viernes, 2 de septiembre de 2011

My London Experience ^^


Día 1: Aeropuerto de Mogadiscio


O de Heathrow, que para el caso es lo mismo. Cogimos el AVE en Valencia, fuimos hasta Madrid, y de Atocha al aeropuerto de Barajas nos deplazamos en un autobús amarillo que hace el trayecto adrede para los que tienen que empalmar un tren con un vuelo. Estaba todo lleno de grupos de las JMJ con banderas de sus respectivos países. Se supone que la hora a la que nosotros llegamos a Barajas era la misma a la que llegaba el Papa, pero la verdad es que no vi nada fuera de lo común, claro que nosotros estábamos en la zona de salidas, no de llegadas.
Cuando llegamos a Londres después de dos horas de vuelo estaba (¡qué raro!) diluviando. Lo fuerte vino cuando, en lugar de salir por un cómodo y seco túnel plegable directamente a la terminal, tuvimos que salir del avión por una escalera que daba directamente... a la pista de aterrizaje. Hacía muchísimo frío y llovía tanto que nosotros, vestidos para el verano español como estábamos, casi nos quedamos congelados en el sitio. Nos llevaron en un minibus a toda prisa a la terminal. Grito de Tindomion: "¿Y esto es Heathrow? ¡¡Esto parece el aeropuerto de Mogadiscio!!".
Nos trasladamos en metro (¡Mind the gap!) hasta la parada de Pimlico, cerca de la cual estaba Belgrave Road, y en ella nuestro hotel, el Best Western Corona. La verdad es que el hotel fue una sorpresa muy agradable. Me habían hablado horrores de los hoteles ingleses, pero lo cierto es que el Best Western resulto perfecto: nos dieron una habitación grande, calentita, enmoquetada y bien amueblada, con una de esas ventanas blancas tan características de Inglaterra que se abren hacia arriba en lugar de hacia un lado. Aunque estábamos en pleno Agosto, la cama tenía un edredón... y, con la temperatura que hacía en Inglaterra, íbamos a necesitarlo. Como se hacía un poco tarde y estábamos cansados del viaje, no nos alejamos demasiado del hotel y nos fuimos hasta las inmediaciones de la Victoria Station ("the next station is Victooouuria" iba a ser la tercera frase que oiríamos con más frecuencia en Londres, sólo superada por "sorry" y "mind the gap"). Allí fuimos en busca de un restaurante oriental llamado Jenny Lo's Tea House, donde nos comimos un ramen calentito y reconstituyente. Una vez acabada la cena, nos fuimos a dormir.


Día 2: The Blitz Experience

Por supuesto, para convencer a un germanófilo empedernido como Tindomion de que fuese de vacaciones a las tierras de "la Pérfida Albión" hubo que sobornarle con su punto débil: la historia militar. Así que nuestro primer día completo en Londres lo pasamos en el Imperial War Museum, un hermoso edificio rodeado de jardines situado en el distrito de Lambeth. Una vez entramos, supe que ya no tenía marido hasta la hora del cierre: Tindomion, entusiasmado y señalando a todas partes, era capaz de recitarme el modelo, calibre, y faltó poco para también el número de serie y año de fabricación, de TODOS y cada uno de los cañones, tanques, aviones y artilugios bélicos de las numerosas salas del museo. Estaba, si se me permite la expresión, como una pija suelta en Oxford Street con una Visa Oro en el bolsillo; con cara de "wiiii, van a tener qu sacarme de aquí a puntapiés". Y no se fue de mucho, porque evidentemente fuimos lo últimos en irnos del museo.
Aunque en honor a la verdad debo reconocer que yo también me lo pasé muy bien. Si algo saben hacer estos inlgeses es convertir sus museos en una experiencia didáctica en la que aprender se convierte en algo divertido. Pasaban películas y documentales, había exposiciones curiosísimas (como la "Secret War", dedicada al espionaje), y en especial hubo tres cosas que me gustaron muchísimo: una recreación realmente fidedigna de una trinchera de la Primera Guerra Mundial (con olores, sonidos y figuras de cera incluidos) a la que Tindomion insistió en entrar dos veces de lo mucho que le gustó, otra recreación, esta vez de los bombardeos sobre Londres de la Segunda Guerra Mundial desde el punto de vista de los civiles, llamada la Blitz Experience (te metían en una imitación de refugio antiaéreo a oscuras y los sonidos, el olor y el temblor de tierra imitaba bastante bien un bombardeo; luego salías a un decorado que reconstruía una calle destrozada por las bombas), y una curiosísima exposición a la que sólo entré yo porque Tindomion estaba en ese momento en la tienda de recuerdos: "The Children's War", donde, entre otras cosas, podías entrar a una reproducción a tamaño natural de una casa británica de los años 40. Como era casi la hora de cerrar, sólo estaba yo, y eso contribuyo mucho al realismo de la situación. La casa estaba perfectamente decorada hasta el más mínimo detalle, con las luces encendidas y los objetos cotidianos a la vista, como si alguien hubiese estado usándolos hasta un minuto antes de aparecer yo y fuese a entrar de nuevo en cualquier momento. La verdad es que dio un poco de mal rollo, porque me sentí intrusa en una casa que no era la mía, y casi me parecía que en cualquier momento entraría un sujeto vestido a los años 40 preguntándome qué demonios hacía yo en su casa.
Cuando salimos del Imperial War Museum todavía había luz, de modo que aprovechamos para visitar Trafalgar Square, donde Tindomion aprovechó para dedicar (disimuladamente) todo tipo de comentarios despectivos y gestos obscenos hacia Nelson. También vimos un contador que hay restando el tiempo que falta para las Olimpiadas del 2012, y cenamos en un Pret a Manger que había por allí. ¿Que qué es un Pret a Manger? Si preguntas eso es que no has estado en Londres. Hay como mil repartidos por toda la ciudad y suelen ser la salvación culinaria del turista: sirven bocatas, sándwiches, pitas, sopas y sushi variado, para comer alli o para llevar, todo con ingredientes ecológicos, frescos y del día. Estaba deseando volver a comer allí desde que lo descubrí hace cinco años en mi primer viaje a Londres, y creo que no me sentí plenamente en la ciudad hasta que probé el primer bocado :-)

Día 3: ¡Orgía consumista!

Aprovechando que hacía buen tiempo, organizamos el día para hacer nuestras compras. Aterrizamos en la parada de Oxford Circus, donde lo primero que hice fue buscar una tienda de Gap (estaba cerquita) para comprarle a mi hermana una sudadera por encargo. Fuimos de Oxford Circus a Piccadilly Circus a través de la fabulosa Regent's Street, que probablemente es la calle más hermosa de Londres, toda llena de edificios señoriales de estilo neoclásico. Tindomion, maravillado, no paraba de detenerse para fotografiarlo absolutamente TODO, de modo que nuestra llegada a Piccadilly fue más bien lenta. Una vez allí, nos dirigimos al HMV del centro comercial Trocadero para hacer acopio de CD's. Desgraciadamente, no pude encontrar el CD de Lordi que estaba buscando, pero sí que me llevé la BSO de "Ls Bella y la Bestia", que hacía tiempo que la quería.
De Piccadilly Circus fuimos a recorrer el Soho. Es bastante heavy, porque hay algunas calles que están dedicadas sólo al sexo: por doquier hay casas de masajes, sex shops y en ese plan. No lejos de esa zona (¡que casualidad!) estaba el barrio Chino: Chinatown, lleno de comercios y resturantes orientales. Nosotros nos dirigimos a uno de los mejores japoneses de Londres: el Tokyo Dinner. En cuanto llegamos, lo vimos lleno de japos y de orientales (¡buena señal!), y lo cierto es que nos sirvieron un sushi expectacular (el corte del pescado era perfecto, nada que ver con los mazacotes de un centímetro de grosor que te meten en España encima de los niguiris), un kake udon delicioso, y un plato típico donburi japonés, el oyakodon, iteralmente "padre e hijo", que consiste en un plato de arroz con pollo (el padre) y huevo (el hijo).
Después de comer, pusimos rumbo a Camden Town, donde ya se disparó por completo el orgasmo consumista. Creo que gastamos los mismo sólo aquella tarde que en toda nuestra estancia en Londres. Fuimos al mercadillo de Camden, que está lleno de camisetas graciosísimas y súper ingeniosas (como una que vimos que llevaba la leyenda Call of Duty Black Operations: Zombies Nazis, o la que le compré a mi hermana: I'm a natural blond, please speak slowly) XDDD
Tras visitar el mercadillo fuimos (¡cómo no!) a una tienda gótica, donde mi idea era comprarme otro corsé pero me acabé comprando un traje entero victoriano, con falda, blusa, corset underbust estilo steampunk y chaqueta bordada incluido. No quiero contar lo que me costó la gracia porque os asustaréis, pero, ¡¡ya tengo ropa para roles en vivo victorianos, tanto históricos como stemapunk!! ^o^
Aparte de eso, Tindomion se compró una maravillosa gabardina de cuero hasta los pies tipo Neo de Matrix (carísima) y yo me compré una cazadora de cuero (que no sólo era bastante más barata, sino muy calentita, lo cual me salvó el culo durante las vacaciones porque, sinceramente, mi ropa no iba en consonancia con el frío que hacía. En mi descargo diré que cuando estuve allí hace cinco años las temperaturas fueron mucho más agradables. No sé si es que entonces pillé una ola de calor o es que ahora he pillado una mala borrasca).
Como después de las compras aún teniamos ganas de marcha, regresamos al hotel para dejar las bolsas y luego nos fuimos a dar un paseo por Regent's Park. Fue cortito, porque ya estaba oscureciendo, pero nos gustó tanto que quisimos volver a verlo más tranquilamente al día siguiente.

Día 4: ¡Parlamento! *modo Jack Sparrow on*

Este día nos levantamos un poco más tarde, porque la Tate Britain, el museo al que pensábamos ir (andando, porque estaba relativamente cerca de nuestro hotel) no abre hasta las 10 de la mañana. Nos vino bien poder poner eld espertador a las 8, porque Londres en ENORME y después de andar tanto llegábamos al hotel realmente baldados. A mí incluso se me rompieron unos zapatos de tanto andar con ellos.
El caso es que fuimos a la Tate Britain, dedicada principalmente a la pintura inglesa desde el Renacimiento al siglo XX, pero centrada fundamentalmente en el siglo XIX. Además de las pinturas de los famosos Blake y Constable, precursores del impresionsmo, tuvimos ocasión de contemplar algunos famosos cuadros prerrafaelistas (como Ofelia o La Dama de Shalott). Aunque el que más nos impactó, precisamente, fue una serie de tres cuadros llamados "Past and Present": muestran a una familia conmocionada por una mala noticia, y lo cierto es que las pinturas, sobre todo la primera, son realmente angustiosas.
Tras visitar la Tate Britain (no confundir con la Tate Modern, que es en la que están los engendros y/o tomaduras de pelo a las que algunos llaman "arte moderno" y que nosotros francamente ni entendemos ni apreciamos), nos dirgimos por la orilla del Támesis hasta el Parlamento. Nos fue imposible ver aquel impresionante conjunto de edificios sin acordarnos de la película V de vendetta ^^U
Después de sacar las consabidas fotos del Parlamento y del Big Ben, comimos y nos dimos una vuelta por Backer Street, que, como todos los aficionado a la literatura debeían saber, es la calle donde vivía el mítico Shrelock Holmen. Su casa está reproducida de verdad más o menos a la misma altura, y frente a ella hay un actor disfrazado de policía que te ofrece una gorra y una pipa a lo Sherlock por si quieres fotografiarte delante ^^
Después de saludar al señor Holmes, nos fuimos a Regent's Park, que está justo al lado de Baker Street, para poder verlo con tranquilidad. Nos pasamos allí el resto de la tarde, y fue maravilloso. Londres es una ciudad muy verde, con muchísimos parques, y cada uno de ellos tiene su propia personalidad, nunca son iguales. Regent's Park es el más elegante y aristocrático de todos. Estaba lleno de césped y árboles, pero más que en nigún otro parque de la ciudad preodminan los caminitos, uno de ellos hacia una fuente espectacular, y los parterres de flores. De hecho, hay un jardín dentro del parque, llamado Queen Mary's Garden, donde hay una enorme extensión totalmente sembrada de rosas. Decenas y decenas de parterres de rosas, enormes y preciosas, todas diferentes, cada uno con un cartelito que indica el nombre de la variedad. Tindomion y yo nos empeñamos en fotografiarlas todas y había más de cincuenta variedades diferentes. Hya también un lago enorme lleno de cisnes, gansos y patos (aunque lagos así sí que los hay en casi todos los parques) y la verdad es que estuvimos muy relajados y nos lo pasamos muy bien... tanto, que me dejé olvidada mi guía Trotamundos en uno de los bancos y tuve que volver al centro para comprarme otra >___<


Día 5: Un Anillo para gobernarlos a todos...

Pues sí, este día estuvo enteramente dedicado a Tolkien. Por la mañana temprano cogimos un tren en la estación de Paddington que nos llevó hasta Oxford. Oxford, la ciudad universitaria británica por excelencia junto con Cambridge, está sólo a una hora de Londres y no es muy grande. Tiene la ventaja de que la mayoría de sus edificios históricos son góticos, muy antiguos, y permiten hacerse una idea de cómo eran las ciudades de la Inglaterra medieval, dado que afortunadamente Oxford no sufrió ningún incendio masivo como el de la City Londineses de 1666, que acabó con casi todos los edificios históricos anteriores a esa época, con la exepción de la Torre de Londres y poco más.
Oxford es una ciudad universitaria durante el curso, pero en los meses de verano tiene más turistas que estudiantes. De hecho, tanto en Oxford como el Londres escuchábamos hablar en español a nuestro alrededor casi con tanta frecuencia como en inglés. Durante el viaje en tren una chica chilena muy simpática que viajaba junto a nosotros y que estudiaba allí nos estuvo explicando cosas de la ciudad y recomendándonos sitios para comer, de modo que cuando llegamos enfilamos directos a la oficina de turismo, donde nos explicaron cómo llegar al Exeter college (donde Tolkien estudió), al Merton college (donde dio clases de adulto), y al cementerio de Wolvercote (donde está enterrado). Visitamos todos esos lugares, nos hicimos las fotos de rigor junto a la tumba de John Ronald Reuel y de Edith, y además encontramos, gracias a las indicaciones de un amable trabajador del cementerio, la tumba de su hijo John, que está a poca distancia de la de sus padres pero es fácil que pase desapercibida si no sabes que está ahí. La tumba de Tolkien, en cambio, es muy fácilmente localizable, porque es la celebridad más famosa del cementerio y hay carteles que indican el camino a seguir para llegar hasta ella. Curiosamente, en el cementerio nos encontramos con una chica francesa afincada en Canarias que venía exactamente a lo mismo que nosotros :-D
A la hora de comer, me negué en redondo a ir al Eagle and Child, porque, a pesar de que era una de nuestras paradas de peregrinación tolkiendili por ser el pub donde Tolkien se reunía con sus amigos y organizaban tertulias literarias, ya comí allí la primera vez que fui a Oxford y salí escaldada con un fish and chips incomestible. Así que, en lugar de ahí, fuimos a un pub que nos recomendó la chica chilena del tren. Se trataba de The Turf Tavern, el pub más antiguo de Oxford y uno de los más antiguos de Inglaterra, que lleva abierto desde el siglo XIV. Allí pedimos un plato de roast beef con budín de Yorkshire, plato inglés por antonomasia, que nos sirvieron acompañado de patatas fritas, cabbage, gravy y salsa de mostaza. No estaba mal, pero la comida nos sentó un poco pesada, y la verdad es que sigo prefiriendo con mucho la comida española. Cuestión de gustos :-)
Después de patearnos Oxford enterito y de ver sitios preciosos, como el Christ Church y otros colleges increíbles, compramos la cena para llevar en un Pret a Manger y tomamos el tren de vuelta a Londres.

Día 6: The British Museum

Otro día que nos pasamos casi enteros en un museo. El British es tan enorme que tuvimos que salir a comer (en un Wagamama cercano, una cadena de restaurantes orientales muy famosa en Londres) y volver después para seguir viendo el museo. La primera vez que estuve pude verlo más o menos entero, pero como Tindomion se empeña en perder el tiempo haciendo fotografías de absolutamente todo, en esta ocasión sólo vimos la parte dedicada a la Antigüedad (Roma, Grecia, Egipto, Sumeria y Persia) y la Edad Media. Entre lo más interesante que nos encontramos, aparte de las momias egipcias y la piedra de Rossetta (lo típico que ve todo el mundo) nos encontramos una exposición muy chula sobre relojes de todo tipo a través de las distintas épocas, los pocos restos que quedan del Mausoleo de Halicarnaso y unos relieves preciosos del palacio real de Nínive.
Por la noche, después de mucho patearnos el centro en busca de un sitio decente, cenamos en el Kulu Kulu Sushi, un restaurante de los de barra móvil que va pasando los distintos platos con una cinta. Como no teníamos demasiada hambre, fue la solución ideal, porque estaba todo riquísimo. Moraleja: si vas a Londres, no comas comida británica, come comida oriental que está mucho más buena.


Día 7: ¡Que le corten la cabeza!

Por el título, no creo que sea demasiado difícil de deducir a dónde fuimos esté día: a la Torre de Londres. Como, a diferencia de la mayoría de los museos, la Torre sí que es de pago (¡y menuda clavada te meten, por cierto!) no nos pudimos ir hasta verla entera y salimos de allí casi a las cuatro de la tarde, que para los horarios ingleses es una burrada. Menos mal que los Wagamama, donde comimos, piensan en el turista y se mantienen ininterrumpidamente abiertos desde el mediodía hasta la noche.
De la Torre lo vimos prácticamente todo, menos las joyas de la Corona. Más que nada porque había una cola de aquí a Lima y si nos poníamos a hacerla no íbamos a tener tiempo de ver nada más. De todos modos, yo ya las vi la primera vez y como hay tanta gente te hacen subir en una cinta transportadora que pasa por delante y las ves durante diez segundos, porque no te puedes parar a verlas. Lo que sí que vimos con tranquilidad fue la muralla, el museo de la Tortura (diminuto), la Bloody Tower, la Torre Beauchamp (donde estuvo encerrada Ana Bolena) y la Torre Blanca, donde hay un inmenso museo lleno de armas y armaduras. Lo más impresionante que vimos en él fue el tajo y el hacha con los que se hacían las famosas decapitaciones en tiempos de Enrique VIII. Es imposible ver eso y que no te entren escalofríos (y no acordarte de Los Tudor, si se ve esa serie). También hay un par de capillas bastante monas y un muse de los fusileros reales al que tampoco nos dio tiempo a entrar. En la explanada de hierba en la que se ha convertido el foso hay recreacionistas disfrazados que organizan actividades para niños y con los que me pude hacer una foto.
A la salida, después de comer, nos sentamos un rato en los bancos situados frente a la Torre para tomarnos un café y unos muffins comprados para llevar del Starbucks, y allí tuvimos una prueba de los majos y lo mansos que son los animales londinenses. ¡Los pinzones y las palomas te venían a comer de la mano! Después de eso, dimos un largo paseo por la City: visitamos la enorme catedral de St Paul, el Banco de Inglaterra, bajamos por Fleet Street y llegamos hasta el Temple, aunque ahí se nos hizo de noche y tuvimos que regresar el último día para poder ver la zona con más tranquilidad.

Día 8: Dios salve al Rey

Fuimos a visitar Westminster Abbey. Debo decir que, como los que todos me conocen saben, soy bastante ecuménica, y fui a verla con buena disposición, pero después de salir no tengo duda: el anglicanismo no me gusta nada! Y no tiene que ver con el clavazo que nos metieron para poder entrar (aún mayor que el de la Torre de Londres).
El sitio es impresionante desde el punto de vista rtístico, de eso no cabe ninguna duda. De hecho, yo diría que demasiado, porque puede resultar un poco mareante; está todo tan recargado, tan lleno de mármoles, esculturas, dorados y amarmolados, que llega un momento en que no sabes a dónde mirar. Lo curioso es que aquello no parecía en absoluto una abadía, sino más bien un mausoleo gigante para la alta nobleza. Había muy poca referencia a Jesús (ahora mismo yo sólo recuerdo la cruz dorada que había sobre el altar mayor), pero la abadía estaba literalmente atestada de capillas, estatuas, tumbas y recordatorios de la nobleza inglesa. Por dar un ejemplo, había una capilla de San Juan... ¡sin NADA que hiciera referencia a San Juan! Estaba completamente llena de tumbas y esculturas de nobles, de modo que igualmente hubiera podido ser la capilla de Santa Teresita del Niño Jesús. De hecho, podría no haber sido una capilla en absoluto, porque no tenía nada de capilla salvo el nombre. Y eso que aún hay que agradecer que fuese de San Juan, porque las otras capillas de la abadía tenían nombres como capilla de Enrique VII (!) o capilla de la RAF (!!), donde, ¿acaso había algún símbolo religioso, el que fuera? Noooo, solamente más y más autobombo de "qué nobles y ricos somos y cómo mola ser ingleses". Para colmo, algunos de los sitios más bonitos (como la capilla de Eduardo el Confesor) no eran visitables salvo con visitas guiadas especiales, como un grupo que vimos, supongo que la versión anglicana de los opusianos, que entraron enchufados a la capilla escoltados por varios clérigos mientras el resto de turistas nos quedábamos afuera.
Otra cosa indignante fue la capilla donde estaban enterradas Isabel I y María I (a propósito, no deja de ser irónico que la llamasen Bloody Mary cuando lo único que hizo fue mandar a la hoguera y decapitar a los que habían jodido a su madre y a Tomás Moro, vamos, un mero ajuste de cuentas. Isabel fue MUCHO más sanguinaria y cabrona que su hermana, así que con muchísima más razón tendrían que llamarla Bloody Elizabeth. Cómo se nota que la historia la escriben los que ganan...). Dado que las dos hermanas fueron reinas de Inglaterra, se supone que deberían tener las dos ciertos honores y dignidades, ¿no? Pues no. La capilla está completamente dedicada a Isabel, cuya efigie descansa en una enorme escultura con baldaquino, y sólo hay una pequeña placa que te informa de que María está enterrada debajo de ella. Cómo se nota quién era católica y quién era anglicana, por mucho que las dos fueran reinas, ¿no?
Y, por supuesto, estaba prohibido hacer fotos y no podías salir de la abadía sin pasar por narices por la tienda de recuerdos (caros)...
después de esto, fuimos a ver la catedral de Westminster, que es la catedral católica de Londres y el centro del catolicismo en Inglaterra. No es ni mucho menos tan grandilocuente como la abadía anglicana (de hecho, está sin terminar por falta de fondos), pero la primera sorpresa que te llevas cuando la vez es que, en lugar del eterno estilo neogótico, ¡está contruida al estilo bizantino! La verdad es que ver en medio de Londres una catedral bizantina, con su cúpula y todo, es bastante impactante. Por dentro es preciosa, llena de mármol y de mosaicos, parece casi que estás en Santa Sofía de Constantinopla (de hecho, los mármoles de esta catedral provienen de la misma cantera). La entrada es gratuita, aunque solicitan donativos más que nada para ver si pueden acabarla por dentro de una vez (las paredes tienen mosaicos pero los techos están desnudos... es una lástima). Debo reconocer que, tras el efectismo y la teatralidad de Westminster Abbey, sentí una gran tranquilidad y paz de espíritu en la catedral de Westminster. Mi conclusión: el anglicanismo, por respetable que sea, me parece una religión nacida exclusivamente para que un rey pudiera casarse con su amante y que se basa más en el autobombo de la nobleza que en la adoración a Jesús. No digo que las otras variantes del cristianismo (protestantismo, catolicismo y ortodoxia) no tengan sus fallos, que los tienen, pero, sinceramente, las prefiero mil veces al anglicanismo.
Despúes de ver estas iglesias (también vimos la iglesia de St Margaret, que está al lado de Westminster Abbey y es muy bonita aunque al lado de la abadía quede un poco disminuída en cuanto a tamaño), nos fuimos a ver Buckingham Palace. Como el precio de la entrada es bastante prohibitivo, y además yo ya lo había visto por dentro y Tindomion no tenía especial interés, lo vimos sólo por fuera. La bandera, además, indicada que la reina estaba en ese momento en el palacio. Desgraciadamente, no pudimos hacerle muchas fotos al monumento a la reina Victoria que hay en frente porque estaba en obras de restauración, y, por consiguiente, rodeado de andamios.
Después de Buckingham, acabamos el día dando una vuelta por Green Park, que está justo al lado y que es un parque mucho más sencillo que Regent's Park, lleno de explanadas de hierba y de deportistas correteando, y cenamos en un Pret a manger (¡qué raro!).


Día 9: La Muerte acecha...

Y esto viene, más que nada, a que este acabó siendo un día enteramente dedicado a la muerte: por la mañana visitamos el cementerio de Highgate y por la tarde fuimos a Whitechapel a hacer el circuito de Jack el Destripador. ¿El resultado? Irregular.
Highgate nos encantó. Hay dos partes: el cementerio este y el cementerio oeste. El oeste es el más bonito, pero es difícil de visitar porque hay que llamar con antelación para reservar. Afortunadamente, unas semanas antes le pedi el favor a unos tíos míos que viven en Gales y esos habían llamado por mí para reservar la visita a mi nombre, de modo que pudimos verlo.
Llegamos a Highgate, que es el realidad u pueblo bastante a las afueras de Londres (aunque la ciudad finalmente lo haya fagocitado) y tuvimos que subir bastante, porque el cementerio está encima de una colina por la que discurren varias calles del pueblo. Para llegar, pasamos por un parque muy bonito, el Waterlow Park. Es un parque bastante agreste, con muchos árboles y lleno de vegetación, y el día nos salió basante lluvioso así que la sensación de humedad y de verdor era aún más intensa. Nos pareció muy bonito.
Una vez en el cementerio, visitamos primero la parte oeste junto a un guía (el pobre Tindomion no entendía nada, de modo que yo escuchaba primero y luego le traducía las explicaciones). La verdad es que el cementerio de Highgate impresiona por lo verde que es; las lápidas y el mármol aparecen cubiertos de musgo, y los ángeles, los obeliscos y las estatuas aparecen aquí y allá, envueltos en un tinte verdoso, entre una vegetación espesísima. Casi parecen formar parte natural del paisaje, porque la naturaleza ha acabado integrándose con ellos. Incluso hay tumbas que casi han desparecido bajo la tierra húmeda, o que yacen entreabiertas y medio enterradas entre las raíces de un árbol que cerce al lado, o algunas sobre cuya superficie han crecido plantas. Una zona muy interesante del cementerio es la zona egipcia, donde las tumbas imitan mastabas egipcias y en lugar de cruces hay obeliscos y jeroglíficos. Impresionante. Te daban ganas de preguntarle al ghoul... digo, al guía, en qué parte del cementerio vivían los vampiros XDD
El cementerio este era más normal y más nuevo, pero no menos bonito. Es conocido y visitado porque en él están enterrados el pintor John Constable, la escritora George Elliot, y, sobre todo, la tumba de Karl Marx, que no tiene pérdida porque sobre ella hay una enorme cabeza de Marx tallada en bronce. En esta parte del cementerio nos sorprendió un chaparrón de dimensiones apocalípticas, y cuando escampó vimos montones de babosas tomando el fresco sobre el camino, algunas de ellas enormes (tuve que cogerlas y meterlas de nuevo en la vegetación porque me daba miedo que alguien no las viera y las matara de un pisotón, pobrecillas). También vimos algunas ardillas correteando por los árboles, encima de las tumbas.
Por la tarde, nos dirigimos a Whitechapel. Y debo decir que esa fue la parte decepcionante del día. Atención: no le recomiendo a NADIE que vaya hasta allí. En el siglo XIX, cuando Jack el Destripador hacía de las suyas por allí, era un antro lleno de pobreza y suciedad, ya lo sabemos... lo que yo no sabía es que Whitechapel SIGUE siendo un antro de pobreza y suciedad.
En cuanto sales, te parece haber abandonado Londres y estar en alguna callejuela de algún país tercermundista. Todo completamente lleno de musulmanes e hindúes vestidos con trajes tradicionales (y en ocasiones algo harapientos), calles sucias, casas pobres, antros cochambrosos... un asco, la verdad. En dos de los cinco escenarios del crimen encontramos una placa conmemorativa a la víctima, y vimos en pub The Ten Bells donde se supone que Jack elegía a sus víctimas, pero poco más. Los moros nos paraban en la calle poniéndose delante de nosotros para pedirnos que fuésemos a comer a SU antro (aquellas cosas llenas de fritanga y kebabs no se pueden llamar restaurantes), y teníamos que quitárnoslos de encima como podíamos fingiendo no saber inglés. También había tipos con pinta de yonkis y de delincuentes. Me asusté un poco, y eso que iba con Tindomion, que si llego a ir sola doy media vuelta y me meto de nuevo en el metro en cuanto veo el percal. Encima, el paseo fue bastante largo y agotador, de modo que me sentí aliviada cuando terminó y vimos las luces de la City. Al llegar al hotel estábamos tan cansados y asqueados que no quisimos ni cenar; nos duchamos, echamos toda nuestra ropa a la bolsa de "lavar cuando volvamos", y nos fuimos directamente a la cama.
En resumen: recomiendo no ir a Whitechapel. Si alguien está muy interesado en el asunto de Jack el Destripador, le recomiendo que coja uno de los tours guiados que salen desde la City y que nosotros tontamente no quisimos coger pensando que podríamos verlo solos. El sitio no sólo es desgradable (más si vas solo) sino que cuesta un montón encontrar los escenarios del crimen, suponiendo que los encuentres, claro, que algunos son dificilísimos de ubicar. Mejor ir en grupo y con alguien que te vaya explicando las cosas. Si tuviese por cualquier circunstancia que volverlo a hacer, yo personalmente ni de coña lo haría sin un guía.


Día 10: A Natural History

Este día nos fuimos por la mañana al Natural History Museum, un lugar muy interesante (y gratuito) situado en el barrio de Kensington. Había una exposición temporal de mariposas, pero no pudimos entrar por falta de tiempo (sniff T__T). Aparte de ver cosas muy chulas (como la sección del tronco de un haya milenaria, muestras de meteoritos, diamantes que se volvían fosforescentes con luz ultravioleta, esqueletos de dinosaurios e incluso una muestra de uranio que sólo se podía ver mediante un juego de espejos porque estaba dentro de una urna de plomo) paseamos por el barrio y llegamos hasta Harrod's, el centro comercial más famoso de Inglaterra (y me parece que del mundo). Estuvimos allí más tiempo del que pensábamos porque la verdad es que es un sitio precioso: ocupa toda una manzana de casas, está decorado al estilo modernista con mosaicos por dentro, e incluso tiene una impresionante escalera mecánica que llaman la Escalera Egipcia, porque está totalmente decorada con motivos egipcios, columnas y esfinges incluidas. Fue, por cierto, la primera escalera mecánica de toda Europa, y al final de ella, en el sótano, vimos un memorial de Diana de Gales y Dodi Al Fayed (recordemos que el propietario de Harrod's es Mohamed Al Fayed, el padre de Dodi). Aunque el sitio es muy lujoso y está lleno de puestos de delicatessen y de tiendas de lujo (tanto de ropa como de cosméticos), como nuestro presupuesto era modesto nos limitamos a comprar té English Breakfast para nosotros y nuestras respectivas madres, y una caja de galletas de mantequilla Walkers que nos había encargado Findûriel (¡yujuuu, Findûs, esta va por tí! ;-P) y de las cuales nos acabamos llevando un ejemplar más para probarlas nosotros porque había oferta especial de 2x1 :-D
Después de Harrod's, sgeuimos paseando hasta llegar al arco de Wellington, y de allí nos fuimos a Hyde Park. Este es el parque más grande y más famoso de Londres, aunque no necesariamente el más bonito (a mí me siguen gustando más el Regent's y el Waterlow Park). Tiene un enorme lago alargado que lo parte en dos llamado The Serpentine, por el cual nadan montones de patos, gansos y cisnes. Son muy mansos y les pude dar de comer directamente de la mano, aunque hay que andarse con cuidado porque los cisnes, como tienen un pico de un palmo de largo, no calculan muy bien las distancias y al que yo le di de comer, aparte de el cacho de pan que le di, casi se me lleva medio dedo. ¿Me confundiría con una Noldo? :-S
El problema de Hyde Park es que nos quedamos hasta demasiado tarde (traducción: Yo: ¿Y si nos vamos ya, que van a cerrar? Tindomion: Espera, que saco una foto de este sitio tan bonito y nos vamos), nos cerraron el parque y tuvimos que saltar la valla para salir, junto con otros visitantes que también se habían quedado rezagados.
Ya he comentado que la comida oriental en Londres es bastante buena. Esa noche fuimos a cenar a un restaurante vietnamita llamado Mekong que estaba cerca de nuestro hotel. Nunca habíamos probado ese tipo de comida, y la verdad es que, aunque no es algo que sea de comer todos los días, el sabor era exótico y bastante bueno.


Día 11: ¡Ardillas! ¡Ardillas everywhere!

Este fue nuestro último día en Londres, ya que partíamos al siguiente. Lo dedicamos a pasear por todos los sitios que no habíamos podido ver los días anteriores. Volvimos a la zona del Temple, esta vez de día, y, aunque no pudimos visitar la iglesia del Temple porque el órgano estaba en obras y no la abrían al público, sí que pudimos contemplar la impresionante Royal Court of Justice, que más que un juzgado parece el castillo de la Bella Durmiente. Estoy convencida de que iría de mucho mejor humor a trabajar si los juzgados de mi ciudad fuesen como los de Londres.
Después de visitar la zona del Temple, nos fuimos dando un paseo por la orilla del Támesis hasta la zona de los ministerios y de St James' Park, haciendo un breve alto a la orilla del río para contemplar el obelisco egipcio que hay allí. En St James' park lo pasamos genial, sobre todo gracias a las ardillas. ¡Las hay a montones! Y encima son súper confiadas y se acercan a la gente para pedirle de comer. A Tindomion una le agarró del pantalón y se puso en plan suplicante para pedirle comida, y cuando yo le ofrecí a otra un trozo de fruta, se subió a mi brazo para cogerla :-D
Había mucha gente que les daba cacahuetes y ellas se los comían o los enterraban para guardarlos. Desgraciadamente, no había por allí cerca ninguna tienda o quiosco donde comprar cacahuetes (no lo entiendo, la verdad; si alguien llega a venderlos por allí se hace de oro).
Por la tarde fuimos a visitar el barrio de Chelsea, que actualmente es el más pijo de Londres, lleno de casas enormes y preciosas y sin metro, porque los habitantes se niegan a que construyan una parada y los turistas los invadan. No parece que el transporte público sea una de sus preocupaciones, en cualquier caso, teniendo en cuenta que delante de las casas había aparcados montones de Audis, Ferraris, Maseratis y hasta Rolls Royces. El barrio, además de tranquilo, era precioso, e incluso vimos a una ardilla traviesa saltando de balcón en balcón y comiéndose las hojas del rosal que crecía en una de las terrazas XD
Como ya he dicho, el barrio era muy bonito, pero vimos dos cosas que nos llamaron especialmente la atención: una, en los Roper Gardens, una estatua en homenaje de Tomás Moro, donde en el siglo XVI estuvo su casa. No muy lejos de allí, por cierto, hay una iglesia consagrada a él (católica, of course) ya que tras ser decapitado por Enrique VIII la Iglesia acabó canonizándolo en el siglo XIX. Me hubiera gustado muchísimo entrar y verla, pero a la hora que fuimos estaba cerrada :-(
La otra cosa que nos llamó la atención fue una mansión ENORME que hay en frente del hospital del Chelsea y que, según el mapa, era un edificio privado. Me pregunto quién puñetas vivirá en una casa que es casi más grande que el palacio de Kensington y que podría alojar sin ningún problema a un centar de familias...
Como última parada, volvimos a South Kensington, donde merendamos sendas magdalenas de la pastelería The Humming Bird, que aprovecho para recomendar encarecidamente. Me compré una magdalena de chocolate, ¡¡y es la mejor magadalena que he probado en toda mi vida!! Sólo de recordar lo riquísima que estaba, se me hace la boca agua. De hecho, creo que valdria la pena volver a Londres sólo para poder volver a probar una de esas deliciosas, deliciosas magdalenas... (y esto lo dice alguien que, de normal, las magdalenas nunca le han dicho nada).
Finalmente, fuimos hasta el Royal Albert Hall para verlo, y ver también el Albert Memorial, un enorme monumento que está justo en frente y que la reina Victoria erigió en memoria de su amado esposo cuando este murió a causa de uans fiebres tifoideas. Tras dar una vuelta por la zona, aún nos dio tiempo a ir por los Kensignton gardens hasta el palacio de Kensignton (algo decepcionante) y dar una vuelta por la calles de las embajadas (impresionante la de Israel, con soldados armados con metralletas y una especie de barricada blindada alrededor de toda la casa), antes de irnos a cenar por enésima vez a un Wagamama y tomar uno de los autobuses rojos para volver al hotel.


Y aquí acaba nuestro periplo londinense. Al día siguiente nos levantamos tempranos, hicimos la maleta, y nos fuimos al aeropuerto de Heathrow para tomar el vuelo de regreso a casa, a donde gracias a Dios llegamos sanos y salvos. Ahora sólo queda la díficil vuelta al trabajo y empezar a contar el tiempo hasta las próximas vacaciones... y hasta el próximo viaje a Londres, una ciudad de donde nunca te irás sin saber una cosa: Mind the gap between the train and the platform! ;-P

6 comentarios:

Narrador dijo...

Chulísima entrada, y muy útil para el que, como yo, espera algún día viajar a Londres... Voy sobre aviso sobre algunas cosillas.
Por cierto, ¿recuerdas el nombre de la tienda con la 'gabardina tipo Neo', o el de la calle donde estaba situada?

Telchar dijo...

¡¡¡Una crónica magnífica!!!. Espero algún día visitar Londres y aunque dudo que pueda ver ni una décima parte de lo que habéis visto, tendré en cuenta vuestras sugerencias. Ahora sólo faltan las fotos :-D

Findûriel dijo...

No estoy yo muy fina hoy (sigo centrada en el 2.0), pero sólo puedo decir una cosa: QUIERO VIAJAR CON VOSOTROS. Vuestra forma de viajar concuerda mucho con la mía.

Nosotros, en el viaje neumónico del año pasado, estuvimos alojados al norte justito de Kensington Gardens.
¿Vísteis la estatua de Peter Pan junto a The Serpentine?

Un beso grande, no puedo decir nada más. Muchas, muchas gracias por la crónica y por acordaros de mí.

Arwen Undómiel dijo...

Y no viste el V&A? Pues déjame decirte que te hubiera encantado, así que ya sabes qué hacer la próxima vez que vayas (está al lado del de Historia Natural y también es gratis Yay!) Por lo demás pedazo de viaje que te has pegado muchacha.

Estelwen Ancálimë dijo...

La verdad es que no vimos la estatua de Peter Pan (porque no sabíamos que estaba allí ni pasamos por delante, igual estab en la orilla opuesta) ni el V&A (esto fue conscientemente, porque el V&A es enorme y como es para dedicarle un día entero lo descartamos a favor de otras cosas que nos interesaban más). Pero ya constituyen dos excusas más para volver a Londres y ver lo que no hemos podido ver en esta ocasión (otra cosa que nos dejó con ganas para la segunda vuelta es el castillo de Windsor).

@ Narrador: La tienda de artículos de cuero está en camden Street, no tiene pérdida; se ve en seguida al poco de salir de en metro, justo en la acera de en frente del mercadillo, al lado de la tienda de ropa gótica The Dark Side (que es, por cierto, donde me compré el traje victoriano) ^^

Y las fotos... ya llegarán, que las acabamos de descargar del ordenador y hay como tropecientas mil, tengo que seleccionarlas todavía porque no es cuestión de subirlas todas, so pena de reventar la sabe de datos :-P

Edu dijo...

Me han entrado ganas de viajar a Inglaterra. Lástima que mi inglés no está muy "pa llá". Pero el artículo te ha quedado genial :)