Me gustaría inaugurar el recién llegado mes de Abril (¡el mes de mi cumpleaños! ^^) con una entrada histórica.
A estas alturas, todo el mundo conoce la historia de la Armada Invencible española. Una flota de 137 barcos que, debido a las malas condiciones climatológicas y la mala organización, acabó fracasando estrepitosamente en su batalla naval contra la flota inglesa (que para más inri contaba con más de 200 barcos, siendo superior en número a la española aún cuando estaba intacta). La conocemos de sobra, no sólo por nuestras propias clases de Historia, sino por la cantidad de veces
que los propios ingleses se han encargado de airearlo como un glorioso triunfo y
restregárnoslo por la cara.
Lo que poca gente sabe es que los ingleses, en el siglo
XVIII, tuvieron su propia versión de la Armada Invencible contra España, que fracasó de forma mucho más vergonzosa y estrepitosa. ¿
Ah, no lo sabíais? Pues
dejadme que os cuente la historia, que es interesante.
En el año 1739, Inglaterra decidió hacerle la guerra a España a causa de la rivalidad comercial que tenía con ella, y el objetivo que se fijó fue tomar la ciudad de
Cartagena de Indias (actualmente, la ciudad colombiana de
Cartagena). Eligieron ese objetivo porque en dicha ciudad se guardaba en Tesoro Real, que planeaban rapiñar.
Dos años más tarde, en 1741, Inglaterra envió al mando del
almirante Vernon una flota compuesta por 186 barcos y 30000 hombres (bastante superior, como puede verse, a la Armada Invencible española, y de hecho nunca una flota tan grande volvió a atacar unida un mismo punto hasta el Desembarco de
Normandía). En
Cartagena de Indias, los españoles, para defenderse, contaban sólo con 3000
soldados y 6 naves.
Chungo, ¿
eh? Estaban en una proporción de 10 a 1 a favor de
los ingleses y sólo tenían 6 naves de mierda frente a la inmensa flota de casi 200 naves inglesas. Lo normal es que
Cartagena de Indias hubiera sido tomada a una velocidad fulminante por los ingleses, ¿verdad?
Pues no.
Resulta que al mando de la
guarnición de
Cartagena de Indias estaba el almirante
Blas de Lezo, nacido en una familia marinera de un pueblo de
Guipúzcoa y veterano de la marina española, al que muchos apodaban
Patapalo o
Mediohombre, ya que había perdido en batalla una pierna, un brazo y un ojo). Cuando los ingleses llegaron,
Vernon cañoneó la primera fortaleza que defendía el puerto, San Luis de
Bocachica, durante
dieciséis días.
Bocachica estaba defendida por 500 hombres que finalmente tuvieron que replegarse ante la superioridad ofensiva. Tras esta fortaleza solo quedaba la Fortaleza de
Bocanegra como entrada a la bahía. A pesar de que
Blas de
Lezo trató de bloquearla a costa de la destrucción de algunos barcos, no pudo detener el avance de los ingleses y tuvieron que abandonar la fortaleza para replegarse.
Tras esto
Vernon entró triunfante en la bahía y a su vez, todos los defensores españoles se atrincheraron en la fortaleza de San
Felipe de Barajas, que defendía la ciudad.
Vernon, creyendo que la victoria era cuestión de tiempo, despachó un correo a Inglaterra dando la noticia de la victoria. A continuación ordenó un incesante cañoneo al castillo de San
Felipe por mar y tierra para ablandar a las fuerzas guarnecidas en la fortaleza. En ella solo quedaba 600 hombres bajo el mando de
Lezo y
Dex Naus (líder de la guarnición de
Bocanegra).
Entonces, a
Vernon se le ocurrió la idea de rodear la fortaleza y así atacarla por la retaguardia. Pero para eso no había más huevos que adentrarse en la selva, lo que provocó que muchos ingleses contrajeran la malaria y murieran a cientos. Sin embargo, al final los chicos de
Vernon llegaron a las puertas de la fortaleza y este ordenó atacar con infantería. Pero da la casualidad de que aquí entró lo que yo llamo
"factor Termópilas": la entrada a la fortaleza era una estrecha rampa que de
Lezo rápidamente mandó taponar con trescientos hombres armados con tan sólo armas blancas. Lograron contener el ataque y causaron 1500 bajas a los asaltantes.
Naturalmente, después de ser rechazados de esa manera, la moral de los ingleses, que ya se veían saqueando
Cartagena, bajó considerablemente. Y la cosa aún fue a peor a causa de la cantidad de muertes que empezó a haber entre ellos por enfermedades tropicales (malaria, disentería, escorbuto... ya os imagináis).
Vernon se puso muy nervioso en aquel momento ya que la resistencia a ultranza de los españoles superaba con creces sus
expectativas, pero finalmente decidieron entrar construyendo escalas y subiendo por el muro.
Pero ahí,
Vernon tuvo otro problema: el avance de sus huestes era lento debido al gran peso de artillería que transportaban , y además estaban expuestos en una gran explanada cuesta arriba mientras avanzaban, con lo cual los españoles podían
dispararles cómodamente desde las trincheras, tras la muralla de la fortaleza, causando muchas bajas. Y, encima, cuando finalmente los ingleses lograron alcanzar las murallas, se dieron cuenta de que habían hecho las escalas demasiado cortas como para cruzar también el foso.
(Hace falta ser idiota, ¿eh? Se me ocurre que la cosa debió ser tal que así:Almirante Vernon: ¡Fucking spanish! ¡No hay manera de tomar el fuerte!Sargento Perkins: ¡Señor, señor! ¿Qué le parece si escalamos el muro con escalas de cuerda?Almirante Vernon: ¡Buena idea, Perkins! Le asciendo a sargento.Sargento Perkins: Eh... ya soy sargento, señor O_oDías más tarde...Almirante Vernon: ¡Perkins, eres un inútil! ¡Has hecho las escalas demasiado cortas! ¡Te degrado a sargento!Sargento Perkins: Sí, señor... ¬¬UU)Así que ahí se quedaron los ingleses, con cara de gilipollas,
desprotegidos y sin saber qué hacer mientras los españoles seguían disparándole desde las trincheras y causando una masacre. Y entonces, al ver que los enemigos vacilaban y su moral caía,
Blas de
Lezo dio un golpe maestro: ordenó abrir las puertas de la ciudad y que todos los que fueran capaces de empuñar un arma salieran en plan
berserker. Así se hizo, y los españoles cargaron contra los ingleses bayoneta en mano con el propio
Blas de
Lezo a la cabeza al grito de: "
¡Al degüello!". Algunos españoles (entre ellos el propio de
Lezo) fueron gravemente heridos en la carga, pero se llevaron por delante a muchos ingleses, y los que quedaron huyeron despavoridos.
Vernon, furioso y desesperado, se
retiró a los barcos y ordenó durante treinta días más un continuo cañoneo contra la fortaleza, pero fue inútil; los muros
resistieron y los ingleses no dejaban de caer como moscas a causa de las enfermedades tropicales y la falta de provisiones (ya que no habían venido
pertechados para un asedio sino para un ataque fulminante). Finalmente el Alto Mando inglés ordena la retirada, habiendo perdido 10000 hombres y 50 barcos (algunos de ellos tuvieron que ser quemados por los
propios ingleses dado que habían perdido a tanta gente que no quedaban hombres para
tripularlos de vuelta a Inglaterra).
Los españoles, que salieron victoriosos, sólo perdieron 800 hombres y 3 naves. Desgraciadamente, entre las 800 bajas se contaba al valiente y sagaz almirante
Blas de
Lezo, que no se recuperó de las heridas sufridas en la carga.
Este vergonzoso episodio (para los ingleses, claro) se ha silenciado durante siglos en Inglaterra.
Fijáos si la arrogancia inglesa llegaba a tal punto, que antes de mandar la flota a la batalla ya habían mandado imprimir monedas conmemorativas con imágenes de
Blas de
Lezo (totalmente entero y con todos sus miembros en el sitio, por cierto) rindiendo la ciudad a los ingleses y la inscripción:
"El orgullo español humillado por Vernon". Las monedas fueron
destruidas, los
artesanos que las fabricaron perdieron el favor real, y el rey Jorge
II, abochornado, prohibió a sus cronistas mencionar el suceso.
Y ahora viene la cuestión principal: es comprensible que lo ingleses ignoraran este suceso, ya que les dejó a la altura del betún, pero, ¿y los españoles? ¿Por qué hoy en día en los colegios no se habla del almirante
Blas de
Lezo, un héroe español comparable al almirante
Nelson de los ingleses? ¿Cómo es posible que
todo el mundo conozca a
Nelson y de
Lezo sea un desconocido? La respuesta fácil sería decir que porque era vasco, ya que a los intereses
partidistas de este país de mierda no les interesa demasiado que se sepa que hace trescientos años los vascos se consideraban españoles y eran profundamente patriotas, como todos los demás en aquella época, lo cual significa que las ínfulas independentistas del
PNV, la
ETA y sus colegas no son más que un montón de mierda de la que el almirante de
Lezo, el mayor héroe vasco y español, se avergonzaría si pudiera contemplarla.
Pero la cosa me parece que va más allá, porque ni siquiera en los libros de Historia de las épocas
franquista y las anteriores se hablaba demasiado de
Blas de
Lezo. Así que sólo se me ocurre una respuesta: que los españoles somos una panda de imbéciles desagradecidos sin más memoria histórica que la que se usa para acordarse de la Guerra Civil, que babeamos frente a héroes extranjeros e ignoramos a los que tenemos en casa. Es una vergüenza y una infamia para la memoria de este
grandísimo almirante que sus compatriotas no le rindan la memoria y los honores que le deben.
Así que, aparte de dar a conocer su historia en este humilde blog, querría hacer algo más. Os animo a todos a que
firméis en la campaña para que Blas de Lezo tenga una calle en Madrid (increíble que haya calles con su nombre en Valencia, Málaga y San
Sebastián, y no se hayan dignado a honrarle con una en la capital del país). A ver si entre todos conseguimos que la memoria de este héroe sea respetada como se merece.