jueves, 6 de abril de 2017

Crítica de "La Bella y la Bestia" (versión de 2017)


Creo que fue Jorge Luis Borges quien dijo en cierta ocasión que todos los escritores, por muchas novelas que escriban, cuentan la misma historia una y otra vez, porque es la que llevan en el alma y en el corazón. Si tal cosa es cierta, en mi caso la historia -sin duda alguna- es La Bella y la Bestia. Fue la película de Disney que más me impactó en la infancia junto a La Sirenita, porque las dos me tocaron la fibra sensible en lo que respecta a mis anhelos, mis sentimientos y mis deseos más íntimos. Y por eso, al enterarme de que iban a filmarla en imagen real, me invadió una mezcla de miedo y emoción.
Finalmente, hoy la he visto. Y lamento decir que me he llevado una enorme decepción.
Sí, soy realista, sé que es imposible plasmar plano a plano la versión del 1991. Sí, soy práctica, sé que algunos cambios de guión podían quedar mejor. No soy una purista anti-cambios, y hay algunos que incluso me han gustado. Pero no. La película que he visto hoy no es La Bella y la Bestia de mi infancia, y lo que es peor, parece que en el fondo ni siquiera pretende serlo. Porque en la mayor parte del metraje, parecía que la intención no fuera hacer un homenaje ni un remake, sino una parodia. Una puñetera parodia.


 Mi reacción a medida que iba viendo la película

No le veo mucho sentido a avisar de los spoliers porque tooodo el mundo conoce esta historia y además a estas alturas casi todo el mundo debe haber visto ya la película, pero por si acaso, SPOILERS:



Lo que me ha gustado:


-Lumiêre y Din-Don: Un dúo genial. No sólo porque lo formen los maestros Ian McKellen y Ewan McGregor, sino porque los actores se lo han pasado genial actuando y se nota. Lumiêre es de los pocos personajes de la película que conservan intacta la esencia de sí mismos, aquello que los hacía especiales en la versión de dibujos animados. Din-Don es más amable y menos cascarrabias, pero aún así es reconocible y aceptable.

-La señora Potts y Chip: Otro dúo que me ha encantado y que sigue siendo reconocible. Sin embargo, me ha sabido mal que le quiten a Chip el protagonismo que tenía en la película de dibujos animados, donde cumple un papel fundamental para que Bella pueda salvar al príncipe. En la versión actual le restan heroísmo y minutos de metraje.

-Las canciones Qué Festín y Bella y Bestia Son: Son las ÚNICAS canciones de toda la película que suenan decentemente y no parecen parodias histriónicas de las originales. Las únicas coreografiadas con belleza y con cariño. De hecho, la escena del baile fue la única en toda la película que consiguió emocionarme, hasta el punto de hacerme saltar lágrimas. Y menos mal, porque -increíblemente- fueron las únicas que derramé durante la película.

-El padre de Bella: En la película de dibujos, Maurice es un inventor excéntrico y despistado, incapaz de valerse por sí mismo y al que su hija tiene que cuidar. En la versión actual, lo han convertido en un artista, un hombre melancólico pero fuerte, de pasado trágico, inteligente y férreamente protector con su hija. Nunca se deja engañar por Gastón, y me encanta cuando le suelta a la cara que nunca dará su consentimiento para que se case con su hija (punto importante, dentro de las burradas anacrónicas de la película, que los guionistas recuerden que en el siglo XVII era fundamental que el padre de una joven aprobara al pretendiente y consintiera de buen grado al matrimonio). Son de esos cambios que, si bien no eran imprescindibles, son aceptables y me parecen un acierto.

-Que se expliquen algunas cosas que en la versión animada quedaron sin explicación, como por ejemplo por qué nadie en el pueblo parece saber que a pocos kilómetros existe un castillo donde supuestamente vivía un príncipe, o el motivo por el cual la bruja decidió hechizar también a los sirvientes del castillo cuando en un principio eran inocentes.


Lo que no me acaba de convencer:

-¿Por qué la maldición hace que siempre sea invierno en el castillo? ¿De dónde sacan la comida entonces, si no pueden cultivarla?

-El papel de los lobos me parece un poco confuso. En la versión animada eran lobos normales, sin más (y era invierno en todas partes durante toda la película). Aquí parece como si fueran parte del hechizo, como una suerte de guardianes del umbral. Pero, en ese caso, ¿cuál es su función? Me dejaron bastante confundida.

-¿Por qué las tres putillas rubias se han convertido en tres pijas morenas? En la versión animada, las tres admiradoras de Gastón eran "taberneras de moral relajada", por decirlo finalmente. Dado que al remake de acción real no le pesa introducir insinuaciones picantes o dobles sentidos en el guión, ¿por qué no mantienen a las chicas como lo que son? ¿Y por qué las han "teñido" de moreno?

-El modo en que Maurice llega al castillo de la Bestia y es apresado por ella me parece ridículo. Los acontecimientos de la versión animada tenían sentido (inventor despistado se pierde, su caballo se escapa, huye de los lobos, se mete en el castillo a pedir auxilio y la Bestia lo encierra por allanamiento). Los del cuento original, también (mercader que regresa de hacer negocios, recuerda que ha olvidado traerle a su hija la rosa que ella le pidió, se mete en un castillo para coger una rosa del jardín, y la Bestia lo encierra por ladrón). Pero en la película han mezclado las dos historias y ha salido un sinsentido.

-Las canciones nuevas no están mal, pero no aportan gran cosa a la trama. La única bonita es la canción de la Bestia, y aún así, me parece que la película estaba mejor sin ella. ¿Por qué? Porque desluce al lado de la película original. En la versión animada, la Bestia mira por la ventana cómo Bella se marcha y lanza al viento un rugido de pura desesperación, cargado de tristeza, miedo y rabia, porque acaba de dejar marchar a la única mujer que ha amado, no sólo temiendo no volver a verla más, sino sabiendo que si no regresa ya no habrá forma de romper el hechizo. Y todos esos sentimientos los expresa mediante un acto animal, salvaje, en contraposición al civilizado y educado comportamiento que mostraba poco antes, mostrando así cómo le afecta la marcha de la única persona capaz de volver a hacerle sentirse humano. Comparado con toda esta fuerza dramática, ver a la Bestia cantando cómo echa de menos a Bella y cómo la esperará pacientemente es... no sé cómo decirlo... ¿descafeinado?

-El personaje abiertamente gay yo creía que era LeFou, pero NO. Es el pueblerino anónimo que se siente muy feliz cuando la cantante-armario lo viste de reinona. ¿En serio? ¿Siriusly fucking really? Para una vez que meten homosexualidad en un cuento clásico, y la meten con calzador y de manera ridícula. No, gracias.


Lo que NO me ha gustado:

-El prólogo inicial DA VERGÜENZA AJENA. Así, en mayúsculas. Resulta que el príncipe, que en la versión animada era una especie de Joffrey Baratheon egoísta y consentido, aquí ES EL PUTO REY DE LOS GOBLINS. ¡En serio! ¿Fui yo la única que se acordó inmediatamente de A través del Laberinto al ver esa escena? ¡Si hasta lo maquillan igual, por Dios! Es el Rey de los Goblins, sólo que en vez de rodearse de goblins bailongos, se rodea de zorrillas bailongas. ¡Vivan las orgifiestas multiculturales! OMG...

-Bella no es Bella. Es Hermione Granger cosplayeando a Bella. De verdad, no he visto al personaje de la película animada NI UNA VEZ en toda la película. Emma Watson no se cree el papel que está interpretando, es inexpresiva, forzada, incapaz de insuflar vida a la Bella de Disney, de transmitir una gota de su personalidad, su pasión, su inocencia, su compasión... Nada. Es como una cáscara vacía. Un cosplay muy bonito, con unos vestidos muy bonitos, pero debajo no hay nada.

-Yo no entiendo cómo ha habido tanta gente que ha fruncido el ceño por personajes gays, cuando hay algo realmente es descacharrante: ¿¿UN CURA NEGRO?? ¡Que estamos en la Francia del XVII, por Dios! ¡Que en aquellos momentos el mundo occidental era UNA PUTA PIGMENTOCRACIA! Si llegan a situar la acción en, qué sé yo, la colonia francesa de Martinica, pues todavía me lo creo. Me puedo tragar que entre las damas bailongas del principio hubiera chicas negras porque al Rey de los Goblins le molaban las orgías multirraciales. Incluso me creo que Plumette sea mestiza, porque al fin y al cabo es una sirvienta. Pero, ¿una soprano negra? Y lo que es más increíble, ¿¿un cura negro en un pueblecito provinciano francés de XVII?? Lo siento, pero NO. Me da igual lo políticamente correcto que sea llenar el cupo racial en las películas de hoy en día. NO. ¿Por qué no meten a un oriental, ya de paso? ¿A un maestro de esgrima japonés para que le enseñe kendo a su majestad el príncipe? ¡Si habría sido igual de coherente!

-Las canciones antiguas (a excepción de las dos que he mencionado antes, que son las únicas que se salvan), son otro gran momento de VERGÜENZA AJENA. No sólo por el pésimo doblaje (el modo en que las bocas de los actores y las voces dobladas se descoordinan es realmente vergonzoso), sino que encima son ridículas. De verdad, no me viene a la cabeza otra palabra. La canción original de Gastón era un gesto espontáneo de los aldeanos, que lo admiraban y respetaban hasta la adoración (y una crítica ácida e inteligente al caciquismo rural, a la gente de pueblo que le sigue la corriente sin rechistar al vecino mandón y con dinero, en este caso es Gastón: el único que posee armas de fuego y que puede mantener a un criado). En cambio, en la película actual los aldeanos sólo le siguen la corriente a LeFou porque éste les paga para que canten (!), destruyendo así la verosimilitud de las escenas posteriores, pues si los del pueblo no adoran a Gastón y sólo le cantaban por dinero, no se explica que luego lo sigan ciegamente cuando acusa a Maurice de locura, a Bella de brujería (¡en contra del criterio del cura! Claro, como es negro, nadie le hace ni puto caso), y organiza una turba para cazar a la Bestia. Y algo muy mal deben haber hecho en esta película para que cuando suenan Bella y su reprise yo no sintiera emoción sino bochorno. ¡La canción de mi infancia, por Dios! ¡La que me define! ¡La que he cantado para mí misma doscientas veces mientras iba por la calle!

-Esta sí es grave: no me creo la historia de amor entre la Bella y la Bestia. En absoluto. No sólo por culpa de una Emma Watson que no se cree el papel que interpreta, sino también por culpa de una Bestia a la que tampoco puedo reconocer. Su evolución es inverosímil y tiene lugar a trompicones. Esto se ve muy bien al principio; en la versión animada, es la propia Bestia quien comprende de inmediato que debe enamorar a Bella si quiere conseguir romper la maldición. Aunque sus malos modos, su carácter rudo y su despotismo están ahí, es él quien le ofrece una habitación cómoda, quien la acompaña hasta allí y quien la invita a cenar. Puede que en un principio sean sus sirvientes los que le dan las ideas, pero él las acepta de inmediato y las lleva a cabo. En la versión de imagen real, no. Aquí son los sirvientes los que de espaldas a la Bestia sacan a Bella del torreón, la llevan a sus aposentos y le dan de cenar. Con la escena de la biblioteca, otro tanto; en la versión animada, la Bestia se rompe la cabeza por buscar un regalo que haga ilusión a Bella, se le ve confuso, emocionado, ansioso, y finalmente feliz de haber acertado. En la actual, sin embargo, entran en la biblioteca por las buenas y a él se le ocurre la idea de regalarle los libros como de pasada. Es una de las escenas más mágicas de la película original, y aquí carece por completo de magia. ¿Cuál es el resultado? Que la Bestia va a rescatar a Bella de los lobos y NO ME LO CREO. Que Bella comienza a sonreír a la Bestia y a cantar Algo Nuevo en el jardín y NO ME LO CREO. No hay ninguna chispa entre los personajes; la química y la complicidad entre ellos eran mil veces mayor en la película de animación.

-Pero lo peor, realmente PEOR, es el final. Porque yo a esta película puedo perdonarle muchas cosas (y tiene una lista bastante larga de fallos que perdonar), pero lo que no le perdono es que traicione por completo el espíritu de la historia de amor más bella del mundo, y encima lo haga haciendo trampas.
Recapitulemos lo que sabíamos al principio: tras ser rechazada cuando pidió asilo en el castillo, una hermosa hechicera embrujó al príncipe, a los sirvientes y el castillo donde vivían, convirtiéndolo a él en una horrible bestia y a ellos en objetos animados. Si el príncipe era capaz de amar a una mujer, y ganarse a cambio el amor de ella, antes de que cayera el último pétalo de la rosa mágica, se desharía el hechizo y todos volverían a ser humanos. Si no lo conseguía, permanecería condenado a seguir siendo una bestia para siempre, y los sirvientes se convertirían en simples objetos.
Ahí está la clave: ANTES DE QUE CAYERA EL ÚLTIMO PÉTALO.
¿Y qué ocurre? Que cae el último pétalo y Bella NO le ha dicho a la Bestia que lo ama. Y como no se lo ha dicho, la maldición se cumple y los sirvientes se convierten en objetos. Y ya está. C'est fini. Pero no, resulta que cuando todo se ha ido a la mierda, y Bella está llorando sobre el cadáver de una Bestia que, recordemos, se TENDRÍA que quedar convertida en Bestia para siempre porque LA MALDICIÓN SE HA CUMPLIDO... resulta que aparece la hechicera, que observa la situación, y como le da un poco de penica la cosa, pues decide llevar a cabo EL MAYOR DEUX EX MACHINA DE LA HISTORIA y deshace su propio hechizo y aquí no ha pasado nada. Porque resulta que la mendiga del pueblo era en realidad la bruja, que se había quedado por allí a montar guardia y ver qué pasaba, lo cual viene a significar que la rosa y sus pétalos cayendo NO TENÍAN NINGUNA PUTA IMPORTANCIA porque la buena señora podía revertir la maldición cuando le saliera del toto incluso aunque ya se hubiera cumplido. Con lo cual no sólo destrozan por completo el dramatismo de la historia y vuelven absurda la existencia de la rosa mágica ("que no, tontos, que era broma, que lo de los pétalos cayendo era sólo para poneros nerviosos, que en realidad puedo convertiros en humanos cuando me dé la real gana"), sino que también se cargan el significado de la historia, porque lo que salva a la Bestia y rompe el hechizo que pesaba sobre el castillo y sus habitantes no es el amor de Bella, sino la compasión de la hechicera. En la versión animada original es Bella quien, con su declaración de amor, salva in extremis a la Bestia diciéndole "te amo" un segundo antes de que caiga el último pétalo. Si no se lo hubiera dicho, la Bestia se habría quedado muerta, y los sirvientes habrían seguido siendo objetos ad eternum, y todo habría terminado ahí. La salvadora es ELLA. Ahora, es la hechicera, movida por su compasión, la que tiene que venir y arreglarlo todo cuando Bella declara su amor un rato después de que el último pétalo caiga y la maldición se haya cumplido. ¡A tomar por culo la moraleja del amor salvador, señores! ¡Esta película se tendría que haber llamado La Hechicera y la Bestia! O mejor aún, El Deus Ex Machina y la Bestia.

Y, en definitiva, ahí fue donde yo me quedé incrédula, cabreada, indignada, fría como el hielo e incapaz de disfrutar de un final forzado, con una boda tan recargada y esperpéntica como el resto de la película, sintiendo que me han engañado, y lo que es peor, que han prostituido hasta niveles humillantes uno de las grandes clásicos de nuestra infancia para poder hacer caja y sacar dinero aprovechándose de la nostalgia de quienes, como yo, añoramos infinitamente la época dorada en la que a Disney (y al mundo) no le daba vergüenza proclamar en voz alta que el amor verdadero es capaz de romper cualquier maldición.

¿Veis esta expresividad? ¿Este amor? ¿Esta belleza? ¿Este romanticismo y esta fuerza dramática sin límites plasmados en el rostro de unos dibujos animados? Pues yo no los vi durante toda la película.