viernes, 15 de junio de 2012

Historias de (des)amor

Yo juro que no lo entiendo. Cuando le preguntas a la gente por una gran historia de amor, ¿de quiénes hablan? Tristán e Isolda, Tirante y Carmesina, Lanzarote y Ginebra, los amantes de Teruel, y cómo no, los imprescindibles Romeo y Julieta. Si preguntas por una película, por supuesto nadie dejará de mencionar Titanic, Mouline Rouge o Love Story.

Y yo me pregunto: ¿¿pero de verdad alguien en su sano juicio considera todo eso "bellas historias de amor"?? Historias de desamor, las llamaría más bien. Todas tienen algo en común: ni una sola de ellas acaba bien. O muere ella (Mouline Rouge, Love Story), o muere él (más común, como en Titanic o Tirante el Blanco), o mueren los dos (muchísimo más común, como en Romeo y Julieta, Los amantes de Teruel, Tristán e Isolda), o bien los amantes sobreviven pero quedan separados por las circunstancias y no pueden estar juntos (Lanzarote y Ginebra).

No deja de parecerme curioso que la gente tenga tanta adoración por historias de amor que acaban con muerte o separación; en definitiva, como el rosario de la aurora. Estas muertes y separaciones, además, nunca se dan al final de la vida (no recuerdo ahora mismo ninguna historia de amor clásica en la que los enamorados se casen, sean felices, y mueran viejecitos y rodeados de nietos, exceptuando los cuentos de hadas... y algunas veces ni eso, que la historia de desamor de La Sirenita es para echarse a llorar).

¿Y a qué nos lleva esto? Pues que los escritores y los guionistas que escriben ese tipo de historias (y los que gustan de ellas y las ven como el summun del amor verdadero), en el fondo no son otra cosa que pesimistas. Porque la moraleja subyacente de todas estas historias, si uno lo piensa bien, viene a ser: La única manera de que una historia de amor sea romántica y mítica es separar a los protagonistas en el momento álgido de su amor, antes de que se les pase el calentón y empiecen a discutir por la tapa abierta de wáter y el colegio de los niños.
Así de claro. Estas historias no son de romanticismo y amor, sino de desamor y pesimismo. Todo acaba trágicamente, porque el autor o el guionista deduce que entre la tragedia de la separación por el infortunio o la muerte, o la monotonía y la mala leche que de seguro se instalará en la pareja tras unos añitos de convivencia, es preferible la primera. Vaya perspectiva, digo yo. A ver cuándo puedo leer la historia de amor de dos abuelitos que, tras pasar toda su vida juntos y ayudarse y apoyarse en los buenos y los malos momentos, aún se aman como cuando eran jóvenes. Ah, pero es que eso no vende, ¿no? La fidelidad, la lealtad, la felicidad, el cariño y la constancia no venden. Lo que venden son las lágrimas, la tragedia, la muerte, el dolor, la separación y los triángulos amorosos.

Que conste que yo soy la primera que disfruta con una historia dramática y emocionante en la que los protagonistas deben superar obstáculos o sufrir antes de estar juntos. Pero lo que a mí me gusta de esas historias es que acaben bien. Que la parte "dura" sea el camino, no el final. Sufrir por los protagonistas para que acaben muertos o separados para siempre es muy poco satisfactorio, al menos desde mi punto de vista. Y me molesta que me vendan como amor lo que no es otra cosa que tragedia. Hace algunos años, se pusieron de moda las finales tristes porque eran "inesperados" y "sorprendían al lector/espectador". Pero lo inesperado y lo sorprendente no tiene por qué ser agradable o satisfactorio. ¿No se puede acaso sorprender al lector con otra cosa que no sea un final amargo, o un triángulo amoroso? Que, la verdad, a estas alturas cada vez son menos sorprendentes, porque se han convertido en el recurso fácil y cada vez que alguien me habla de "una maravillosa e impactante historia de amor", ya voy al cine o abro el libro mentalizada a que el final de la historia probablemente no va a ser feliz.

19 comentarios:

Malena dijo...

Hay tres razones para explicar el estado de cosas que comentas.
1. En Occidente la idea de un gran amor siempre está vinculada a desdicha y sacrificio, por eso los amores de leyendas tienen que tener un final trágico. El amor es visto, en el fondo, como una fuerza letal y negativa
2. Se cree que la buena literatura debe obviar el final feliz. Por eso los romances que duran toda la vida y que acaban bien, como nos gustan a ti y a mi, solo los dejan para géneros “cursis” , novelas rosas y telenovelas.
3. Existe una visión cínica del amor (leía hace poco que según estadísticas ningún matrimonio moderno dura as de once añosa) como algo no duradero. Así que mejor acabarlo drásticamente antes que Jack le ponga los cuernos a Rose o los de Love Story se tiren los platos por la cabeza. Robert Baratheon vivió idolatrando la memoria de Lyanna Stark, pero si hubiera vivido tal vez le habría sido infiel o la hubiera golpeado.

Malena dijo...

Cuidado, no es que no vendan, es que los que publican o hacen películas creen que no venden. ¿No va siendo hora de que alguien les demuestre que están equivocados y que hay muchos que quieren leer sobre amor verdadero y eterno?

Anónimo dijo...

Esto... ¿"El Diario de Noah" os suena? Si no es así, ya la estáis viendo. Y basada en una historia real, por cierto. No os digo nada para no destripar.

Disfrutad.

No dijo...

Iba a recomendarte "El diario de Noah", pero anónimo se me adelantó xD

Coincido en que el principio de UP es LO MEJOR DEL MUNDO

Y ahora mismo no se me ocurren más historias así, pero si me viene alguna, vendré a decirtelo!

Rrruciela dijo...

A mí, si me preguntan, me parece que la historia de amor más bonita es la de Faramir y Eowyn. Ahí lo dejo.

Bueno, también la principal de 1Q84, de Haruki Murakami (no digo cuál porque es un poco spoiler).

Lalachan dijo...

Pues a mí se me ocurren las de Buttercup y Weasley, de La Princesa Prometida (vale, es fantasía, pero mola); la de Jane Eyre con Edward Rochester; la de Navarre e Isabeaux, de Lady Halcón; la de William y Jocelyn en Destino de Caballero... en fin, unas cuántas.

Vale, no son muchas, pero menos da una piedra. La mayoría de las historias de amor medievales son trágicas porque se trataba de un amor no aceptable según los cánones de la época (traicionar al señor, desobedecer a los padres, etc.), por lo que esos amores, que no son bendecidos por Dios, tendrían que salir mal por fuerza. Aunque a mí me gustan mucho, tal vez porque lo trágico siempre ha sido muy de mi agrado en su justa medida.

Estelwen Ancálimë dijo...

Hombre, si rascamos, evidentemente vamos a encontrar amores que sí acaban bien, como los que habéis comentado. Pero, incluso en ellos, el final feliz siempre sucede justo antes del matrimonio, o en la boda. Lo que viene después se obvia, como si ya no perteneciera al cuento de hadas (la única excepción al respecto son las historias de amor del siglo XIX, donde los escritores de vez en cuando hacían una especie de epílogo donde te explicaban lo bien que le iba a la pareja casada).
De todos modos, yo me refería sobre todo a las historias de amor clásicas (cuando pensamos en una historia de amor clásica, seguro que nos viene a la cabeza Romeo y Julieta o Lanzarote y Ginebra mucho antes que Jane y Rochester o Navarre e Isabeaux). Como bien comenta Lalachan, tal vez fuera porque en el medievo lo normal era casarte con quien te ordenaban y no con quien amabas, aunque me parece que en ese caso tales cuentos no eran un consuelo o un disfrute para los amantes separados, sino más bien una advertencia: "Como tratéis de seguir a vuestro corazón y de saliros del tiesto, la cosa acabará mal".
Y me parece aún más trsite que se considerase en aquella época que ese tipo de amores "no estaban bendecidos por Dios". Yo creo, por contra, que son los únicos que realmente estaban bendecidos. El matrimonio en su verdadera escencia es una forma de reatificar un amor verdadero que ya existe, no de crear una relación artificial e inexistente de facto. No se me ocurre un matrimonio de menos agrado para Dios que el matrimonio concertado, ni nada más agradable que el amor auténtico.

Anónimo dijo...

Yo creo que todo eso del desamor es debido al estúpido tópico masivo, actualmente, que indica que si una historia de amor acaba bien y un chico y una chica están muy enamorados, la historia es "pastelosa" (ejem, esa es la palabra de moda, parece, actualmente) o demasiado "happy". O que incluso incita a las mujeres a creer que su vida sólo va a tener un final feliz mediante el amor (?).
Para mí, esto son estupideces... pero a mucha gente le llega al alma un ejemplo cómo: "Crepúsculo".
Puede gustarte o no, pero de ahí a decir que porque la historia acabe bien y Bella Swan esté muy enamorada de Edward, sea un mal ejemplo para las mujeres, algo demasiado cursi y "pasteloso"...
Por lo visto, ahora el amor es tachado de cursilada o, en el peor de los casos, es tratado cómo algo alienante.
¿Cómo puede alguien ser tan obtuso y creer que una protagonista (sigamos con el ejemplo de Bella Swan, que tanto ha dado de qué hablar) va a ser un mal ejemplo para las jovencitas sólo por amar a alguien?. Se respaldan los que tal opinan en que a Bella, el amor, cuando no la destroza la impulsa a cometer locuras.
¿Pero quién puede afirmar que el amor no es, simplemente, una gran locura?.
Claro que se comenten locuras por amor. Y no van a dejar de cometerse sólo porque según qué personas opinen que eliminan un mal ejemplo poniendo verde al personaje de un libro.
Eso, volverse loco por amor y poner el mundo del revés, es algo que, lógicamente, al final siempre es elección de uno mismo. Depende de su capacidad de amar. Y es algo que existe, no que meramente promueva un libro tan simple, por lo demás, cómo "Crepúsculo".

Oh, y esto es un mero comentario personal, pero yo detesto la historia de Lanzarote del Lago y Ginebra. No la considero de amor, me parecen repelentes ambos. >_<
Justamente, ayer repasaba mis tomos de "La Muerte de Arturo" de Sir Thomas Malory, y, cómo siempre, Lanzarote y Ginebra me hacían rechinar los dientes.
¡Pobre Rey Arturo!. Es un personaje maravilloso... ¡y cuanto tiene que sufrir por la mala pécora de Ginebra, y por el traidor de Lanzarote!. Quizás Lanzarote y la Reina no pudieron evitar enamorarse, siguieron sus impulsos cómo dos buenos enamorados y bla, bla, bla... Pero eso no excusa lo mucho que hicieron sufrir a un Rey tan ilustre, grandioso y fascinante.
Lanzarote, el caballero tan "perfecto", y tan cercano al Rey Arturo, debería haberse contenido, lo siento. Por su culpa (podría decirse que por la serie de circunstancias que desencadenaron su fijación por Ginebra y su traición al Rey) Camelot cayó, y finalmente Arturo. Y, Ginebra, habiendo hecho ya los votos al Rey y siendo Reina, no debería jamás haberse permitido engañar al Rey y crear semejante caos.
No sé, es mi opinión. Arturo me da una pena tremenda.

papalbina dijo...

jajajaja, me ha encantado. que vivan los happy endings!! solo que yo soy mucho más drástica que tú, a mí tragedias las justas y como no acaben juntos ya le pueden dar a la película/libro/cómic... yo creo que es una de las razones por las que leo juvenil y chick-lit, porque ahí las cosas (casi) siempre acaban arreglándose :P lo reconozco, lo mío es grave xDD

de todas formas, tú recuerdas alguna pareja/historia de amor que no acabe mal? porque o yo tengo un poderoso black-out ahora mismo y recuerdo a star-crossed lovers o las historias de amor con final "feliz" se olvidan más fácilmente v.v

Estelwen Ancálimë dijo...

Papalbina: La primera historia de amor que acabe bien que me viene a la cabeza es mi favorita: la de Beren y Lúthien. Aparte, claro, de los cuentos de hadas, que son un mundo aparte. Por cierto, si lees novela juvenil como salvaguarda para asegurarte de que las historias acaban bien... te aconsejo que ni te acerques a "El Medallón del Arconte" o a "Las Crónicas del Mago Negro". Ni te acerques.

Anónimo: Respecto a lo de Edward y Bella... no me refería exactamente a eso. Me explico; el tema de "la gran historia de amor que acaba mal" viene de mucho antes de que se inventasen los términos "cursi", o "pasteloso", estamos hablando de historias que tienen su origen en la Alta Edad Media o incluso en la Grecia clásica (Romeo y Julieta es un plagio de la historia de Píramo y Tisbe, y también tenemos otras parjeas malogradas como Galatea y Acis, Orfeo y Eurídice, o Afrodita y Adonís). Por eso, creo que los motivos se encaminan más al pesimismo, al cinismo, o a la censura de fondo del amor romántico, más que a criticar el "pasteleo".

A mí "Crepúsculo" no me parece tan horrible como gritan algunos, aunque tampoco me convence mucho como historia de amor, porque ni me gustan los triángulos amorosos, ni los amores obsesivos, ni creo que combinen bien los unos con los otros (si Bella está tan enamorada de Edward qué puñetas hace amando también a Jacob, nunca me creí ese triángulo, ni tampoco me convenció nunca la "explicación Renesmee", porque la niña ni siquiera estaba concebida cuando comienza el triángulo).
Y, de todos modos, siempre me ha parecido absurdo que la gente critique las historias de amor con final azucarado porque "hacen creer a las mujeres que el único final feliz es del del amor". En primer lugar, porque no dicen que sea el único, dicen que es un final feliz, y ciertamente lo es (¿a quién no le gustaría estar felizmente emparejado con su amor verdadero, si somos sinceros con nosotros mismos?). Y, en segundo lugar, porque no se dirige exclusivamente a las mujeres, en una pareja son dos personas, y a menos que sean dos lesbianas uno de los miembros de la pareja es un hombre, y él también acaba siendo feliz. Si los dos son felices enamorados, ¿por qué se obvia al hombre y se cree que sólo la mujer va a captar el mensaje? Nunca lo entenderé.

Y en cuanto a lo de Lanzarote y Ginebra... bueno, versiones de esa historia hay tantas como escritores han escrito acerca de ella. Las versiones medievales de la leyenda enfocan el amor entre Lazarote y Ginebra como un "amor cortés" que se les va de las manos. Recordemos que en aquella época los matrimonios eran por pura conveniencia y no estaba mal visto que las damas y los caballeros que se enamoraban, casados o no, coqueteasen entre sí. De hecho, que a tu mujer la pretendiera un caballero prestigioso era un honor. Aunque, claro, esas relaciones de amor cortés debían limitarse a poemas, hazañas en nombre de la dama, regalos, cartas perfumadas, flores, joyas, miradas, y como máximo algún beso y cogidita de mano. En el momento en que los enamorados cruzaban la frontera de la relación sexual, dejaba de ser amor cortés (bien visto) y pasaba a ser adulterio (condenable). El pecado de Lanzarote y Ginebra no es el enamorarse, sino acostarse juntos, ya que al fin y al cabo el amtrimonio entre Ginebra y Arturo es de conveniencia y ella cumple con su deber al casarse con él. Y, aún así, eso de que Arturo pretenda castigar a Ginebra quemándola viva en la hoguera me parece pasarse treinta pueblos. ¿Tú podrías quemar viva en la hoguera a una persona a la que amaras, por muy infiel que te hubiera sido?

Tahoser dijo...

Hombre, la posición de Arturo es terrible. Por un lado, en aquella época algo cómo el adulterio no era una broma. Lanzarote y Ginebra sabían a lo que se exponían.
Ya se sabe que el castigo era terrible en aquellos días, y estaba estipulado así y punto. Arturo, siendo Rey, no podía saltárselo. Él menos que nadie. ¿Qué ejemplo podría dar un Rey, entonces, si el castigo para la mujer adúltera se lo saltara él a la torera con la Reina, sólo por ser el Rey?. Arturo era un Rey de justicia, y debía seguir la norma general, aunque esto le doliera horriblemente. Y le dolía, porque Arturo era un buen hombre y había amado muchísimo a Ginebra.
No es que "Arturo pretenda castigar a Ginebra con la hoguera", es que esa norma para él era insoslayable, cómo Rey debía dar ejemplo y no podía hacer una regla para él y otra para el pueblo.
Si hay que acusar a alguien (además de observar el contexto de la época, en que se quemaba a la gente por mucho menos, por cuestiones simplemente inventadas), no es a Arturo, sino al mismo Lanzarote, que por acostarse egoístamente con Ginebra la expone a un peligro que él, por ejemplo, no correría.
Ya por amor a Ginebra, Lanzarote debería haberse contenido, ¿no?. Arruina la reputación de la Reina, la expone al reproche de Arturo (justo, por lo demás), y finalmente a un horroroso castigo.
Ginebra también decidió exponerse, de acuerdo... pero ese caballero tan "perfecto" que es Lanzarote debería haber renunciado a la Reina por el bien de ella, si veía que Ginebra no tenía demasiadas luces ni sentido siquiera de la auto-conservación.
Vale, Lanzarote salva a Ginebra de morir... Pero, ¿y qué menos?. Se supone que la amaba con locura, ¿no?. Y, además, por culpa de él la Reina le fue infiel a Arturo.

Arturo no quería matar a la Reina, pero era su deber seguir la ley al pie de la letra, porque un Rey debía seguir la ley, ser más que los demás. Y, además, muchas veces se insinúa que Arturo claramente se sintió aliviado de que Lanzarote salvara a Ginebra. Arturo no podía salvarla, cómo Rey. Pero que Lanzarote lo hiciera, aunque luego debiera ser perseguido por ello... Es tratado cómo un alivio para Arturo, un alivio secreto, en más de una ocasión.
Vamos, que Arturo no era más que un esclavo de las circunstancias. Circunstancias que simplemente no existirían si Ginebra hubiera comprendido que, aun siendo su matrimonio de conveniencia, Arturo era un gran hombre y un Rey formidable, y que resultaba cruel engañarle cuando él no le había hecho ningún daño a ella jamás. Arturo besaba la tierra por la que pisaba Ginebra, estaba muy enamorado de ella. La Reina fue una ingrata, una mimada y una idiota.
Y Lanzarote un irresponsable y un traidor. >_<

Por cierto, voy a poner un nombre. Eso de Anónimo suena terrible. xDDDD Nunca me acuerdo de poner mi nick. T///T

Estelwen Ancálimë dijo...

Lo siento, pero no creo en el concepto de "ser esclavo de las circunstancias". Siempre se puede elegir. Las eprsonas somos libres incluso en las circunstancias más adversas.
Si la ley impuesta por Arturo era quemar a las mujeres infieles, era claramente una ley bárbara e injusta, indigna de un rey justo y cristiano. Ese castigo no lo aplicaban ni las leyes de la Edad Media, aunque si el marido por su cuenta y riesgo mataba a la mujer y al amante "para salvar el honor", no se lo condenaba por asesinato porque el honor era una eximente; pero ya no era una ley que se aplicara por narices a todas las mujeres adúlteras, era una prerrogativa del marido.

Si esa ley no existía ni en sistemas jurídicos tran brutales como los medievales (es cierto que las leyes islámicas por ejemplo sí las contemplan, pero ya estamos hablando de otra cultura), cuesta mucho de creer que Arturo, que estaba considerado como "el rey justo d ideal", las aplicara. Lo lógico en esos casos, en esa cultura y en esa época era que, si el marido cornudo no quería matar a la mujer, la encerrara en un convento de por vida o la echara a la calle.

Respecto a Lanzarote, de ningún modo lo como el único culpable, ni como una mala persona. No obligó a Ginebra a nada, ella podría haberle rechazado si hubiese querido, y teniendo en cuenta que el amtrimonio entre ella y Arturo era puramente de conveniencia tampoco veo mal que se enamoraran. Por supuesto, lo de sucumbir a su amor prohibido acostándose juntos estaba mal visto en la época y ahí estriba la tragedia de ese amor, que por culminar en el sexo acaba mal. Por eso precisamente digo que es una historia que a mí no me gusta. Porque es que, encima, Lanzarote y Ginebra son idiotas. No por liarse entre ellos, no, sino porque después de que Lanzarote salve a Ginebra y huya con ella... les entra el arrepentimiento y profesan cada uno en un monasterio. ¿Cómorrr? Es decir, están lo bastante enamorados como para liarse a espaldas del rey y para que él le salve la vida a ella in extremis, pero cuando ya están juntos, escapan y podría huir lejos para vivir juntos el resto de sus días, ENTONCES les entran los remordimientos... lo dicho, tontos del nabo :-P

PD: Y sí, mejor que pongas un nombre para que te reconozca, si no nunca puedo estar segura de si el Anónimo que me está comentando es el mismo que el de otras veces o es otro diferente XD

Maureen dijo...

Hola.

Descubrí tu blog buscando opiniones de la Trilogía Crónicas del mago negro y me gusta mucho. Me encanta cómo expresas tus opiniones, aunque obviamente no siempre estoy de acuerdo contigo.

Este post es interesante: a mí también me gusta que los libros acaben bien, porque como tú dices: para tragedias ya tengo la vida real.

Un libro que me gusta muchísimo (y por lo que he leido tú no puedes con él) es Orgullo y Prejuicio, de Jane Austen. No sólo acaba fenomenal, sino que me enganchó desde el principio. Jane Austen usa una ironía tan sutil y tan fina en todo lo que escribe, que es una gozada leerla, sobre todo este libro y en Sentido y Sensibilidad me parecen maravillosos.

Y por cierto, con respecto a tu comentario: "¿Tú podrías quemar viva en la hoguera a una persona a la que amaras, por muy infiel que te hubiera sido?"... ¿No hay mujeres que denuncian a sus maridos por violencia de género o de abusar de sus hijos cuando quieren separarse? ¿Y no hay hombres que matan a sus mujeres porque "no podía vivir sin ella"? Es tristísimo, pero lo de Arturo no me parece tan extraño, viendo cómo se comportan algunos en el siglo XXI.

Un saludo

Marina

Maureen dijo...

Ah, un par de cositas más.

La primera es off-topic, pero es que he visto que siempre usas "coeficiente intelectual", y quería indicarte que no es correcto: la expresión correcta es COCIENTE INTELECTUAL, ya que es un indicador que se calcula dividiendo la edad mental entre la edad cronológica.

Y otra cosa: no sé si te gustan los musicales, pero si quieres ver uno en el que se narran diversas escenas, normalmente con final feliz, entre parejas (entre ellas una preciosa de una pareja de ancianos que aún se quieren después de una vida juntos, con sus problemas, sus discusiones y sus malos momentos), intenta ver TE QUIERO, ERES PERFECTO, YA TE CAMBIARÉ.

Lalachan dijo...

He estado leyendo un poco más sobre el tema del amor en la literatura, sobre todo medieval, y he encontrado alguna referencia que se puede extrapolar a la concepción del amor actual en la ficción.

Como hemos visto en los paradigmas de Tristán e Isolda, Romeo y Julieta, etc., la idea del amor verdadero parece ser la que incluye la muerte de los amantes o de uno de ellos. Bien, esto se debe a una razón muy sencilla. El amor verdadero (lo que se concebía como amor verdadero) es tan fuerte y tan poderoso que sólo la muerte podría romperlo, y a veces ni eso. Es un sentimiento devastador, una pasión fulgurante como una estrella fugaz. Por eso, los amantes suelen ser muy jóvenes (la fogosidad de la juventud) y se entregan a sus pasiones sin pensar en nada más. Sin embargo, el público considera su amor como algo bonito, precisamente porque parece inalcanzable. Probablemente ninguno de los que lea esto sea capaz de tragarse un bote de pastillas para seguir a su amor al otro barrio... pero todos desearíamos que alguien nos amara tanto como para acompañarnos en la muerte, para no estar separados jamás.

Otra cosa es ya la infidelidad manifiesta, como es el caso de Ginebra y Lanzarote, aunque en este caso me decanto un poco más por Lanzarote porque al menos se debate entre su amor y su amistad con Arturo, al que le duele haber traicionado. Pero ese arrepentimiento no está en Ginebra, a la que se representa como una caprichosa y una egoísta.

Espero haberte ayudado a ver un poco mejor este punto sobre el (des) amor, aunque a mí no me parece desamor en absoluto.

Estelwen Ancálimë dijo...

Lo de (des)amor viene por el carácter pesimista de estas historias que ya comentaba, y que tú misma apuntas en los comentarios: lo de ver el amor como una pasión intensa pero fugaz, propia de la impetuosidad de la juventud, que acaba trágica y prematuramente con la muerte antes de poder apagarse con el tiempo. Vamos, como si el amor verdadero no pudiera darse entre personas ancianas, o a lo largo de tiempo, con la convivencia y la confianza (estilo diez primeros minutos de Up, para que se me entienda).
El suicidio va en contra de mi religión y por lo tanto no lo contemplo, pero tampoco lo descarto totalmente: si te soy sincera, preferiría morir al mismo tiempo que mi marido antes que vivir sin él.

Anónimo dijo...

El matrimonio era una forma de legitimar a los hijos, un modo de control social, la vision del amor romantico es reciente antes matrimonio era de conveniencia.

Anónimo dijo...

Pues a ver en que quedamos, o esta bien dejarse llevar por el enamoramiento y cometer locuras o pasamos del amor y cumplimos con nuestro deber como dices que debio hacer Ginebra. Decidete.

Estelwen Ancálimë dijo...

Revisa mis comentarios; yo no he dicho que Ginebra debería haber cumplido con su deber. He explicado, desde el punto de vista de los autores y lectores de la época, por qué se consideraron pecaminosos los amores de Ginebra y Lanzarote. Una cosa es la opinión de la época y otra mi opinión personal sobre el tema ;-)

Y no te engañes, el amor romántico no es reciente, lleva existiendo desde que el mundo es mundo. Lo que es reciente es la identificación de matrimonio con amor romántico, ya que en la Edad Media y épocas anteriores la mayoría de los matrimonios, sobre todo cuando los contrayentes eran gente de posibles, eran concertados para conseguir con ellos alianzas políticas y económicas ventajosas. El matrimonio por amor era una circunstancia afortunada y poco común, como si te tocara la lotería. Pero eso no significa que no hubiera amor romántico, lo que pasa es que lo normal era que ese amor romántico se diera fuera del matrimonio. Y la única manera de que fuese socialmente aceptado era que se tratara de un "amor cortés", es decir, sin que se llegara a consumar físicamente entre los amantes más allá de unos besos o unas caricias.

Y de todos modos, insisto, eso son conceptos de otra época, afortunadamente. Creo que en la actualidad, casándonos por amor, todos somos más felices :-)