Hoy he leído en el periódico gratuito de turno que, al parecer, con esto de la crisis ha aumentado el número de personas que buscan pareja por Internet y se ha reducido considerablemente el número de separaciones y divorcios. ¿Y cuál puede ser la causa? Los cínicos probablemente dirán que es porque las hipotecas se pagan mejor en pareja, pero yo no creo, ni muchos menos, que vayan por ahí los tiros.
Creo que esto ha puesto al descubierto las carencias que tiene nuestra sociedad. Parece que, cuando todo va bien, tenemos buen nivel económico y podemos comprar lo que queremos, la avaricia nos cosume y nos hace olvidarnos de lo realmente importante. El consumismo exacerbado y la acumulación de bienes materiales nos hace minusvalorar las relaciones personales, ya que, de algún modo, igual que le pasaba al Ciudadano Kane en la película de Orson Welles, la avaricia y la acumulación nos provocan una especie de euforia pasajera que confundimos con la felicidad, y empezamos a pensar que la felicidad no nos la dan los demás, sino el dinero. Y muchos empiezan a poner el dinero y la ascensión profesional por delante de lo verdaderamente importante, que son la pareja, la familia y los amigos. Y para muestra un botón: ¿cuántas veces en estos últimos años alguien ha tenido un problema o un bajón emocional, y, en lugar de quedar con un buen amigo para recibir comprensión y consuelo, ha optado por guardarse sus cosas para sí e irse de compras para olvidar las penas y subirse la autoestima?
En cambio, ahora estamos en crisis económica: toca apretarse el cinturón. Ya no se puede comprar un coche nuevo, irse de vacaciones al Caribe, reformar la casa, comprar ropa de lujo ni caprichos caros. Ya no se pueden desahogar las frustraciones en el consumismo y suplir la felicidad verdadera con la euforia artificial de la "tarde de compras". Y es entonces, supongo, al vernos sin aquello que nos habían dicho que hacía feliz a la gente, cuando descubrimos lo que realmente la hace feliz: el amor, las relaciones personales y la compañía. Porque, como dijo una vez el filósofo Fernando Savater, "de una cosa, aunque se a la mejor cosa del mundo, sólo pueden sacarse... cosas". Y la felicidad no es una cosa, sino un sentimiento profundo y auténtico que no podemos conseguir si no es con ayuda del amor, la complicidad y el cariño de otros seres humanos. Por eso, ahora la gente se está aferrando a su pareja, a sus amigos, a sus seres queridos: a todo eso tan importante que no puede comprar el dinero y no depende de nuestra capacidad adquisitiva. A aquello que permanecerá con nosotros y que siempre podremos encontrar aunque suban los precios, bajen los sueldos y la economía entre en recesión.
Es momento de hacer una reflexión y darnos cuenta de que esta crisis económica, en lugar de una maldición, puede ser un toque de atención para que nos demos cuenta de lo que es realmente importante en la vida, y lo que, por muy guay que parezca, es en el fondo accesorio. Y para que, cuando este bache económico acabe y volvamos a tener la solvencia que antes teníamos, hayamos adquirido la experiencia y la madurez suficiente como para dar importancia sólo a lo realmente importante, y para dar gracias a Dios por los bienes materiales sin dejar de cosumirlos con cabeza. Y siempre, siempre, compartiendo lo que nos sobra con los más necesitados.
2 comentarios:
Hombre, yo creo que es un poco de todo. También habrá quien no se separe por intereses personales más allá del amor. Pero tu visión de las cosas es bonita y espero que al menos en un porcentaje importante sea así. De todo lo malo se pueden sacar conclusiones buenas, donde se cierra una puerta se abren otras tres así que, en definitiva, la crisis debería tener ese lado positivo. Ojalá para algunos lo tenga, porque otros, por el contrario, se vuelven más codiciosos todavía.
Bueno, ya sabes, dicen que los que encuentran el lado bueno a las cosas malas viven más felices, y ya que la crisis mala solución tiene a corto plazo, pues más vale ir encontrándole algo bueno, jejeje.
Saludos:
Luthien Black
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