lunes, 2 de febrero de 2009

Exportaciones al por mayor (I): Premios Daeva 2008

Con esto de que me me mudado de blog, voy a ir exportando cada día alguna de las entradas intemporales que tenía en el anterior y que me gustaría conservar aquí (antes de que blogs.ya.com se caiga definitivamente). Empezaré por una de las más recientes, publicada poco antes de Nochevieja: los Premios Daeva.

A poco menos de quince días para que acabe el año, tengo el placer de inaugurar una nueva sección en mi blog: los Premios Daeva. ¿Y qué son los Premios Daeva? Pues, ya que según el juego de rol Vampiro: el Requiem los Daeva son vampiros sensuales que disfrutan y aprecian el amor y la belleza, con estos galardones premio lo más hermoso, maravilloso, impactante y bello que he vitsto, oído, sentido, o de cualquier modo experimentado, a lo largo de un año.
Una vez aclarado esto, pasemos a anunciar a los ganadores ^^


El primer premio Premio Daeva 2008 es para:

La Sereníssima República di Venezia.



Sin duda, la ciudad más hermosa del mundo, o al menos la más hermosa de cuantes he visto (y he estado en Roma, en Londres y en París, que conste). Todo, todo, todo, en ella es maravilloso: desde sus gentes, personas amables y simpáticas que no se cortan a la hora de ayudar con una sonrisa a los extranjeros, hasta su comida, esas deliciosas sardinas en saor, los spaghetti alle vongole, los deliciosos platillos de pescado y marisco y la inevitable polenta con funghi porcini frescos, todo en ella es francamente perfecto. Sin olvidar, por supuesto, el dulce y musical idioma italiano, tan fácil de comprender para nosotros los españoles, y el clima, porque Venezia tiene algo especial: haga el tiempo que haga, vas a disfrutar de la ciudad. Desde la Venezia melancólica y gótica que se disfruta por la noche o los días de niebla y frío. hasta la Venezia romántica y seductora, lo que se experimenta cuando brilla el sol y los palazzos resplandecen bajo el cielo sin nubes mostrándonos un eco de sus tiempos gloriosos.
Y, por supuesto, no podemos dejar de hablar de lo más emblemático de Venezia: sus calles, sus casas y sus canales. No es frecuente ver en el mundo una ciudad cuyos edificios más recientes datan del siglo XVIII y cuya construcción más antigua, la catedral bizantina de Torcello, data del siglo VII. Al estar edificada sobre pilotes en medio de la Laguna, no puede expandirse, y, obviamente, nadie va a echar abajo los edificios históricos, así que Venezia permanece exactamente igual que la canción que Lúthien Tinúviel compuso en las Estancias de Mandos: inalterada, imperecedera, bella hasta las lágrimas. Cada callejón es un regalo, cada palazzo es un tesoro, cada esquina es una joya. Venezia no sólo es la piazza di San Marco; desde la más humilde dársena de Dorsoduro hasta la más bella iglesia de Canareggio, desde la más típica tienda de Santa Croce hasta el árbol más pequeño de Castello, desde el palazzo más suntuoso de San Marcos hasta el hotel más insignificante de la Giudecca, desde San Giorgio Maggiore hasta Torcello y desde Murano hasta el Lido, Venezia es un único monumento, un pedazo de Historia épico, conmovedor, bello e inigualable que protege la gloria de épocas pasadas de los estragos del tiempo.
Por esto, por todo ello y por mucho más, se lleva el primer premio.


El Segundo Premio Daeva 2008 es para:

El Monasterio de San Juan de la Peña.



Este verano, Tindomion y yo fuimos a Jaca desde su pueblo, Barbastro, y, cómo no, visitamos San Juan de la Peña. Sólo el entorno natural en el que se yergue ya es mágico; macizos de roca viva, bosques espesos de altos árboles y frondosos matorrales, naturaleza pura, vamos. Tan agreste es el paisaje, que no ves el monasterio hasta que no lo tienes delante.
San Juan de la Peña tiene la particularidad de que su techo y parte de sus paredes no están construídas por el hombre, sino que son una única y enorme roca (la "peña" que da nombre al monasterio). Su parte más antigua data de los siglos VIII al X, y se conserva magníficamente bien; además, en él se mezclan varios estilos arquitectónicos; desde el Románico más arcaico hasta el Neoclásico de las mejoras que hizo en él el Duque de Aranda. Contemplar San Juan de la Peña es recibir una completa y gratificante clase de historia del arte.
Pero lo que me hizo derramar lágrimas de emoción estando allí no fue sólo la belleza natural y arquitectónica, sino darme cuenta de la enorme fe y devoción que debían tener los monjes al elegir vivir allí, con el frío que debía hacer en invierno y lo peligroso que debía ser ponerse enfermo en un lugar que podía pasar semanas cercado por la nieve y los elementos. Según parece, antes había tanto monjas como monjes allí, pero al parecer, el amor, que poco entiende de reglas humanas, se dio una vuelta por allí, y al final mandaron a las monjas al pueblo de Santa María de Seros, dejando solos a los hombres (me oprime el corazón pensar en los corazones rotos que se debieron quedar por el camino ;_; ).
Y dos curiosidades sobre San Juan de la Peña: una, que los abades iban mitrados como los Obispos, un curioso privilegio. Y otra, probablemente será el único monasterio de España que tiene una cascada de agua subterránea y un pequeño lago en su interior.
En definitiva, por ser un canto a la fe, a la naturaleza, a la belleza y a la Historia, se lleva el segundo premio.


Y, el Tercer Premio Daeva 2008 es para:

El Messiah de Häendel.



Esta es una hermosa pieza musical barroca compuesta por el maestro Georg Friederich Häendel en el siglo XVIII. La escuché el pasado fin de semana con Tindomion en el Palau de la Música de Valencia, ya que la novia de mi padre tuvo la gran amabilidad de regalarnos entradas, sabiendo lo mucho que nos gusta la música clásica.
Casi todos los que lean este post conocerán el famoso Hallelujah, la parte más emblemática del Messiah, pero hay mucho más. De hecho, el Hallelujah sólo es un fragmento del final de la segunda parte de una magnífico oratorio en tres actos, que dura dos horas y media de concierto. Recomiendo a todo el mundo que aún no lo haya hecho que se acerque a esta espectacular pieza musical; ya os digo que el concierto duró dos horas y media, con un descanso, y no me aburrí ni un instante, ni se me hizo largo, ni nada.
Creo que la magia de la pieza consistió en buena parte en verla en directo, interpretada por una orquesta sinfónica (The English Concert, con su coro, English Voices), cuatro magníficos solistas (una soprano, Lucy Crowe, una contralto, Diana Moore, un tenor, Andrew Stalpes, y un bajo, Henry Waddington), dirigidos por Harry Bicket, y, lo más alucinante, un coro enorme, English Voices aparte, compuesto por casi 300 personas (de varios coros más pequeños y aficionados al canto coral). La primera vez que todos los miembros del coro se pusieron en pie para entonar la música, se me puso la carne de gallina. El auditorio estaba lleno hasta la bandera, y al terminar la obra estuvimos apaludiendo tanto tiempo (como diez minutos sin parar), que al final el director organizó un bis del Hallelujah. Fue muy emocionante, y, sobre todo, entrañable, porque había una enorme complicidad entre público, cantantes y músicos.
Además, el Messiah tiene algo de milagroso, porque resulta que el compositor creó la obra en tan sólo tres semanas; y, la verdad, eso de crear toda la historia de Jesús usando textos bíblicos como letra, en una composición de más de dos horas, en la que la genialidad de la melodía no decae ni un instante... pues tiene algo de inspiración divina, la verdad.
Así pues, por emocionarme, acercarme a la música clásica, encantarme y maravillarme, es justa ganadora del tercer premio.

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