. Al despreciar la trama de todos estos personajes secundarios, lo que hace la serie es ir haciéndolos aparecer de repente, como pegotes, según va conviniendo a la trama principal, en lugar de hacerlos confluir de manera natural hacia ella. 

Y por último, la serie adolece de una enorme falta de verosimilitud. Aquí es cuando me salta el típico listillo de siempre objetando: "¿Verosimilitud? ¡Pero si es una serie de fantasía y hay dragones!". Creo que ya he hablado varias veces en este blog de pacto ficcional. Por medio de este pacto, se establece un acuerdo tácito entre autor y lector (o espectador): el emisor establece unas normas al principio de la narración "este mundo es como la Europa medieval, pero con dragones", y el receptor acepta suspender la incredulidad en lo que a los elementos mágicos se refiere mientras el emisor respete sus propias normas y mantenga la verosimilitud. En el mundo de Poniente, que los Targaryen monten dragones que vuelan por el aire y echan fuego por la boca es creíble, respeta el pacto ficcional ("en este mundo hay dragones"). Que ser Criston Cole asesine a ser Joffrey Lonmouth en medio de un banquete de bodas y se libre impunemente del asesinato en vez de acabar cargado de cadenas camino de Muro no es verosímil ni respeta el pacto (habíamos quedado en que este es un mundo medieval donde se respetan las leyes). Que Rhaenys se cargue a cuatrocientos desembarqueños inocentes al aparecer en Pozodragón pero que luego tenga reparos morales en matar a los Verdes (que han conspirado para quitarle el trono a su sobrina y cuya muerte evitaría una guerra civil) pudiendo hacerlo en el acto y sin riesgos no es verosímil ni respeta el pacto (o Rhaenys es incapaz de hacerle daño a nadie, o puede matar sin parpadear, pero no las dos cosas). Que en Desembarco del Rey se organicen torneos donde los nobles mandan a sus hijos a morir sabiendo que pueden ser asesinados impunemente y a propósito durante los combates no es verosímil ni respeta el pacto (¿Quién, siendo noble y teniendo comida, dinero y buena vida aseguradas, querría arriesgarse a participar en un sangriento combate a muerte, a no ser que se trate de obligaciones inevitables como ir a la guerra o de defender su honor en un duelo?). Que una mujer, a las pocas horas de parir, sea capaz de vestirse y montar a horcajadas en un dragón no es verosímil ni respeta el pacto (las mujeres Targaryen, por jinetes de dragón que sean, no son inmunes al dolor ni tienen regeneración automática tras el parto; de hecho en el libro Rhaenyra deja claro que debido a su reciente parto no podrá montar durante un tiempo).

Y aquí se resumen los principales problemas de esta serie. Me da mucha rabia, porque tenían entre las manos un buen material que bien adaptado podría haber estado a la altura de las primeras temporadas de Juego de Tronos, pero por desgracia no ha sido así. Los guionistas han preferido rodar la historia aprisa y corriendo, más pendientes de respetar la agenda woke que de contar bien la historia y de desarrollar adecuadamente a los personajes. Aún así, la serie es bastante decente y muy superior a esos desastres absolutos que han sido La Rueda del Tiempo y Los Anillos de Poder, porque por muy malo que sea el cocinero cuando tienes tan buenos ingredientes es difícil hacer un plato incomestible. Pero no deja de producirme tristeza haber degustado una hamburguesa del McDonalds cuando en manos de un cocinero decente esto podría haber sido un filete a la Rossini.

sábado, 29 de octubre de 2022

Crítica de "La Casa del Dragón": décimo capítulo, primera temporada

Llegamos al final de temporada. Una temporada que podría hacer terminado en el capítulo anterior -y la serie con ella- porque dracarys, pero como ya sabemos, la princesa Rhaenys es el fondo es la versión ponienti del Joker y le hace mucha ilusión que todo el reino se enzarce en una guerra civil y ver cómo corre la sangre. Veamos a continuación cuán cerca están sus designios de hacerse realidad.

Rhaenys llega a Rocadragón para avisar a Rhaenyra y a Daemon de que Viserys ha muerto y que Aegon el Mayor ha sido coronado delante de todo el pueblo. Cuando Daemon le pregunta por qué no la han matado, ella responde que se escapó con Meleys. A pesar de que en la escena Rhaenys no detalla de qué modo consiguió escapar, se ve que Daemon ha visto el noveno episodio, porque le espeta que tuvo la oportunidad de quemar a los Verdes y no lo hizo. ¿La respuesta de Rhaenys? "Esto desencadenará una guerra civil, pero no seré yo quien la inicie".
¿¿What the fuck, Rhaneys?? Matando a todos los Verdes no habrías iniciado la guerra, la habrías EVITADO antes de que EMPEZARA. ¿Qué pretende Rhaenys entonces, que sean los Verdes los que ataquen primero? ¿Que cuando muera alguno de los Negros ya si eso empezamos las batallas? Por el amor de los Siete y de R'hllor, semejante ingenuidad no sólo es totalmente impropia de un mundo grimdark como el de Canción de Hielo y Fuego; ni Eddard Stark hubiese sido tan lelo.


"Sí, va a haber una guerra civil, y no, no he querido evitarla porque quiero ver arder el mundo"


A todo esto Rhaenyra se pone de parto a causa del disgusto, y al igual que ocurre en el libro, pierde al bebé (después de rehusar estúpidamente la ayuda de todas sus matronas, esto último de la cosecha de la serie). Aunque no tiene mayor importancia, porque la criatura está muerta de todas maneras, la serie nos ofrece un bebé varón completamente normal aunque prematuro, mientras que en el libro, de un modo mucho más escabroso, nace muerta una niña deforme con una cola llena de escamas y un agujero en el pecho donde debiera haber estado el corazón, a la que Rhaenyra llama Visenya.
Durante el funeral del bebé Targaryen sin nombre que debería haber sido Visenya, llega ser Erryk portando la corona del difunto rey Viserys, y Daemon corona a su esposa allí mismo (sí, en medio del funeral, con dos cojones). En esto la serie difiere del libro, puesto que en Fuego y Sangre ser Erryk ya se encontraba en Rocadragón con Rhaenyra, razón por la cual el guardia real que se fugó con la corona de Viserys para llevársela a Rhaenyra fue ser Steffon Darklyn. Curiosamente, la única que no se inclina ante la reina en su coronación es Rhaenys, que en el libro es incondicional aliada de Rhaenyra y forma parte del Consejo Negro desde el principio.

Acto seguido, Daemon preside un consejo de guerra en el que se van perfilando los aliados de cada bando: los Stark y los Arryn junto a Rhaenyra, los Tyrell (de quienes los Hightower son vasallos) y los Lannister con los Verdes (los Stark y los Lannister están condenados a enfrentarse sin importar cuál sea la serie, jeje). Es dudosa la lealtad de los Tully y de los Baratheon. En estos momentos Dorne aún es un reino independiente, va a su bola y se la suda bastante qué Targaryen se siente en el Trono de Hierro, de modo que con ellos no contamos. Entonces viene un barco con el emblema de un dragón verde (WTF??? Ese emblema no lo usaron NUNCA los Verdes) y desembarca en Rocadragón... Otto Hightower.


Emblemas de Rhaenyra y Aegon durante la Danza de Dragones. El único Dragón Verde conocido es una posada hobbit en Delagua



A ver, joder, ¿¿en serio?? ¿¿Los Verdes no tienen a nadie mejor que mandar que al padre de la reina viuda y Mano del Rey?? Alguien que, naturalmente, en una historia mínimamente coherente se habría convertido de inmediato o en rehén o en cadáver. Rhaenyra acude a escuchar el mensaje montada en Syrax, a pesar de estar recién parida (el libro es más realista en esto, puesto que en el consejo de guerra Rhaenyra manifiesta que el parto la va a imposibilitar para volar durante algún tiempo). Y, por supuesto, como en esta serie han convertido a todos los Negros excepto Daemon en ingenuos clones de Eddard Stark, a Rhaenyra se le cae una tierna lágrima por la mejilla y lo deja marchar. Por supuesto, como las mujeres son seres de luz, ella lo que quiere es evitar la guerra a toda costa y buscar la paz incluso si eso implica renunciar a la corona y por supuesto nada de hacer pelear a los dragones entre ellos no sea que se vaya a quemar un árbol o que a un plebeyo se le vaya a romper una uña. Pero ya está aquí el poder el heteropatriarcado en forma de su esposo Daemon, agarrándola del cuello y obligándola a ir a la guerra sí o sí. ¡Malditos hombres!
No hace falta decir que todo esto me provoca una profunda vergüenza ajena. Odio lo que están haciendo con le personaje de Rhaenyra. En el libro, quien viaja a Rocadragón con la oferta de paz no es Otto Hightower, obviamente, sino el gran maestre Orwyle, y la respuesta de Rhaenyra es "decidle a mi hermano que tendré mi trono, o si no, tendré su cabeza". Respuesta que da por ella misma, sin ningún Daemon cogiéndola del cuello, porque en el libro Rhaenyra no es ningún ser de luz sino un personaje gris, como tantos personajes grises que George R.R. Martin ha creado, con sus virtudes y con sus defecto; una mujer rencorosa, orgullosa e irascible que no tolera que nadie le arrebate lo que ella cree que le pertenece.


"Aunque seas un ser de luz que sólo quiere la paz, vas a ir a la guerra por mis santos huevos, Rahenyra, porque soy muy patriarcal y muy heteronormativo. ¡Viva el mal, viva en capital!"


Tras el regreso de Black!Corlys, que jura lealtad a Rhaenyra en nombre de la Casa Velaryon (por supuesto todo ello gracias a Rhaenys, qué sería del mundo sin las mujeres), Rhaenyra envía a sus dos hijos mayores como mensajeros a tres de las grandes Casas de Poniente: Jacaerys al valle de Arryn y luego al Norte; Lucerys a Bastión de Tormentas.
El final de esta temporada llega con el viaje de Lucerys, en lo que resulta ser la mejor parte de este capítulo, quizás por ser la única que transcurre 100% fiel al libro: ser Boros rechaza la oferta de los Negros porque Aemond se ha adelantado y le ha ofrecido casarse con una de sus hijas a cambio de su apoyo, mientras que Lucerys no puede igualar esa oferta al estar comprometido con lady Rhaena. Aemond lo amenaza diciéndole que o se saca un ojo o se lo arrancará él mismo, pero ser Boros (que será analfabeto, pero no tonto) interviene diciendo que Lucerys ha acudido como emisario y que no se derramará la sangre de nadie bajo su techo. Eso sí, se lava las manos sobre lo que pueda ocurrir fuera de él. Y fuera del castillo, haciendo honor al nombre de Bastión, hay una gran tormenta.
Y aquí, en el tramo final, ya vuelven a diferir la serie y el libro, porque aunque el resultado es el mismo, las motivaciones son muy distintas. En la serie vemos a Aemond perseguir a su sobrino montado en Vaghar sin ánimo real de hacerle ningún daño, solamente por asustarlo, hasta que ambos dragones pierden el control: Arrax, asustado, arroja una bocanada de fuegodragón a Vaghar, que se cabrea lo indecible y se zampa de un bocado al dragoncito y a su jinete a pesar de los gritos de Aemond ordenándole que no lo haga. En cambio, en Fuego y Sangre en ningún momento se deja entrever que las intenciones de Aemond fueran tan inocentes: odia a su sobrino desde que éste lo dejó tuerto, lo persigue con intención de matarlo y efectivamente lo consigue.


No hay color, a mí me da mucho más miedo cabrear a Daenerys



La última escena de esta temporada es la cara de Rhaenyra al enterarse de la muerte de Lucerys, que de una forma MUY evidente los showrunners han intentado que sea una descarada copia de la expresión de Daenerys Targaryen en Juego de Tronos después de que Cersei ejecute a Missandei, pero por desgracia Emma D'Arcy no es Emilia Clarke y ni por asomo tiene la misma expresividad, ni la misma capacidad interpretativa, así que el cierre del capítulo queda un poco descafeinado para mi gusto, lo cual resume bastante bien mi sentir acerca de toda esta serie en general.
Próximamente, un post con mis impresiones. Me despido hasta la próxima temporada, en la que nos espera mucha más sangre... y también queso.

domingo, 23 de octubre de 2022

Crítica de "La Casa del Dragón": noveno capítulo, primera temporada

Capítulo nueve, queda uno para el final de la primera temporada. Lo más reseñable de este episodio es que Rhaenyra no va a aparecer en él, ni ella ni ninguno de sus allegados, porque toda la trama ocurre de principio a fin en Desembarco del Rey.

El capítulo comienza con una serie de ominosos y sombríos planos de la Fortaleza Roja, dándole a este inicio un aire bastante fúnebre. El rey ha muerto (viva el rey), y el Consejo Real se reúne para deliberar, todos ellos con unos curiosos huevecitos de piedra delante que no tenemos ni la más remota idea de para qué sirven. Se confirma que la Danza de Dragones va a tener lugar, como adelantaba el capítulo anterior, por culpa de un malentendido de la pobre pequeña Alicent y no por su desmedida ambición. No lo entiendo; si durante los anteriores capítulos los guionistas han intentado dibujarla como una mujer resentida con Rhaenyra, capaz incluso de intentar apuñalarla, obsesionada por transmitir sus miedos a su hijo Aegon, ¿por qué ahora lo basan todo en un malentendido por parte de ella? Ah, vale, sí, el blanqueo de los personajes femeninos. De hecho, son nuevamente los hombres (cómo no), en este caso los del Gran Consejo, los que llevaban tiempo planeando derrocar a Rhaenyra lo quisiera Alicent o no, porque se ve que se aburrían y tenían ganas de guerra civil. El único que aporta un poco de sensatez al asunto, lord Beesbury, que es rápidamente liquidado por ser Criston en cuanto empieza a decir que lo mismo ese cambio repentino de opinión justo antes de morir cuando sólo Alicent podía escucharlo igual es un poco sospechoso. Aquí es cuando por fin descubrimos la función narrativa de los huevecitos, que básicamente han servido para que ser Criston el psicópata (que con esto de poderse cargar a todos los nobles que quiere con impunidad ya le ha cogido el gusto) le incruste al pobre lord Beesbury la cabeza sobre el suyo. Curiosamente, aparte de asesinar a lord Beesbury, ser Criston poco más hace o dice en toda la reunión, cuando Fuego y Sangre deja bien claro que sus palabras en apoyo de Alicent fueron determinantes en convencer al Consejo Real para que apoyaran a Aegon el Mayor como sucesor.


"No sé si hacerle un entierro valyrio o vendérselo al Museo Británico".


En Fuego y Sangre, George R.R.Martin nos cuenta que las primeras batallas de la Danza de Dragones se libraron con papel y pluma, no con las armas. Cuando convencieron a Aegon de que tomara la corona, éste intento persuadir a su hermana para que lo reconociera como rey a cambio de convertirla a ella en Señora de Rocadragón. Sin embargo, aquí de buenas a primeras se decide mandar un sicario a por Rhaenyra, antes incluso de haber podido localizar a Aegon, cuya búsqueda dura gran parte del episodio. Mientras dura la búsqueda, la princesa Rhaenys, que en el libro está con Rhaenyra y forma parte desde el principio del Consejo Negro, aparece en la serie atrapada en la Fortaleza Roja por ninguna razón, con su dragón secuestrado porque según Alicent "sin Meleys, Rhaenyra quizás aceptará negociar". A ver, me da la sensación de que esta serie está contando con muchos menos dragones de los que había en verdad. Incluso sin Meleys, los Negros seguían teniendo más dragones (un total de siete con Syrax, Caraxes, Vermax Arrax, Tyraxes, Borrasca y Danzarina Lunar) que los Verdes (que contaban con un total de seis: Fuegosol, Sueñafuego, Vaghar, Tessarion, Shrykos y Morghul). No me parece, dada esta proporción, que retener a Meleys sea tan decisivo como deja entrever la serie.

Mientras tanto, la búsqueda de Aegon prosigue. Como no lo han encontrado ni en la Calle de la Seda ni en un reñidero donde ponen a luchar a niños pequeños unos contra otros como si esto fueran las Arenas de Meereen (!), Otto Hightower, los gemelos Arryk y Erryk (uno de ellos debería estar en Rocadragón), el príncipe Aemond y Criston Cole siguen buscando. Aunque en el libro el incidente se resuelve bastante rápido y de un modo bastante intrascendente (básicamente te cuentan en una línea que Aegon estaba en la cama con su amante), aquí meten a Mysaria de por medio (!!) afirmando que sabe dónde está Aegon, que se ha ocupado de esconderlo y que se lo va a entregar a los Verdes a cambio de que detengan las peleas de niños, para que pueda reinar. Teniendo en cuenta de quién ha sido amante y aliada Mysaria (Daemon), y el papel que desempeñará en la Danza de Dragones, es absolutamente incomprensible que juegue a dos bandas de esa manera. Me da la sensación de que la serie intenta darle algún tipo de papel heroico en plan "la prostituta con corazón de oro" igual que hizo Juego de Tronos en su día con Ross y Shae, pero eso es traicionar completamente la esencia de la Mysaria del libro, cuya lealtad sólo está con el príncipe Daemon. Siendo tan buenecita (y tan morena), tampoco se entiende mucho que la llamen el Gusano Blanco, pero en fin.
Ah, por cierto, al final resulta que Aegon no estaba con su amante, estaba escondido bajo un altar del Sept (que, recordemos, NO es el Gran Sept de Baelor porque todavía no se ha construido). Se supone que se esconde porque no quiere ser rey, pero lo cierto es que no tenía forma de saber que Viserys había muerto. ¿Se lo ha dicho Mysaria? ¿Por qué? ¿Y por qué se ponen a pelear ser Criston y ser Erryk? ¿Por qué de repente ser Arryk abandona a su hermano? ¿Por qué si Aemond tiene tantas ganas de ser rey no ayuda a escapar a Aegon? No entiendo nada de esta puta escena.


Os presentamos a Aegon, el joven al que todo el mundo quiere como rey excepto el propio Aegon

A continuación, Alicent discute con su padre, diciéndole que ella ha sido sólo una pieza en sus planes, que él la ha manipulado para querer lo que él deseaba que ella quisiera, etc. Vamos a ver, ¿no era que al principio del capítulo estaba convencidísima de que la última voluntad de Viserys había sido que reinara su hijo Aegon? De verdad, cómo me saca de la historia el hecho de que las motivaciones de los personajes cambien alegremente según los guionistas tocan la pandereta.

Después de una absolutamente innecesaria escena de podofilia entre Larys y Alicent, que parece haber sido escrita con el único fin de complacer a Quentin Tarantino, vemos a ser Arryk rescatar a Rhaenys de su encierro. Suponemos que ha decidido cambiar de bando al ver hasta qué punto era llorón, cobarde y reticente a reinar Aegon el Mayor, aunque en el libro finiquitaban el tema haciendo que ser Arryk fuera fiel a Rhaenyra por la sencilla razón de que estaba a su servicio en Rocadragón. Tras pasar por el patio, donde está ahorcado uno de los nobles que no quisieron dar su apoyo a Aegon (¿no había otro sitio donde colgarlo? ¿por qué lo dejan ahí, si no tiene ningún sentido que lo hagan como escarmiento teniendo en cuenta que la Fortaleza Roja está ocupada por los leales a los Verdes?). En medio de la turba que acude a la coronación de Aegon, Rhaenys se separa de ser Arryk, y se escabulle de la ceremonia sin que nadie la vea.


Tarantino viendo este capítulo: ¡No estás solo, Larys!


Tras su coronación, Aegon esgrime la espada Fuegoscuro frente al pueblo, es aclamado, se le nota en la cara que ya no le parece tan mal eso de ser rey y que empieza a cogerle gusto a la idea... y entonces, de repente, surge del SUELO (!!!) el dragón Meleys con Rhaenys montada encima, cargándose con su aparición a doscientos o trescientos espectadorcillos inocentes de nada, y se acerca al estrado donde están Aegon recién coronado, sus hermanos Aemond y Helaena, Alicent y Otto Hightower y ser Criston Cole. Es decir, TODO el núcleo duro de los Verdes al completo. Lógicamente lo ÚNICO que tendría sentido que sucediese ahora es que Rhaenys dijera "Meleys, dracarys" y se acabara la serie.

PERO NO.

Más allá de total absurdo y sinsentido de pretender que Rhaenys haya podido salir del sept, llegado a Pozodragón, derrotado a todos los que supuestamente la estaban esperando a pesar de estar desarmada, encontrar una armadura de su talla, ponérsela, ensillar a Meleys y volver TODO ELLO EN UN MINUTO, más allá del sinsentido de que el dragón surja de debajo de la tierra como si fuera un hongo (¿ahora resulta que entre Pozodragón y el sept existe un túnel secreto lo bastante grande para que lo recorra una criatura del tamaño de Meleys?), pretenden hacernos creer que Rhaenys ha tenido delante a Aegon el Mayor y a toda su familia Y NO LOS MATA. Pero a ver, ¿POR QUÉ COÑO NO LES MATA? ¡¡No tiene ningún sentido!! ¡¡Podría haber acabado con la guerra civil en un segundo!! 


Asno fue más listo que Rhaenys


Me da igual cómo traten de justificarlo los guionistas, todo el tramo final de este capítulo no ha tenido ningún tipo de sentido y su única explicación posible es que se trate de un sueño de Resines. De verdad, no entiendo el motivo de hacer estas cosas, soy incapaz de comprender para qué los guionistas se sacan de la manga una escena totalmente inventada que no aparece en el libro y que además se da de patadas con el más mínimo sentido común. No puedes meter a una partidaria de los Negros con un dragón en Desembarco del Rey y hacer que no mate a Aegon pudiendo hacerlo; para esto NO METAS A RHAENYS EN DESEMBARCO DE REY, QUE TAMPOCO TENÍA POR QUÉ ESTAR AHÍ.
He buscado por internet y he encontrado las más absurdas teorías fan para intentar explicar lo inexplicable. Que si matar a Aegon y a su familia en ese momento "los habría convertido en mártires". Que si "matarlos en ese momento habría hecho que sus partidarios se rebelaran y estallara la guerra civil". Que si "Rhaenys no quiere matarlos porque no hay nadie mas maldito que quien mata a la sangre de su sangre". Todo gilipolleces. En primer lugar, lo de los mártires: ¿mártires de qué? ¿y qué cojones le importa a Rhaenys que se les considere mártires o no, mientras Rhaenyra acabe en el trono de hierro? Lo de la guerra civil me da mucha risa. No, señores, es precisamente dejar a Aegon vivo lo que va a provocar la guerra civil. Sin su candidato, los partidarios de Aegon no tienen a NADIE a quien apoyar y por lo tanto ya no hay causa de guerra civil alguna, la reina ya sólo puede ser Rhaenyra. Y lo de que no quiera ser una matasangres no tiene sentido en absoluto, sabiendo que se va a desencadenar una guerra civil (y sabiendo lo que ocurrirá en el futuro, quien haya leído los libros). ¿Acaso Rhaenys se va a retirar sin participar en ella para no ser una matasangres? Todos sabemos que no, así que no entiendo qué diferencia hay entre matar a los enemigos de Rhaenyra ahora o matarlos después. Bueno, sí, hay una diferencia: cientos de miles de vidas salvadas y un reino intacto.


Un aplauso para Rhaenys, que ha decidido no evitar la guerra civil por ninguna razón en absoluto

sábado, 15 de octubre de 2022

Crítica de "La Casa del Dragón": octavo capítulo, primera temporada

Por fin puedo traer la reseña del octavo capítulo. Bastante tarde, lo cual lamento mucho, pero realmente me está causando problemas el hecho de que esta serie se estrene los domingos de madrugada, porque el trabajo durante la semana me deja MUY POCO TIEMPO para ver series o hacer cualquier otra cosa que no sea currar en el despacho. Ojalá se estrenase los viernes; en tal caso, podría tener casi siempre listas las reseñas al día siguiente en vez de tener que esperar a mitad de semana, o lo que es peor, al fin de semana como en este caso.

En fin, vamos al lío. El octavo capítulo de la serie se va a dedicar por entero a un episodio que, en el libro Fuego y Sangre, se limita a menos de los páginas: la cuestión sucesoria de Marcaderiva y la cena de reconciliación organizada por Viserys. Me da una mezcla de pena y grima cada vez que veo a Viserys aparecer en pantalla; se supone que el rey pasó sus últimos años enfermo, con grades dolores torácicos, debilitado y con un sobrepeso que le hacía todavía mas difícil y doloroso moverse; no se convirtió en un zombie esquelético al que le faltaba media cara. Creo que se han pasado tres pueblos con el maquillaje; en Juego de Tronos se vieron caminantes blancos con mejor aspecto.


Ya no sé si es el Rey de los Siete Reinos o el Rey de la Noche...


Empezamos con un cambio respecto al libro: lord Corlys ha sido gravemente herido en una batalla contra piratas, la herida se le ha infectado y Rhaenys y uno de los hermanos de Corlys (seguimos sin saber cuál de los dos) discuten sobre quién debe ser el heredero de Marcarderiva; Rhaenys apuesta por Lucerys, pero el hermano Velaryon se niega porque dice que en tal caso su linaje desaparecerá y Marcaderiva acabará en manos de un Strong. En Fuego y Sangre, lord Corlys cae enfermo por unas fiebres sin piratas de por medio, y es Rhaenyra, no Rhaenys, la que le urge a que nombre heredero a Lucerys. Los indignados por la idea son los numerosos sobrinos de lord Colrys, entre ellos Vaemond Velaryon, porque a estas alturas de la historia todos los hermanos de la Serpiente Marina están ya muertos. Sea como sea, me desconcierta bastante la ciega lealtad de Rhaenys por Rhaenyra, teniendo en cuenta que en el anterior capítulo la dejamos llorando a gritos por creer a Laenor muerto debido a las intrigas de Rhaenyra y Daemon. ¿Por qué muestra esta mujer tanta lealtad por la mujer que cree que le arrebató a su hijo?


Mientras, en Rocadragón, Rhaenyra y Daemon parecen preguntarse lo mismo. A juzgar por la carta de Baela, la serie ha convertido a Vaemond Velaryon en el hermano de Corlys, cuando en realidad es su sobrino. No entiendo muy bien el motivo de este cambio. Tanto por el aspecto de Baela como por el de Jacaerys, vemos que la serie ha hecho un nuevo salto temporal, de unos cinco años a juzgar por el aspecto del pequeño Joffrey. A causa de las disputas por la herencia de Marcaderiva, la princesa y su esposo deciden regresar a Rocadragón, donde los recibe la reina Alicent vestida con uno de sus sempiternos trajes verdes. Se entiende el motivo de que los partidarios de Alicent se llamen los Verdes, pero seguimos sin tener el menor motivo para que los de Rhaenyra se llamen los Negros, porque el único momento en que recuerdo haberla visto vestir de ese color fue en el funeral de Laena. En todo caso, sus partidarios deberían llamarse los Rojos. ¡Y por fin conocemos a uno de los famosos gemelos Cargyll! Aunque no tiene mucho sentido que se trate de ser Erryk, puesto que Erryk era el Escudo Juramentado de la princesa Rhaenyra. Era Arryk quien estaba a las órdenes de Alicent, y no le veo sentido alguno a meter a los dos hermanos en el mismo bando.


En la Fortaleza Roja, Rhaenyra le presenta a su padre, que yace moribundo en la cama, a sus dos hijos, Aegon y Viserys, el primero un crío pequeño y el segundo un bebé. Esto me desconcierta, deberían ser más mayores: o la serie va a hacer otro salto temporal, o van a cambiar la historia de los hermanos. Mientras tanto, a la reina Alicent le llega el papelón de tener que sobornar y consolar a una criada de su hijo Aegon al que éste ha violado por diversión; entiendo que el único sentido de esta escena es mostrar a Aegon como el Targaryen más patético jamás nacido, a la altura de Viserys el hermano de Daenerys o de Aerion Llamabrillante: violador, inmaduro, inconsciente, caprichoso y cruel. Una mierda de ser humano, vamos. Que yo recuerde, el Aegon de los libros no era tan inútil. Era lujurioso y borracho, sí, pero no iba por ahí violando a las criadas.
Supongo que el incidente de la violación sirve también para recalcar la hipocresía de Alicent, que va de beata y lo llena todo de estatuas religiosas para luego encubrir los crímenes de su hijo. Sorprendente que la primera vez que se acuerdan de los Siete en toda la temporada sea para pintar a las personas religiosas como unos hipócritas de cuidado, no sé por qué no me sorprende.


A Baelor el Santo le gusta esto


En el patio de armas, los nobles de Poniente siguen con la poco saludable y poco realista costumbre de entrenar en el patio con armas de combate real, sin usar las de entrenamiento. Precioso el momento en que el mangual de ser Criston rompe en pedazos el escudo del príncipe Aemond; ya me imagino la cara de Alicent (el pobre Viserys ni se enteraría ya) si su hijo mediano hubiera bajado el escudo por alguna razón y ser Criston Cole lo hubiera dejado sin cabeza. Bueno, con el rollo de la impunidad absoluta en los asesinatos de nobles que lleva arrastrando esta serie, lo mismo va y ni se inmuta.
Pero cuando Aemond está a punto de invitar a sus sobrinitos a "entrenar" (y una mierda entrenar, eso es combate real con armas letales y encima sin protecciones ni nada, de verdad que no sé en qué coño están pensando los guionistas de esta serie), ¡atención todos! Llega Vaemond Velaryon. Y a todos los que nos hemos leído Fuego y Sangre nos viene a la cabeza esta canción:



Vaemond pide apoyo a la reina Alicent y al Consejo para que lo nombren Señor de las Mareas, afirmando que un niño no puede ser el almirante de una flota (en la serie dan a entender que ser el heredero de la Casa Velaryon te convierte por cojones en Lord Almirante y no es así; los Velaryon solían ostentar el cargo porque por lo general eran buenos navegantes y por su tradicional alianza con los Targaryen, pero lo cierto es que el cargo era potestad de la Corona y ésta podía otorgárselo a quien le diera la gana, con lo cual perfectamente habría podido darse el caso de que Lucerys fuera el heredero de Marcaderiva y Vaemond el Lord Almirante). Mientras tanto, Rhaenyra ofrece a Rhaenys la alternativa de casar a Baela con Jacaerys y a Rhaena con Lucerys para que la primera sea reina y la segunda transmita la sangre Velaryon a sus descendientes, con lo cual está admitiendo de facto la ilegitimidad de sus hijos.
Esa noche, Rhaenyra pasa por un momento muy doloroso que todos los hijos cuyos padres llegan a ancianos tienen que afrontar tarde o temprano: la certeza de que tu padre se ha convertido en alguien más débil que tú, que ya no puede protegerte, que tú debes ser el fuerte ahora. Sin embargo, aquí hay algo que no cuadra: si a Rhaenyra le parece una losa tan pesada ser la heredera al trono, si es consciente de que su nombramiento ha dividido al reino y no quiere una guerra civil, ¿por qué no renuncia sin más a su título en favor de alguno de sus hermanos, o de su esposo Daemon? Nadie la obliga a seguir manteniendo la carga si es tan pesada de llevar. Lo gracioso es que, además, antes nos han mostrado a Aegon lloriqueando porque tampoco quiere ser rey. A ver si la guerra civil al final va a consistir en los dos pasándose la corona el uno al otro porque ninguno la quiere XD

Al día siguiente, en una audiencia en el Salón del Trono, Vaemond Velaryon y Rhaenyra hablando en nombre de su hijo Lucerys se postulan por la herencia de Marcaderiva. Obviamente la Mano del Rey va a fallar a favor de Vaemond, pero en ese momento entra el rey Viserys, renqueante pero majestuoso, y le pide a la princesa Rhaenys que dirima la cuestión expresando los deseos de su señor esposo, a lo que Rhaenys, al parecer satisfecha con la propuesta de Rhaenyra, confirma a Lucerys como heredero y anuncia el matrimonio de él y de Jace con Baela y Rhaena. Aquí es cuando Vaemond, en lugar de callarse, hace algo increíblemente estúpido: delante de toda la Corte, delante del propio rey Viserys, llama bastardos a los hijos de Rhaenyra. Tío, el rey había dicho explícitamente que le cortaría la lengua a cualquier que hiciera eso, ¿tú estás tonto o qué te pasa? ¿Sabes lo que es el juego de tronos, o jamás pasaste del parchís? Ned Stark es una maestro de las intrigas comparado contigo, chaval. El rey ordena que le corten la lengua, pero Daemon decide que la lengua se la puede quedar y a cambio le rebana media cabeza. Ahí en medio de la Corte, con dos cojones. De verdad, ¿tanto les cuesta en esta serie prender a los acusados, llevarlos a una celda y que los decapite el Justicia del Rey? Debe ser el cargo más codiciado de toda la corte el de Justicia del Rey: se lleva el sueldo pero el trabajo se lo hacen otros.
Es cierto que en Fuego y Sangre Vaemond es decapitado sin juicio por atreverse a afirmar que Lucerys es un bastardo, pero tal cosa no ocurre en la Corte de Desembarco del Rey, sino en Rocadragón, y la iniciativa no parte de Daemon, sino de la propia Rhaenyra, que al enterarse de las acusaciones de Vaemond envía a su esposo a prenderlo, lo hace decapitar en Rocadragón y luego arroja su cuerpo a Syrax, su dragón, para que se alimente de él. No entiendo el empeño de la serie en blanquear así a Rhaenyra, que a estas alturas está obsesionada con conseguir el trono de hierro y reinar, en vez de pintarla como una heredera dubitativa cuyo título es una pesada carga, incapaz de matar una mosca, y pasarle todo el peso de sus acciones moralmente cuestionables a Daemon.


La escena del embalsamamiento de Vameond, que tendría que haber sido macabra, me ha dado risa por haberme recordado a esto


Por último, se celebra la muy famosa cena -en el libro- en la que Rhaenyra y Alicent se visten cada una con el color de la otra y se reconcilian hipócritamente ante el rey Viserys. En la serie no ocurre así: cada una viste con su propio color -o más bien, Alicent viste de su color, porque aunque Rhaenyra va de negro en ningún momento se ha identificado ese color como el de su bando político-, y lo más curioso es que su reconciliación parece genuina y sincera; son los hijos los que se empeñan en pelearse los unos con los otros, sobre todo Aemond, que hace un juego de palabras al insultar a sus sobrinos fingiendo halagarlos al llamarlos "fuertes" (strong).
Y, tras un breve vistazo a Mysaria (me pregunto para qué puñetas sigue espiando esta señora la Fortaleza Roja, si se supone que solo se reincorporaría a la historia a petición de Daemon con la Danza de Dragones ya iniciada), descubrimos la clave de todo: resulta que Alicent había aceptado de buena gana a Rhaenyra como futura reina, pero claro, es que Viserys se pone a delirar sobre la Canción de Hielo y Fuego confundiéndola con Rhaenyra, habla del príncipe que fue prometido y de Aegon el Conquistador, y de todo eso Alicent saca en claro que Viserys ha cambiado de opinión y que ahora quiere que Aegon sea su sucesor. VAMOSNOMEJODAS.
Una de las cosas que más me gusta del mundo de Hielo y Fuego son los mil matices de sus personajes: ninguno es completamente bueno ni completamente malo, todos están pintados en distintas escalas de gris (salvo unos cuantos negros muy negros), y todos tienen sus razones para obrar como lo hacen. Eso es algo que la serie Juego de Tronos dejó entrever muy bien, y fue una de las razones de que tuviera tanto éxito. Cuando a George R.R. Martin le preguntaron cómo podía construir tan buenos personajes femeninos, la respuesta del escritor fue que el truco era escribir a las mujeres como personas. No arquetipos, sino personas de carne y hueso, con sus luces y sus sombras.
Aquí no. Aquí se están empeñando en blanquear a Rhaenyra y a Alicent haciendo a la primera una heredera casi por obligación que sólo mira por el bien de sus hijos y a Alicent como víctima de una lamentable confusión. Son seres de luz, no personas; aquí la culpa de la Danza de Dragones la van a tener sólo los hombres: los jóvenes por beligerantes, Daemon por matar a todo lo que se mueve, Otto Hightower por ambicioso y Viserys por causan confusión. Mirad, esto no es lo que yo quería ver, amigos. Yo quería ver a una Rhaneyra gorda (que los Siete nos libren de tener una protagonista gorda; puede haber toda la sangre, sexo y crueldad del mundo, pero con todos los PJ bien delgados), resentida, irascible y dispuesta a todo por reclamar sus derechos, arrojándole a su dragón los cadáveres de sus enmigos. Yo quería ver a una Alicent hipócrita, ambiciosa, dispuesto a todo por ver ascender a sus hijos, intrigando contra Rhaenyra mientras oculta el veneno de sus conspiraciones tras una sonrisa cortés, una Cersei con dulzura de Margaery. Pero me da la sensación de que si quiero eso tendré que conformarme con releer Fuego y Sangre.

miércoles, 5 de octubre de 2022

Crítica de "La Casa del Dragón": séptimo capítulo, primera temporada

El capítulo siete ha sido un poco desconcertante para mí. El 90% de la acción transcurre en el lapso de una sola noche, con una trama un poco lenta al principio que se revoluciona por completo en su lapso final. Hay muchos que se han quejado de la oscuridad del capítulo, y aunque es cierto que muchas escenas del mismo transcurren a oscuras, la verdad es que a mí no me ha supuesto un problema tan grande como para no poder enterarme de lo que pasaba en pantalla. También entiendo que, con el CGI que habrán requerido algunas escenas, hayan querido situar la acción de noche para que no se notase tanto el pantallazo verde.l

Comenzamos con el entierro de Laena Velaryon, que consiste en que un Velaryon random dice unas palabras y echan el ataúd al mar. Que alguien me corrija si me equivoco, pero no me suena en absoluto que los Velaryon tuviesen semejantes costumbres funerarias. Lo lógico sería que siguieran las mismas costumbres valyrias que los Targaryen y quemasen los cadáveres en piras funerarias (aunque poco debe quedar ya de Laena para quemar, la verdad); lo de echar el cadáver al mar para que se reúna con el dios de mar me suena mucho más a una costumbre Greyjoy de las Islas del Hierro, a no ser que nuestros amigos los Black!Valyrian veneren a Dios Ahogado. Otra cosa que me desconcierta mucho es el laicismo galopante que le han implementado a la sociedad ponienti en esta serie: por lo que veo, las septas y los septones ni están ni se los espera. Debería ser un septón (o un sacerdote del Dios Ahogado en todo caso) quien oficiara el funeral.


"La difunta está ahora en las estancias acuosas y las sirenas atienden todos sus deseos".
"Oye, ¿seguro que los Velaryon veneran al Dios Ahogado? ¿No eran los Greyjoy?"
"Tú disimula y sigue con la ceremonia".


Momento bastante WTF la risita de Daemon cuando el Velaryon random hace un comentario malintencionado respecto a los hijos de Rhaenyra (¿de verdad era necesario, en un entierro que encima es el de su mujer?). Si se supone que Daemon es aliado de su sobrina, ¿por qué se ríe de los comentarios sobre la ilegitimidad de sus hijos?
Por cierto, se me ha ocurrido un juego: cada vez que un Velaryon diga en pantalla que ellos son de pura sangre valyria, ¡chupito!

La escena posterior del funeral nos muestra a un lord Larys encantado de haberse conocido, un Lucerys de buen corazón, un rey Viserys cada vez más ajado que empieza a confundir a Alicent con Aemma, y unos hermanos Aegon y Aemond que vienen a ser el tándem Viserys-Daenerys de esta serie, porque nos muestran a Aegon como un borracho cabeza hueca e irresponsable y a Aemond como un muchacho mucho más centrado, calmado y consciente de su deber y posición (aunque según Fuego y Sangre Aemond es mucho más aguerrido y feroz que su hermano mayor, con un temperamento incendiario).


"Maldita sea, por si no había bastante con la lepra, ahora tiene Alzheimer"


Esa noche, Colrys y Rhaeny mantienen una interesante discusión sobre a quién es mejor dejar tu legado: a aquellos que llevan tus apellidos, pero no tu sangre, o a aquellos que llevan tu sangre aunque no lleven tus apellidos. Parece que la Serpiente Marina se inclina por la primera opción, y a mí sinceramente no me entra en la cabeza. No es medieval en absoluto; la sangre y el honor estaban por encima de todo. Si Colrys tuviera la sospecha razonable de que los hijos de Rhaenyra fueran sus nietos podría funcionar, pero tal y como han cambiado las cosas en la serie es imposible. Que hayan destrozado la verosimilitud y la tensión dramática de un conflicto tan importante para la historia sólo por hacer inclusión forzada a martillazos... de verdad, no quiero repetirme, pero esto es algo que me saca continuamente de la historia. No me deja suspender la incredulidad. Y me joroba muchísimo no poder disfrutar al máximo de esta historia.

Mientras tanto, Daemon y Rhaenyra mantienen su propia conversación, que me ha dejado un poco triste, ya que de ella se desprende que aunque ser Harwin Strong amaba a Rhaenyra, ella no lo amaba a él. Daemon le dice "él te profesaba total devoción", a lo que ella contesta que él "la hacía sentir deseada" y "confiaba en él".  Sin embargo, en justicia debemos admitir que en este aspecto la serie sigue escrupulosamente la cronología de los libros. Toda esta historia de que Rhaenyra no amaba a Harwin es para poder justificar de modo coherente que se folle a Daemon al final de la conversación -en lo que viene siendo la escena de sexo más mojigata jamás rodada en el universo de Juego de Tronos-, dejando caer algo que también se insinúa en los libros: que el verdadero amor de de Rhaenyra siempre ha sido Daemon, del mismo modo que ella lo ha sido de él. Por eso me fastidia tanto que Rhaenyra le diga "te deseo", cuando debería haberle dicho "te amo".


"Pues a mí mi esposa muerta me daba exactamente igual. ¿Tú querías a tu amante?"
"No, tampoco"
"¿Follamos?"
"Vale"


A continuación viene la que para mí acaba de convertirse en la mejor escena de toda la serie: el momento en que Aemond reclama a Vaghar. Me encanta que hayan dotado de tanta personalidad a la vieja dragona, que al principio le gruñe pero lo deja en paz, luego se cabrea al ver que insiste y abre la boca dispuesta a carbonizarlo, pero cuando Aemond se dirige a ella en valyrio y ella se da cuenta de quién es, admite que la monte... y acto seguido lo pone a prueba. "Está bien, muchacho", casi oímos decir a la anciana. "Te aceptaré como jinete... si sobrevives a mi vuelo". Y lo que viene a continuación, con Vaghar sobrevolando la bahía de Marcaderiva a la luz de la luna, es tan espléndida y tan bien rodada que no me extrañaría que se hayan gastado la mitad de presupuesto de la serie sólo en esta escena.

Lo que viene a continuación difiere bastante de los libros, aunque al final el resultado es el mismo. En el libro, Vaghar no se encuentra a solas en la playa, sino en el patio de Marea Alta, junto a los demás dragones. El el pequeño Joffrey Velaryon, que tiene tres años, descubre a Aemond intentando montar a Vaghar y trata de impedírselo, motivo por el cual Aemond lo lanza de un empujón sobre un montón de estiércol de dragón. Es esta afrenta la que hace que Jacaerys y Lucerys lo ataquen cuando regresa, montándose una pelea en la que Aemond, enfadado, los llama bastardos. Jace se lanza contra él, Aemond lo tumba en el sueño a puñetazos y Luke saca el puñal y le asesta a su primo un tajo en la cara para defender a su hermano mayor, causándole así la pérdida del ojo. En esta pelea Rhaena y Baela Targaryen ni siquiera están presentes, y tampoco tiene sentido que quisieran reclamar a Vaghar, primero porque cuando pierden a su madre no tienen más que cuatro años (en la serie las han puesto bastante más mayores), y segundo porque ambas poseen ya sus propios dragones: Baela a Danzarina Lunar, y Rhaena está esperando a que eclosione un huevo de la nidada de Syrax que en el futuro se convertirá en su dragona Alba.



Los niños valyrios cuando los dejan diez minutos sin vigilancia en el patio del colegio


En la serie, sin embargo, Rhaena y Baela se enfadan mucho porque consideran que Aemond ha robado el dragón de su difunta madre, que una de ellas quería reclamar, y eso es lo que provoca la pelea, ya que ellas se lanzan a golpear a Aemond, éste les devuelve los golpes, y los tres hijos de Rhaenyra intervienen para ayudarlas. Aunque la sensación "pelea en medio del patio del colegio sin que los profesores vean nada" está bastante bien conseguida, veo excesivo que Aemond parezca tan dispuesto a matar a Lucerys, porque realmente no ha ocurrido nada en la serie que haya causado tal animadversión entre los primos como para que quieran, literalmente, matarse a golpes. En la serie es Jacaerys, el mayor, en defensa de Lucerys, el pequeño, quien le acaba sacando el ojo a Aemond, justo al contrario que en el libro.

Sea como sea, el resultado es el mismo: Aemond acaba tuerto, Viserys los interroga a él y a su hermano, y finalmente establece que cualquiera que vuelva a cuestionar la legitimidad de los hijos de Rhaenyra perderá la lengua. Todo calcado a la escena del libro, lo cual me parece excelente... de no ser por esa repentina ida de olla en la que Alicent agarra una daga y ataca con ella a Rhaneyra. Aquí hay dos cosas mal: primero, Alicent jamás perdería la compostura de esa manera, y segundo, a pesar de que los asesinatos impunes entre nobles en plena corte estén ocurriendo desde el primer capítulo, sigo sin creerme que la reina intente apuñalar a la princesa heredera y la Guardia Real, que está presente, NO HAGA NADA. Y aún me creo menos que Otto Hightower se ALEGRE y la FELICITE.


"¡Te voy a matar!"
"¿Estás loca? ¡Soy la Princesa de Rocadragón, la Guardia Real te detendrá y te meterá en una celda!"
"Pues yo no veo que hagan otra cosa aparte de quedarse mirando"
Cortesano barbudo random: "¡Van diez dragones a favor de la pelirroja!"

Había un cabo suelto en este capítulo. Para cuando Aemond reclama a Vaghar en el libro, Rhaenyra es ya tan viuda como Daemon. Suponía que la muerte de Laenor tendría que venir por fuerza en este capítulo... pero no contaba con que, en el universo woke, si eres negro y homosexual tienes doble inmunidad de guión; da igual si muere en el libro, en la serie no lo pueden matar porque sería racista y LGTBfóbico. Así que se monta un burdo montaje que no se creería ni el Tato para hacer pasar por muerto a un Laenor que huye libre, rapado y feliz, cuan liberto en el Ferrocarril Nocturno, para revolotear por las Ciudades Libres junto a su amado ser Qarl.

Si a alguien le ha gustado este happy ending, contrario hasta la médula al espíritu grimdark que se supone que debería tener esta serie, que sepa que en Fuego y Sangre la muerte de Laenor no es ningún montaje: en vez de un cadáver muy convenientemente quemado en un salón muy convenientemente vacío, tenemos una fuerte discusión y un apuñalamiento público en la feria de Puertoespecia, donde los feriantes de la ciudad entregan a lord Corlys el cadáver ensangrentado de su hijo y le revelan que Qarl, el asesino, ha huido y se ha hecho a la mar. Según la crónica de Champiñón, es Daemon quien se encuentra detrás del crimen, contratando a ser Qarl como sicario para lograr que Rhaenyra quede libre ahora que él ha quedado viudo y poder casarse con ella. Esta versión queda confirmada en la serie, pero con inmunidad de guion; una inmunidad que además deja a Rhaenyra nuevamente como una mujer que pasa olímpicamente de las normas sociales y hace lo que le da la gana, casándose con Daemon en una extrañísima ceremonia sangrienta (nuevamente aquí los septones sobran) cuando sabe perfectamente que sigue casada, y a Laenor como un hijo de gran puta al que no le importa en absoluto destrozarle el corazón a sus pobres padres con tal de huir de la mano con su churri.

Ah, por cierto: y en Fuego y Sangre, para que no queden cabos sueltos, el príncipe Daemon, que es quien, según Champiñón, ayuda a Qarl a escapar en barco, le rebana la garganta en cuanto sube a cubierta y lo tira al mar, exactamente igual que Meñique con ser Dontos después de rescatar a Sansa. Como dijo lord Baelish "una bolsa de dragones compra el silencio de cualquiera por un tiempo, pero un dardo disparado con puntería lo compra para siempre".


"Daemon, querido, ¿qué rito es este por el que nos estamos casando?"
"Me lo acabo de inventar. ¿A que mola?"



LO QUE ME HA GUSTADO

-La doma de Vaghar y el vuelo de Aemond sobre la bahía de Marcaderiva.

-La escena del post-funeral es lenta, pero me ha gustado el despliegue de personajes y vestuario.


LO QUE NO ME ACABA DE CONVENCER

-Ya sé que Daemon y Rhaenyra son OTP, pero llevaban diez años con sus respectivas parejas y tenían hijos y una vida en común, así que supongo que algo de cariño por ellos sí que tendrían, pero en esta serie parece que sus muertes les dan completamente igual.



LO QUE NO ME HA GUSTADO

-Laenor Velaryon y su salida de escena. Por no matarlo, lo han convertido en un cabronazo.

-Las ceremonias de bodas y funerales totalmente inventada de la serie. ¿Dónde está el culto a los Siete? Los Targaryen no tenían una religión aparte; de hecho, Jaehaerys el Conciliador hizo grandes esfuerzos para congraciarse con la Fe, convenciendo a los septones de que oficiaran las bodas incestuosas de los Targaryen gracias a la Doctrina del Excepcionalismo.

-Jamás me acostumbraré a que en esta serie los nobles se acuchillen (o lo intenten) los unos a otros en medio de una reunión y la gente (guardias incluidos) se limite a quedarse mirando.

miércoles, 28 de septiembre de 2022

Crítica de "La Casa del Dragón": sexto capítulo, primera temporada

Comenzamos un capítulo donde, no os voy a engañar, lo que más me ha sorprendido ha sido el ritmo de muertes. La serie parece tener mucha prisa por quitarse de en medio a secundarios para ir al meollo de la guerra civil. Supongo que es por las prisas de terminar la primera temporada con la muerte del rey Viserys, lo cual significa que en los dos capítulos que restan la serie volverá a dar otro importante salto temporal de, al menos, diez años. A propósito de saltos temporales, no sé vosotros pero a mí que sólo hayan pasado diez años me parece poco tiempo; a juzgar por la edad de los niños (Aegon, Aemond, Helaena, Jacaerys y Lucerys) más bien parece que hayan pasado quince.

Abre el capítulo la que para mí hasta ahora es la escena más bonita de la serie: el nacimiento de Joffrey Velaryon, el tercer hijo de Rhaenrya. La expresión de agotamiento mezclado con felicidad de Rhaenrya al recibir en brazos a su bebé me ha emocionado hasta casi hacerme llorar, quizás porque este parto está tan bien rodado e interpretado que me ha recordado al mío.

Pero claro, esto es Poniente, y aquí las cosas no pueden ser normales, agradables y bonitas mucho tiempo. La pobre Rhaenyra se tiene que levantar de la cama y vestirse a los treinta segundos de haber parido porque la reina Alicent quiere ver al bebé ahora. No dentro de treinta minutos, no cuando Rhaenyra haya descansado un poco, sino AHORA. A Laenor, al que los años han tratado bastante mal (con lo mono que era el actor que lo interpretaba de jovencito y ahora es más feo que un coche por debajo), se le ocurre casi al final de las escaleras "que podría venir a ella a vernos". Pues sí, la verdad, podría haber sido ella quien acudiera a la sala de partos. Qué ha sido de nuestra querida Santa Alicent?

 

Santa Alicent ya no es santa


Pues ocurre que sigue siendo santa, pero ahora es la santa patrona del cinismo. Al ver al bebé, le espeta a Laenor "seguid intentándolo, a lo mejor alguno se parecerá a vos". Aunque es cierto que los hijos de parejas interraciales negro-blanca nacen bastante blanquitos y luego poco a poco se van oscureciendo, luego vemos a los dos hijos mayores de Rhaenyra (Jacaerys y Lucerys), y empieza a comprenderse por qué ha sido un INMENSA CAGADA elegir a actores negros para interpretar a los Velaryon. Tanto en el libro como en la serie, ser Harwin Strong es un caballero muy cercano a Rhaenyra del que se sospecha sea el verdadero padre biológico de los niños, ya que Laenor y Rhaenyra son de pelo plata-Targaryen y todos los críos nacen morenos como los Strong. Pero aquí la palabra clave es "SE SOSPECHA". Dado que Jacaerys y Lucerys son blancos como el algodón, sin el menor rasgo de mestizaje negro, está más claro que el agua de manantial que Laenor Velaryon NO PUEDE SER EL PADRE. Imposible. Descartado. Cero posibilidades. Niente. Rien. Dado que la duda razonable de que no fueran bastardos es lo único que sostiene la legitimidad de Rhaenyra, en la serie acaban de dar por completo la razón a Alicent y a todos aquellos que esgrimen que los principitos son bastardos ilegítimos sin derecho a heredar el trono. A absurdos como éste lleva la inclusión forzada.

Eso sí, la escena de ser Harwin meciendo al bebé e intercambiando esa mirada de complicidad de ternura con Rhaenrya, dándonos a entender lo que hay entre ellos sin que se pronuncie una sola palabra, me ha parecido preciosa.


"Soy tan feliz, cariño"
"Pues no te acostumbres"

En Pozodragón, vemos a Jacaerys Velaryon aprendiendo la doma de su dragón, Vermax, de la mano de los Caballeros Jedi. El caso es que el diseño de estos dragones me recuerda cada vez más al de los dinosaurios de Parque Jurásico. Por cierto, ¿he sido yo la única a la que la escena le ha recordado a cuando en la primera película le ofrecen una cabra al Tiranosaurus Rex?

La escena sirve también para presentarnos a Aegon Targaryen y a su hermano Aemond, hijos varones de Alicent y Viserys. Aegon y Jace se dedican a burlarse de Aemond porque aún no tiene un dragón, lo cual cabrea mucho a la reina Alicent, que acusa a los hijos de Rhaneyra de hacerle bullying a Aemond obviando que Aegon también participaba en la chanza. Indignada, le dice a Viserys que no entiende cómo los huevos de dragón de Jacaerys y Lucerys han eclosionado, lo cual me parece incomprensible, porque, a ver, está claro que lo dice en alusión a que no son hijos biológicos de Laenor Velaryon, ¡pero sí que lo son de Rhaenyra! Si son de sangre Targaryen, ¿por qué no iban a poder domar a sus dragones?Al fin y al cabo, tampoco Aegon y Aemond son Targaryen puros (la madre es una Hightower); en ese sentido su sangre no es de menor pureza que la de sus sobrinos. Ante la negativa de Viserys a hablar del tema, la reina Alicent se desahoga con ser Criston Cole, que muy convenientemente, tras una elipsis de quince años, nos presentan tan campante, sin que en ningún momento parezca haber respondido por el asesinato de ser Joffrey Lonmouth en medio de un banquete de bodas, lo cual es tan inverosímil como lo de los hijos blancos de Rhaenyra. Mirad, gente, una cosa es suspender la incredulidad para aceptar que en este mundo haya magia o dragones, porque eso es algo coherente con el trasfondo que se nos presenta en una serie de fantasía, pero lo de los niños Velaryon y lo de la impunidad de ser Criston NO TIENE PUTO SENTIDO, ni dentro ni fuera de la fantasía. Y lo peor es que son fallos garrafales que la serie ha cometido a costa de modificar los libros.

Ser Criston demuestra ser un resentido de mierda que a pesar de haber salido de rositas de un asesinato por el que deberían haberlo decapitado o enviado al Muro está lleno de rabia por dentro y odia a Rhaneyra con toda su alma. Habría quedado mucho mejor que lo hiciera por decencia y mojigatería, como en el libro, ya que en Fuego y Sangre se nos cuenta que ser Criston rechaza a Rhaenyra (motivo, por cierto, de que ella se "consuele" tomando como amante a ser Harwin Strong). Ese rechazo es debido al horror que le produce que una princesa real está dispuesta a deshonrarse y deshonrarlo a él, motivo por el cual cambia de lealtad y se asocia con la reina Alicent, a la que sí considera una dama decente. Aquí la actitud de ser Criston nos puede parecer mejor o peor, pero es coherente con la personalidad del personaje, fiel a la muerte a sus estrictos principios. En la serie, sin embargo, se ha convertido en un sucio hipócrita resentido, lo cual a mi parecer desmerece mucho al personaje, que era muchísimo más interesante y coherente en el libro como una suerte de Eddard Stark oscuro. Una lástima.


 

"Me miraste mal una vez hace diez años, así que iré a por ti, te encontraré y te mataré"


Más tarde, en una escena tan desagradable como prescindible, vemos a Aegon masturbándose de pie desde la ventana (!!!), y a su madre sorprendiéndolo, para acto seguido comerle la cabeza con que es un pánfilo, que deje de ser amigui de sus sobrinos, que Rhaenyra le cortará la cabeza en cuanto llegue al poder. A pesar de que esta escena nos pretende presentar a Aegon como un pelele inmaduro en manos de su madre, lo cierto es que su actitud es mucho más inteligente de lo que podría parecer: si realmente Rhaenyra fuese un peligro para él (cosa que sólo está en la cabeza de Alicent, porque Rhaenyra nunca ha dado muestras de ser así), hacerse amigo de Jacaerys y Lucerys sería la mejor manera de esquivar el peligro.
Conocemos también a Helaena, una niña en absoluto rara a la que le encanta acariciar gusanos y ciempiés vivos, como a toda cría normal de su edad. No sé por que la ponen tan friki en la serie, cuando en los libros es una mujer regordeta, simpática, alegre y muy maternal, más normal que desayunar un café con leche.

Pasamos a Daemon y Laena, que a estas alturas están casados y son padres de Baela y Rhaena Targaryen. El hecho de que las gemelas sean copias exactas de su madre (sus genes no parecen haberse diluido en absoluto por el hecho de que su padre sea Daemon) hace aún más flagrante la bastardía de Jacaerys y Lucerys, y más absurda la ceguera de Viserys y de toda la Corte. De esta escena sacamos que Daemon ama tiernamente a su familia, pero que va a su puto rollo y le importan un cuerno las necesidades de los demás. Nada nuevo, vamos; es como nos llevan presentando al personaje desde el capítulo uno.

Durante el entrenamiento en combate de los príncipes Targaryen y Velaryon, vemos que ser Criston Cole básicamente está entrenando a los Targaryen para que sean bestias abusonas, creando una nueva contradicción con su supuesta personalidad (¿no era el honor lo más importante para él? ¿Dónde está el honor en un combate desigual?). Ser Harwin Strong asiste al entrenamiento con un cabreo creciente, primero al ver que ser Criston ignora a Jacaerys, luego al ver que azuza a Aegon para que pelee sucio contra él, y finalmente cuando le suelta a la cara que "uno sólo se toma tanto interés por un hijo", momento en el cual pierde la paciencia, se le tira encima y comienza a darle de hostias, muy al estilo de lo que el propio ser Criston hizo con el mahadado Joffrey Lonmouth. Pero resulta que como ser Criston tiene inmunidad de guión, pasa lo que no ha pasado en todo lo que llevamos de serie: que los otros guardias reales agarran a ser Harwin y lo apartan, poniendo fin a la pelea.


Todos los espectadores, mientras ser Harwin sacude a ser Criston

Con posterioridad, Rhaenyra escucha muy preocupada cómo lord Strong le echa en cara a su hijo que tiene suerte de que el rey Viserys se haga el ciego, que lo que están haciendo es traición. Vale, es verdad, lo que están haciendo es traición (y encima evidente, no dudosa como en el libro), pero digo yo que tampoco hace falta que lord Strong lo berree por toda la Fortaleza Roja; aunque Varys y Meñique todavía no hayan nacido, seguro que no faltan los espías. Lord Lyonel también le echa en cara a Harwin que en qué estaba pensando al darle una paliza a ser Criston, que lo que hay que ver, que se ha deshonrado, que si ahora lo van a destituir como capitán de la guardia... todo lo cual tiene mucho sentido por sí mismo, pero resulta totalmente absurdo teniendo en cuenta que ser Criston, en el capítulo anterior, hizo exactamente lo mismo pero con consecuencias mucho peores, sin represalia alguna.

Más tarde, en el Consejo Real, Rhaenyra hace algo que jamás hizo en Fuego y Sangre: ofrece a Alicent un matrimonio entre Jacaerys y Helaena para unir ambas ramas de la familia. Al rey Viserys le complace la idea, pero cede como un calzonazos ante la negativa frontal de su esposa, que no tolera que su hija "se case con un plebeyo". Sorry nena, pero los Strong son una Casa noble y antigua, señores de Harrenhal y banderizos de los Tully, y Rhaenyra es una princesa de sangre real. Ahí no veo yo dónde están los plebeyos; en todo caso debería haber dicho "bastardos"; que tampoco, porque Laenor Velaryon los reconoce como propios y por lo tanto están legitimados.


A continuación viene una escena muy lamentable, que es cuando Laenor Velaryon intenta escurrir el bulto y hacerse a la mar, no sea que le pesque la guerra civil, que el rey Viserys ya está muy viejo. Me parece una degradación lamentable de este personaje, pintándolo como un oportunista y un cobarde. Otro que también prefiere ahuecar el ala es lord Lyonel Strong, la Mano del Rey, que decide renunciar a su cargo, y cuando Viserys le dice que ni de coña, solicita la venia de llevarse a su hijo Harwin a Harrenhal para que asuma sus obligaciones como heredero (y para buscarle esposa, supongo). El rey acepta y le deja marchar, aunque no ha contado con la alianza de su esposa Alicent con ser Larys Strong, que cuan híbrido entre Meñique y Varys se dedica a contarle rumores a la reina y a conspirar en contra de Rhaneyra. Debo reconocer que no entiendo a este personaje; si su padre y su hermano están tan hondamente relacionados con Rhaenrya y con Viserys, ¿qué gana ser Larys conspirando a favor de Alicent, en contra de su propia familia?


"El Caos es una escalera"

En la recta final del capítulo, comienzan las tragedias. En primer lugar tenemos el parto de Laena Velaryon. Es todo lo contrario que el de Rhaneyra al principio, y le estoy encontrando a todo esto un tufo hembrista-feminazi que no me mola nada. Si hay parteras, matronas y doulas el parto sale bien, because sororidad y empoderamiento femenino. Si hay maestres, médicos, físicos, galenos, como lo quieras llamar pero hombres, el parto sale mal y en el acto se sugiere la cesárea, because patriarcado heteromachista masculinonazi de Falange y Vox. Que pretendan contarnos que aquí los médicos masculinos son todos unos sádicos dispuestos a rajar vivas a las fábricas de hijos -perdón, a las madres- sin la menor consideración... pues mira, si quisiera tragarme estas mierdas vería El Cuento de la Criada, muchas gracias. Para colmo, el médico pentoshi aquí presente no tiene ni puñetera idea de partos, porque a la madre sólo se le pide que empuje cuando llega el expulsivo, y si la dilatación ha sido tan deficiente o el bebé está tan mal posicionado que no hay manera de sacarlo, NO HAY EXPULSIVO. Todo para que puedan meter a una Laena empoderada (cómo odio esa palabra, por los Siete) que va en busca de su dragón y le pide un Dracarys para terminar con el sufrimiento, algo que me parece horrorosamente egoísta y mezquino, porque si de todas formas está dispuesta a morir, al menos podría hacerlo dándole una oportunidad de salvación a su hijo (no creo que morir quemada viva sea menos doloroso que morir de un shock hipovolémico). Hasta el pobre Vaghar se lo flipa al escucharla.


"¡Dracarys!"
"¿Tú sabes lo que me estás pidiendo, moza? Mira que el crío sigue vivo ahí dentro. ¿Los humanos matáis a vuestros huevos? Yo jamás aplastaría a uno de mis bonitos huevos"


Y por último lugar, como cierre, tenemos la muerte (aquí sí se respeta escrupulosamente el canon de los libros) de lord Lyonel Strong y su hijo Harwin en el incendio de Harrenhal.
Una de las grandes diferencias de la serie con el libro es que, mientras en Fuego y Sangre muchos datos quedan a la especulación de los cronistas, en La Casa del Dragón no han querido jugar con esa ambigüedad. Cuando lord Lyonel y su hijo Harwin mueren en el incendio de Harrenhal, algunos lo achacan a un desgraciado accidente, otros a la Maldición de Harrenhal, y otros a un asesinato bien ejecutado. Respecto a la mano ejecutora tras este asesinato, los cronistas difieren: Champiñón cree que ha sido cosa de lord Corlys Velaryon como un acto de venganza contra el hombre que ha hecho cornudo a su hijo Laenor, el septón Eustace sospecha del príncipe Daemon, que así se quitaba de en medio a un rival por los afectos de la princesa Rhaenyra, el Gran Maestre Melos especula que el propio rey Viserys hubiera dado la orden para quitar de en medio al hombre que había deshonrado a su hija, y se cuenta que "otros" (aquí ya no se nombra a ningún cronista en concreto) pensaron que podía haber sido cosa de Larys el Patizambo, ya que con el padre y el hermano muertos se convertía en Señor de Harrenhal.
En la serie han acabado con el misterio, y los guionistas -no sé si aconsejados o no por George R.R. Martin- nos presentan como culpable a ser Larys Strong, presentándolo como un auténtico psicópata capaz de asesinar a su padre y a su hermano para lograr el señorío de su Casa (algo que nunca habría tenido en caso de que su hermano Harwin siguiera vivo). Entiendo que lo han hecho así para consagrar al personaje como nuevo gran villano, aunque la manera de mostrarlo es bastante burda, impropia de la astucia que se le supone al personaje: ¿Por qué ser Larys manda cortar la lengua a los ejecutores para que no hablen -con un innecesario y desagradable primer plano de la mutilación, además-, si luego los manda a quemar Harrenhal con su emblema al pecho, con lo cual los podrán identificar sin problemas en caso de que los intercepten? Y si el incendio tiene que parecer un accidente, ¿por qué atrancan desde fuera la puerta de ser Harwin?


ENTREVISTADOR: Ser Larys, ¿qué relación mantiene usted con su familia?
SER LARYS:




LO QUE ME HA GUSTADO

-La escena inicial ha sido una delicia. Un parto normal, sin litros de sangre ni gritos de dolor, con detalles que me han encantado como el corte del cordón umbilical y el alumbramiento de la placenta. ¡Aplausos y ovaciones para el que, en mi opinión, ya es el parto mejor rodado del cine!

-La consagración de ser Larys Strong como el villano definitivo me ha impactado y me ha puesto los pelos de punta. Este personaje puede llegar a estar a la altura de villanos de la serie original como Petyr Baelish, Roose Bolton o incluso Tywin Lannister. Espero que lo desarrollen bien y que nos dé muchas sorpresas.


LO QUE NO ME ACABA DE CONVENCER

-Ser Harwin Strong. Me ha encantado como personaje, y por eso mismo me fastidia que lo hayan desarrollado tan poco y despachado tan rápido. Me habría gustado saber algo más de él, de su relación con Rhaenyra, de cómo comenzó su amor, de su personalidad y de sus motivaciones. Lo cual me lleva a...

-El ritmo de las muertes. La serie se está dando demasiada prisa en liquidar a secundarios molones como Laena o Harwin, y eso es un problema, porque sus muertes, por horribles que sean, no impactan tanto como las de Juego de Tronos porque mueren tan rápido que el espectador no ha tenido tiempo de cogerles cariño.


LO QUE NO ME HA GUSTADO

-El activismo político, que en este capítulo se ha notado MUCHO. La muerte de Laena y el alegato final de ser Larys parecen escritos por el presidente de Planet Parenthood. Recuerdo un chiste que oí hace tiempo, de un cadete que se examina para ser aviador y el profesor le pregunta: "Está usted volando y una tormenta le inutiliza un motor, ¿qué hace?". "Seguir volando con el otro motor". "Bien, pero llega otra tormenta y se lo inutiliza también, ¿qué hace?". "Seguiría con el otro motor". "¿Y si viene otra tormenta más y se lo inutiliza?". "Pues sigo con el otro motor". "Pero bueno" dice el profesor, enfadado, "¿se puede saber de dónde saca usted tantos motores?". Y el cadete responde: "Del mismo sitio de donde usted saca tantas tormentas".
Pues lo mismo me estoy preguntando yo: de dónde se sacan los guionistas tantas cesáreas. En el libro, Laena Velaryon muere de fiebres puerperales tres días después de dar a luz un niño deforme que nace muerto, y Aemma Arryn muere desangrada tras un parto difícil de un bebé débil que no sobrevive. En ninguno de los dos casos se le ofrece a los padres la posibilidad de hacerles una cesárea en vivo a las mujeres, y tiene bastante sentido, porque hasta el siglo XX la cesárea era una operación extremadamente rara que casi siempre se practicaba post-mortem, bien para intentar salvar a un bebé que todavía continuaba con vida o bien para poderlo bautizar y enterrar separado de la madre. Es más, en los pocos casos documentados en los que se realizó en una mujer viva (Nufer, Suiza, 1500 dC, Trautman, Alemania, 1610 dC), el objetivo de los médicos era la supervivencia tanto de la madre como del niño, y de hecho en ambos casos está documentada la supervivencia de ambos, aunque tenemos numerosos textos de esa época que desaconsejaban la operación en mujeres vivas por la alta tasa de mortalidad que provocaba, motivo por el que galenos y matronas generalmente la practicaban, como ya he dicho, cuando la madre había fallecido.
Así que no, gente, nunca existió un malvado lobby patriarcal dispuesto a abrir en canal rutinariamente a las mujeres para extraerles a los hijos. Y desde luego que Laena Velaryon entregue a su hijo nonato a las llamas del dragón en lugar de darle la oportunidad de vivir no me parece heroico ni empoderado, sino monstruoso y mezquino. Y lo que es peor, total y absolutamente forzado para meter en la cabeza del espectador que la maternidad es una mierda, que el embarazo es peligroso y que las mujeres tenemos el incontestable derecho de morir como queramos aunque sea llevándonos a nuestros hijos por delante. Imagino (no; estoy segura) que la famosa controversia del Roe vs Wade estadounidense ha tenido mucho que ver en estos cambios de la serie, del mismo modo que el movimiento BLM ha sido decisivo para el cambio de raza de los Velaryon.
Perdón por este tocho, pero me tiene bastante harta que los yanquis no tengan fondo en eso de colarnos sus movidas políticas en series internacionales. Podrían haber hecho que Laena muriera como en Fuego y Sangre: de fiebres puerperales a los tres días de parir a un niño deforme que nace muerto, desvanecida en medio de las escaleras cuando intentaba ir a volar en Vaghar por última vez. Pero no, eso no era lo bastante androfóbico para esta serie.