Ya sé lo que estará pensando todo el mundo... "desde que esta chica publicó la novela, está casi desaparecida".
Pues desaparecida no, pero lo que sí he estado, debo admitirlo, es muy ocupada. Sigo escribiendo (todo lo que puedo), sigo con la promoción del libro (a un nivel más relajado), y sigo con la vida muggle, que me absorbe la mayor parte de las energías.
Sé que prometí postear entradas acerca de las presentaciones de La Senda Oscura, pero juro que no he tenido tiempo para ponerme a ello. No descarto publicar próximamente un artículo-resumen con las fotos y las experiencias más destacadas, ya que de momento hemos ido a bastantes sitios: las Ferias del Libro de Madrid y de Valencia (con sus correspondientes presentaciones), la Setmana de les Lletres del Puig, el Palo Alto Market... ¡y próximamente asistiremos a más eventos!
Mientras tanto, lo que sí he hecho ha sido lavarle un poco la cara al blog, que es algo que llevaba planeando hacer desde hace tiempo. Espero que me digáis vuestra opinión, porque me lo he currado bastante, sobre todo la cabecera: quería que incluyera la imagen clásica de La Luz de Valinor, que es ya icónica a estas alturas, pero dándole un toque nuevo y añadiendo a Dana, la protagonista de La Senda Oscura: un dibujo de Carolina Bensler del cual me siento muy, muy orgullosa.
Asimismo, veréis que bajo la portada del blog hay ahora varias pestañas. Las he creado para facilitar lo más posible el acceso a mis artículos más populares: las reseñas literarias, las de cine, y todo lo que tiene que ver con Juego de Tronos y Canción y Hielo y Fuego. También hay un apartado con los enlaces a todas las reseñas que se han publicado hasta ahora de La Senda Oscura, para que les echéis un vistazo y os animéis a leerla si todavía no lo habéis hecho. Y si ya la habéis leído, sed majos y escribid una reseña en vuestro propio blog, porque de ese modo se cumplen dos objetivos: más gente tiene la oportunidad de conocer la novela y leerla (lo cual es estupendo) y yo tengo la oportunidad de conocer vuestra opinión para seguir mejorando en mi oficio de escritora (lo cual es aún mejor).
Me despido rapidito que estoy intentando sacar tiempo de donde pueda para actualizar mi fanfiction de Warhammer 40.000 (os recuerdo que lo podéis leer aquí) antes de que termine Agosto. ¡Nos leemos muy pronto! ;-)
La entrada de hoy es especial. Surgió de una
conversación que tuvimos hace poco Laura (escritora y autora del blog La
Biblioteca de Laura) y yo, acerca de la concepción de Frozen como película más
feminista de Disney hasta la fecha. Ninguna de las dos estábamos muy de acuerdo
con dicha afirmación, y se nos ocurrió analizar a las princesas Disney más
emblemáticas para ver si la protagonista de Frozen es realmente más o menos
feminista que el resto de chicas Disney. ¿Nuestra conclusión? Que ni las
princesas Disney en general son tan machistas como la gente cree, ni Frozen es
tan feminista como muchos proclaman.
En seguida decidimos que sería más divertido (y
manejable, dado el gran número de princesas que ha parido la factoría) si nos
repartíamos el trabajo entre las dos. Así que esta entrada se trata en realidad
de un artículo conjunto, escrito mano a mano entre Laura y yo, donde cada una
se encarga de analizar los deseos y motivaciones de cinco princesas.
El criterio que hemos elegido para nuestro análisis es
la canción “Yo quiero”. Como bien sabéis, las películas de Walt Disney son casi
siempre musicales (creando auténticas maravillas de bandas sonoras, algunas de
ellas míticas), donde los personajes usan las canciones para explicar sus
deseos, sentimientos o planes al espectador. Del mismo modo que suele haber una
canción de amor de la pareja o una declaración de intenciones del antagonista,
está la canción “Yo quiero”, cantada por el protagonista durante el primer
tercio de la película, en la que éste explica cuáles son sus aspiraciones y sus
deseos, en una palabra, nos cuenta quién es y cuál va a ser su motivación para
adentrarse en el Camino del Héroe.
A la hora de analizar a las princesas Disney, hemos
hecho una selección; veréis que no están todas. En primer lugar, hemos dejado
fuera a las que no son de la factoría Disney (por ejemplo, Pulgarcita o
Anastasia, que pertenecen a Don Bluth, o a Mérida, puesto que Brave es una
película de Pixar cuando aún no estaba fusionada con la Disney). En segundo
lugar, hemos dejado de lado a las princesas que no tienen canción “Yo quiero”
porque no son las protagonistas de la película. Es el caso de Yasmín, Kira y
Nala (en sus películas, los protagonistas son Aladdín, Milo y Simba, no ellas),
y también hemos dejado de lado a las que sí tienen canción, pero no es una
canción “Yo quiero”, porque tampoco son ellas las protagonistas (es el caso de
Esmeralda o Megara, que sí cantan en sus películas, pero la canción “Yo quiero”
les pertenece a Quasimodo y a Hércules respectivamente).
Una vez hecha la criba, las elegidas son las
siguientes, divididas en dos equipos:
-Equipo Laura: Blancanieves, Cenicienta, Bella, Mulán
y Rapunzel, cuyas personalidades y canciones son analizadas en esta entrada de La Biblioteca de Laura, que debéis leer sin falta si queréis completar el
artículo.
-Equipo Estelwen: Aurora, Ariel, Pocahontas, Tiana y
Anna. ¡Vamos a ello!
AURORA
(La Bella Durmiente, 1959)
Aunque pueda parecer sorprendente, La Bella Durmiente
fue estrenada más de 20 años después que Blancanieves y los Siete Enanitos, lo
cual se nota en la estética tan diferente que impera en las dos películas. En
efecto, a diferencia de Blancanieves con su aspecto de chica pin-up, Aurora
lleva la melena suelta y ondulada, muy al estilo años 60. El cuento clásico de la Bella Durmiente arrastra el mismo sambenito que Blancanieves sobre machismo
y pasividad femeninas, aunque debemos reconocer que en cierto modo es merecido,
sobre todo si recordamos la versión original de Perrault, mucho más edulcorada
en la versión de Disney. A Aurora se la acusa de ser una princesa pasiva, que
se pasa media película durmiendo mientras el príncipe Felipe hace todo el
trabajo para rescatarla y derrotar a Maléfica, villana y antagonista del
cuento. Y lo cierto es que, durante toda la película, Aurora es víctima de las
circunstancias. Ya de niña la prometen en matrimonio con un príncipe al que no
conoce, poco después, la hechicera Maléfica la condena a morir a los 16 años
pinchándose el dedo con el huso de una rueca (no tan extraño, por cierto, para
la época en que este cuento fue escrito; aunque parezca mentira, estoy segura
de que no eran pocas las personas que sufrían un pinchazo o un corte tonto, y
entre la falta de higiene y la inexistencia de antibióticos, acababan muriendo
de septicemia). Las tres hadas buenas, sin embargo, logran revertir la
maldición en parte dictaminando que Aurora no morirá, sino que caerá en un
profundo sueño del que sólo podrá despertarla un beso de amor verdadero.
Finalmente, el hechizo se cumple y Aurora cae en un sopor del que sólo
despertará cuando Felipe consiga abrirse camino hasta el castillo y besarla en
los labios.
¿Y cuál es la canción en la que Aurora nos cuenta lo
que quiere? Pues al contrario de lo que muchos estarán pensando, no es la
famosa Eres tú. Esa es la canción de
amor de la película, que Felipe y Aurora acaban cantando y bailando a dúo. La
canción “Yo quiero” de La Bella Durmiente
es la que viene justo antes, y que se titula, curiosamente, Quisiera.
Entonan
las aves
y
dejan oír su canción,
y
en sus trinos
se
dicen:
"Te
quiero,
te
adoro con el corazón."
Quisiera
un alguien
que
pueda escuchar mi cantar
y
responda:
"Te
quiero,
te
adoro",
y
venga amoroso por mí.
A juzgar por su canción “Yo quiero”, Aurora, como la
mayoría de las adolescentes de dieciséis años, sueña con enamorarse y conocer a
su chico ideal. Es cierto que no se trata de una canción demasiado feminista,
pero al igual que la canción de Blancanieves, no deja de ser coherente con lo
que es una chica de esa edad y con la concepción de la mujer en la época que se
estrenó la película (a finales de los años 50). Y, sin embargo, La Bella
Durmiente tiene tres premisas diferentes que la diferencian de su predecesora
Blancanieves y los Siete Enanitos y la convierte en precursora del feminismo que estaba por venir en
los 60 y los 70: En primer lugar, la igualdad; es cierto es Aurora sólo busca
enamorarse, pero el príncipe Felipe quiere exactamente lo mismo que ella:
encontrar a una chica especial con la que compartir su vida. En segundo lugar,
la reacción de ambos personajes cuando se enamoran: Aurora y Felipe están
prometidos el uno con el otro, pero no lo saben. Cuando las tres hadas buenas
revelan a Aurora su condición de princesa y su compromiso real, la joven llora
desconsolada, pero a pesar de lo mucho que le duele, al final decide asumir su
responsabilidad y poner su deber real por encima de su amor, aceptando a
regañadientes el compromiso. En cambio, es Felipe quien pone el amor por
delante de todo lo demás, llegando al extremo de desafiar a su padre y decirle
que está dispuesto a renunciar a la corona y a sus deberes para con el reino
para poder desposar a una campesina. Y en tercer lugar, en esta película son
las mujeres las que salvan la situación. De acuerdo, Aurora se pasa durmiendo
el último tercio final, pero Felipe es secuestrado y encarcelado por Maléfica,
y jamás habría conseguido liberarse por sí mismo de no ser porque las tres
hadas buenas le echan ovarios, se cuelan en la fortaleza de Maléfica y lo sacan
de prisión. Son ellas las que lo protegen de las flechas, las rocas y el aceite
hirviendo que lo habría matado, quienes lo arman, y quienes hechizan su espada
para que vuele certera y se clave en el corazón del dragón. Lo cierto es que en
La Bella Durmiente las verdaderas heroínas son las hadas: sin ellas, el
príncipe Felipe jamás habría conseguido su objetivo.
ARIEL
(La Sirenita, 1989)
Tras las tres princesas clásicas Disney (Blancanieves,
Cenicienta y Aurora), transcurrió una larga época llena de películas
protagonizadas por animalitos de lo más variado. Tuvimos que esperar a finales
de los años 80 para entrar en la que Segunda Edad de Oro de la factoría Disney,
con la que llegó una oleada de nuevas princesas y el estreno de muchas
películas que hoy ya son clásicos inmortales. La primera de ellas fue La
Sirenita, que yo misma recuerdo haber visto en el cine a la tierna edad de seis
años. En esta historia, basada en el cuento de Hans Christian Andersen pero
afortunadamente muy lejana a su cruel y amargo final, se nos cuenta la historia
de Ariel, una sirena que sueña con tener piernas y ver el mundo de los humanos.
Cuando se enamora de Eric, un príncipe al que rescata del naufragio de su
barco, hace un trato con Úrsula, la bruja del mar: Ariel podrá convertirse en
humana durante tres días a cambio de perder la voz, pero si no consigue que
Eric le dé un beso de amor durante ese tiempo, tendrá que volver al mar y su
alma pertenecerá a la bruja.
Mucho se ha criticado a La Sirenita por lindezas como
“enseña a las niñas que la belleza basta para conquistar a un hombre, no
necesitas ni hablar”, o “por amor una mujer debe cambiar su aspecto e incluso
abandonar su casa y su familia”. Pero, ¿realmente es esto cierto? Examinemos
Parte de él, la canción “Yo quiero” de Ariel (doblaje original del 89, por
favor. Cualquier otra cosa es herejía y será purgada a fe y fuego por la
Inquisición Imperial):
Qué
tengo aquí, qué lindo es,
es
un tesoro que descubrí,
es
muy simple decir que no hay más que pedir.
De
lo que ves a tu alrededor, tanta abundancia,
tanto
esplendor, me hace de pensar que yo no necesito más.
Regalitos
así tengo miles,
aunque
a veces no sepa que son,
¿quieres
“nosemapops”?, tengo veinte
pero
yo en verdad...quiero más...
Yo
quiero ver algo especial,
yo
quiero ver una bella danza,
y
caminar con los, ¿cómo se llaman…? ¡Ah, pies!
Sólo
nadar no es original,
por
qué no tener un par de piernas
y
salir a pasear, ¿cómo dicen…? ¡A pie!
Y
poder ir a descubrir
que
siento al estar ante el sol,
no
tiene fin; quiero saber, más, mucho más.
¿Qué
debo dar para vivir fuera del agua?,
¿qué
hay que pagar para un día completo estar?
Pienso
que allá lo entenderán,
puesto
que no prohíben nada,
¿por
qué habrían de impedirme ir a jugar?,
a
estudiar que hay por saber,
con
mis preguntas y sus respuestas,
¿qué
es fuego? ¿qué es quemar?, ¿lo podré ver?
¿Cuándo
me iré?
quiero
explorar,
sin
importarme cuando volver…
El
exterior,
quiero
formar,
parte
de él.
Vaya. Lo que vemos, para empezar, es que en esta
canción no aparecen el amor ni el príncipe por ningún lado. Entre otras cosas,
porque Ariel canta Parte de él antes de conocer a Eric. Para Ariel, el deseo de
convertirse en humana no tiene nada que ver con el amor: lleva sintiendo
curiosidad por el mundo exterior toda su vida, hasta el punto de haberse pasado
años coleccionando objetos recuperados de los barcos hundidos. Podría decirse
que el hecho de conocer a Eric es lo que le da el empujón que le faltaba para
atreverse a dejar su zona de confort y hacer el trato con Úrsula, pero sólo es
un empujón final, no el desencadenante. Un empujón, por cierto, del que también
tiene culpa su padre, que perfectamente podría haberle dado piernas si hubiera
querido y mandarla junto con sus guardias en un entorno controlado a darse un
paseo por el exterior. Así pues, Ariel no “cambia su aspecto y se aleja de su
hogar” por un hombre, sino porque eso es lo que ella siempre había querido. Y
en segundo lugar, la falta de voz no es una ventaja para ella, todo lo
contrario. Es precisamente su incapacidad de hablar lo que impide que Eric se
enamore de ella en el acto, ya que no puede reconocerla como la joven que le
salvó. Evidentemente, Úrsula conoce el problema, de modo que su canción acerca
de las ventajas de estar callada frente a los hombres no es en modo alguno una
lección de comportamiento, sino una mentira y una trampa, como pronto
descubrirán los espectadores y la propia Ariel.
POCAHONTAS
(Pocahontas, 1995)
Pocahontas es famosa en la filmografía Disney por ser
una película basada en hechos reales. Se basa en las andanzas de la princesa
india Matoaka (1595, Virginia - 21 de
marzo de 1617, Londres), hija mayor del jefe Powhatan, jefe de la confederación
algonquina en Virginia, que era llamada cariñosamente por amigos y familiares
“Pocahontas”, es decir,”niña traviesa” en lengua algonquina, lo cual nos da una
idea del carácter de la joven. Es histórica su coincidencia con el capitán
inglés John Smith, así como el hecho de que le salvó la vida cuando estaba a
punto de ser ejecutado sobre una roca. Todo esto lo sabemos gracias al propio
John Smith, que reveló estos detalles por carta a la reina Ana de Inglaterra.
Sin embargo, la historia de amor que se desarrolla entre los dos personajes en
la película de Disney es ficticia, ya que cuando conoció al capitán Smith, la
Pocahontas histórica no tenía más de once años. Es con otro John, de apellido
Rolfe, con quien Pocahontas se casó a los 19 años convertida ya al cristianismo
y bautizada con el nombre de Rebecca. Sin duda, la película mezcla a los dos
Johns en el personaje de Smith para darle más dramatismo (todo ello a pesar de
la infame secuela que se editó en vídeo años después y que NADIE, repito, NADIE
debería ver, por el bien de su salud mental).
Pero, ¿qué quiere Pocahontas, la princesa india Disney
por excelencia (por permiso de Tigrilla)? Ella misma nos lo cuenta en su
canción “Yo quiero”, que se titula Río Abajo:
Lo
que me gusta más del río es que nunca es igual que ayer
sus
aguas siempre fluyen sin descanso
si
en paz deseo yo vivir un precio he de pagar
no
saber lo que este río está ocultando
Río
abajo lo veré
sé
que río abajo lo veré
me
asomaré, río abajo lo veré
lo
encontraré
libre
ya por fin, no sé por qué.
Algún
sueño debe haber
río
abajo esperará por mi
sólo
por mi
Lo
escucho allí, junto al ciprés,
tras
la cascada sin final,
sutil
sonido que distante llama.
¿He
de ignorarlo por un hombre que me dé seguridad
a
pesar de lo que me diga mi alma?
Río
abajo lo veré
río
abajo lo veré
me
asomaré, río abajo lo veré
lo
encontraré
libre
ya por fin, no sé por qué.
Algún
sueño debe haber
río
abajo lo veré
río
abajo lo veré.
¿Qué
camino elijo yo?
¿Ser
tenaz como el tambor?
¿Debo
unirme a Kokum?
¿He
de olvidarme de soñar?
¿O
aún creer que me espera un sueño?
Río
abajo quiero
ver...
La canción “Yo quiero” de Pocahontas está muy clara:
“quiero ser libre, quiero elegir mi propio camino, quiero encontrar mis sueños,
no quiero un matrimonio concertado con un guerrero cara palo que no sonríe ni
por casualidad”. ¿Tiene pinta esto de machista? Yo diría que no. Pocahontas es
una mujer que se rebela contra lo que su padre y la sociedad esperan de ella,
que quiere tener sus propios sueños y la libertad para seguirlos. Cuando conoce
a John Smith, no queda subyugada por él: le discute todas sus ideas
preconcebidas sobre los salvajes hasta hacerle cambiar de opinión, se va
enamorando de él poco a poco, arriesga su propia vida para salvarle, y
finalmente, cuando Smith debe partir a Inglaterra para recibir cuidados médicos
por una herida de bala, Pocahontas decide quedarse en lugar de seguirlo porque
se da cuenta que su mediación es necesaria para que siga habiendo paz entre
indios y colonos. En esto, curiosamente, parece la versión rebelde y aventurera
de Aurora, que también decidió en un momento dado renunciar al amor para
cumplir con su deber. La diferencia entre Pocahontas y Aurora en este caso es
que a Aurora ese deber le viene impuesto por nacimiento, mientras que
Pocahontas se carga libremente esa responsabilidad sobre los hombros,
convirtiéndose en el paradigma Disney de la mujer ecologista y pacifista.
TIANA
(Tiana y el Sapo, 2009)
Tiana y el Sapo es, hasta la fecha, la última película
Disney con animación clásica que se ha rodado hasta la fecha. También es, hasta
ahora, la única princesa Disney de raza negra (curiosamente, lo que debería
haber sido Nala, si hubiera sido una mujer humana y no una leona). La historia
es una revisión del cuento clásico sobre la princesa y el sapo. La
protagonista, Tiana, es una joven camarera que sueña con abrir su propio
restaurante. Naveen, un príncipe convertido en rana por las oscuras artes vudú
del Doctor Facilier, intenta que la joven lo bese para romper el encantamiento,
pero Tiana no es una princesa, de modo que en lugar de devolverle a Naveen su
forma humana, ella también se transforma en rana.
¿Y qué quiere Tiana? Escuchemos su canción “Yo
quiero”, titulada Ya llegaré.
No
más distracciones
ya
habrá tiempo para disfrutar
ni
un instante desperdiciar
me
enseñó papá
La
ciudad mil vueltas da
y
la gente a lo suyo va
mas
yo sé de hecho a donde voy
hoy
me acerco, paso a paso
un
poco más
(coro)
ya
llegaré
ya
llegaré
piensan
aquí que estoy loca
y
no es así
y
es que mi camino
difícil
es
pero
nada a mí me detendrá
porque
ya llegaré
papi
dijo que los sueños
pueden
ser realidad
pero
al fin de ti depende
si
así sucederá
hay
que trabajar duro sin parar
y
lo demás vendrá sin mas
hoy
por hoy aquí estoy
¡abrán
paso que aquí voy!
(coro)
ya
llegaré
ya
llegaré
todos
querrán visitarnos ya
y
allí estaré
ya
llegaré
hay
dificultades siempre
que
hay que superar
pero
en la montaña subiré a la cima
y
ya llegaré
ya
llegaré
ya
lleee-gaaa-réeeeeeeee
Tampoco aquí encontramos ni rastro de machismo, más
allá de la influencia que han tenido en Tiana los consejos paternos sobre el
esfuerzo y el trabajo. En su canción, Tiana nos cuenta que desea cumplir su
sueño de convertirse en empresaria hostelera, regentando el más famoso
restaurante de Nueva Orleans. Es, pues, un canto a la cultura del emprendedor
(siempre tan de moda en los EEUU), a trabajar duro para salir adelante y a no
desfallecer por muchas dificultades que encuentres cuando quieres llevar a cabo
un proyecto laboral que sabes que vale la pena. Para sacar adelante su
restaurante, Tiana no necesita la ayuda de ningún hombre (no canta la canción
junto a Naveen, a quien ni siquiera conoce, sino junto a su madre), y aunque
más adelante se enamorará del príncipe rana, es una relación surgida de otras
circunstancias, que de ningún modo hacen que Tiana se olvide de su sueño.
ANNA
(Frozen, 2013)
Y finalmente, aquí tenemos el personaje (y la canción)
que inspiraron esta entrada. Frozen se ha convertido, hasta ahora, en la
película más feminista de Disney, según la crítica de muchos. En esta película,
conocemos la historia de Anna y Elsa, las princesas de Arendelle. De niña están
muy unidas, pero cuando los poderes mágicos de Elsa hieren a Anna por
accidente, sus padres deciden separarlas, aislamiento que se acentúa todavía
más con los terrores y preocupaciones de Elsa tras la muerte de sus padres.
Finalmente, el día de la coronación de Elsa sus poderes se descontrolan y la
reina acaba huyendo a las montañas, donde construye un palacio de hielo,
dejando el reino sumido en el caos. Será Anna quien deberá ir en busca de su
hermana para arreglar las cosas, con la ayuda del comerciante de hielo
Kristoff, que la acompañará, y del príncipe Hans, a quien deja a cargo del
reino durante su ausencia.
Dejando de lado las críticas que puedan hacerse al
argumento y a la trama de esta película, que no son objeto de esta entrada,
vamos a estudiar lo que dice la canción “Yo quiero” de esta película. Pero
antes de analizarla, hay que dejar una cosa muy clara: esta canción NO es la
archiconocida Suéltalo, por la sencilla razón de que la protagonista de Frozen
NO es Elsa, es Anna. Elsa es la antagonista. Ojo, no villana (el villano de la
película es Hans), pero sí la antagonista, en cuanto sus acciones se oponen a
los propósitos de Anna y le crean dificultades que esta deberá vencer.
Suéltalo, curiosamente, es la canción del antagonista, del mismo modo que lo
son Preparaos en El Rey León o Pobres almas en desgracia en La Sirenita.
Tampoco se trata de la canción Hazme un muñeco de nieve, cuya función no es
mostrarnos lo que Anna desea sino enseñarnos cómo evoluciona la relación entre
ella y su hermana Elsa desde que son niñas hasta que crecen. La canción “Yo
quiero” de Frozen, aquella en la que Anna nos muestra lo que quiere, es Por
primera vez en años, cuya letra pasamos a analizar:
Anna:
La luz está entrando en el salón,
Por
fin se ilumina cada rincón,
Y
ahora sacan la vajilla real.
Por
estos salones deambulé,
Sola
vagué una y otra vez,
Hoy
por fin las puertas se abrirán.
Y
vendrán de todas partes,
Qué
raro se me va a hacer,
¡hay
tantas cosas que quiero emprender!
¡Hoy
por primera vez en años
habrá
luz y música!
¡Por
primera vez en años
bailaré
hasta no poder más!
No
sé si es emoción o gases,
Pero
hay algo en mi interior,
¡Pues
por primera vez en años
me
late el corazón!
Vestido
de gala llevaré,
Con
pose estudiada esperaré,
Sofisticada
y tierna a la vez.
Y
de repente allí estará,
Un
joven galán se acercará,
Y
de los nervios me pondré a comer.
Y
luego reiremos juntos,
Charlaremos
sin parar,
¡como
nunca pude imaginar!
¡Por
primera vez en años
habrá
magia y diversión!
¡Por
primera vez en años
me
prestará alguien su atención!
Ya
sé que es una locura
pensar
en el amor…
¡Mas,
por primera vez en años
me
late el corazón!
Elsa:
No dejes que sepan de ti,
Que
no entren, siempre me dijo a mí.
No
has de sentir,
Lo
has de esconder.
Un
paso en falso y se echará a perder.
Pero
pronto pasará
Anna:
¡Pronto pasará!
Elsa:
Qué duro es esperar
Anna:
¡Qué duro es esperar!
Elsa:
¡Que abran el portón de par en par!
Anna:
¡En par!
Anna:
¡Por primera vez en años...
Elsa:
No dejes que sepan de ti.
Anna:
...tendré lo que siempre soñé!
Elsa:
Que no entren, siempre me dijo a mí.
Anna:
¡Esta ocasión es la mejor...
Elsa:
No has de...
Anna:
...para encontrar mi amor!
Elsa:
No has de sentir, no han de saber.
Anna:
¡Mañana todo habrá acabado, solo tengo el día de hoy!
¡Pues
por primera vez en años!
¡Por
primera vez en años
me
late el corazón!
Pues sí, resulta que en la película “más feminista” de
Disney, los propósitos de la princesa Anna son disfrutar de una buena fiesta
con música, trajes bonitos y diversión, enamorarse y encontrar un buen marido.
Fin. Nada de “quiero explorar el mundo”, “quiero ser yo misma”, “quiero cumplir
sus sueños”, “quiero ser libre”… No, no, no. “Esta ocasión es la mejor para
encontrar mi amor”. Si miramos hacia atrás, tenemos que remontarnos a La Bella Durmiente
para encontrarnos con la anterior princesa Disney cuya canción “Yo quiero”
versaba sobre el deseo de conseguir al chico perfecto. Ni siquiera personajes
injustamente sospechosos de fomentar ideas machistas, como Ariel o Bella,
tenían como propósito principal de sus vidas irse de fiesta y conocer a su
hombre. En la filmografía reciente de Disney, sólo hay otra princesa aparte de
Anna que cante acerca de encontrar el verdadero amor, y es Giselle de
Encantada, la cual, como recordemos, es una autoparodia que la Disney se hizo a
sí misma.
Hay quien dice “no, pero eso es al principio; la trama
de la película va precisamente de que buscar a todo precio el amor en tu vida
puede ser un error porque el chico puede salirte rana y el amor que realmente
importa es el de las hermanas”. Pues… no. Aunque es cierto que a lo largo de
Frozen los intereses de Anna estén más centrados en encontrar a su hermana y
convencerla para que vuelva a Arendelle (más que nada porque su objetivo de
asistir a un fiestón y enamorarse ya lo ha conseguido al principio de la
película), lo cierto es que la princesa acaba consiguiendo su objetivo, aquello
que tanto anhelaba en su canción “Yo quiero”: al final, las puertas del
castillo quedan abiertas para que haya gente y se celebren fiestas siempre que
quieran, y aunque el príncipe Hans acabe siendo un fiasco (moraleja, no te
enamores de un hombre al que acabas de conocer), Anna acaba encontrando a su
amor verdadero en… Kristoff, un hombre que además de tener un carácter asocial
y una higiene dudosa, conoce desde hace todavía menos tiempo que a Hans (¡Pero,
eh! ¡Sólo tiene que mejorar un poco! ¡El amor de Anna lo hará cambiar, así lo
cantaron los trolls!).