viernes, 30 de octubre de 2009

La mamma

El otro día, me comentaba una compañera Procurador que trabaja con un abogado alemán jovencito algo que me ha hecho reflexionar sobre las diferencias culturales que tenemos con los paises del norte.
Este joven abogado trabaja en España porque se había casado con una española y se había venido a vivir aquí con ella. Estaba bastante asombrado de la intensidad de los lazos familiares que existren entre los españoles incluso en la edad adulta. "En España mandan mucho las suegras" se quejaba en plan de broma. Le explicó a mi compañera que en Alemania y otros paises de norte de Europa, los hijos de independizan muy pronto y no suelen mantener demasiado contacto con la familia. No es que no se quieran, claro, pero allí lo normal es largarte de casa con 18 ó 20 años y no volver más que en Navidades o alguna otra fecha señalada, como un cumpleaños. A este abogado alemán, lógicamente, le sorprendía que su esposa habla por teléfono a menudo con su madre y fueran todos los domingos a comer con ella. También le sorprendía que su mujer tuviese tan en cuenta la opinión de su madre, ya que los norteños desde que se independizan van bastante a su bola y suelen montarse su vida sin pedir demasiadas opiniones a su familia.
No es que lo vea mal; sencillamente es la forma de ser que tienen en esos paises, y estoy segura de que no por eso aman menos a sus padres; sencillamente se realcionan con ellos de un modo diferente. Sin embargo, hay que reconocer que ese modo de ser, frío y distante, choca muchísimo con la manera de ser que tenemos los que vivimos más al sur. Es una característica común en todos los paises mediterráneos que la familia sea una piña, que se reúna al menos un día a la semana para compartir mesa, y que todos se mantengan en estrecho contacto a lo largo de sus vidas. Al margen de lo tarde que podamos irnos de casa, por ejemplo, los españoles (pocos se van antes de los 25 y muchos siguen viviendo con sus padres superados los 30), es una seña de idnentidad cultural que todos los que vivimos en los paises cálidos bañados por las aguas mediterráneas tengamos singular apego a la familia y al clan, sea cual sea nuestra religión o nuestro idioma. Ocurre así con los españoles, con los italianos, con los protugueses, con los griegos e incluso con los árabes. ¿Cómo no recordar la gran cantidad de "chistes de suegras" que pululan por España? ¿Cómo obviar que en los paises árabes incluso los adultos ricos e independientes comen con su madre una o dos veces a la semana? ¿Cómo pasar por alto el pseudo matriarcado que se vive en Italia, donde la mamma suele ser la cabeza de familia a la que tan pocos hijos italianos gustan de desfiar abiertamente?
Eso me ha hecho preguntarme por qué los mediterráneos y los norteños somos tan diferentes en ese sentido. Nosotros somos más cálidos, más dicharacheros, más familiares y más apegados, mientras que ellos son más fríos, independientes y calmados. ¿Tal vez sea por el clima? No olvidemos que las temperaturas y el número de horas de sol de las que nosotros disfrutamos al año son muchísimas más altas que las de ellos, que en ciertas ocasiones, cuando los paises se acerca al Círculo Polar Ártico, deben convivir con seis meses de oscuridad. ¿O será por la comida? Tal vez las especias y el aceite de oliva den más marcha al cuerpo que los arenques ahumados y la mantequilla.
Yo vivo ese fenómeno cultural en mis propias carnmes desde siempre. Hasta donde mi memoria alcanza, los domingos con la familia han sido sagrados. Actualmente mi novio y yo vivimos solos, pero pocas veces pasa más de un mes sin que viajemos un fin de semana a Barbastro a ver a la familia de Tindomion (lo cual , dicho sea de paso, me gusta mucho, porque sus padres son un encanto). Por mi parte, yo como un par de veces a la semana con mi madre, voy cada quince días a visitar a mis abuelos, y como con mi padre todos los domingos. Y aunque tengo amigos que no se ven con tanta frecuencia con sus familias como yo, siempre es porque por algún motivo no se llevan bien con ellos, no porque culturalmente estén acostumbrados a otra cosa.
Sea como sea, a mí me gusta seguir en contacto con mi familia y me gusta la cultura en la que he crecido. Hoy en día hay mucha gente que afirma sentirse agobiada por la familia y que tal vez envidie la liberalidad e independencia de la que se hage gala en el norte, pero para mí, aunque a veces tengamos nuestros más y nuestros menos, siempre será impagable la sensación de calidez y felicidad que me produce estar rodeada de los míos, un sábado o un domingo al mediodía, mientras todo el mundo charla al mismo tiempo con un montón de aperitivos a su alrededor y los platos a rebosar de asado o de paella.

6 comentarios:

Diva Chalada dijo...

No son fríos. Aprovechan las ocasiones en las que se encuentran para pasarlo bien de verdad. Uno aprecia más las cosas cuando menos las tiene, y si bien el roce hace el cariño, demasiado roce hace... rozaduras.

Quiero a mi madre. La adoro. Y con mis hermanas me llevo bien. Pero en Granada he vivido sola (bueno, con 50 personas más) y he sido más feliz en mi vida. La independencia temprana te obliga a ser responsable de tus decisiones, a sacarte las castañas del fuego antes (mi hermana no podría sobrevivir sin mi madre hoy día), y a saber estar solo. Mucha gente no sabe, y es una necesidad básica.

Familias que sean una auténtica piña y sin discusión -por pequeña que sea- semanal, no hay. Esconden algún muerto. Y quiero mucho a mi madre, de verdad. Pero cuando volvía algún fin de semana a casa, el sábado por la noche ya tenía ganas de volver a Granada, donde nadie me pide explicaciones, mi opinión es la que cuenta, y solo yo decido en tu vida.

Diré más, es lo más natural del mundo. Basta con observar a los animales. Una perra no se queda toda la vida con los perritos. Les enseña lo que tienen que saber para sobrevivir, cómo conseguir comida, cómo apañárselas por su cuenta. Y un buen día se va y no es traumático para nadie ni a la madre le da un ataque al corazón si sus hijos no la llaman ni nada de nada. Ser independiente es algo completamente natural y necesario.

Ah, ya, que somos distintos de los animales... No tanto. Está bien, establecemos lazos afectivos y nos gusta mantenerlos, vale. Pero a menudo nos pasamos y esos lazos ahogan. Y lo peor es que aún nos creemos que eso es amor cuando es limitarnos como personas.

En fin, igual es porque tengo poca familia. Pero si con poca ya me cansa, imagínate si tuviese que complacer también a abuelos y tíos. Solo es mi opinión. Un saludo.

Alt dijo...

Me pasa igual. Bueno, yo vivo con mi familia, pero tengo primos, tíos, etc., y sin hablar con ellos de cuando en cuando no sabría vivir. Además, que me parece profundamente triste que una familia que vive junta pase a verse una vez al año.

Creo que, en cierto modo, yo soy yo y mi familia, por así decirlo. Y en mis prioridades, están ellos delante de mí. Y no concibo la vida sin un contacto más o menos continuo. Es cierto que la convivencia puede agobiar a algunas personas, o a todos en ciertos momentos, pero... ¿Qué menos que una o dos llamadas telefónicas semanales si se vive lejos?

He pasado este verano en Inglaterra de prácticas, y yo hablaba como ocho veces por semana con gente de mi familia (padres, hermana, abuela, primos, tíos, ...) por teléfono, mientras que un chico suizo que vivía en mi piso habló con su madre un día. Me dejó helada.

Supongo que llega un momento en que padres e hijos son completos desconocidos, viviendo así de alejados, y me parece de lo más triste.

¡Que vivan las mammas nostras!

Izhak dijo...

Eso que decís es cierto. En mi familia hay mayoría de italianos y de españoles, y siempre estamos bastante unidos. Es algo que se repite a lo largo de toda la Argentina, y con muy, pero muy pocas excepciones.

Sin embargo, cada vez la cosa se vuelve más fría, y supongo que debe estar pasando lo mismo en todos lados, ¿o me equivoco? ¿En España están tan "cálidos" como hace 20 años, o la cosa cambió?

Saludos
Izhak

Anónimo dijo...

Como bien dice Merak,no son fríos. Más bien son prácticos.

Te independizas, por lo que vives solo, para que volver siempre la vista atrás.

LO de los españoles que se qeudan hasta los 30 en casa de los padres me parece vergonzoso y en parte una señal de cobardía.

Hay que afrontar la realidad y no esconderse de ella. El mundo es un lugra despiadado pero ahy que salir y pelear no esconderse en casa esperando a tener un buen sueldo y salir sin riesgos del nido.

Yo tengo 21 años y en mayo me fuí de casa de papa. Lo mejor que he hecho nunca, esa sensación de libertad es inolvidable.

Por entonces yo estaba trabajando, ahora estudio y en vez de volver a casa, estoy en una residencia. No quiero volver a casa. Si quiero volver a verles pero no estar constantemente a su lado, el roce roza demasiado.

No creo que por no vivir juntos se dejen de conocer padre e hijo, no tiene nada que ver. Es una forma distinta de concebir la relación.

Saludos Gorgonitas

Estelwen Ancálimë dijo...

Bueno, no es que yo esté a favor de vivir hasta los 30 en casa de los padres (tengo 26 y me independicé hace más de un año), aunque entiendo que por razones económicas haya muchos que no lo hagan. Pero sí estoy a favor de mantener un contacto regular y próximo con la familia. No creo que las comidas dominicales y las llamadas telefónicas frecuentes sean un agobio, todo lo contrario: a mí me hacen sumamente feliz. No creo que lo de los norteños sea práctico, la verdad; eso de poderte pasar semanas enteras sin saber nada de tu familia y verlos sólo dos o tres veces al año no me parece práctico, sino enormemente frío. Vamos, creo yo que se trata de valorar el término medio entre lo de "me piro de casa a los 20 y no vuelvo más que en cumpleaños y en Navidad" y lo de quedarse en casa de papá y mamá hasta los 35. En el término medio, como suele pasar a menudo, está la virtud.
Izhak, realmente en España las cosas no han cambiado en cuanto al contacto familiar. Sí han cambiado en el sentido de que los padres antes tenían más poder de decisión sobre los hijos , y ahora los hijos eligen libremente cómo va a ser su vida (piden consejo a los padres, sí, pero no tienen que seguirlo obligatoriamente). Pero en cuanto a lo del contacto frecuente con los padres y lo de comer con la familia al menos una vez por semana, la cosa sigue como siempre. ¡Y por muchos años! Ya te digo que a mí me encanta :-)

Saludos a todos:

Estelwen Ancálimë

No dijo...

Bueno... a mí me gusta más el método del norte.
Yo no tengo que pasar por muchas reuniones familiares, afortunadamente y desde que tengo memoria no hacemos comidas de domingo ni nada por el estilo. No se...no tengo apenas contacto con el resto de la familia, solo mi madre y mi hermano y la verdad es que tampoco añoro o necesito otra cosa. Lo mío debe ser falta de costumbre.
Sobre el tema de independizarse... no me meto xD más que nada por que tengo 17 años y no voy a escupir para arriba, que igual estoy mal de dinero y no puedo independizarme tan pronto como me gustaría, pero en este caso, tampoco me importaría pasar un poco más de tiempo aquí, no me supondría un disgusto gigantesco... pero si puedo, me iré pronto y mantendré contacto con las mismas personas con las que mantengo contacto ahora xD