viernes, 19 de junio de 2009

La eleccion de Lúthien

Cada vez que leo El Silmarillion, vuelvo una y otra vez al capítulo titulado "De Beren y Lúthien", historia más conocida entre los Eldar como "La balada de Leithian" o "La liberación del cautiverio".
Hace tiempo, cuando participaba en el foro de LGG y las cosas me iban bien por allí, alguien comenzó un hilo preguntando cuál era la historia de amor más grande que habíamos leído. Algunos hablaron de Romeo y Julieta, otros ce Catherine y Heathcliff, incluso hubo algunos que mencionaron a bella y Edward de Crepúsculo. Pero yo no me lo pensé dos veces a la hora de elegir la historia de Beren y Lúthien.
Siempre me ha dado rabia ver, tanto en la vida real como en los libros y la películas, una historia de amor en la que dos amantes se quieren muchísimo, están profundamente enamorados, y entonces uno de ellos muere dejando al otro en la desesperación... hasta que consigue recuperarse, volverse a enamorar de otra persona y mantener una nueva relación con ella. Sé que esas cosas pasan, pero me parece la antítesis del romanticismo. Creo que cuado dos personas se aman de verdad, profundamente, ni siquiera la muerte debería poder acabar con ese amor ni separarlas. Creo que el amor verdadero es más fuerte que la muerte, como dice la famosa frase de la película El cuervo que tengo aquí en el blog: "Builidngs burn, people die, but real love is forever" (los edificios arden, las personas mueren, pero el amor verdadero es para siempre"). Por eso me parece tan amargo que si tu pareja muere la olvides y te vayas con otra persona. No me parece que eso sea amor verdadero. Yo estoy segura de que, si amas de verdad a alguien, la muerte de uno de los dos no va a poder impedir que el otro siga amando, con o sin la esperanza del reencuentro (en mi caso al menos es más soportable, porque tengo fe en que me volveré a encontrar en la otra vida con mis seres queridos).

Y esto precisamente es lo que ofrece la historia de Beren y Lúthien. No sólo ofrece aventuras y emoción, no sólo ofrece a la mayor heroína de Tolkien, una elfa que no se queda esperando a que la rescaten sino que es ella quien va a rescatar a su chico y que es una hechicera tan poderosa que es capaz de vencer en un combate mágico a Sauron y hechizar al licántropo Carcharoth y al mismísimo Morgoth (para que luego digan que Tolkien es machista o que no tiene personajes femeninos combatientes aparte de Eowyn), sino que también ofrece la más bella historia de amor que he leído jamás. Muchos que pasan por aquí ya la conocen, pero no me resisto a la tentación de recordarla (y, a los que no la hayan leído, espero picarles la curiosidad lo suficiente como para que se animen a leerla).

Lúthien es hija del elfo Teleri Elwë Thingol y de la maia Melian, princesa de Doriath y del pueblo de los Sindar. Beren es un humano de noble cuna, pero cuya familia y compañeros han muerto a manos de las huestes de Morgoth, haciendo que tenga que escapar solo a las tierras agrestes. Cuando se conocen, el amor surge de inmediato entre ellos, en un encuentro que Tolkien narra de una forma mágica:


Se dice en la Balada de Leithian que Beren llegó tambaleándose a Doriath, con cabeza cana y como agobiado por muchos años de pesadumbre, tanto había sido el tormento del camino. Pero errando en el verano por los bosques de Neldoreth, se encontró con Lúthien, hija de Thingol y Melian, a la hora del atarceder, al elevarse la Luna, mientras ella bailaba sobre las hierbas inmarcesibles del claro umbroso junto al Esgalduin. Entonces todo recuerdo de su pasado dolor lo abandonó, y cayó en un encantamiento; porque Lúthien era la más hermosa de todos los Hijos de Ilúvatar. Llevaba un vestido azul como el cielo sin nubes, pero sus ojos eran grises como la noche iluminada cíe estrellas; estaba el manto bordado con flores de oro, pero sus cabellos eran oscuros como las sombras del crepúsculo. Como la luz sobre las hojas de los árboles, como la voz de las aguas claras, como las estrellas sobre la nieblas del mundo, así eran la gloria y la belleza de Lúthien; y tenía en la cara una luz resplandeciente.

Pero ella desapareció de súbito; y él se quedó sin voz, como presa de un hechizo, y durante mucho tiempo erró por los bosques, impetuoso y precavido como una bestia, buscándola. La llamó en su corazón Tinúviel, que significa Ruiseñor, hija del crepúsculo, en la lengua de los Elfos Grises, pues no conocía otro nombre para ella. Y la vio a lo lejos como las hojas en los vientos de otoño, y en invierno como una estrella sobre una colina, pero una cadena le aprisionaba los miembros.

En la víspera de la primavera, poco antes del alba, Lúthien bailó en una colina verde; y de pronto se puso a cantar. Era un canto vehemente que traspasaba el corazón como el canto de la alondra que se alza desde los portones de la noche y se vierte entre las estrellas agonizantes, cuando el sol asoma tras las murallas del mundo; y el canto de Lúthien aflojó las ataduras del invierno, y las aguas congeladas hablaron, y las flores brotaron desde la tierra fría por la que ella había pasado.

En ese momento el hechizo de silencio cesó de repente, y Beren la llamó, gritando Tinúviel; y los bosques devolvieron el eco del nombre. Entonces ella se detuvo maravillada y no huyó más, y Beren se le aproximó. Pero cuando Tinúviel lo miró, la mano del destino cayó sobre ella, y lo amó; no obstante, se deslizó de entre los brazos de Beren y desapareció en el momento en que rompía el día. Entonces Beren cayó desmayado en tierra como quien ha sido herido a la vez por el dolor y la felicidad, y se hundió en el sueño como en un abismo de sombra; y al despertar estaba frío como la piedra, y sentía el corazón árido y desamparado. Y con la mente errante andaba a tientas como quien ha sido atacado de súbita ceguera y trata de atrapar con las manos la luz desvanecida. Y así empezó a pagar el precio de la angustia, por el destino que le había sido impuesto; y en este destino estaba atrapada Lúthien, y siendo inmortal compartió la mortalidad de Beren, y siendo libre se ató con las cadenas de Beren; y ninguna Eldalië había conocido una angustia mayor.


Pero las cosas no se pondrán fáciles para ellos. Thingol, que desprecia a los humanos y adora a su única hija, los descubre y le dice a Beren que no permitirá a Lúthien casarse con él a menos que le traiga uno de los Silmarils que adornan la corona de Morgoth. Teniendo en cuenta que los Silmarils son tres joyas mágicas únicas en el mundo por las que los elfos se han estado matando durante siglos y que Morgoth es un demonio encarnado que se erige como Señor Oscuro, de quien Sauron no es más que un lugarteniente, la cosa pinta chunga para Beren, pero a pesar de todo este acepta el reto y parte tras jurar que la próxima vez que el rey Thingol y él se encuentren, él llevará en la mano uno de los Silmarils de la corona de Morgoth.
Desgraciadamente, él y los compañeros que le ayudan son apresados y encarcelados por las huestes del mal sin que puedan cumplir su misión. Entonces, Lúthien, intuyendo que su amado está en peligro, escapa de su casa, va en su busca, y tras mil peligros y peripecias consigue rescatar a Beren y hechizar a Morgoth y a toda su corte para poder robar uno de los Silmarils. Al final, consiguen escapar, pero sin la joya: una bestia de Morgoth le arranca la mano a Beren de un mordisco cuando tratan de escapar y el Silmaril, con la mano de Beren aferrándolo, se queda dentro de sus entrañas.
Como al regresar a Doriath Beren ha cumplido su promesa de sostener en la mano un Silmaril (aunque la mano no esté con él) Thingol permite que él y Lúthien se casen. Sin embargo, el lobo, enloquecido, va tras ellos, y aunque el rey y sus guerreros consiguen abatirlo, antes de fallecer deja mortalmente herido a Beren. Lúthien, al enterarse de la muerte de su amado, muere también para poder ir a buscarle a las Estancias de Mandos (lugar donde las almas de los elfos esperan a la reencarnación y desde donde las almas de los humanos parten fueran del mundo para no volver), y allí tiene lugar la que a mi juicio es la escena más bonita de la historia y de El Silmarillion, que me arrancó las lágrimas la primera vez que la leí y me las sigue arrancando y la vuelvo a leer en un momento sensible:


Pero Lúthien llegó a las Estancias de Mandos, donde están los sitios designados para los Eldalië, más allá de las mansiones del Occidente en los confines del mundo. Allí los que esperan se sientan a la sombra del pensamiento de los Eldalië. Pero la belleza de Lúthien era mayor que la de ellos, y tenía un dolor más profundo; y se arrodilló ante Mandos y le cantó.

La canción de Lúthien ante Mandos fue la más hermosa de las compuestas con palabras, y la más triste que nadie haya escuchado jamás. Inalterada, imperecedera, se la canta todavía en Valinor más allá de los oídos del mundo, y al escucharla los Valar se entristecen. Porque Lúthien compuso dos temas: el dolor de los Elfos y la congoja de los Hombres, los Dos Linajes que hizo Ilúvatar para que morasen en Arda, el Reino de la Tierra, en medio de las estrellas innumerables. Y cuando Lúthien se arrodilló a los pies de Mandos, sus lágrimas cayeron como la lluvia sobre la piedra, y Mandos se conmovió, él que nunca así se conmoviera antes y que nunca así se conmovió después.


Tras esto, mandos ofrece dos alternativas a Lúthien: irse a Valinor, el hogar bendito de los elfos, donde podrá olvidar todas sus penas y ser feliz de nuevo mientras él parte a donde van los humanos, o bien convertirse en humana y ser enviada de vuelta a la vida en la Tierra Media junto a Beren, por un tiempo, hasta que envejezcan y mueran juntos dejando el mundo, esta vez para siempre. Lúthien elige el segundo destino, renunciando a la inmortalidad élfica por Beren y muriendo a su lado para que, ocurra lo que ocurra, estén siempre juntos.

Lúthien hubiera podido elegir la opción fácil, la que tantos viudos y viudas eligen actualmente: dejar marchar a su pareja, irse a Valinor para curarse de sus penas y rehacer su vida amorosa con alguien de su raza. En lugar de ello, eligió la opción difícil, la opción que sólo alguien que siente amor verdadero elegiría: tragarse el dolor, quedarse con Beren en un mundo hostil, y morir con él cuando llegue la hora. Puede que desde un punto de vista estrictamente racional y práctico, en este mundo en el que todo tiene fecha de caducidad, todo es relativo y todo es de usar y tirar, la elección de Lúthien no sea la opción más popular. Pero es la opción que nace del corazón y del amor verdadero, y, desde luego, es la opción que elegiría yo.

6 comentarios:

Edu dijo...

Beren y Luthien es de las mejores historias de la obra de Tolkien... y al menos acaba bien, que hay alguna otra que... XD

Sobre lo del amor y tal... creo que depende mucho de la persona, y también depende del tipo de amor que se profesaran. Que un viudo o viuda se case no tiene por qué querer decir olvidar al otro... ni traicionarle. Entre eso y ser un Casanovas o un James Bond (que de romántico tienen poco) hay un trecho.

Como anécdota, recuerdo uno de los mejores episodios del anime del Detective Conan (los 12 millones de rehenes) durante el cual la teniente Sato se enfrenta al asesino en serie que mató a un antiguo compañero de trabajo del cual estaba intensamente enamorada, tanto que después de varios años aún mantiene sus mensajes en el móvil sin borrarlos. El problema es que sabe que un compañero actual está enamorado de ella (Takagi) y ella también siente algo, pero cree que sería un insulto a su amor perdido. Al final del episodio Sato intenta matar al asesino pero Takagi se lo impide en calidad de policia. Sato le grita que lo hace porque quiere olvidar, quiere olvidar todo el tema, y para cerrarlo quiere vengarse para poder recomenzar. Takagi le dice que de ningún modo debe querer olvidar a su antiguo amor, que ese recuerdo es muy importante y debe atesorarlo. Y Sato al final acaba borrando los mensajes del móvil y recomenzando, pero sin olvidar.

Supongo que es un tema complicado y que no es blanco o negro.

Estelwen Ancálimë dijo...

Hombre, olvidar a tu antigua pareja no la vas a olvidar por la sencilla razón de que se supone que has pasado demasiado tiempo junto a esa persona como para olvidar su existencia y los años vividos junto a ella. Yo no he olvidado a mis ex parejas, pero ya no las amo ni significan nada para mí. En el momento en que un viduo o viuda se enamora y se casa con otra persona, demuestra que ya no ama a su anterior pareja, porque la ha dejado atrás y se ha enamorado de otra persona. Lo que yo digo es que si una persona hace eso su amor por la anterior pareja no debía ser tan intenso como ella pensaba, porque creo que el amor verdadero no puede ser vencido por la muerte, que si tienes amor verdadero aunque tu pareja muera la vas a seguir amando igual... y nadie en su sano juicio querría casarse con una persona si está enamorada de otra, ¿no?
Por eso pongo como ejemplo a Lúthien, porque Lúthien nunca hubiera olvidado a Beren, pero los Valar le ofrecían lo que todos esos viudos y viudas casados en segundas nupcias eligen: conservar la vida (en este caso, inmortal), dejar atrás el dolor y poder volver a comenzar de nuevo junto a otra persona en Valinor. Sin embargo, Lúthien eligió atar su destino al de Beren y morir con él en la Tierra Media. Esa es la opción de amor verdadero.

Diva Chalada dijo...

Pero a ver, el viejo amor no se olvida. Se sigue amando a esa persona. Pero esa persona, que te quiso, no querría verte triste e infeliz por culpa de su muerte. Querría verte radiante y feliz, sonriendo de nuevo, sabiendo que en el fondo de tu corazón sigue habiendo un lugar muy importante.

Quizás para los que creen que nos espera algo más que una cajita de madera o unas cenizas en la playa tenga sentido ese martirio innecesario, que para mí es masoquismo más que amor.

Para mí, que terminaré en cuerpo, alma y corazón con mi último aliento y cuya única inmortalidad estará con suerte en la letra escrita, no tiene sentido el dolor. No tiene cabida en la vida, no debería tenerlo. Y si yo he querido a alguien más que a mi vida, lo quiero feliz, quisiera que fuera feliz aunque yo no estuviera. No querría que se aferrara a mi recuerdo y a mi muerte como el fin de su propia vida. Es absurdo.

Por cierto, mi madre es viuda y está con otra persona. E independientemente de las circunstancias, me ofende que insinúes que mi madre ha olvidado a mi padre. Y créeme, ojalá pudiera, porque fue su cruz y todavía lo sigue siendo. Y durante mucho tiempo también fueron su cruz esos prejuicios de la gente hacia los viudos que rehacen su vida. Un saludo

Estelwen Ancálimë dijo...

Merak, ya he dicho que es imposible que una persona viuda olvide a su pareja por la sencilla razón de que han pasado demasiado tiempo juntos como para olvidar que ese período de su vida sucedió. Y tampoco creo que una persona viuda deje de recordar con cariño a su primera pareja. Pero si se vuelve a casar es evidente, al menos para mí, que ya no la ama. Lo siento, pero es lo que pienso.
Claro que yo soy de la opinión de que no se puede amar románticamente a dos personas al mismo tiempo. Si tú, al contrario, crees que sí es posible (a lo MDI), entonces siempre peudes creer que los ama a los dos a la vez. Pero no es mi caso.

En cuanto a lo que dices al principio, te voy a ser sincera: yo NO querría jamás que si me muero mi pareja se enamore de otra persona. Jamás. Tampoco le voy a pedir que se suicide a lo Romeo y Julieta, claro, pero me gustaría que, aunque continúe con su vida, aunque siga practiando sus aficiones, estando con su familia y amigos e hijos (si los tenía ya o los adopat), yendo a su trabajo y haciendo sus cosas, nunca jamás amase a otra persona que no fuera a mí, y que me fuera fiel para siempre, como yo lo sería con él en caso contrario. Si mi pareja vuelve a sonreír tras mi muerte, que sea por la esperanza de volver a verme en el Cielo, no por la nueva tía con la que se está acostando, así de claro.
Claro que debo concederte que aquí también partimos de dos perspectivas diferentes: tú no tienes fe en que haya una vida más allá de la muerte y yo sí. Como yo parto de que tras la muerte volveré a ver a las personas a las que amo y estaré con ellas para siempre, es lógico que les espere. En cambio, si tú crees que en cuanto te mueres es el punto y final, es más comprensible la actitud de "el muerto al hoyo y el vivo al bollo". Sin embargo, tengo que matizar algo: incluso en ese caso, incluso aunque seas ateo y pienses que tras la muerte no hay nada, creo que si el amor es lo bastante fuerte vas a seguir amando a tu pareja a pesar de todo, exista o no, porque siempre he creído que el amor es más fuerte que la muerte con independencia de qué haya tras esta. A lo mejor me paso de romántica, pero es mi opinión. Por supuesto, entiendo y respeto que tú puedas tener otra.

Un saludo:

Estelwen Ancálimë

Agustina dijo...

yo estoy de acuerdo con estelwen,creo que el amor verdadero no se cambia ni se muere,es inmortal.tambien me molesta que los viudos se enamoren de alguien mas,porque creo que no vas a poder olvidar a la persona que amas,aunque este muerta.esta es mi historia de amor favorita,porque(aunque nunca me enamore ni nada)refleja el puro sentimiento eterno del amor que sienten el uno por el otro.
un saludo

ixchel sak taak’in dijo...

La conversación más antigua no puede ser pero ahí voy, desde mi punto de vista hay muchos tipos de amor o diferentes estilos para expresar el más fuerte (y a veces destructivo) de los sentimientos. Amar para mí es querer que esa persona este bien y sea feliz aunque eso signifique que este lejos de mí en cada uno de los sentidos. Hay personas cuyo amor es tan apasionante que si uno se muere el otro en cuerpo (o en mente) le sigue al no querer estar lejos de esa persona que es toda su vida. Otras cuyo amor simplemente es menos intenso pero no por eso menos fuerte, aprenden a vivir con ese vació y de alguna manera siguen adelante (algunos entregan su vida a dios, otros no soportan el dolor y lo dejan todo ya que venden la casa, cambian de trabajo y se van a donde el dolor no los siga y otros simplemente se enamoran). En fin siento que el amor es solo desear que el otro se feliz, si él o ella con mi recuerdo tienen esta bien. Pero si después de que yo me valla alguien más viene y ese alguien es una buena persona y le regresa la sonrisa que mi partida se llevo bueno también me YO me doy por satisfecha.