Hay un refrán que dice "Quien por su culpa muera, que nadie le llore". Todo el mundo parece estar lamentándose por las pobre víctimas que murieron arrolladas por un Alaris en la estación de Castelldefels en la noche de San Juan. Lo que muchas de esas personas olvidan es que los muertos y los heridos de lo que fueron víctimas, más que de un accidente, fue de su propia estupidez. Porque, lo siento mucho, pero sólo a un estúpido se le ocurre cruzar alegremente por las vías del tren cuando cualquier con un mínimo de sentido común y un coeficiente intelectual mayor de -1 sabe que, si se llaman "vías de tren", es porque por ahí pasan trenes. Y los trenes, como todo el mundo sabe, son moles de varias toneladas de peso que si no paran en la estación van a una media de 90 a 130 km/hora (depende del tipo de tren del que estemos hablando), las cuales son físicamente incapaces de detenerse de golpe y necesitan varios centenares de metros para frenar sin descarrilar. En el caso concreto que nos ocupa, el Alaris iba a 130 km/hora aproximadamente, y hubiese necesitado un kilómetro para detenerse por completo.
Y no, que no me vengan con que "dónde estaba el jefe de estación", o "dónde estaban las señales de prohibido cruzar la vía". Que los que cruzaron no eran niños de cinco años. Eran adultos, algunos de ellos en estado de embriaguez, que sabían perfectamente lo que es uan estación, lo que es una vía, lo que es un tren, y lo que es un paso a nivel. Y en esa zona no había pasos a nivel, porque el lugar por donde había que cruzar era el subterráneo. Así que no, no pienso llorar por ellos, del mismo modo que no lloro por los jóvenes borrachos y empastillados hasta las cejas que cogen el coche el fin de semana creyéndose Supermanes y acaban estampados contra el quitamiedos a 190 por hora. Lloraré, en todo caso, por sus familiares y amigos, personas inocentes que están sufriendo un enorme dolor por culpa de la estúpida inconsciencia de aquellos a los que amaban. Lloraré también por el pobre maquinista del Alaris, un trabajador honrado que se estaba ganando el pan de sus hijos, cumplía las leyes de tráfico, las normas de su empresa y las normas del sentido común, y acabó hospitalizado en estado de shock después de haber visto cómo el tren que conducía convertía en picadillo a varios seres humanos sin que él pudiese hacer nada para impedirlo, y que probablemente quedará traumatizado por el suceso para el resto de su vida.
Por ellos sí que voy a llorar, pero por los muertos no. Cuando uno cruza las vías de tres por un sitio prohibido, ya sabe a lo que se está exponiendo, del mismo modo que el que coge el coche borracho y le mete gas hasta el fondo sabe (o debería saber) a lo que se expone. Han malgastado su vida, se han burlado del amor de sus familiares y de la existencia que les dio su Creador sólo por ahorrarse unos minutos de espera para cruzar por el subterráneo. Se la han jugado de la forma más estúpida, y han perdido. Así que no me pidáis que llore por ellos.
4 comentarios:
Total y absolutamente de acuerdo Luthien, creo que no se podría haber expresado de mejor manera.
Yo la verdad es que me enteré tarde del suceso, pero mis amigas y yo dijimos exactamente lo mismo que acabas de decir tú. Quien juega con fuego se quema, y los que están muertos ya no sufren, los que están heridos lo están por su culpa, pero los inocentes que ven brazos y piernas cercenadas, cuerpos sin vida y charcos de sangre son los pobres desgraciados que estaban en el momento y lugar exactos donde a unos imbéciles se les ocurrió una idea de bombero
Totalmente cierto, los que sufren son los familiares y seres queridos, y los que estuvieron allí. No sé qué habrá sido del maquinista, pero desde luego no se merecía lo que le pasó :(
Hola, Estelwen. He encontrado tu blog a través del "Costurero Real" y tus aficiones y tal me han llevado por aquí. Y justamente he leído esta entrada. Soy de Castelldefels. Ese día la gente estuvo lamentándose y diciendo "pobre gente", esto estaba lleno de periodistas. La verdad, fue una tragedia. Pero es cierto. Si eran estúpidos y decidieron cruzar las vías, allá ellos. Probablemente serían unos niñatos que querían divertirse y mucha fiesta.
Bueno, cuídate.
Glenna
Muchas gracias por comentar, Glenna :-)
Nunca he estado en Castelldefels, aunque tengo muchos amigos catalanes y algo de familia política en Barcelona, y todos comentaban lo mismo que tú: que fue una tragedia espantosa, pero que cómo se les pasó por la cabeza cruzar por las vías. Eso es lo que más rabia me da. Si llega un huracán o un terremoto sólo podemos llorar, pero no hay nada más indignante que una tragedia que pudo haberse evitado con un poco de sentido común.
Me alegra que compartamos aficiones. Yo también me pasaré por tu blog. Un saludo y vuelve cuando quieras ^^
Publicar un comentario