Comenzamos un capítulo donde, no os voy a engañar, lo que más me ha sorprendido ha sido el ritmo de muertes. La serie parece tener mucha prisa por quitarse de en medio a secundarios para ir al meollo de la guerra civil. Supongo que es por las prisas de terminar la primera temporada con la muerte del rey Viserys, lo cual significa que en los dos capítulos que restan la serie volverá a dar otro importante salto temporal de, al menos, diez años. A propósito de saltos temporales, no sé vosotros pero a mí que sólo hayan pasado diez años me parece poco tiempo; a juzgar por la edad de los niños (Aegon, Aemond, Helaena, Jacaerys y Lucerys) más bien parece que hayan pasado quince.
Abre el capítulo la que para mí hasta ahora es la escena más
bonita de la serie: el nacimiento de Joffrey Velaryon, el tercer hijo de
Rhaenrya. La expresión de
agotamiento mezclado con felicidad de Rhaenrya al recibir en brazos a su bebé
me ha emocionado hasta casi hacerme llorar, quizás porque este parto está tan
bien rodado e interpretado que me ha recordado al mío.
Pero claro, esto es Poniente, y aquí las cosas no pueden ser normales, agradables y bonitas mucho tiempo. La pobre Rhaenyra se tiene que levantar de la cama y vestirse a los treinta segundos de haber parido porque la reina Alicent quiere ver al bebé ahora. No dentro de treinta minutos, no cuando Rhaenyra haya descansado un poco, sino AHORA. A Laenor, al que los años han tratado bastante mal (con lo mono que era el actor que lo interpretaba de jovencito y ahora es más feo que un coche por debajo), se le ocurre casi al final de las escaleras "que podría venir a ella a vernos". Pues sí, la verdad, podría haber sido ella quien acudiera a la sala de partos. Qué ha sido de nuestra querida Santa Alicent?
Pues ocurre que sigue siendo santa, pero ahora es la santa patrona
del cinismo. Al ver al bebé, le espeta a Laenor "seguid intentándolo, a lo
mejor alguno se parecerá a vos". Aunque es cierto que los hijos de parejas
interraciales negro-blanca nacen bastante blanquitos y luego poco a poco se van
oscureciendo, luego vemos a los dos hijos mayores de Rhaenyra (Jacaerys y
Lucerys), y empieza a comprenderse por qué ha sido un INMENSA CAGADA elegir a
actores negros para interpretar a los Velaryon. Tanto en el libro como en la
serie, ser Harwin Strong es un caballero muy cercano a Rhaenyra del que se
sospecha sea el verdadero padre biológico de los niños, ya que Laenor y Rhaenyra
son de pelo plata-Targaryen y todos los críos nacen morenos como los Strong.
Pero aquí la palabra clave es "SE SOSPECHA". Dado que Jacaerys y Lucerys
son blancos como el algodón, sin el menor rasgo de mestizaje negro, está más
claro que el agua de manantial que Laenor Velaryon NO PUEDE SER EL PADRE.
Imposible. Descartado. Cero posibilidades. Niente. Rien. Dado que la duda
razonable de que no fueran bastardos es lo único que sostiene la legitimidad de
Rhaenyra, en la serie acaban de dar por completo la razón a Alicent y a todos
aquellos que esgrimen que los principitos son bastardos ilegítimos sin derecho
a heredar el trono. A absurdos como éste lleva la inclusión forzada.
Eso sí, la escena de ser Harwin meciendo al bebé e intercambiando esa mirada de complicidad de ternura con Rhaenrya, dándonos a entender lo que hay entre ellos sin que se pronuncie una sola palabra, me ha parecido preciosa.
En Pozodragón, vemos a Jacaerys Velaryon aprendiendo la doma
de su dragón, Vermax, de la mano de los Caballeros Jedi. El caso es que el
diseño de estos dragones me recuerda cada vez más al de los dinosaurios de
Parque Jurásico. Por cierto, ¿he sido yo la única a la que la escena le ha
recordado a cuando en la primera película le ofrecen una cabra al Tiranosaurus
Rex?
La escena sirve también para presentarnos a Aegon Targaryen
y a su hermano Aemond, hijos varones de Alicent y Viserys. Aegon y Jace se
dedican a burlarse de Aemond porque aún no tiene un dragón, lo cual cabrea
mucho a la reina Alicent, que acusa a los hijos de Rhaneyra de hacerle bullying
a Aemond obviando que Aegon también participaba en la chanza. Indignada, le
dice a Viserys que no entiende cómo los huevos de dragón de Jacaerys y Lucerys
han eclosionado, lo cual me parece incomprensible, porque, a ver, está claro
que lo dice en alusión a que no son hijos biológicos de Laenor Velaryon, ¡pero
sí que lo son de Rhaenyra! Si son de sangre Targaryen, ¿por qué no iban a poder
domar a sus dragones?Al fin y al cabo, tampoco Aegon y Aemond son Targaryen
puros (la madre es una Hightower); en ese sentido su sangre no es de menor
pureza que la de sus sobrinos. Ante la negativa de Viserys a hablar del tema,
la reina Alicent se desahoga con ser Criston Cole, que muy convenientemente,
tras una elipsis de quince años, nos presentan tan campante, sin que en ningún
momento parezca haber respondido por el asesinato de ser Joffrey Lonmouth en
medio de un banquete de bodas, lo cual es tan inverosímil como lo de los hijos
blancos de Rhaenyra. Mirad, gente, una cosa es suspender la incredulidad para
aceptar que en este mundo haya magia o dragones, porque eso es algo coherente
con el trasfondo que se nos presenta en una serie de fantasía, pero lo de los
niños Velaryon y lo de la impunidad de ser Criston NO TIENE PUTO SENTIDO, ni
dentro ni fuera de la fantasía. Y lo peor es que son fallos garrafales que la
serie ha cometido a costa de modificar los libros.
Ser Criston demuestra ser un resentido de mierda que a pesar
de haber salido de rositas de un asesinato por el que deberían haberlo
decapitado o enviado al Muro está lleno de rabia por dentro y odia a Rhaneyra
con toda su alma. Habría quedado mucho mejor que lo hiciera por decencia y
mojigatería, como en el libro, ya que en Fuego y Sangre se nos cuenta que ser
Criston rechaza a Rhaenyra (motivo, por cierto, de que ella se
"consuele" tomando como amante a ser Harwin Strong). Ese rechazo es
debido al horror que le produce que una princesa real está dispuesta a
deshonrarse y deshonrarlo a él, motivo por el cual cambia de lealtad y se
asocia con la reina Alicent, a la que sí considera una dama decente. Aquí la
actitud de ser Criston nos puede parecer mejor o peor, pero es coherente con la
personalidad del personaje, fiel a la muerte a sus estrictos principios. En la
serie, sin embargo, se ha convertido en un sucio hipócrita resentido, lo cual a
mi parecer desmerece mucho al personaje, que era muchísimo más interesante y
coherente en el libro como una suerte de Eddard Stark oscuro. Una lástima.
Más tarde, en una escena tan desagradable como prescindible,
vemos a Aegon masturbándose de pie desde la ventana (!!!), y a su madre
sorprendiéndolo, para acto seguido comerle la cabeza con que es un pánfilo, que
deje de ser amigui de sus sobrinos, que Rhaenyra le cortará la cabeza en cuanto
llegue al poder. A pesar de que esta escena nos pretende presentar a Aegon como
un pelele inmaduro en manos de su madre, lo cierto es que su actitud es mucho
más inteligente de lo que podría parecer: si realmente Rhaenyra fuese un
peligro para él (cosa que sólo está en la cabeza de Alicent, porque Rhaenyra
nunca ha dado muestras de ser así), hacerse amigo de Jacaerys y Lucerys sería
la mejor manera de esquivar el peligro.
Conocemos también a Helaena, una niña en absoluto rara a la que le encanta acariciar gusanos y ciempiés vivos, como a toda cría normal de su edad. No sé por que la ponen tan friki en la serie, cuando en los libros es una mujer regordeta, simpática, alegre y muy maternal, más normal que desayunar un café con leche.
Pasamos a Daemon y Laena, que a estas alturas están casados y son padres de Baela y Rhaena Targaryen. El hecho de que las gemelas sean copias exactas de su madre (sus genes no parecen haberse diluido en absoluto por el hecho de que su padre sea Daemon) hace aún más flagrante la bastardía de Jacaerys y Lucerys, y más absurda la ceguera de Viserys y de toda la Corte. De esta escena sacamos que Daemon ama tiernamente a su familia, pero que va a su puto rollo y le importan un cuerno las necesidades de los demás. Nada nuevo, vamos; es como nos llevan presentando al personaje desde el capítulo uno.
Durante el entrenamiento en combate de los príncipes Targaryen y Velaryon, vemos que ser Criston Cole básicamente está entrenando a los Targaryen para que sean bestias abusonas, creando una nueva contradicción con su supuesta personalidad (¿no era el honor lo más importante para él? ¿Dónde está el honor en un combate desigual?). Ser Harwin Strong asiste al entrenamiento con un cabreo creciente, primero al ver que ser Criston ignora a Jacaerys, luego al ver que azuza a Aegon para que pelee sucio contra él, y finalmente cuando le suelta a la cara que "uno sólo se toma tanto interés por un hijo", momento en el cual pierde la paciencia, se le tira encima y comienza a darle de hostias, muy al estilo de lo que el propio ser Criston hizo con el mahadado Joffrey Lonmouth. Pero resulta que como ser Criston tiene inmunidad de guión, pasa lo que no ha pasado en todo lo que llevamos de serie: que los otros guardias reales agarran a ser Harwin y lo apartan, poniendo fin a la pelea.
Con posterioridad, Rhaenyra escucha muy preocupada cómo lord Strong le echa en cara a su hijo que tiene suerte de que el rey Viserys se haga el ciego, que lo que están haciendo es traición. Vale, es verdad, lo que están haciendo es traición (y encima evidente, no dudosa como en el libro), pero digo yo que tampoco hace falta que lord Strong lo berree por toda la Fortaleza Roja; aunque Varys y Meñique todavía no hayan nacido, seguro que no faltan los espías. Lord Lyonel también le echa en cara a Harwin que en qué estaba pensando al darle una paliza a ser Criston, que lo que hay que ver, que se ha deshonrado, que si ahora lo van a destituir como capitán de la guardia... todo lo cual tiene mucho sentido por sí mismo, pero resulta totalmente absurdo teniendo en cuenta que ser Criston, en el capítulo anterior, hizo exactamente lo mismo pero con consecuencias mucho peores, sin represalia alguna.
Más tarde, en el Consejo Real, Rhaenyra hace algo que jamás hizo en Fuego y Sangre: ofrece a Alicent un matrimonio entre Jacaerys y Helaena para unir ambas ramas de la familia. Al rey Viserys le complace la idea, pero cede como un calzonazos ante la negativa frontal de su esposa, que no tolera que su hija "se case con un plebeyo". Sorry nena, pero los Strong son una Casa noble y antigua, señores de Harrenhal y banderizos de los Tully, y Rhaenyra es una princesa de sangre real. Ahí no veo yo dónde están los plebeyos; en todo caso debería haber dicho "bastardos"; que tampoco, porque Laenor Velaryon los reconoce como propios y por lo tanto están legitimados.
A continuación viene una escena muy lamentable, que es
cuando Laenor Velaryon intenta escurrir el bulto y hacerse a la mar, no sea que
le pesque la guerra civil, que el rey Viserys ya está muy viejo. Me parece una
degradación lamentable de este personaje, pintándolo como un oportunista y un
cobarde. Otro que también prefiere ahuecar el ala es lord Lyonel Strong, la
Mano del Rey, que decide renunciar a su cargo, y cuando Viserys le dice que ni
de coña, solicita la venia de llevarse a su hijo Harwin a Harrenhal para que
asuma sus obligaciones como heredero (y para buscarle esposa, supongo). El rey
acepta y le deja marchar, aunque no ha contado con la alianza de su esposa
Alicent con ser Larys Strong, que cuan híbrido entre Meñique y Varys se dedica
a contarle rumores a la reina y a conspirar en contra de Rhaneyra. Debo
reconocer que no entiendo a este personaje; si su padre y su hermano están tan
hondamente relacionados con Rhaenrya y con Viserys, ¿qué gana ser Larys
conspirando a favor de Alicent, en contra de su propia familia?
En la recta final del capítulo, comienzan las tragedias. En primer lugar tenemos el parto de Laena Velaryon. Es todo lo contrario que el de Rhaneyra al principio, y le estoy encontrando a todo esto un tufo hembrista-feminazi que no me mola nada. Si hay parteras, matronas y doulas el parto sale bien, because sororidad y empoderamiento femenino. Si hay maestres, médicos, físicos, galenos, como lo quieras llamar pero hombres, el parto sale mal y en el acto se sugiere la cesárea, because patriarcado heteromachista masculinonazi de Falange y Vox. Que pretendan contarnos que aquí los médicos masculinos son todos unos sádicos dispuestos a rajar vivas a las fábricas de hijos -perdón, a las madres- sin la menor consideración... pues mira, si quisiera tragarme estas mierdas vería El Cuento de la Criada, muchas gracias. Para colmo, el médico pentoshi aquí presente no tiene ni puñetera idea de partos, porque a la madre sólo se le pide que empuje cuando llega el expulsivo, y si la dilatación ha sido tan deficiente o el bebé está tan mal posicionado que no hay manera de sacarlo, NO HAY EXPULSIVO. Todo para que puedan meter a una Laena empoderada (cómo odio esa palabra, por los Siete) que va en busca de su dragón y le pide un Dracarys para terminar con el sufrimiento, algo que me parece horrorosamente egoísta y mezquino, porque si de todas formas está dispuesta a morir, al menos podría hacerlo dándole una oportunidad de salvación a su hijo (no creo que morir quemada viva sea menos doloroso que morir de un shock hipovolémico). Hasta el pobre Vaghar se lo flipa al escucharla.
-La escena inicial ha sido una delicia. Un parto normal, sin litros de sangre ni gritos de dolor, con detalles que me han encantado como el corte del cordón umbilical y el alumbramiento de la placenta. ¡Aplausos y ovaciones para el que, en mi opinión, ya es el parto mejor rodado del cine!
-La consagración de ser Larys Strong como el villano definitivo me ha impactado y me ha puesto los pelos de punta. Este personaje puede llegar a estar a la altura de villanos de la serie original como Petyr Baelish, Roose Bolton o incluso Tywin Lannister. Espero que lo desarrollen bien y que nos dé muchas sorpresas.
LO QUE NO ME ACABA DE CONVENCER
-Ser Harwin Strong. Me ha encantado como personaje, y por eso mismo me fastidia que lo hayan desarrollado tan poco y despachado tan rápido. Me habría gustado saber algo más de él, de su relación con Rhaenyra, de cómo comenzó su amor, de su personalidad y de sus motivaciones. Lo cual me lleva a...
-El ritmo de las muertes. La serie se está dando demasiada prisa en liquidar a secundarios molones como Laena o Harwin, y eso es un problema, porque sus muertes, por horribles que sean, no impactan tanto como las de Juego de Tronos porque mueren tan rápido que el espectador no ha tenido tiempo de cogerles cariño.
LO QUE NO ME HA GUSTADO