martes, 26 de enero de 2016

Fëanor era un idiota


Hace ya unos meses, en Octubre de 2015, tuvo lugar la XX Mereth Aderthad, también conocida como EstelCon, de la Sociedad Tolkien Española. En esta reunión anual, que por cierto se celebró en el Castillo de Santa Bárbara de Alicante aprovechando la exposición La Fortaleza del Anillo y causando un gran impacto mediático, Tindomion y yo asistimos y tuvimos la oportunidad, no sólo de conocer al gran Pepe Mediavilla (el actor de doblaje que interpreta a Gandalf en las películas de El Señor de los Anillos y El Hobbit), sino de participar junto a él y otros compañeros de la STE en un podcast especial, realizado en directo en el castillo.
Durante la grabación de dicho podcast, nosotros decidimos poner el toque de humor a la reunión y presentar un monólogo que narramos a dos bandas, titulado Fëanor era un idiota (ya sabéis que soy una hater absoluta de este personaje, y no es la primera vez que lo pongo a parir en mi blog). Podéis escucharlo aquí, si queréis echaros unas risas con mi voz de ratoncita. En el enlace también está a vuestra disposición el resto del podcast, donde podréis escuchar la entrevista que le hicimos a Pepe Mediavilla, aparte de otras estupendas intervenciones de mis compañeros tolkiendili.
Sin embargo, en el podcast debimos retransmitir una versión recortada del monólogo, por temas de espacio, ya que teníamos un tiempo limitado. Hace tiempo que me apetecía compartir en el blog la versión completa del monólogo que escribí, así que aquí lo tenéis. Espero que os guste :-)


FËANOR ERA UN IIDOTA

Hoy vamos a hablar de Curufinwë Feänàro, más conocido en la Tierra Media como Fëanor. Para los que no estén familiarizados con El Silmarillion, ese conjunto de relatos que escribió Tolkien narrando la historia de los Elfos, Fëanor fue un Noldo que nació en Valinor, la Tierra Bendita donde habitaban los Valar, los seres angélicos que construyeron el mundo.
Tras haber completado su obra de creación, los Valar fueron en busca de los elfos, los invitaron a ir a vivir a las tierras bendecidas, y los elfos se dividieron en tres grupos -los Noldor, los Vanyar y los Teleri- y acudieron a Valinor para vivir allí. El rey supremo de los Noldor era un elfo llamado Finwë que se casó con la dama Míriel, y juntos tuvieron un hijo: Fëanor, el más famoso de los Noldor, conocido por ser un artesano consumado, un líder inspirador y un general brillante, ¿no es así? Pues no. Lamentamos ser nosotros quienes arruinen el mito, pero Fëanor no era ese héroe que muchos fans de Tolkien -y muchos elfos también - creían que era. Lo cierto es que Fëanor, y tenemos que decirlo con todas las letras, era un idiota. Pero no sólo era un idiota, sino que encima era uno de esos idiotas que se creen listos, y a los que por alguna extraña razón les sigue la gente. Lo mismo se puede decir de muchos políticos, ¿no?

Pero vamos a empezar ya a analizar la figura de Fëanor, porque aquí el señor tiene telita desde su nacimiento. En el momento en que nace, nuestro amigo consume el cuerpo y el alma de su madre y la conduce a la muerte. Bien, eso es lo que yo llamo una entrada triunfal. Ahora las mujeres nos quejamos mucho de la lactancia materna, que si es muy esclava, que si voy a comerme otro bocadillo de jamón que el niño me está dejando en los huesos… pero, la verdad, si los comparamos con un bebé que nace con tanta energía acumulada que consume hasta la extenuación el cuerpo y el alma de su madre, esos bebés insaciables que piden teta cada hora parecen angelitos. Bien, después de la muerte de su madre, la cual tuvo el dudoso honor de ser la primera elfa en morir en toda la historia de la Tierra Media, Fëanor se cría en casa de su padre. ¿Y qué hace su padre al final? Pues lo que hacen muchos viudos; rehace su vida, se enamora de otra elfa, Indis, y se casa con ella. Indis tiene dos hijos con Finwë, Finarfin y Fingolfin. Y aquí nos encontramos de nuevo con otro conflicto, porque Fëanor, como hermano mayor que es, pues coge pelusilla. Pero no la pelusilla normal de cualquier hermano, no. Fëanor tenía que hacerlo todo a lo grande. Así que sus escenitas de celos consistían, por ejemplo, en amenazarlos con una espada en público acusándolos de usupar el amor de su padre. Bien, un comportamiento muy maduro.

Pero bueno, llegados a este punto hay que hacer honor a la verdad y decir que, en cierto modo, Fëanor estaba condicionado. ¿Condicionado por quién? Pues por Melkor, que lo engañaba como a un chino. Melkor era un Vala caído, el Satanás de la mitología tolkieniana, pero los Valar, que tampoco eran el colmo de la astucia, habían decidido perdonarlo tras una guerra en la que casi se cargan el mundo y darle otra oportunidad. Así que Melkor andaba suelto por Valinor, buscando a quien corromper, y en cuanto vio a Fëanor dijo: “Mira, un idiota. A este lo llevo yo por donde quiera”. Y comenzó a malmeter como si fuera la vieja de visillo. Imaginad a Melkor saludando a Féanor y diciendo: “Hola tío, qué tal, cuánto tiempo, cómo te va… Cojonuda la exposición de joyería que montaste el otro día, por cierto., ¡qué pasada! No sabes esa currada que te pegaste cómo le calló la boca a algunos. ¿Qué? ¿Qué a quiénes? Pues chico, me sabe mal decírtelo, a mí no me gusta ir contando cosas por ahí… Bueno, bueno, si insistes… pero yo no te he dicho nada, ¿eh? Pero que sepas que tus medio hermanos… pues no es que sean mala gente, pero yo no me fiaría de ellos. Van diciendo por ahí que si ellos gobernarían mejor que tú, que este Fëanor mucha artesanía pero muy poco cerebro… pero bueno, seguro que son cosas que se dicen sin mala intención, sólo por hablar”. Y a Fëanor, que muy astuto no era, se le hinchaba la vena del cuello. Porque, ojo, Fëanor también tenía otras personas que lo aconsejaban. Por ejemplo, su mujer. Se casó con una elfa llamada Nerdanel la Sabia, -a la cual, por cierto, le hizo siete hijos- que según cuenta Tolkien en El Silmarillion, era la única capaz de hacerlo razonar. Pero como Feänor era un idiota, hubo un momento en que dijo: “A ver qué pasa aquí, Melkor me dice una cosa, Nerdanel me dice otra…” Y en caso de que entre un espíritu demoníaco que estuvo encadenado tres edades por intentar destruir el mundo, y tu mujer que te ha dado siete hijos y al que todo el mundo llama la Sabia, te den consejos contradictorios… ¿a quién le vas a hacer caso? Pues si eres Fëanor, al demonio.

Bien, el caso es que el asunto se va calentando, Fëanor empieza a ver conspiraciones de sus hermanos por todas partes, y entonces, para acabarlo de arreglar, crea su mayor obra, que son los Silmarils. ¿Y qué son los Silmarils? Pues tres gemas, transparentes, que encierran en su interior la luz de Telperion y de Laurelin, los Dos Árboles mágicos que iluminaban Valinor. Y el tío estaba taaan pagado de sí mismo y taaan maravillado con sus bonitas joyas, que las encerró en una cámara de seguridad en su palacio y sólo se los dejaba ver a su padre y a sus siete hijos -es decir, a la mujer que la zurzan. El Silmarillion no da muchos detalles sobre la vida marital de Fëanor pero me parece a mí que no era lo que se dice un feminista-. Pues bueno, en medio de esta crispación, Melkor empieza ahora a murmurarle a todo el mundo y consigue que los elfos Noldor crean que los Valar los tienen medio prisioneros en Valinor para que no puedan gobernar la Tierra Media. Y Feánor, que se traga esas mentiras igual que se ha tragado todas las demás, empieza a hablar en público diciendo que los Valar son la casta y que los elfos tienen que gobernarse a sí mismos, que ya está bien de recoger florecitas en Valinor y mejor nos vamos a conquistar la Tierra Media, que para eso somos altos, guapos e inmortales.

Obviamente ante este tipo de discursos los Valar aplican a Ley Mordaza y destierran a Fëanor. El tío coge un rebote alucinante, se va al norte para construirse una fortaleza llevándose a sus hijos y a su padre -nuevamente, a su mujer que le den- y allí se pone a atesorar gemas y a fabricar armas y monta una cámara del tesoro del copón para guardar los Silmarils. Y claro, a Melkor le falta tiempo para ir a ver a Fëanor a decirle “tío, qué mal, te han condenado injustamente, esto ha sido cosa de tus hermanos, que son unos títeres de los Valar. Mira que los Silmarils son demasiado valiosos, que te los va a robar alguien, por qué no me das la llave de la caja fuerte que yo te la guardo…” Y claro, al final Fëanor sospecha y se da cuenta de que LO MISMO Melkor le ha estado engañando y LO MISMO quiere robarle los Silmarils. Y con esa diplomacia, ese aplomo y esa astucia que lo caracterizan, ¿qué hace? ¿Darse cuenta de que lo han manipulado y hablar con los Valar? ¿Irse con los Silmarils y con su familia a la capital a pedir ayuda? Pues no, le suelta a Melkor: “¡FUERA DE MI CASA, CARNE DEL PRESIDIO DE MANDOS!”, y le cierra la puerta en la cara. Entonces Melkor se cabrea y dice: “¿Sí? Pues os vais a cagar todos”. Y monta la de Dios. Va a buscar a Ungoliant, asaltan Valinor, se cargan los Dos Árboles, matan a Finwë, roban los Silmarils y huyen antes de que los cojan. Después del ataque cunden el caos, la desesperación… pero entonces se adelanta Yavanna y dice: “No os preocupéis, que tengo la solución. Dentro de los Silmarils está encerrada la luz de los Dos Árboles. Si Fëanor me los da, podré revivirlos”. Y, ¿qué creéis que hace Fëanor? Dice que no. Que a los Árboles, a los Valar y al resto de los Eldar les pueden dar mucho por ahí, pero que los Silmarils son suyos y no los toca ni Dios. Y yo digo; “chico, si tanta pena te da perder los Silmarills, dale por los menos UNO. O como mucho DOS, uno para cada árbol, todavía te queda otro, no hace falta que le des los tres”. Pero nada, que Fëanor dice que no entrega ni uno, y no contento con esto sigue su brillante razonamiento y decide que si Melkor es un cabrón, y es un Valar, es porque todos los Valar son unos cabrones. Así que tiene lo que sólo puede describirse como una rabieta, monta una rebelión y arenga a todos los elfos para que abandonen una existencia idílica en Valinor y se exilien a la Tierra Media a luchar contra Melkor y sus criaturas del mal. ¿Y eso para qué? Para que le ayuden a recuperar esos Silmarils que se niega a compartir con los demás y que nunca deja ver a nadie.

La propuesta no es que sea muy atractiva. Pero como ya hemos dicho que Fëanor es uno de esos idiotas a los que inexplicablemente sigue la gente, algunos de los Noldor se animan y deciden exiliarse con él. Al exilio, por supuesto, se lleva a sus siete hijos, abandonando a su mujer Nerdanel sola en Valinor sin marido y sin familia. A estas alturas, creo que va quedando claro que la pobre Nerdanel debía estar viviendo en un refugio para elfas maltratadas, de modo que no sé yo si la partida de su marido fue un disgusto o una suerte para ella. Y lógicamente, como entre Valinor y la Tierra Media se extiende el mar, se dan cuenta de que necesitan barcos para llegar a la Tierra Media, porque el otro camino es por el Helcaraxë, un desierto de hielo hostil a toda forma de vida. ¿Y quiénes son los únicos que tienen barcos? Pues los Teleri, un grupo de elfos así como un hippies y pacíficos que viven feliiices a la orilla del mar sin meterse con nadie. Y va Fëanor a las puertas de su ciudad y les dice:“Hola, muy buenas, nos marchamos de aquí y necesitamos barcos, así que dádnoslos pero YA”. Y Olwë, el rey de los Teleri, que lo está flipando, dice: “Pero vamos a ver, ¿tú de qué vas? ¿No le decías a los Valar que no querías darles los Silmarils porque son tuyos? Pues los barcos también son nuestros, así que si queréis navíos os los fabricáis vosotros, que para eso sois los Noldor, los más grandes artesanos entre los Eldar. Mira; ahí una sierra y ahí hay madera, ya puedes empezar”. Y entonces Fëanor dice: “¡De eso nada! ¡Como odio tanto a los ladrones como Melkor, que me ha quitado mis Silmarils… voy a convertirme en un ladrón peor aún, me llevaré todos vuestros barcos y mataré a cualquiera que intente detenerme!”.

Lógicamente los Teleri ofrecen resistencia. Y aunque mucho se ha dicho de que los Noldor eran grandes guerreros, hay que reconocer que Fëanor no era precisamente un buen general. Porque los Noldor tenían armaduras, escudos y espadas; los Teleri, unos arquitos que usaban para cazar. Y los Teleri les dieron caña de la buena. Mira si les dieron caña que según El Silmarillion rechazaron el ataque de los Noldor tres veces y sólo fueron derrotados cuando Fingolfin llegó con su hueste y les echó una mano. Ojo, y les echó una mano porque los feänorianos, tan majos ellos, mintieron diciendo que los Teleri había empezado la batalla porque intentaban impedir su partida por orden de los Valar. Al final los Teleri son derrotados, los Noldor se cargan a la mitad de ellos, y les roban los barcos. Pero en ese momento llega un emisario de los Valar que les dice que mira, lo de marcharse de Valinor aún, pero que eso de matar a los Teleri para robarles los barcos ha sido ya pasarse un poco, y que como no den la vuelta de inmediato para someterse al juicio de los Valar, quedarán malditos por siempre, sufrirán horrores indecibles y fracasarán en todo lo que intenten. Pero por supuesto, Fëanor es más chulo que nadie, y si hay que ir maldito a la Tierra Media, pues se va maldito a la Tierra Media, y los que no le sigan son todos unos cobardes. Probablemente hasta hizo la pregunta mágica: “¿Qué pasa, que no hay huevos?” Ante este argumento aplastante, la mayoría de los Noldor lo siguen, y aquí se vuelve a montar. Porque Fëanor, aunque quiere ir a la Tierra Media para hacerle la guerra a Melkor, siguiendo una brillante y elaborada lógica decide renunciar a la mitad de sus tropas y se lleva los barcos abandonando a la hueste de Fingolfin, ese mismo que le ha salvado el culo frente a los Teleri, para que mueran atravesando el Helcaraxë.

¿Y qué hacen Fëanor y los suyos cuando llegan a Lammoth, a las costas de la Tierra Media? ¿Qué hace este gran general y gran guerrero? ¿Esconderse, fortificarse, explorar el terreno, hacer un plan? Pues no. Montan un escándalo de la hostia, en plan “¡Eooo! ¡Estamos aquíii!”. Y por si no había ningún espía cerca que pudiera escucharlos, incendian los barcos de los Teleri haciendo una hoguera que se ve a cientos de kilómetros de distancia. Obviamente después de eso Melkor sabe que están ahí y que le van a atacar, así que monta un ejército del copón y lo lanza contra los Noldor. Los cuales, además de revelar su presencia y su posición al enemigo nada más llegar, NO habían levantado un campamento fortificado, NO tenían apostados centinelas, y NO habían diseñado un plan de batalla. ¿Y qué ordena Fëanor cuando ve que se le echan encima las huestes de Melkor? Pues ordenar la estrategia militar más elaborada que se le ocurriría en su vida: una carga frontal. No creo que haga falta explicar lo que ocurre si te lanzas frontalmente contra un batallón de Balrogs, ¿verdad? Pues exactamente, te escabechinan. Y Fëanor murió, como quien dice, a los dos segundos de llegar a la Tierra Media. Como ya hemos dicho al principio, a esto se le llama hacer una entrada triunfal. Así que aquí tenemos al gran artesano que se negó a compartir sus creaciones para salvar los Árboles, al gran líder que arrastró a la mitad de su pueblo a la ruina, a la gran persona que consumió el espíritu de su madre y abandonó a su esposa, y al gran guerrero que libró exactamente DOS batallas en toda su vida: en la primera tuvo que venir su hermano a salvarlo, y en la segunda cometió tantos errores tácticos que se lo cargaron. Ahora, por favor, que alguien nos lo explique: ¿se puede saber qué diablos le verían los Noldor y los lectores de Tolkien a Fëanor?