martes, 17 de noviembre de 2009

Héroes olvidados (II): Santa Tamar, la reina guerrera

A veces, aún en épocas de machismo exacerbado como la Alta Edad Media, la Historia nos proporciona ejemplos de mujeres inteligente y valientes que demuestran que son capaces de gobernar, guerrerar y vivir igual o mejor que los hombres. Es el caso de una figura histórica muy reverenciada en los países ortodoxos del este de Europa, pero poco conocida en el sur y el occidente: la reina Tamar de Georgia, una de las pocas santas laicas que hay (y además casada, independiente y guerrera, para mayor gloria). A los que habéis leído Canción de hielo y fuego, seguramente os recordará un poco, por su personalidad, a Daenerys Targaryen (al menos a mí me la recuerda).

Tamar de Georgia, Por la gracia de Dios, Rey de Reyes, Reina de las Reinas de los abjacios, armenios, kakhetios y kartalios, Autocráta de todo el Este y el Oeste, Gloria del Mundo y de la Fe, Campeona del Señor


Tamar, de la Casa Real de los Bagrationi, nació en 1159. En pleno siglo XII, vamos, cuando por lo común las mujeres no eran más que objetos que servían para procear niños, dar placer a sus maridos y servir de floreros en sus casas. Se nota, en cualquier caso, la influencia bizantina en su país y su estirpe, ya que sin duda lo habría tenido mucho más difícil de haber nacido en Europa occidental.
Hija del rey Jorge III de Georgia, desde muy pequeña fue educada en las artes del gobierno y la guerra, igual que si fuera un hombre, ya que estaba destinada a reinar a la muerte de su padre. Desde muy joven destacó por su belleza, astucia, valor e inteligencia, siendo también una joven piadosa, austera y disciplinada, dueña de una férrea voluntad. El rey estaba tan orgulloso de su hija, que la nombró co-regente a los 19 años.

En 1184, Jorge III murió y su hija ascendió al trono, siendo coronada por el arzobispo de Kutaisi. Su familia le había elegido como esposo a Yuri Boboliusky, hijo del Príncipe de Kiev. El joven era guapo, pendenciero y bastante machista (al uso de la época), de modo que despreciaba a su esposa y pasaba el tiempo emborrachándose y organizando orgías. Despreciaba a Tamar como mujer y pocas veces acudía a su lecho, pero después le recriminaba que no se quedaba embarazada porque era "demasiado mayor" (tenía 25 años cuando se casó con él), y seguramente eso la hacía infértil.

Tamar, mujer orgullosa que no estaba dispuesta a tolerar semejantes desmanes, consiguió que se anulara el matrimonio tras acusarle de adicción al alcohol y sodomía. Acto seguido, lo envió a Constatinopla y escogió un nuevo esposo, esta vez elegido por ella: David Sosland, un príncipe osetio. Cuando Yuri supo esto, se sintió ultrajado y trató de compincharse con los nobles que estaban en contra de Tamar para derrocarla y hacerse con el trono (una de las principales razones que ostentaban como excusa, por supuesto, es que era mujer y por ello no estaba capacitada para el gobierno). Pero Tamar, que además de gobernante era una buena guerrera, sofocó las rebeliones, capturó a Yuri y lo exilió permanentemente del reino bajo pena de muerte si osaba regresar. Por lo que se sabe, Yuri terminó sus días en Bizancio, sin pena ni gloria, haciendo lo que mejor sabía hacer: emborracharse y participar en orgías.

Tamar gobernó el reino con mano firme junto a David, con el cual tuvo dos hijos: Gregorio y Rusudani (lo cual demuestra, además, que no era infértil como Yuri decía). Consiguió aplacar a los nobles que murmuraban contra ella otorgándoles honrosos títulos
como gobernadores de provincias, y se dedicó a hacer una política de conquista y expansión. En multitud de ocasiones, Tamar demostró su valor y habilidad en combate, cabalgando a la guerra al frente de sus tropas en diversas ocasiones. Hacia el año 1190, la reina comenzó a intervenir en los gobiernos limítrofes, consiguiendo una victoria total contra los ejércitos del Atabeg de Azerbaiyán, Abu Bakar. En 1199, el ejército georgiano de los hermanos Mkhargrdzeli, sojuzgó a los musulmanes armenios. Alarmado por estos éxitos georgianos, Suleimán II, Sultán de Rumi, coaligado con varios Emires vasallos, atacó Georgia. Ante este ataque, Tamar cabalgó junto a su esposo comandando el ejército que derrotó a Suleimán II en la batalla de Basiani. Más tarde, cuando Bizancio fue atacada 1204 por medio de la infame Cuarta Cruzada, Tamar mandó tropas a Trebizond y Kerasund en apoyo de su pariente, el emperador Alejo III Angelo. En 1209 el emir de Ardabil atacó Georgia, matando a 12.000 georgianos y llevándose de escalvos a muchos más. Un año más tarde, Tamar contraatacó, matando al propio emir y a más de 12.000 musulmanes súbditos suyos como venganza por lo sucedido con los georgianos.
Además de ser una reina guerrera, también fue una mujer piadosa, protectora de la cristiandad, y auspició y mantuvo iglesias y monasterios de lugares tan lejanos como Egipto y Chipre. Era respetada y querida por su pueblo. Bajo su mandado, Georgia se convirtió en un imperio rico, culto y poderoso, lo que se conoce como la Edad de Oro del Imperio Georgiano.
Tamar murió en 1213, siendo sepultada en Gelati, en el panteón familiar de los Bargationi. A pesar de que dejó un imperio sólido y poderoso, su hija la reina Rusudani no pudo evitar la invasión mogola de Gengis-Khan, al cual tuvo que rendir tributo con oro y apoyo militar para que no arrasara Georgia.
La reina Tamar, que fue proclamada en vida Campeona de la Cristiandad, fue canonizada por la Iglesia Ortodoxa, celebrándose su onomástica el día 14 de Mayo.
Aunque la Iglesia proclama como sus principales virtudes "la humildad, mansedumbre, sabiduría, religiosidad, amor al prójimo y belleza", en realidad sólo las cuatro últimas pueden serle adjudicadas en justicia, puesto que Tamar, a la vista de lo que la Historia nos muestra, de humilde y mansa tenía más bien poco. Sin embargo, esto no debe considerarse una falta de virtud, puesto que sin su ambición, orgullo y valor nunca habría sido capaz de conseguir la expansión y la gloria que consiguió para su reino y para toda la cristiandad.

7 comentarios:

Xabier P. Migoya dijo...

Otra heroina olvidada (un poco menos ...) podria ser Juana de Arco, la Doncella de Orleans, quien convencio al rey Carlos VII que Dios la enviaba para liberar Francia de manos de los ingleses (vease La Guerra de los Cien Años). El rey le dio el mando de un ejército con el que levanto el sitio de Orleans, vencio en la batalla de Patay y en otros enfrentamientos.

Finalmente fue capturada por los ingleses y fue acusada de herejia y brujeria en un juicio parcial. Fue condenada a morir en la hoguera. Pero poco después de su muerte en 1456 quedo demostrada su inocencia.

Estelwen Ancálimë dijo...

¡Hola, Xabi! :-)
Conozco la historia de Juana de Arco, la razón por la que no la he incluido en mis posts sobre héroes olvidados es, sencillamente, porque no es realmente una heroína olvidada. Todo el mundo, más o menos, la conoce: se han hecho varuas películas sobre ella (superproducciones de Hollywood interpretadas por Leelee Sobieski y Milla Jovovich respectivamente, nada menos) y casi todo el mundo, quien más y quien menos, sabe quién fue.
Lo que trato en estas entradas es acercar a los lectores de este blog, en la medida de mis humildes posibilidades, a figuras históricas heroicas que en mayor o menor medida han caído en el olvido o nunca tuvieron la popularidad que se merecieron (hasta ahora, he contado la historia de Blas de Lezo y la reina Tamar, pero tengo intención de continuar la serie de entradas a medida que vaya encontrando a gente interesante). De todos modos, te agradezco mucho tu intervención.

Un saludo:

Estelwen Ancálimë

Findûriel dijo...

Me encanta cada actualización del blog que haces. De mayor quiero ser como tú ^.^
Además, Tamar suena muy bien como nombre.

Estelwen Ancálimë dijo...

¡Me alegro de que te gusten tanto! ^_^U
Tamar se utiliza actualmente como "Tamara", aunque a mí también me gusta más la forma original "Tamar" :-)

Besitos:

Estelwen

Diva Chalada dijo...

Si no hubiera tanta iglesia de por medio, sería perfecta. Acuérdate de Monseñor Hugh O'Flaherty algún día, que es la única figura de la iglesia que estoy dispuesta a defender a toda costa. Tamar, en mayor o menor medida, era responsable de su pueblo, no podía fingir que no le importaba. Este hombre en principio podría haberse cruzado de brazos, vivir la buena vida como protegido del Papa que era, y dejar que los nazis hicieran lo que les diera la gana. Si por un dios encontró las fuerzas para enfrentar todo eso, no seré yo, ni los parientes de las 3925 vidas que salvó, quienes protestemos. Y sin ese puesto de poder no podría haber hecho ni la mitad.

Búscalo en la Wikipedia o mira la peli "Escarlata y negro", con Gregory Peck como protagonista. Hombres como ese hacen que crea en los santos que murieron por algo distinto a su fe, por cambiar las cosas. Paradójicamente no creo en dios. Y hablando de más santos de la segunda guerra mundial, está Maximiliano Kolbe, aunque este es más conocido. En un campo de concentración, se ofreció voluntario en lugar de otro preso para que lo mataran de hambre, ya que el otro preso tenía mujer e hijos y él no.


Vistas las tocayas de esta mujer que todos conocemos, sí, me gusta más la forma "Tamar". Un saludo,

Cristina

Estelwen Ancálimë dijo...

Leeré acerca de Hugh O'Flaherty, a ver si veo material para hacer otra entrada un día de estos.
Y, Cris, la verdad es que no sé qué problema tiene lo de "tanta iglesia de por medio". ¿No estarás pecando de laicista? ¿Qué hay de malo? En realidad, la iglesia (ortodoxa, por cierto, si hablamos de esta reina) no tiene demasiado que ver en mi elección. He elegido a Tamar sobre todo porque fue una mujer guerrera, tan valiente como cualquier hombre de la época pudiera serlo y más inteligente y buena gobernante que muchos, y todo eso en una época en la que las mujeres solían pintar menos que un cero a la izquierda. Ojalá sus contemporáneos hubiesen tomado ejemplo para comprender que las mujeres podemos hacer las cosas tan bien como ellos. El hecho de que la hicieran santa lo he reseñado sobre todo porque es de las pocas santas que no son monjas y/o vírgenes o mártires. Esta es una mujer guerrera, progresista y casada (y además se separó del patán del primer marido y esocgió a quien ella quiso como segundo consorte). Teniendo en cuenta que un santo es un ejemplo para los demás, creo que esta es una mujer de la que muchas podrían tomar ejemplo, porque con todo el mundo desconfiando de ella por ser mujer lo hizo todo mucho mejor que muchos hombres.

Un saludo :-)

Estelwen Ancálimë

Sawako dijo...

Otra entrada genial :-D Me ha encantado la historia de esta mujer (como todo rey o reina de los tiempos antiguos, era una carnicera que conquistaba demasiado, de todas formas): valiente, fuerte, inconformista. Y con un nombre, ya lo habéis mencionado, precioso.
Saw :3