domingo, 16 de mayo de 2010

Crítica de "El cebo", de José Carlos Somoza

Lo ha vuelto a hacer. Hoy por hoy, José Carlos Somoza es mi escritor favorito, y lo ha vuelto a hacer. ¿El qué, preguntarán mis lectores? Pues publicar una nueva novela que, como todas las anteriores, le pega cien mil patadas a todos los bodrios que últimamente pueblan tanto las librerías. Somoza nunca me ha decepcionado hasta ahora (¡cruzo los dedos!), cosa que no puedo decir de otr@s escritor@s a los que en principio tenía en buena consideración. Sólo por esto, de entrada, ya quiero empezar dándole las gracias.

Y, una vez dichos los preliminares, ¿qué tenemos aquí? Pues tenemos una novela de intriga llamada El cebo. La premisa argumental e la que parte es la siguiente: En un futuro cercano (tal vez en este mismo siglo, aunque se omiten fechas), la psicología criminal ha descubierto que todas las personas mese mueven por impulsos instintivos que residen en algo llamado "psinoma" (que también podríamos llamar "instinto" o "centro del placer"). ¿Y qué significa esto? Pues que hay una serie de gestos o actitudes que nos resultan placenteros (cuáles sean depende de nuestra "filia" en concreto), y si alguien ejecuta correctamente estos gestos, es capaz de darnos un placer increíble, provocarnos un dolor atroz, dominarnos e incluso poseernos (en términos roleros de Vampiro, es equivalente a tener la disciplina de Dominación, más o menos). Los distintos tipos de filias y sus claves aparecen descritos en las obras de Shakespeare, el cual se supone que averiguó la existencia del psinoma y las filias que lo dominaban con la ayuda del mago John Dee y su Círculo Gnóstico.
Pero no todo el mundo es consciente de esta realidad. La psicología criminal la mantiene en secreto, y ha entrenado a una serie de agentes para convertirlos en "cebos". ¿Y qué es un cebo? Pues un actor. Pero no un actor cualquiera, sino un actor muy especial, capaz de discernir de un vistazo la filia de cada persona y de ejecutar con mortífera exactitud un ritual de gestos, palabras y movimientos que puede atraer, dominar y reducir a cualquier persona. Obviamente, el trabajo de los cebos es usar este método para distinguir, atraer y detener a los criminales.
La novela tiene por protagonista a uno de esos cebos, una mujer joven llamada Diana Blanco, que arrastra un pasado traumático a sus espaldas y se ha marcado entre ceja y ceja un objetivo: capturar a un escurridizo asesino en serie, cruel y sanguinario, al que llaman "El Espectador".

Partiendo de esta base, Somoza nos ofrece una novela frenética, adictiva, intrigante, muy bien escrita y que, desde luego, hace honor a su título, porque engancha cosa mala. Y, además, también tiene una virtud que por desgracia suele escasear entre las obras literarias de hoy en día: Un argumento perfectamente hilvanado, construido con precisión milimétrica, que no deja un sólo cabo suelto ni contiene incoherencia argumental alguna. En estos tiempos en los que el final impactante prima más que la coherencia narrativa es muy de agradecer que existan autores como José Carlos Somoza, que son capaces de crear una novela que sorprende a cada página, con una escalada de revelaciones y sorpresas dentro de revelaciones y sorpresas semejante a una muñeca Matrioshka, que sin embargo es totalmente coherente tanto con el argumento como con las motivaciones de los personajes.

Como puntos flojos de esta novela (alguno tiene que haber), se puede decir que no es tan original como otras, ya que recuerda a novelas anteriores (Clara y la Penumbra, La Llave del Abismo, La Dama Número Trece) que desde mi punto de vista son superiores. ¿Significa esto que es mala? No, ni muchísimo menos, me parece una novela excelente. Lo que pasa es que, si las tres novelas mencionadas son de sobresaliente, El Cebo se queda sencillamente en un notable alto. Se echan d e menos explicaciones más detalladas sobre el psinoma, los distintos tipos de filias y en qué consiste cada una. Quizás el escritor haya omitido detalles para agilizar la novela, pero es algo que no sólo he echado en falta, sino que en las otras sí que estaba y no frenaba el ritmo ni mucho menos, sino que las enriquecía.
Y por último, no me ha gustado mucho la portada. Creo que se podría haber hecho mejor. Aunque, claro, eso ya no es culpa del escritor sino de la editorial.
Dejando al lado estas tres objeciones, que no son sino detalles menores, la novela es muy buena. Somoziana a más no poder, contiene todos los elementos clásicos de las novelas del escritor, a saber: Una red de intrigas y revelaciones sorpresa donde nada es lo que parece, escenas sangrientas y truculentas bastante peturbadoras, y un elemento sobrenatural ligado a un tipo en concreto de arte (en esta novela es el teatro, como en Clara y la Penumbra fue la pintura, en La Llave del Abismo los relatos de terror y en La Dama Número Trece la poesía). Vamos, ¡una gozada!
La recomiendo a todo el mundo. Si no habéis descubierto a Somoza, hacedlo ya. No os arrepentiréis.

Resto de comentarios sobre la novela, en SPOILER:
Algo desconcertarte e impactante por igual es el hecho de que al final la captura del Espectador, que parecía ser el eje central de la trama, se convierta en algo secundario. Es entonces cuando el asunto pega un pequeño bajón (mucho ruido y pocas nueces con esto del asesino, parafraseando a Shakespeare de nuevo, jejeje) y cuando, de repente, la novela pega un brinco revelando la siguiente muñeca Matrioshka, el verdadero fondo de la novela: los experimentos que hizo el doctor Gens con uno de los cebos, Claudia, así como la retorcida y sangrienta venganza de esta. Magistral lo de su supuesta muerte, que me creí completamente, y magistral también lo de Olena, la chica esa que parece en el prólogo parece que sin venir a cuento y de la que el escritor ha conseguido que todos nos olvidemos tras cuatrocientas páginas de misterio y tensión. Aquí José Carlos Somoza demuestra su maestría al hacer que, al igual que los criminales de esta novela, los traguemos el cebo hasta el fondo. Nos lleva por donde quiere, nos maneja como quiere, y nos sirve en bandeja un final brillante que nos deja con la boca abierta. Sólo puedo decir una cosa: Olé sus cojones.
Otra cosa destacabale de la novela es su reflexión sobre el libre albedrío: ¿Sómos esclavos de nuestros impulsos? ¿Podemos dominar el psinoma, es decir, el instinto, con la voluntad? Es algo que queda un poco ambiguo, porque en principio se supone que no (es algo incosciente, mecánico, yo le he comparado antes con la Dominación de Vampiro). Pero al parecer, puede resistirse (Diana lo hace in extremis ante la manipulación de Claudia). Entonces, ¿se puede o no se puede resistir la filia con la voluntad? ¿Sólo las mentes de hierro y las voluntades más poderosas pueden hacerlo? Es algo complejo, porque si se puede los cebos no deberían ser tan efectivos como son, pero si no se puede la liberación de Diana se convierte en un deux ex machina...
Lo único que me chirría de la novela es el personaje de Arístides Mario Valle, el psiquiatra asesino, que me parece un poco de relleno y que, francamente, me da pena al final (me hubiera gustado que no fuese ningún fan de la eutanasia forzada y que acabase con Diana al final, me caía muy simpático y encima tenía un nombre muy bonito). Y la actitud de Diana con él es algo desconcertante; ¿realmente tiene que llegar tan lejos como para acostarse con él para atraparle? ¿No hubiera bastado con manipular su psinoma para que acabase confesando sus crímenes?

2 comentarios:

Blade dijo...

Seguidor anónimo del blog... pero no puedo resistir las ganas de comentar una novela tan buena, prólogo al comentarios llego a mis manos de la forma mas random posible se la dieron a un primo dueño de un bar como parte del pago, sabido de lo que padecemos en casa vino a revenderla al módico precio de 50 quetzales algo asi como 6 dolares, una nada a mi parecer.

Nunca habia escuchado nada del autor, ni lo habia visto en las librerias que frecuento, pero me atrapo desde el prólogo como dirias esa chica de la que nos olvidamos por 400 paginas y que resulta importante para fines prácticos,esta novela me recordó el placer de leer un libro en cualquier parte, porque simplemente no pude soltarlo, aunque no presente de una forma mas profunda el psinoma, las filias, permite entrar en ese mundo y deja esa sensación de ver a tu alrededor y buscar en los que te rodean una filia, o por lo menos en mi caso lo logro, todo libro que me haga vivir en carne propia merece todos los pulgares arriba.

He estado muy tentado de conseguir las otras obras del autor aunque sea en formato digital, pero algo que ayudo a disfrutar tanto el libro fue tenerlo en papel lastimosamente aca no se encuentran libros de Jose Carlos Somoza y comprar en linea y esperar un paquete aun no es lo mio.

Namarië




Estelwen Ancálimë dijo...

Yo tampoco era muy partidaria de comprar por internet, pero me vi obligada porque tengo cinco ratas mascota y en las tiendas de mi ciudad no encontraba pienso adecuado para ellas, porque en España las ratas aún son una mascota exótica. De modo que no tengo más remedio que comprarles pienso alemán por internet. Y la verdad es que, aunque no es el medio por el que hago mis compras habituales, no está mal. Es una buena manera de conseguir cosas que no encuentras en tu ciudad, y encima te traen la compra a casa, y en muchas tiendas te salen gratis los gastos de envío si compras por encima de una determinada cantidad.
Me extraña que no encuentres los libros de Somoza (¿has probado a preguntar en tu librería, a ver si te los pueden pedir?), pero si es imposible te aconsejo que te animes a comprar online, eso sí, a una tienda grande, conocida y con experiencia.