viernes, 13 de septiembre de 2019

Probando el natto

Como no todo va a ser reseñar series y libros, reaparezco por el blog para compartir con vosotros algo que llevaba mucho tiempo llenándome de curiosidad.
Es el natto.
Para todos los que somos amantes de la cultura o la gastronomía japonesa, el natto no nos es desconocido. Se trata de unas habas de soja fermentadas que tienen unas excelentes propiedades nutricionales, pero que también tienen -se dice- un aspecto, un olor y un sabor repugnantes, lo cual tira atrás a algunos japoneses, y a la inmensa mayoría de los extranjeros, a la hora de tomarlas.
Por Youtube rondan multitud de vídeos de personas no japonesas probando el natto. Las caras de asco al abrirlo, al olerlo y al metérselo en la boca son de foto: hacen muecas, lo escupen e incluso les dan arcadas.
No obstante, también hay muchos vídeos de japoneses encantados con el natto y explicando cómo hay que comerlo correctamente. Y dado que a mí me encantan la nuevas experiencias gastronómicas -creo que lo único que soy incapaz de probar, sea cual sea su sabor, son los bichos-, me decidí a probarlo.
Os recuerdo que no es la primera vez que pruebo productos japoneses en el blog; si queréis ver mi cata de Kit-kat nipones, la tenéis aquí.

La primera dificultad con la que me topé fue encontrar el natto. Al ser un producto japonés, con poca aceptación entre los extranjeros, no es algo que sirvan en restaurantes ni que puedas encontrar en la sección de comida exótica de los supermercados españoles. Afortunadamente, en mi ciudad, Valencia, hay una tienda llamada Japon.es donde, ¡sí! vendían natto.

Y allá que me fui. El natto es muy barato en Japón, pero al ser de importación la cosa cambia aquí en España: se vende en packs indivisibles de cuatro cajitas de ración, y cada pack costaba unos cinco euros. Aún así, me compré uno y me fui de vuelta a casa. Como el natto es un producto fermentado -la bacteria se llama bacillus natto-, se vende y se conserva congelado para que no se eche a perder, de modo que guardé tres de las cajas y dejé la cuarta fuera de la nevera para que se descongelase.

Finalmente estuvo lista. Y muerta de curiosidad por conocer ese olor que muchos tildan de "indescriptible", "repugnante" o "a calcetines sucios", abrí la caja y apliqué la nariz.

Esta pinta tiene nada más abrir la caja y quitarle el plástico protector

Señores, ni indescriptible, ni repugnante, ni a calcetines.
Huele bien.
No sé si mi paladar y mi nariz funcionarán a una frecuencia distinta a la del resto de la humanidad, pero a mí el natto huele bien.
De hecho, puedo describir perfectamente su olor, porque para mí está clarísimo: huele a café. A café fuerte, mezclado quizás con un cierto olor a levadura fresca de panadero, pero el café es sin duda el olor dominante. Si coges una taza de café ya frío, que lleve hecho varias horas, y la hueles, el aroma que te vendrá a la nariz será muy, muy similar al del natto.
Lo cual me hace preguntarme por qué a tanta gente le cuesta describir el olor (¿no han probado el café en su vida?) o les parece tan repugnante (¿vomitan cada vez que huelen a café o que intentan tomarse uno?).

Pero bueno, el aroma es una cosa... ¿y el sabor? Comprobémoslo. Cuando abres el paquete de natto, lo acompañan dos sobrecitos: uno de karashi (un tipo de mostaza picante) y otro de salsa de soja con caldo dashi. Luego, cuando quitamos la película de plástico que recubre las habas de soja, vemos unos hilillos blancuzos pegados, que emanan de las legumbres. ¿Extraño? Sí, sin duda. ¿Asqueroso? Pues, para mí, no. No tienen un aspecto tan malo que me haga echarme atrás ante la idea de probarlas. Máxime cuando el olor a café es cada vez más intenso y sugerente.

Pero claro, por los vídeos de japoneses que he visto, sé que hay algo fundamental a la hora de probar el natto, y es removerlo antes de comerlo. Removerlo mucho. Eso hace que la sustancia mulcilaginosa que provoca los hilillos se multiplique y recubra las habas de soja de una especie de pasta cremosa y viscosa. Y ahí me pongo, a remover, hasta que me duele el brazo.

 Empezando a remover...


Y al terminar. ¡Ya está!


Una vez removido el natto, sólo queda echarle las salsas. Aquí tenéis la foto después de echarle la salsa de soja:

¡Listo para comer!


Y en este momento ya estaría listo para tomar, aunque los japoneses, que suelen comerlo como parte del desayuno, gustan de mezclarlo con una yema de huevo cruda y echarlo sobre un bol de arroz. He de decir que lo he probado de las dos formas, solo y con la mezcla de huevo y arroz (sí, ya me he comido dos tarrinas, una ayer y otra hoy), y debo decir que el sabor perdía bastante con el arroz y con el huevo, por dos motivos: el primero es que la yema no le aporta demasiado sabor pero sí un plus de viscosidad que, teniendo en cuenta cómo es el natto, no le hace ninguna falta. El segundo es que, como ya he dicho, el natto tiene un penetrante sabor a café, lo cual hace que la combinación de café+huevo+arroz sea un poco extraña. Tuve que añadir al final un chorro adicional de salsa de soja y el sobre de mostaza karashi, con lo cual maté casi por completo el sabor del natto.

Así que decidí que al día siguiente me lo tomaría solo, y así he hecho hoy, con el resultado que podéis ver en las fotos: lo he dejado descongelar, lo he abierto, lo he mezclado sólo con la salsa de soja y dashi y me lo he comido. El sabor es igual que el olor, pero más intenso: café, con un punto salado/dulce y el amargor de fondo propio de esa infusión. Era como estar comiendo granos de café blanditos y cremosos, porque realmente la capa mulcilaginosa de la bacteria, que tanto grima da a algunos cuando la ven, no es en absoluto desagradable en boca: es más untuosa que viscosa, y realmente si te gustan alimentos como las natillas, el flan o la tortilla poco hecha, no vas a tener ningún problema en saborear la textura del natto.

Esta es mi conclusión, gente: el natto huele bien, sabe bien, voy a terminarme los dos paquetes que me quedan en los próximos días y cuando se termine lo volveré a comprar. Todas esas caras de asco y aspavientos que hace la gente me parece que son exageraciones o una conspiración secreta del gobierno japonés para que los extranjeros no nos aficionemos a sus adoradas habas de soja y se las acabemos arrebatando XD
Así que ya sabéis, no tengáis miedo de vivir experiencias nuevas, y si tenéis ocasión de probar el natto, ¡no lo dudéis y hacedlo! Digan lo que digan por ahí, tita Estelwen os garantiza que no es para tanto.

2 comentarios:

Laura Niphredil dijo...

¡Bieeeen, entrada nueva!

Pues la verdad es que yo nunca he probado el natto y he de decir que, en parte, tu experiencia me da ganas de probarlo. Digo "en parte" porque dices que huele a café, y ese no es precisamente un olor que me atraiga. Pero bueno, no pasa nada por darle una oportunidad si algún día tengo ocasión.

Por cierto, tu cata de Kit Kat japoneses sí que me dio mucha envidia. ¡Yo también quiero! >_<

Malena dijo...

Yo ni siquiera sabía que existía el natto, como por la sinusitis tengo el olfato un poco malo no sé a que me olería, pero por la vista no me entra. Me recuerda a los garbanzos, pero que bueno que has encontrado algo diferente que comer, que no te disgusta y que es sano.